Chile

Publicado el 2021-06-13 In Temas - Opiniones

¿Y qué nos quiere decir Dios?

Patricio Young, Chile •

Schoenstatt es un movimiento apasionado de las fechas y las celebraciones. No hay año que no tengamos algún acontecimiento que recordar. Sin embargo, no siempre sabemos leer lo que Dios nos muestra en los hechos que vivimos, cosa que debiera ser nuestra especialidad. —

El 18 de octubre de… 2019

Quisiera en esta columna abordar dos fechas. La primera es el 18 de octubre del 2019, día de nuestro aniversario fundacional, fecha significativa para Chile. Qué duda cabe. Hoy, gracias a ese acontecimiento y a lo que le siguió estamos por iniciar un proceso constituyente que marcará significativamente el futuro del país.

Ese día, en medio de nuestras celebraciones, se inician las manifestaciones y también los desmanes. ¿Es pura casualidad que esto sucede dicho día? El P. Kentenich muchas veces ha citado el dicho de los ancianos de su país: “Nada es casualidad, todo proviene de la bondad de Dios”.

Nuestra misión es la de transformar el mundo en Cristo, gestar un nuevo orden social. Bueno, efectivamente, ese proceso se inició en nuestro país, lamentablemente sin nosotros. No todos, pero mayoritariamente estábamos preocupados de esta celebración y de otras, por supuesto. De tratar de hacer bien nuestro apostolado del ser, que no es otra cosa que ser un buen cristiano, pero con un limitado compromiso en el apostolado del hacer, que es ser discípulo-misionero.

Para muchos en nuestro movimiento, esta situación les explotó en la cara. Naturalmente, porque hemos estado muy ajenos a la realidad social del país. Interpretamos mal la visión del padre Kentenich sobre las élites. Él se refería a personas que inspiraran por su testimonio y compromiso los caminos de la fe. Sin embargo, en Chile parece que se entendió socialmente. La mayoría de los miembros somos de la élite social del país. Del 10 % que poseemos el 65 % de la riqueza del país.

Por eso en nuestras filas las demandas sociales han generado más incertidumbres y desconfianzas que un espacio de esperanza y abrirnos al querer de Dios.

Dignidad y solidaridad

Según varios estudios de contenidos, hay dos palabras que marcaron esta crisis: dignidad y solidaridad. Qué palabras más propias del cristianismo. Son el evangelio mismo.

La dignidad humana es la dimensión central del hombre como templo de Dios. Es sagrado y debe ser cuidado, protegido y enaltecido. Sabemos que algo es o no de Dios cuando justamente está en juego la dignidad humana. La que no fuimos capaces de ver en la realidad de nuestro país y que la propia naturaleza y las demandas de los desechados, como señala Francisco, nos lo demandaron.

La segunda palabra es solidaridad. Toda nuestra fe está fundamentada en el principio solidario. Nos salvamos con otros y para otros. Nuestra oración es plural, Padre Nuestro, Ruega por nosotros. “Donde dos o más oren, allí estaré yo”. La solidaridad se expresa en la lucha por el bien común, una dimensión sustantiva de nuestra Doctrina Social.

El P. Kentenich siempre hizo énfasis en el carácter solidario de nuestra vida de fe: “Los unos en el corazón de los otros y todos unidos en el corazón de Dios”. La vida en comunidad ha sido esencial en nuestra formación, la alianza de amor es “nada sin ti, nada sin nosotros”.

Fraternidad

Es claro que la sociedad que debemos construir y el nuevo orden social que hay que gestar, se deben basar en estos dos principios: dignidad humana y solidaridad. Ambos se integran en la fraternidad. La misma que ha estado ausente desde la revolución francesa y por lo mismo, no ha mediado en el permanente conflicto entre libertad e igualdad. Cuando se fortalece la libertad se opaca la igualdad: capitalismo. Por el contrario, cuando se fortalece la igualdad se opaca la libertad: comunismo. El gran problema ha sido la ausencia de la fraternidad. Para comprenderlo mejor hay que leer la encíclica Fratelli Tutti.

Visto así, el estallido social es el mayor regalo para nuestro aniversario. Dios nos interpela, nos cuestiona, nos muestra que estamos lejos de la realidad de los más carenciados. Que vivimos en un gueto social y, por lo mismo, no nos damos cuenta que los que reclaman, lo hacen con nuestros propios principios. Los mismos que no hemos sido capaces de defender e impulsar.

Dios demanda nuestro propio “Estallido Familiar”. Un cambio importante que nos lleve a colocarnos en el sentido de la historia, aportando a su nueva gestación y no quedarnos en lamentos, quejas, cuestionamientos, mirando desde la vereda del frente, que nada ayuda a la construcción del nuevo orden social. De esta manera, solo seremos arrastrados por la historia.

Chile

El 31 de mayo de… 2018

La segunda fecha es el 31 de mayo de 2018, cuando el Papa nos envía su carta: “Al Pueblo de Dios que peregrina en Chile”. Un documento tremendo. El primero que está dirigido a la Iglesia de un país, dada la gravedad de lo que estábamos viviendo.

El 31 de mayo está asociado a una misión que el P. Kentenich nos presentó en el Santuario de Bellavista. Una cruzada del pensar, vivir y amar orgánico. Una misión que tiene mucho que decir a nuestro tiempo, pero que no hemos sido instrumentos suficientemente fieles y eficientes para que trascienda y se concrete.

