decantar los principios de Schoenstatt y traerlos al hoy

Publicado el 2024-02-04 In Reflexiones sobre Schoenstatt, Temas - Opiniones

Decantando los principios para servir a la vida hoy

Luis Enrique Zamarro, España •

Mi querido amigo Claudio escribía un artículo en esta web (pulsar aquí) el pasado 19 de enero en el que hablaba sobre la necesidad de transformarnos o, más específicamente, que algunas comunidades y ramas de la Familia se transformen para adaptarse a la realidad del tiempo actual. Nos ponía en alerta del riesgo de no asumir los cambios como saludables y necesarios. —

Manuel de la Barreda, querido compañero de aventuras apostólicas en el Forta (Fin de semana para matrimonios llamado “Fortalecimiento matrimonial”), escribía el 24 de enero otro artículo (pulsar aquí) que, quizá tomando como punto de partida el anterior, concretaba según su criterio los cambios necesarios. Testimonio y oración es el resumen de su argumentación. Básicamente que, si quieres que algo cambie, empieza tú mismo con tu ejemplo: “no solo hay que escribir o quejarnos allá, pero lo único que arrastrará a otros será nuestro testimonio, fortalecido con nuestra oración”.

No puedo estar más de acuerdo: transformación y cambio a través del testimonio y la oración, por supuesto, pero también hay que escribir. Y como no hay dos sin tres, me propongo dar un paso más y concretar algunos puntos en los que creo que se debe realizar esa transformación. Claramente no es una lista cerrada, sólo un punto de partida para el debate.

decantar los principios de Schoenstatt y traerlos al hoy

Unir orgánicamente los principios con los acontecimientos concretos

Como el elefante sigue dando vueltas por la habitación sin que nadie se atreva a cazarlo, vamos a usar un término nuevo: decantar.

Decantar es la acción de separar materia sólida mezclada con líquida o dos líquidos mezclados entre sí. Básicamente, mediante el reposo u otra acción los materiales más densos caen a la parte baja del recipiente que los contiene y los menos densos quedan arriba.

El P. Kentenich afirmó en numerosas ocasiones que la espiritualidad de Schoenstatt no se hubiera desarrollado sin los colaboradores que lo acompañaron. Él partía de unos principios (la fe práctica en la Divina Providencia, la ley de la puerta abierta, la devoción a la Virgen y el concepto de organismo de vinculaciones) y todo lo demás que sucedió en la Familia fue atendiendo a la “vida”; descubriendo lo que Dios iba pidiendo a partir de la vida de las comunidades que iba fundando. Por tanto, toda la generación fundadora, la que convivió con el P. Kentenich, la que pudo relacionarse con él y escuchar directamente sus pláticas o jornadas, unían orgánicamente los principios con los acontecimientos concretos porque eran “sus acontecimientos”, “sus hitos”, “su vida personal”. Además, el P. Kentenich estaba dando soluciones pedagógicas concretas a problemas de la Alemania “concreta” en que esos colaboradores estaban o habían vivido. Si unimos la historia conocida de Schoenstatt con la realidad de la Alemania nazi o de la postguerra es comprensible la angustia y los peligros que vivieron y su vinculación con el P. Kentenich.

decantar los principios de Schoenstatt y traerlos al hoy

En un contexto determinado y en un país determinado

Por una serie de circunstancias que no vienen al caso, he leído estos días las pláticas de la Jornada de Navidad de 1967 titulada “La corriente del Padre [Dios], integración, continuación, consolidación”. En las nueve conferencias de esta jornada el P. Kentenich traza una serie de principios que justifican la corriente de Dios Padre en la Familia. Según la ley de contraposición (salvo en este libro, nunca había escuchado antes este término) el P. Kentenich incide en la vivencia específica de Dios Padre por la ausencia de una experiencia paterna natural en la Alemania que le había tocado vivir. Además de su propia experiencia por la ausencia de un padre en su vida, las guerras mundiales habían reducido drásticamente el número de hombres en los hogares. Una corriente de vinculación a Dios Padre sustituía la experiencia de ausencia del padre natural de muchos miembros de la Familia.

