Publicado el 2015-08-02 In Temas - Opiniones

Fui forastero y me acogisteis (Mt 25,35).

Redacción •

Da miedo ver que se quemen asilos de refugiados en Alemania. Y provoca vergüenza, uno se avergüenza profundamente. Y no es ningún atenuante que Alemania no esté sola en esta sorda xenofobia patológica, con fuego, piedras, muros y con palabras que tal vez dañan más que las llamas.

No estamos obligados a tener simpatía por el célebre film “The day after tomorrow” “The day after tomorrow”, de Roland Emmerich (El día después de mañana). Pero hay una breve escena para destacar: en el último minuto, el presidente de Estados Unidos da la orden de evacuar a México a los habitantes de los estados del sur (los del norte están ya cubiertos de nieve y de hielo). Todos corren para salvar su pellejo … hasta el recinto de la frontera, construido especialmente para protegerse de los inmigrantes clandestinos de México. Y he aquí que el Gobierno Mexicano delibera para facilitar y suspender totalmente los controles de la frontera sobre este recinto, para que los inmigrantes desde el Norte puedan salvarse…y los que de este modo se han convertido en refugiados, lo comprenden en cámara lenta…

En el día mundial de los refugiados, conmemorado hace un mes, el cardenal de Colonia, Mons. Rainer María Woelki, quiso hacer un gesto. En la víspera sonaron las campanas a toque de difuntos en 230 iglesias de la Arquidiócesis de Colonia, cada campana daba 100 toques, uno por cada refugiado muerto. “Es demasiado tarde para 23.000 personas”, dijo Mons. Woelki esa tarde. “En Europa necesitamos una política para los refugiados, que cree un itinerario legal y un salvamento marítimo, que proteja a las personas, no a las fronteras”, dijo el arzobispo. Huyendo de condiciones de vida infrahumanas, “nuestros hermanos” encuentran, muchas veces, el mismo desprecio por los seres humanos del que quisieron escapar.

Fue ofrecida la Casa de Alianza, en Schoenstatt, como alojamiento para refugiados, pero no fue aceptada porque las medidas de protección contra incendios eran demasiado caras. En algunos Centros de Schoenstatt se han acogidos refugiados. Y también en muchos santuarios del hogar y santuarios del corazón, allí donde haya personas que tiendan una mano y hagan de Europa un nuevo hogar, sencillo y humilde. Es realmente muy sencillo, es una sola frase: fui forastero y me acogisteis (Mt 25,35). Así ha empezado ya el Año Santo de la Misericordia.

La Iglesia está junto a los refugiados cuando se encuentran amenazados

Con motivo de los recientes ataques contra alojamientos de refugiados en Alemania, el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, cardenal Reinhard Marx, manifestó:

“Todo apunta a que el incendio que se produjo durante la noche del jueves en un alojamiento para refugiados, en Reichertshofen, Baviera, fue intencional. Por ello Reichertshofen es el último eslabón de una larga cadena de ataques a los alojamientos de los refugiados y solicitantes de asilo: 150, ¡sólo en el primer semestre de 2015! En particular, las continuas protestas y disturbios en Freital, Sajonia, muestran que algunos grupos están tratando de envenenar el clima de nuestra sociedad y siembran el odio. ¡No debemos tolerarlo!

En los últimos dos años ha aumentado mucho el número de los refugiados que llegan a Alemania. A menudo ponen en riesgo su vida, huyen de la indescriptible necesidad que existe en zonas de guerra o guerra civil de Medio Oriente y África. Para muchos de ellos no se trata en primer lugar de encontrar buenas condiciones de vida, sino simplemente de sobrevivir. No hay peros: estos refugiados, muchos de ellos traumatizados, tienen derecho a protección y cuidado. Amenazarlos y atacarlos demuestra un enorme embrutecimiento, algo que nuestra sociedad nunca debe aceptar. Quien permanece en silencio ante los acontecimientos recientes, y mira hacia otro lado, traiciona nuestros valores. Debemos tomar una posición clara contra el odio y la violencia.

Me complace recordar que Francisco nos convoca a una cultura de la acogida y a la solidaridad. Animó a superar la desconfianza patológica frente a inmigrantes y extranjeros.

Las diócesis, las organizaciones de caridad de la Iglesia, las comunidades parroquiales y las comunidades religiosas – como también lo hacen espontáneamente muchas personas – han escuchado esta convocatoria, se adentran en todos los niveles de la sociedad para crear una cultura solidaria de acogida y se comprometen de muy diversas maneras. ¡Por eso estoy muy agradecido! No debe haber ni una sombra de duda: ¡Donde los refugiados están amenazados, la Iglesia está a su lado”!

Original: alemán. Traducción: M. Paz Leiva, Madrid, España y Rosita Ciola, Buenos Aires, Argentina

 

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