CHILE, P. Juan Pablo Rovegno Michell/ redacción •
El viernes 18 de octubre – justo este día – la violencia que ahora se ve en Chile y que deja sin palabras a tantos, se inició con graves ataques y desmanes en el Metro, haciendo colapsar las 6 líneas, y ya no pudo funcionar el sábado ni el domingo. El lunes sólo funcionó la línea principal con un 60% de las estaciones, algunas saqueadas y otras quemadas. A esto se unió una serie de atentados a supermercados y farmacias con saqueos del lumpen y ataques incendiarios. En paralelo ha habido grandes protestas civiles pacíficas. En las protestas contra las presiones por el costo de vida y la desigualdad de ingresos, al menos 15 personas han muerto, 200 resultaron heridas y más de 1.500 fueron detenidas, mientras la nación de 18 millones de habitantes, durante un largo tiempo un faro de estabilidad y prosperidad en Sudamérica, se ha convertido en el último país latinoamericano que estalla en violencia. —
Frente a esta situación, el P. Juan Pablo Rovegno Michell, Director del Movimiento de Schoenstatt en Chile, llama a la familia chilena a rezar – pero no quedarse con rezar, sino también leer los signos de los tiempos a la luz de la Fe Práctica en la Divina Providencia, para entender más profundamente lo que estamos viviendo, y hacer todo para que “que nuestros santuarios y ermitas, que nuestros grupos, comunidades y familias, sean espacios de oración y de diálogo, de propuestas y de comunión”.
Publicamos la carta para solidarizarnos con Chile y unirnos a las reflexiones y al diálogo sobre los signos de los tiempos y una verdadera cultura del diálogo.
Querida Familia,
Vivimos momentos que requieren nuestro compromiso por forjar una Patria Familia, una sociedad más justa, más integrada e integradora, donde ni la violencia ni la indolencia tengan cabida. Una patria para todos y con todos.
Los signos de colaboración y ayuda ciudadana contra el caos y la violencia son un buen comienzo, así como el compromiso de oración y ofrecimiento de unos por los otros. Sin embargo, necesitamos también leer los signos de los tiempos a la luz de la Fe Práctica en la Divina Providencia, para entender más profundamente lo que estamos viviendo.
En la medida de lo posible, les invito a que podamos ser capaces de dialogar y encontrarnos, de suscitar conversatorios a nivel de nuestras familias, de nuestros grupos, de nuestras comunidades y familias locales. Para ello les recuerdo los criterios que enunciamos en nuestra Jornada Nacional y que hoy son totalmente actuales:
- Profundidad: no podemos mirar superficialmente lo que estamos viviendo. Hay que detenerse a dialogar y ahondar sus causas, atrevernos a mirar un desafío social que no podemos dejar de visibilizar. No caben actitudes defensivas u ofensivas, polarizadas o politizadas, ni menos reactivas, porque se trata de problemáticas sociales que buscan canales de acogida, expresión y conducción. Profundidad para saber qué es lo que Dios nos pide y, cómo Él está conduciendo nuestra historia patria.
- Todos somos parte de las soluciones, nadie se puede restar, tampoco podemos ser indiferentes. Los problemas sociales son responsabilidad de todos. Necesitamos construir una Patria Familia, esto exige capacidad de encuentro, de colaboración, corresponsabilidad y complemento. Los desafíos van a exigir una gran generosidad y apertura de parte de todos, venciendo la tentación de la división y la confrontación, así como las soluciones cortoplacistas carentes de realismo y proyección futura. Necesitamos ser propositivos.
- Y lo fundamental: aprender a relacionarnos con la realidad de otra manera. Empatizar con la fragilidad y necesidad de los demás. Aprender, siempre de nuevo, a mirar al otro con los ojos de Jesucristo. Todos necesitamos sentirnos amados y sentirse amado es algo bien concreto: dignificado, incluido, escuchado y con posibilidades. Se trata de empatizar con el otro y comprometernos con la realidad del otro, de unos con los otros.
Si como Iglesia y Movimiento hemos hecho un camino para comprender el dolor de los abusos, ahora tenemos la posibilidad de recorrer como nación un camino de sanación de nuestras heridas sociales.
En nuestra querida Mater encontraremos quien nos enseña a meditar, a relacionarnos y a comprometernos con la realidad y, sobre todo, a ser instrumentos de comunión, esperanza y encuentro en este proceso.
Como Ella queremos meditar las cosas en el corazón, para desentrañar el plan de Dios para estos tiempos. Como Ella queremos comprometernos con la realidad, poniéndonos en camino como en la Visitación, en Caná, al pie de la cruz y durante toda la vida de Jesús y de la Iglesia. Como Ella en el Cenáculo, queremos ser instrumentos de comunión: uniendo, animando, fortaleciendo, enviando.
Querida Familia, que nuestros Santuarios y ermitas, que nuestros grupos, comunidades y familias, sean espacios de oración y de diálogo, de propuestas y de comunión. Que todos seamos forjadores de un Chile Nuevo.
Les bendice,
P. Juan Pablo Rovegno Michell
Dirección del Movimiento
Invitación a la reflexión familiar PJPR 22-10-2019
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