Este es un ejemplo, pero entendemos que la generación fundadora o conviviente con el P. Kentenich cuente los principios de Schoenstatt desde su propia autorreferencia. Probablemente la siguiente generación también, pero ya hoy no nos es útil, quedamos muy lejos de ahí.

El problema es que gran parte de la Familia se ha quedado atascada en la muerte del P. Kentenich; es como si el tiempo se hubiera suspendido. Buena parte de los Institutos centran su espiritualidad o en la figura del P. Kentenich o en su mensaje, y todo se justifica en función de los hitos o los tiempos pasados sin considerar que éstos quedaron en un momento determinado, en unas situaciones políticas, sociales y económicas determinadas y en un país determinado: Alemania, con su propia historia, con sus propias costumbres y dramas, con su propia simbología. Hoy esto no nos dice nada, absolutamente nada y no da soluciones a los problemas de la España de hoy, concreta, específica; a los problemas sociales y culturales del Occidente de hoy, a la realidad de la Iglesia postconciliar y a las nuevas corrientes.

decantar los principios de Schoenstatt y traerlos al hoy

1Primer cambio: Separar los principios de la historia

Por tanto, lo primero decantar: la tarea de esta generación es separar los principios de la historia. Es bueno conocer la historia para saber cómo surgieron los principios que sustentan nuestra espiritualidad, pero ahí acaba todo. No podemos seguir enseñando los principios pegados a la historia porque no podemos aplicarlos al hoy.

Y que no me acusen de que un proceso de decantación es mecanicista. Lo que hay que hacer es extraer los principios de la historia de la Familia para traerlos al momento actual y hacerlo “vida”. Integrar los principios con la vida de hoy; insertarlos en la realidad de esta Familia, de la vida matrimonial de hoy, de la juventud de hoy.

No podemos estar permanentemente mirando al pasado, recordando la historia, celebrando hitos: el calendario de Schoenstatt es una sucesión de celebraciones y jubileos del pasado que sólo se usan para mayor gloria de Kentenich, pero que no aportan vitalidad en la vida real en la que nos encontramos.

Por tanto, el primer cambio o transformación: decantar los principios.

decantar los principios de Schoenstatt y traerlos al hoy

2Segundo cambio: Aplicar los principios a la formación

Segundo cambio: decantando los principios, aplicarlos a la formación de las ramas familiares: Obra de Familias, juventud, universitarios, profesionales…

Si tenemos que definir la formación en la Familia con algunas palabras serían: mala, autorreferencial, asistemática. La formación es mala, o como mínimo muy mejorable (así, sin matices):

  • No existe una sistemática formativa ni pedagógica.
  • Se usan “papelitos”, documentos resumen elaborados con buena intención pero que destilan almíbar, son simplistas y no atienden a las fuentes.
  • Siempre se hace referencia al pasado histórico sin asentar los principios y su aplicación práctica en el presente.
  • Están demasiado influenciados por la propia espiritualidad de los Institutos, especialmente de las Hermanas de María, lo que supone para los matrimonios o la vida conyugal unos paradigmas que no conjugan bien con nuestro sacramento o con la realidad vital en que nos movemos.
  • Es autorreferencial en la medida en que siempre se está dando vueltas a los mismos temas. Como se tratan superficialmente y normalmente a “brochazo grueso”, se vuelve sobre ellos constantemente en diferentes procesos formativos.
  • No hay una programación a largo plazo y un material fijo, preferiblemente basado en libros o fuentes directas del P. Kentenich.
  • No se trabaja doctrinalmente. No se estudia el catecismo, la doctrina o la biblia. No se dan cursos de teología (aunque sea básica) o filosofía o pedagogía. Considerando que casi todo lo que tenemos del P. Kentenich es preconciliar (aunque algunos quieran atribuirle la inspiración del propio Concilio), no existe un trabajo de estudio y profundización de encíclicas y textos de los papas actuales (es verdad que se anuncian o se recomiendan las encíclicas, pero no hay un trabajo sistemático de estudio y aplicación práctica).