En esa carta, el Papa nos dice: “Cada vez que intentamos suplantar, acallar, ningunear, ignorar o reducir a pequeñas élites al Pueblo de Dios en su totalidad y diferencias, construimos comunidades, planes pastorales, acentuaciones teologías, espiritualidades, estructuras sin raíces, sin historia, sin rostros, sin memoria, sin cuerpo, en definitiva, sin vidas. Desenraizarnos de la vida del pueblo de Dios nos precipita a la desolación y perversión de la naturaleza eclesial; la lucha contra una cultura del abuso exige renovar esta certeza”.

Este pensamiento está muy relacionado con la reflexión anterior y nos debiera tocar muy profundamente. Me parece que el Señor no nos habla, nos grita en sus palabras.

Ahora, si con el tiempo vamos escudillando que, tras lo que creíamos eran las consecuencias del 31 de Mayo, su destierro, había temas de abusos, que es lo que acentúa en Papa en su carta, podemos rescatar aún más la providencialidad de la misma.

En efecto, lo que para nuestro 31 de Mayo tenía un sentido en relación con la Iglesia, a través de las críticas expresada en la Epístola perlonga, hoy se ha evidenciado que su destierro tenía relación, muy principalmente, con denuncias por abuso de poder con las Hermanas de María y muy poco con dicha carta.

En medio de abusos

Siendo así, la carta del Papa en dicha recordada fecha, tiene una relevancia mayor al ser también nuestro movimiento unos de los más afectados por abusos de poder y sexuales en nuestra Iglesia. También por la participación directa del cardenal Francisco J. Errázuriz, de la comunidad de los padres de Schoenstatt en todo lo que denuncia el Santo Padre de nuestra Iglesia. Más aún, las mismas víctimas vilipendiadas por él y el resto de los obispos, son recibidas como invitados especiales por él en el Vaticano. La posterior reducción al estado laical del obispo Cox, uno de los pocos en el mundo, sin duda es un nuevo impacto para la comunidad de padres y toda nuestra Familia.

Todo esto es muy distante de la cruzada del pensar, vivir y amar orgánico. Con este documento, el Papa nos muestra una Iglesia, de la que formamos parte, absolutamente lejana a lo que profesamos con la misión del 31 de Mayo. Y para el movimiento se torna un real contrasentido.

El Señor, de alguna manera nos enseña un nuevo rostro del 31 de mayo que nos obliga a descubrir la bondad de Dios en este documento. El mismo que debiera ser estudiado y trabajado por todos, porque en mi opinión marca un antes y un después. ¿Cómo hacemos realidad esta cruzada en la Iglesia y el Chile de hoy en medio de los abusos de poder y sexuales?

Esta es una pregunta que debemos responderle al Señor y muy especialmente en relación con las víctimas de los abusos, que aún siguen reclamando su reparación.

Chile

El Señor nos habla. En Schoenstatt, ¿sabremos escuchar?

 

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4 Responses

  1. Arturo Troncoso Unwin dice:

    Me parece que falta en el movimiento una discusión del Cuarto Hito de Schoenstatt

  2. Concuerdo en que la dignidad humana, la solidaridad y la fraternidad son elementos que deben estar al centro y no en la periferia de toda espiritualidad cristiana. Concuerdo en aue han sido desatendidos en algunos frentes en nuestro movimiento, y debe haber una reorientación a re conquistarlo. El espíritu de fratelli tutti sebe impregnar nuestro ser y hacer. Es la única posibilidad de superar esta tensión.

    Difiero, y es cuestión de interpretación, en que el exilio tiene que ver más con el abuso que se le acusa o atribuye al PK que con la carta del 31 de mayo. Son ambas y un par más las causas que precipitan el exilio. La ponderación a cada una es algo que nosotros no sabemos, es materia solo de especulación aun, y no podemos aplicar presentismo. Si hay que estar en reflexión.
    Gracias por el Patricio por el aporte a la discusión.

    • Patricio Young dice:

      Cristián para dilucidarlo hay que leer los decretos y documentos de los visitadores y el Santo Oficio. Eso lo deja muy en claro

  3. Claudia Echenique dice:

    Creo que una respuesta a estas temáticas la podemos encontrar en la carta que el Papa Francisco acaba de escribirle al Card. R. Marx, de Alemania, al rechazar su renuncia.
    En un lenguaje sencillo, como en una charla entre amigos (se nota en varias de sus expresiones que la escribió en su español «porteño»), Francisco describe la realidad de la Iglesia hoy y muestra el camino para buscar la verdad.
    Elijo este párrafo para ilustrarlo mejor: «Es urgente “ventilar” esta realidad de los abusos y de cómo procedió la Iglesia, y dejar que el Espíritu nos conduzca al desierto de la desolación, a la cruz y a la resurrección. Es camino del Espíritu el que hemos de seguir, y el punto de partida es la confesión humilde: nos hemos equivocado, hemos pecado. No nos salvarán las encuestas ni el poder de las instituciones. No nos salvará el prestigio de nuestra Iglesia que tiende a disimular sus pecados; no nos salvará ni el poder del dinero ni la opinión de los medios (tantas veces somos demasiado dependientes de ellos). Nos salvará abrir la puerta al Único que puede hacerlo y confesar nuestra desnudez: “he pecado”, “hemos pecado”… y llorar, y balbucear como podamos aquel “apártate de mí que soy un pecador”, herencia que el primer Papa dejó a los Papas y a los Obispos de la Iglesia. Y entonces sentiremos esa vergüenza sanadora que abre las puertas a la compasión y ternura del Señor que siempre nos está cercana. Como Iglesia debemos pedir la gracia de la vergüenza, y que el Señor nos salve de ser la prostituta desvergonzada de Ezequiel 16».
    La carta pueden leerla completa en https://www.vatican.va/content/francesco/es/letters/2021/documents/20210610-cardinale-marx.html

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