Publicado el 2015-09-23 In schoenstattianos

Schoenstattianos en salida…

ALEMANIA, por Birgit Brömmel •

Era un día nublado, pero mi amiga y yo no queríamos que nadie ni nada nos hiciera cambiar de idea frente a nuestro propósito. El viaje al lugar de peregrinación de Kevelaer había sido planeado hacía ya un tiempo y esas pocas nubes no iban a echar a perder nuestro proyecto, sobre todo porque en el lugar desde el cual venía mi amiga había un sol radiante. Y así nos fuimos, sin paraguas ni chaqueta…

De esta manera iniciamos nuestra peregrinación. Mientras más nos acercábamos a Kevelaer, más llovía. Todavía no habíamos alcanzado nuestra meta y nos decíamos: la esperanza es lo último que se pierde.

Cuando llegamos, “llovía a cántaros”. ¿Qué haremos ahora? Totalmente mojadas y con esos cabellos parecíamos “ratones recién bañados”. La idea de sentarnos en la Capilla de Gracias y luego junto a una deliciosa comida, podía ser factible, pero debido a mi limitada movilidad, el adoquín de Kevelaer, mojado y cubierto con las hojas del otoño, se convirtió en algo realmente peligroso. Reflexionamos un momento mientras no paraba de llover. No había otra alternativa: regresar.

¿Y ahora qué? ¡Sacarle el mejor partido a la situación!

Durante el camino pensábamos cómo podríamos hacer que este día, a pesar de todo, resultara bueno. Comer algo delicioso podríamos hacerlo también en mi ciudad, pero la confesión tendría que esperar algunas semanas, una lástima.

Yo había encargado en mi librería preferida de Kevelaer dos libros. “Einer muss sie tragen” (Alguien la tiene que llevar) era el título del libro y yo tenía planeado regalar un ejemplar. El libro sobre la Fackellauf, la carrera de antorchas. Por supuesto que podría haber encargado el libro directamente a la editorial, pero era más apostólico hacerlo a través de la librería.

¿Qué hacer ahora?

Volver ya no podíamos porque seguía lloviendo.

Entonces fuimos a casa y desde allí llamé por teléfono a la librería en Kevelaer y pedí que me guardaran los libros.

Nuestra próxima visita a Kevelaer será probablemente a finales de octubre y hasta esa fecha no será problema que nos reserven los libros. Y si estuvieran en la vitrina y tuviera que volver a encargarlos, ¡tanto mejor!

Desde ya me alegro infinitamente por nuestro próximo viaje a Kevelaer – ¡ojalá con mejor tiempo y con una buena conversación en la librería!

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Original: alemán. Traducción: Tita Andras, Viena, Austria

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1 Responses

  1. Cecilia dice:

    Hermoso testimonio: unión de corazones bajo la lluvia que el Señor nos regala para la salvación y el perdón de nuestros pecados: he allí la confesión.

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