La formación de la Obra Familiar debería estar basada en bloques anuales con un único concepto (Alianza, Poder en Blanco, organismo de vinculaciones, estrellas de la pedagogía con detalle, historia de Schoenstatt…) durante un periodo tasado (en el caso de la Federación dentro de los diez años antes de la consagración perpetua) y después, una vez afianzados bien los principios de la espiritualidad de la Familia, seguir con una formación doctrinal propia de la Iglesia y adaptada a cada momento. Estudiar desde los principios de Schoenstatt, pero no constantemente dando vueltas a lo mismo.

La formación y la elaboración de los materiales debería estar supervisado por los mismos que la van a recibir. Es decir, de la Obra Familiar para la Obra Familiar. De matrimonios para matrimonios. Es descorazonador comprobar cómo hay numerosos panfletitos para matrimonios y sobre matrimonios elaborados por Padres o Hermanas de María desde su propia y concreta espiritualidad. Los matrimonios debemos decantar los principios de Schoenstatt desde nuestro sacramento. Nuestros paradigmas son otros.

decantar los principios de Schoenstatt y traerlos al hoy

3 Tercer cambio: Liberarse del control de los Padres y Hermanas

Tercer cambio: la Obra de Familias en general y particularmente Federación y Liga deberían liberarse del control de los Padres y Hermanas.

El año pasado se celebró en Asunción (Paraguay) el congreso iberoamericano de la Obra Familiar, un evento increíblemente meritorio por el excelente trabajo, la profesionalidad, el cariño y la entrega desinteresada de decenas de matrimonios que durante meses prepararon el congreso. Sin embargo, los tres discursos inaugurales fueron pronunciados por dos Padres y una Hermana; a los matrimonios jefes de la coordinación del congreso se les dejó una función de meros maestros de ceremonias. Fue muy frustrante vivir esta situación ¿Quién mejor que un matrimonio para introducir un encuentro de matrimonios?

Si apelamos a la construcción del “hombre nuevo” que según el P. Kentenich está caracterizado por una personalidad autónoma, es decir, que tiene suficiente autonomía para tomar decisiones maduras, deberíamos tener Ligas y Federaciones cuyos matrimonios dirigentes sean autónomos en la conducción de sus ramas, prestando los Padres la asistencia litúrgica y sacramental, y ambos (Padres y Hermanas) asistencia en cuanto a formación, acompañamiento o dirección espiritual; pero sólo eso.

Volvemos aquí al problema de la decantación. Los institutos seculares están tan impregnados de su propia espiritualidad, de sus simbologías, costumbres y vinculaciones por su origen, que tienen dificultades en decantar los principios para aplicarlos en las familias de hoy en los tiempos de hoy, especialmente el Instituto de Hermanas de María. Los matrimonios deberíamos gobernarnos a nosotros mismos en fidelidad a la dirección del Movimiento de cada territorio o diócesis o en la Dirección Internacional en el caso de las federaciones.

decantar los principios de Schoenstatt y traerlos al hoy

4 Cuarto cambio: liberar a nuestra juventud

Cuarto cambio: deberíamos liberar a nuestra juventud del férreo control de ciertos institutos (y aquí dejo al lector que concrete por sí mismo).

Aquí no quiero referirme a asesores, cuya buena voluntad y entrega generosa está bien acreditada, me refiero a un ecosistema institucionalizado. Se conduce a la juventud intentando impregnarlos los paradigmas de los institutos en lugar de servir a la vida. Pareciera que queremos una juventud de mediados del siglo XX, o destinada a incrementar los miembros de esos mismos institutos.

Se mantiene un modelo de organización por grupos que son más o menos impermeables entre sí, sin mencionar la separación por sexos. El serio riesgo de los grupos de jóvenes es que si un grupo no funciona o algún joven no se lleva bien o no empasta con los miembros de su grupo, los perdemos. Algunos dirán que tenemos una juventud sana, religiosa, apostólica y entregada; sin duda es así, no es cuestionable. Pero tenemos la que ha sido capaz de sobrevivir al modelo. ¿A cuántos chicos o chicas hemos perdido por el camino? En casa tengo un par de ejemplos.

Desde hace decenios la juventud de la Acción Católica se organiza en grupos mixtos con una amplia franja de edad. Todos juntos. Esto permite una gran permeabilidad entre edades, gustos, inquietudes vitales y religiosas; claro que hay quien abandona, pero todos tienen la posibilidad de encontrar de forma natural su hueco en función de su propia madurez o intereses independientemente de su edad, moviéndose entre grupos más pequeños que se organizan de forma espontánea. De esos grupos amplios y mezclados salen matrimonios santos, pero también muchos sacerdotes diocesanos, religiosas de clausura, monjes o sacerdotes de institutos seculares. El ejemplo hoy de Hakuna es paradigmático de lo fructífero que son grupos que atienden a la vida.

Recientemente han surgido iniciativas desde las familias que impulsan el encuentro autónomo entre chicos y chicas en actividades comunes; esperamos que abran corrientes de vida para las necesidades reales de los jóvenes de hoy.

decantar los principios de Schoenstatt y traerlos al hoy

¿En qué consiste el cambio que necesitamos?

¿En qué consiste el cambio que necesitamos? En decantar los principios de Schoenstatt y traerlos al hoy. Liberar los principios, los paradigmas y la espiritualidad de Schoenstatt del pasado en el que nos quieren seguir dejando algunas ramas de la Familia e insertarlos en la vida actual. Para ello la Obra Familiar debe ser el mascarón de proa que arrastre al resto, conquistando su autonomía dentro de la unidad de la Familia, exigiendo y organizando una formación seria, sistemática y profunda pero limitada de los principios de nuestra espiritualidad para hacerlos vida. Actualizar nuestra juventud, traerla también a los nuevos tiempos. Como padres hemos entregado la formación y la vida religiosa de nuestros hijos a otros sin pedirles cuentas; pidámosles cuentas y si no nos gustan lo que hacen, o es insuficiente tomemos iniciativas.

decantar los principios de Schoenstatt y traerlos al hoy

Etiquetas: , , , , , , , , , ,

7 Responses

  1. Lena Castro Valente dice:

    Acabo de traducir este artículo para la página del PT. Entendí totalmente a lo que se refiere y coincide con mi experiencia en estos 46 años de Schoenstatt en mi vida. He realizado diferentes y fructíferas tareas a lo largo de estos años, tareas de liderazgo y otras. He trabajado con diferentes sacerdotes y hermanas. A algunos de ellos les agradezco todo lo que me han ayudado a crecer y a ser mejor persona. Pero la inmensa mayoría de los problemas que tuve se debían a que los Padres y las Hermanas no querían que actuara de forma autónoma y madura en el desempeño de mis tareas. Y lo interesante fue experimentar que las Madres (soy militante de la Rama de Madres) se ponían del lado de los Padres y Hermanas, porque eran Padres y Hermanas y lo que decían era ley. Te doy un solo ejemplo: el primer Estatuto que tuvo la Rama de Madres en la década del 80 lo redacté yo, poniendo la vida que se había generado desde la fundación de la Rama en 1976 en forma de indicaciones para el funcionamiento de la Rama. Observé la vida y la transcribí en forma de normas a seguir. Era una forma de organizar la vida. Cuando fui elegida Jefa de la Rama en 1996, al darme cuenta de que algunas de las normas estaban obsoletas y ya no reflejaban la vida, pedí a una de las Madres fundadoras de la Rama que redactara unos nuevos Estatutos para que fueran aprobados por el Consejo de Jefas de Rama. El sacerdote chileno (muy conocido en la Familia y con un cargo internacional) que era nuestro asesor me creó muchos problemas, con el apoyo de algunas de las Madres de Rama, porque los Estatutos de la Rama tenían que ser redactados por él. Traté de superar el problema con la ayuda de la Asesora, a quien le pedí que averiguara más sobre esto en Schoenstatt, y lo más que pude hacer fue cambiar la Ley Electoral. Los Estatutos obsoletos siguen vigentes hoy en día, y comienzan diciendo que: «La Rama está formada por señoras casadas por la Iglesia…» que ya en 1996 no reflejaban la realidad que vivíamos y que teníamos en la Rama. Seguiría dando muchos más ejemplos de la «dictadura» de Padres y Hermanas….

  2. Oliveros Juan dice:

    Querido Luis Enrique,
    Me uno a las alabanzas por el artículo.
    Me parece un análisis acertado, son muchas las veces que estamos haciendo referencias al pasado sin fijarnos que lo principal no es el hecho en si, sino los principios y enseñanzas que se aprenden de ahí.
    Igualmente pienso “Es la hora” de Schoenstatt, y en particular de la federación y de la liga, de tomar el rumbo de la formación, de la dirección y de ser una verdadera obra familiar autónoma que marque sus tiempos, formas y horizontes a los que dirigirse.
    Si bien, yo no me he sentido controlado por Padres o Hermanas en el pasado, hasta ahora han sido ellos los que han decidió todo, y si que creo llegó la hora de la madurez y por lo tanto de la “autodireccion”….”ES LA HORA”.
    Un fuerte abrazo y felicidades.

  3. Carlos Sainz de los Terreros dice:

    Sólo una modesta observación: invalidar las enseñanzas de padres y hermanas sobre la familia basado en que no viven en la realidad de un matrimonio/familia, supondría invalidar la casi totalidad de las enseñanzas de la Iglesia sobre el mismo tema, ya que la mayoría de los papas, obispos, santos y santas, padres de la Iglesia, e incluso apóstoles, que han escrito sobre el matrimonio y la familia han sido solteros.
    No termino de ver quién va a elaborar los nuevos programas de educación y formación para matrimonios y familias y con qué autoridad, en el sentido más amplio del término.
    Y con respecto al control que percibe Luis Enrique, mi experiencia personal no ha sido la de sentirme controlado, sino ayudado en mi desarrollo como marido y padre. Pero esto es un sólo una percepción personal. Otros pueden tener una sensación distinta.

  4. Claudio dice:

    Querido Luis Enrique.
    Tu exposición del diagnóstico es tan concreta y real que debería llamar a la acción con el ánimo de iniciar un diálogo como lo sugiere José Manuel.
    Ese diálogo debería darse en todos los niveles e ir formando una red de agentes del cambio, que, inspirados en el testimonio y la oración, como lo dice Manuel, puedan iniciar un proceso de transformación que vigorice al Movimiento.
    Ojalá se inicie un debate sano y enriquecedor a partir de estos artículos!

  5. José Manuel García Hervás dice:

    Querido Luis Enrique
    Tras los pasos previos de Claudio y Manuel, tú das un paso más allá y propones soluciones concretas y, algo que nos es habitual en el movimiento, pones nombre concreto a las cosas y no dejarlo en meras alusiones o ironías. Gracias por tus propuestas, ojalá provoquen el proceso de diálogo que necesitamos.
    El plantear a la obra familiar como el motor de lo que vaya a ser el movimiento, me parece realista pues es la única rama que crece en número y seguramente seamos los que más en contacto estamos con la vida real. Es un reto que deberemos asumir sin tener que mirar si nos dan permiso padres o hermanas.
    Y tu análisis sobre los jóvenes que “sobreviven” es perfectamente aplicable a los matrimonios que permanecen tras parar por formas de organización que quizás no permiten a todos permanecer.
    Y sobre la formación ni un pero.
    Enhorabuena y gracias por tu artículo, me has alegrado esta tarde de domingo y espero que surta el efecto que buscas y tengamos más diálogos y discusiones que nos permitan crear el futuro de Schoenstatt.
    Unidos en alianza

  6. Concha dice:

    Brillante. No se puede escribir más claro, con
    una crítica constructiva tan buena y con un gran cariño. BRAVO Luis Enrique

  7. Manuel de la Barreda Mingot dice:

    AMÉN, querido Luis Enrique.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *