Elefante

Publicado el 2023-06-27 In José Kentenich, Temas - Opiniones

El elefante en la habitación

Por Luis Enrique Zamarro Méndez, España •

Según se explica en Wikipedia, en inglés, elephant in the room («elefante en la habitación») es una expresión metafórica que hace referencia a una verdad evidente que es ignorada o pasa inadvertida. También se aplica a un problema o riesgo obvio que nadie quiere discutir. —

Se basa en la idea de que sería imposible pasar por alto la presencia de un elefante en una habitación; entonces, las personas en la habitación que fingen que el elefante no está ahí, han elegido evitar lidiar con el enorme problema que implica. Sin embargo, la propia presencia de una situación tan grande y obvia se vuelve incómoda para todos los involucrados, quienes, a pesar de ello, continúan evitando atender o hablar del problema.

Desde que apareciera el libro de Von Teuffenbach, en Schoenstatt tenemos un elefante del que no se habla y que muchos fingen que no existe ni está ahí. Pero el elefante es demasiado grande; huele y no puede evitarse por más tiempo. Y en este caso no me refiero al proceso de canonización o la santidad del P. Kentenich (ése es un “elefante” más grande e incómodo, pero no lo abordaremos ahora).

El relato

Hasta la publicación del mencionado libro, la historia del tercer hito del 31 de mayo y el posterior “destierro” del padre Kentenich a Milwaukee se explicaba, usando un trazo grueso, de la siguiente forma: el P. Kentenich había iniciado una cruzada por el “pensar, amar y vivir orgánico” en contra del mecanicismo que iba adueñándose de Europa y en parte en la estructura de la Iglesia alemana; los obispos alemanes instaron una visitación al Movimiento de Schoenstatt y el P. Kentenich contestó con la “epístola perlonga” que causó un gran enfado en la Conferencia Episcopal alemana. Esto provocó una visitación del Santo Oficio que no entendió al P. Kentenich y fue desterrado; después de catorce años, de forma casi milagrosa y por la mano de la Santísima Virgen, llegó un telegrama nadie sabe de dónde y el P. Kentenich fue a Roma y después de diversas aventuras fue rehabilitado y pasó sus últimos años en Schoenstatt. Este relato se aliñó con las rutas y charlas que la Hna. Petra daba por todos los países contando las virtudes y maravillas del P. Kentenich durante los 14 años de destino en Milwaukee (por cierto, que estos testimonios acreditan el flagrante incumplimiento de las órdenes del Santo Oficio por parte del P. Kentenich como analizaremos más adelante).

El Movimiento se puso a la defensiva

El libro de von Teuffenbach no deja de ser la publicación de un legajo que estaba en un archivo de acceso público en el que una serie de ex Hermanas de María (la Hna Georgia y otras), escribían sus experiencias con el P. Kentenich en la causa del proceso de canonización que se había abierto. Independientemente de los comentarios de la autora, a los que personalmente intenté no prestar atención, los documentos hacían referencia a asuntos completamente nuevos para mí: el principio de dirección paternal del P. Kentenich al Instituto de Hermanas de María, los actos de vinculación al P. Kentenich, la postura del monte de los Olivos, el examen filial, etc.

El enconado debate interno y externo giró inmediatamente sobre el posible abuso de autoridad, de poder e incluso sexual del P. Kentenich sobre estas hermanas. Inmediatamente tanto la Dirección de las Hermanas como la Presidencia Internacional evacuaron documentos poniendo al Movimiento a la defensiva y profiriendo ciertas acusaciones a la autora del libro y a las ex Hermanas de María que escribieron los documentos que salieron a la luz. Desde canales oficiales e informales se atacó el prestigio de Von Teuffenbach y de la Hna. Georgia. A esta última y a sus compañeras se las trató de desequilibradas e inestables, se dudó de su capacidad de juicio y de sus motivaciones al escribir esas cartas. No se tuvo ni siquiera la misericordia que merece toda persona fallecida, habiendo sido además miembros relevantes de las Hermanas de María.

En resumen, oficialmente el Movimiento se encerró en sí mismo, se puso a la defensiva y no aplicó nuestra espiritualidad propia: la Fe práctica en la Divina Providencia y la Ley de la puerta abierta. No se preguntó: ¿por qué Dios permite esto en este momento?

El elefante en la habitación

Levantemos todas las alfombras, saquemos todos los elefantes

La forma de conducción del P. Kentenich a las Hermanas de María

Humildemente puedo decir que yo, junto con otros muchos que han tomado posiciones heroicas en esta línea antes, sí me hice esta pregunta. Decidí entonces estudiar todo lo que pudiera sobre el 31 de mayo y el periodo hasta el traslado del P. Kentenich a Milwaukee que fuera original, es decir, no pasado por el tamiz de nadie. Leí varios libros que recopilaban escritos del propio P. Kentenich sobre este período y conseguí, por cauces “informales”, la “epístola perlonga”, la “Apologia pro vita mea” y el acta de la visitación de Mons. Stein.

La lectura de toda esta documentación me llevó, como a otros, a una conclusión evidente: el envío del P. Kentenich a Milwaukee está directamente relacionado con la forma de conducción del P. Kentenich a las Hermanas de María y la forma en que éstas se relacionan con él. Por tanto, toda la versión adornada que nos han contado hasta la fecha es una mentira, o una historia edulcorada, para ocultar un “secreto de familia” potencialmente vergonzoso.

En lo personal, todavía me faltaba una pieza del puzzle: es la Visitación del Santo Oficio, con el padre Tromp como responsable, quien aparta al P. Kentenich del Movimiento pero no había conseguido hasta la fecha sus actas o edictos. Acudí a mi “garganta profunda” que me los envió inmediatamente. Su lectura confirma punto por punto la impresión previa: el Santo Oficio condena la manera en que el P. Kentenich dirige el Instituto de Hermanas y las costumbres, simbología, actos concretos de vinculación y otros ritos que las Hermanas practicaban respecto del P. Kentenich.

Aquí tenemos ya a nuestro elefante: todos sabemos que el relato del 31 de mayo es, como mínimo, manifiestamente incorrecto o incompleto, pero nadie se atreve a abordarlo. También sabemos que hay determinados usos y costumbres que la Iglesia consideró (y considera, ya que la instrucción no ha sido revocada) inadecuados y que prohibió y que siguen vigentes en la vida del Movimiento.

El libro “Visitación del Vaticano al Movimiento de Schoenstatt (1951-1953)”

Visitación del Vaticano al Movimiento de Schoenstatt

Visitación del Vaticano al Movimiento de Schoenstatt

Acabamos de decir que nadie se atreve a abordarlo y debo corregirme a mí mismo. Recién se ha publicado el libro “Visitación del Vaticano al Movimiento de Schoenstatt (1951-1953)” Editorial Nueva Patris, escrito por el P. Patricio Moore Infante.

Este libro tiene la gran virtud de abordar este período a través de los informes, documentos, actas y resoluciones del P. Tromp durante el periído indicado. Hay que agradecerle su valentía y determinación por abrir “una ventana en la habitación”. Como veremos, no ha sacado al elefante de la habitación, pero al menos dentro ya huele menos.

El libro nos sitúa histórica y sociológicamente en la situación de la Alemania de postguerra, lo que ayuda a colorear el paisaje en que se desarrolla nuestra trama y explica con bastante detalle la Visitación; además, por primera vez se hacen públicas las objeciones que el Santo Oficio hace al P. Kentenich.

Sin embargo, adolece en mi opinión, de ciertos defectos:

  • Traza un perfil biográfico y sicológico de los principales actores en la línea de la reacción oficial en 2020. Al P. Tromp le define como colérico, distante, mal humorado y estricto. De la Hna Georgia y la Hna Anna insiste en el perfil de histéricas y desequilibradas y a lo máximo que se atreve el P. Kentenich es a llamarle obstinado (sin usar el literal exacto). Es decir, se genera un sesgo en el que se pretende de partida inclinar el campo de juego en contra de la acusación.
  • Coloca en el mismo nivel al P. Kentenich y al P. Tromp, olvidando que en 1951 el P. Kentenich era un simple sacerdote de una institución religiosa no precisamente de élite y el P. Tromp (jesuita) era el Visitador del Santo Oficio.
  • Las partes más determinantes de las instrucciones del P. Tromp el autor las transcribe en latín que es el idioma original de los documentos sin su traducción al español (al menos en la versión de Kindle que yo he comprado). No imagino que haya motivaciones no confesables para dificultar al lector su comprensión, pero sugiero que para las próximas ediciones sí se incluya.
  • Las objeciones mencionadas (que serán objeto de análisis más adelante) las denomina el autor “los árboles” y los fundamentos espirituales o los principios que defiende el P. Kentenich “el bosque”. Habla así de que los arboles impidieron a Tromp ver el bosque del P. Kentenich y que, a éste, su obcecación con sus principios impidió analizar y reconocer las objeciones de Tromp. El autor acierta con el análisis: uno y otro se mantuvieron en su propia visión del problema, pero considero que se equivoca al colocar ambas visiones en el mismo plano. Tromp no viene a discutir con el P. Kentenich sobre teología o los fundamentos de la Ley de transferencia orgánica, o los principios de conducción paterna, viene a meter el bisturí en cómo esas teorías se ponen en práctica en la relación del P. Kentenich con las Hermanas.
  • El autor enfoca el problema y dibuja el campo de juego, pero no toma partido. Además, sugiere profundizar en las motivaciones y la historia de los actores secundarios (Hna Georgia, Hna Ana y algún sacerdote palotino). Algunos spin-off de las películas o series más taquilleras pueden ser entretenidos, pero en este caso nos aleja del problema principal.

Gracias al padre Patricio Moore podemos hablar abiertamente del “elefante que llena la habitación del Movimiento”, lo que me permite tomar partido en el debate.

Lo que se exigió del P. Kentenich

De los documentos que he manejado, hay decretos que se dirigen al P. Kentenich y otros a las Hermanas de María.

En decreto del Santo Oficio de 27 de noviembre de 1951 dirigido al P. Kentenich, resuelve:

  • Pide al P. Kentenich que se conduzca con mayor respeto a la autoridad eclesiástica.
  • Abstenerse de usar expresiones grandilocuentes que induzcan a error de los fieles (Schoenstatt es una obra amada especialmente por Dios, etc):
  • Abstenerse de realizar dirección espiritual, ni oral ni escrita, de Hermanas de María.
  • No poner el pie en Schoenstatt.
  • No debe mantener ningún tipo de comunicación ni con el Instituto de las Hermanas de María en general y sus superioras, ni con Hermana alguna en particular, ni directa ni indirectamente, ni en forma oral ni en forma escrita.

El 1 de diciembre de 1951 Tromp, por si lo anterior no estuviera suficientemente claro, resuelve: “mientas tanto debe abstenerse de toda dirección de la Obra de Schoenstatt, con todas sus comunidades y ramas”.

El 9 de agosto de 1952 el P. Tromp escribe al P. Turowski (General de los Palotinos) con las siguientes indicaciones:

  • Este mismo sacerdote de ninguna manera ha de inmiscuirse en asuntos que conciernan a la visitación apostólica.
  • Asimismo, se le prohíbe, expresarse, por ninguna razón, sobre la cuestión de Schoenstatt, ni de forma oral ni escrita, ni de forma directa ni indirecta.

Existen documentos de 1953, cuando acaba la Visitación y 1955 que ratifican en todos sus términos las instrucciones aquí transcritas.

Aunque no es objeto de este documento, es evidente que el P. Kentenich incumplió de forma reiterada, voluntaria y consciente las instrucciones que recibió del Santo Oficio, que es lo mismo que decir de la Iglesia. Pareciera que en su vida no respetó ningún tipo de autoridad. Personalmente no sé si “amó a la Iglesia”, pero si lo hizo fue de una forma muy particular… Podemos poner los paños calientes que se quieran, pero los hechos y la realidad son tozudos. Probablemente una forma de restañar las heridas con los Palotinos y con la Iglesia, especialmente los que quieran que avance el proceso de canonización del P. Kentenich, sería que el Movimiento pida perdón en su nombre por incumplir unas instrucciones tan explícitas como éstas.

Lo que se exigió de las Hermana de María

El 10 de agosto de 1951 el P. Tromp en nombre del Santo Oficio emite un decreto a las Hermanas de María con las siguientes disposiciones (se sintetizan para facilitar la lectura):

  • Deben hablar con modestia y sin exageración sobre la Obra de Schoenstatt
  • Quedan totalmente prohibidas expresiones que pueden dar pie a errores: Schoenstatt creación predilecta de Dios, fe en Schoenstatt y equivalentes.
  • Queda prohibido aplicar sobre Schoenstatt las preguntas: ¿crees? Creo.
  • Quedan prohibidos “actos del padre” de todo tipo de todas sus expresiones, así como el examen filial.
  • La postura de Getsemaní se permite sólo en caso de estar a solas o en capítulo de culpas.
  • Destruir los ejemplares de diversos documentos, entre ellos la “Epístola perlonga”.
  • Usar el “Hacia el Padre” sólo a título privado.
  • Los cursos no deben tener secretos que no se puedan revelar a la Superiora General.
  • No tienen validez los secretos de familia ante la autoridad eclesiástica.
  • Evitar todo culto personal al P. Kentenich y se pide ser mesurado en la forma de expresarse con respecto al “Jardín de María”.
  • Restituir o compensar a aquellas Hermanas que no han favorecido los “actos del padre”.

Complementariamente, el 14 de noviembre de 1951 el P. Tromp escribe un documento a la Dirección General de las Hermanas de María en el que se ratifica en su reprobación del “principio paterno según se ha desarrollado entre las Hermanas” y explica los motivos:

  • La Iglesia no ve con buenos ojos comunidades en las cuales el “moderador” ocupe una posición de poder absoluto.
  • Razones especiales para rechazarlo:
    • Se han desarrollado entre las Hermanas muchos usos que habrían suscitado la pregunta de si se trata de una comunidad de religiosas o de un instituto psicopático (sic).
    • Proteger al fundador de expresiones de cariño demasiado tiernas de parte de Hermanas fantasiosas o exaltadas.
    • En el examen filial (examen del niño), puede haber Hermanas que no vean al sacerdote sino también al varón.
    • El Santo Oficio rechaza el uso del examen filial para resolver dificultades o tensiones de tipo sexual.
  • El principio paterno dificulta a las Hermanas la relación con la autoridad eclesiástica.

Así mismo se las insta a obedecer interior y exteriormente las indicaciones de la Iglesia.

Aquí queda claramente pintados los “árboles” de los que hablaba el P. Patricio Moore en su libro. Mi tesis es que, independientemente de que el P. Tromp entendiera o no los fundamentos teológicos, filosóficos o psicológicos del principio de conducción paterno y de la Ley de transferencia orgánica, es evidente que sí entendió y captó perfectamente los peligros y desviaciones de su puesta en práctica concreta. Tromp identificó los problemas y quiso ponerles coto y la única manera era separar al P. Kentenich de su obra. Sostengo que la Iglesia no se equivocó, pero sus indicaciones no dieron los frutos de generar un “sano organismo de vinculaciones” (en el argot schoenstattiano), porque las Hermanas también incumplieron en el fuero externo e interno de una forma u otra estas obligaciones.

El principio de autoridad paterno y la ley de transferencia orgánica suponía que la vinculación natural al P. Kentenich, una vinculación filial a él en lo natural llevaría a las Hermanas (y por extensión al resto de la Familia) a una vivencia espiritual de Dios Padre, en el camino que Santa Teresita llevó a través del amor y vinculación con su propio padre natural. Podemos compartir la teoría, pero es evidente que su puesta en práctica, según las descripciones que nos han llegado de aquella época, nos muestran un peligroso cuadro de dependencia afectiva y emocional de las Hermanas respecto al P. Kentenich.

La corresponsabilidad del Movimiento

Pareciera que las Hermanas de María son las únicas responsables de todo esto. Evidentemente no es así, el Movimiento en su conjunto por acción u omisión debe asumir que, de alguna forma, ha incumplido y seguimos incumpliendo lo que la Iglesia a través del Santo Oficio y del P. Tromp nos pidió:

  • Seguimos usando términos exagerados referidos a la Obra de Schoenstatt.
  • Seguimos usando fórmulas inadecuadas para renovaciones de Alianza o consagraciones.
  • Seguimos practicando de alguna forma actos de vinculación públicas al P. Kentenich, mantenemos talleres de vinculación al P. Kentenich, erigimos estatuas del P. Kentenich, rezamos oraciones al P. Kentenich y se profesa culto personal al P. Kentenich en aras a su canonización aun cuando está terminantemente prohibido por el Derecho Canónico.
  • Seguimos teniendo problemas de identificación con la autoridad eclesiástica. Se coloca al P. Kentenich en muchísimos casos como instancia superior de autoridad aun ya muerto.

Debemos reflexionar abiertamente como Movimiento y refundar Schoenstatt para situar la figura del padre Kentenich como fundador en el lugar que le corresponde, en el lugar en el que la Iglesia lo quiere. El P. Kentenich es nuestro fundador y merece nuestro cariño y agradecimiento por ser un instrumento del Espíritu Santo para regalar a la Iglesia nuestra espiritualidad propia, pero debemos ser rigurosos con el cumplimiento del Derecho Canónico y no confundir una devoción íntima y privada con el debido respeto a las normas de la Iglesia.

Tenemos que sacar “al elefante de la habitación”

Debemos reescribir con mucha paz el hito del 31 de mayo y reconocer las fallas de la Familia. Aquí no hay vencedores ni vencidos. Nadie con autoridad en el Movimiento en 1950 está ya con nosotros. Somos responsables de nuestros propios actos y debemos tomar lo que los anteriores nos entregaron para sanarlo y entregarlo, a su vez, a las generaciones venideras. El Movimiento Apostólico de Schoenstatt desaparecerá si no es útil. Tenemos que sacar “al elefante de la habitación”.

Sólo se puede construir a través de la verdad. La verdad nos hará libres porque nos dará descanso. Estamos mirando constantemente al pasado porque tememos que alguien “levante otra alfombra”. Levantemos todas las alfombras, saquemos todos los elefantes, reconozcamos que el P. Kentenich se equivocó en su tozudez y que no fue perfecto; reconozcamos que el Movimiento en su conjunto no fue perfecto y miremos a las “nuevas playas”.

A los pies de mi Santuario Hogar, con todo el amor a Dios, a la Virgen y a Schoenstatt.

Santuario Hogar

A los pies de mi Santuario Hogar, con todo el amor a Dios, a la Virgen y a Schoenstatt.

“Fiel en el servicio”

Versión PDF

 

 

 

Etiquetas: , , , , , , , , , ,

18 Responses

  1. Miguel Lasso de la Vega Zamora dice:

    Querido Luis Enrique,
    Gracias por este artículo, claro, bien estructurado y documentado, de lectura fácil, que tiene el objetivo de mostrar una actitud crítica personal desde el afecto a Schoenstatt y a uno de sus pilares, su fundador, y hacia una situación que vivimos, que no se ha cerrado y que, salvo que el Espíritu Santo nos ilumine, aún le queda tiempo por cerrar. La reflexión y el debate ayudarán a su conclusión. No lo dudo. Dicho lo cual, hubiera preferido otra metáfora que la del elefante para este caso, pues mantengo la esperanza de que el “león no sea tan fiero como lo pintan”.
    En estos tres años, he leído todo lo que podido sobre el 31 de mayo, el que llamamos el tercer hito de la historia de Schoenstatt, desde opiniones sobre documentos extraídos de archivo, como el libro de Alexandra Von Teuffenbach, otros antiguos, como: «La propuesta evangelizadora de Schoesntatt» del P. Hernán Alessandri, cercano colaborador del P. Kentenich, que le conoció bien y admiró profundamente, o artículos muy sesudos de distintos schoenstattianos. Pero lo importante, como en toda investigación que se precie, son las fuentes documentales directas, los escritos del padre al respecto y los documentos que se conservan en los archivos vaticanos, de los palotinos y de las hermanas de María sobre el tiempo de las visitaciones y el exilio vs destierro. En este sentido recomiendo el trabajo del P. Eduardo Aguirre y las dos publicaciones ya realizadas con los informes de las visitaciones y la confrontación con el Santo Oficio y la correspondencia epistolar, en las que sin filtro transcribe los documentos de archivo, hasta este momento parcialmente sacados a la luz, algunos por Von Teuffenbach, que ayudan a adoptar un juicio personal.
    Que el P. Kentenich no era perfecto era algo evidente, al menos para mí, que llegué a Schoenstatt ya en la madurez y con la fe aprendida de mis mayores, pues perfecto, aprendí desde niño, sólo es Dios. Que tenía sus virtudes y sus defectos, como todos, pero excepcional por cuanto Cristo con María le eligieron instrumento para fundar una obra que ha sido y es camino de conversión para muchos, itinerario eficaz, maravilloso, sin que suponga una preeminencia sobre otras vías y movimientos de la Iglesia. Saberse instrumento nos ayuda humanamente a entender su obstinación, quizás su punto de soberbia en alguna ocasión, pero también de valentía, sin perder su amor a la Iglesia, de lo que yo no dudo, diría más, por amor a Ella. Cuando Dios nos pide algo y estamos convencidos de esta misión desde la Fe, debemos llevarla hasta al fin, “la suerte de profeta”, ya sea el destierro, e incluso, como los mártires, la muerte.
    Muchas preguntas me surgen con las referidas lecturas, para las que no encuentro respuesta fácil ni inmediata, pero que desde luego no me han alejado de mi querencia y admiración al padre fundador. Todo lo contrario.
    Vivimos el 31 de mayo que el Padre Kentenich nos transmitió. Tal cual lo interpretó. ¿Mintió?, ¿se obnubiló? ¿enloqueció, como le acusaron algunas de las hermanas denunciantes, tras su paso por Dachau?, ¿o realmente vislumbró y expresó contra viento y marea algo no entendible en aquel momento, como es la importancia de los vínculos filiales y fraternales para llegar a Dios, lo orgánico de Schoenstatt, que no es otra cosa que un amor aterrizado, el que nos enseñó Jesús? En este sentido, que importante es contextualizar para entender el pasado, algo que echo en falta en los textos críticos actuales, que miran el ayer con los ojos de hoy.
    Comentas que la Iglesia no se equivoca, y así es, pero creo que los hombres y mujeres de Iglesia sí. Basta mirar un caso curiosa y cronológicamente paralelo al del Padre Kentenich, las visitaciones apostólicas del Santo Oficio a San Pío de Pieltrecina, acusado de neurótico, falsario, de mantener relaciones sexuales con sus feligresas, y condenado al aislamiento, a no confesar, ni a dirigir espiritualmente, y a celebrar la misa en privado. Acusaciones y acciones no menos duras que las del Padre Kentenich, que se mantuvieron intermitentemente hasta tres años antes de su muerte, tras ser indultado por el Papa Pablo VI y sin retracto del referido Santo Oficio.
    También me sugiere muchas dudas la actitud ciertamente despótica del visitador el P. Sebastian Tromp. ¿Por qué no tuvo en cuenta los testimonios y cartas de cientos de padres palotinos y hermanas de María a favor del P. Kentenich frente a la decena de casos en contra? ¿puede alguien manipular a tanta gente inteligente si no es sobrenaturalmente? ¿por qué retiró la confianza al rector general de los palotinos el P. Turowski, cuando pasó de una actitud crítica al fundador a otra defensora? ¿por qué valía más la opinión de las afectadas, que las hubo, no lo niego, y había que escuchar, que los demás para emitir un juicio, que por cierto nunca hubo oficialmente?
    Hubo heridas, decía, en religiosas que se pusieron en sus manos, y a las que seguramente, de modo no acertado, aplicó el P. Kentenich una pedagogía altamente satisfactoria para la mayoría, para nosotros también, pero que no cuadraba con la personalidad de algunas de aquéllas. Y además pienso que, tras las acusaciones de algunos palotinos, se traslucen envidias a su carisma, como parte de la miseria humana.
    En definitiva, tu escrito, Luis Enrique, debe ayudarnos a mantener esas ventanas siempre abiertas, las “alfombras sacudidas”, la desaparición de las “gargantas profundas”, el reencuentro como comunidad, y sólo con las normas u obligaciones necesarias, como decía el Padre Kentenich. Por eso a mí no me preocupan las muestras de filialidad y vinculación al fundador, las aplaudo agradecido, como cualquier hijo imperfecto a su padre imperfecto, sin que eso entrañe culto divino. Tampoco me molesta la realización de estatuas en homenaje a él antes de haber sido canonizado, como se hacen a tantas personas importantes para un colectivo y se colocan en lugares públicos, mientras no las introduzcamos en nuestras iglesias y santuarios. Ni considerar la obra de Schoenstatt algo esencial en mi vida, lo más válido que he encontrado dentro de la Iglesia para acercarme a Jesús y a María.
    No vaya a ser que al final, buscando la libertad, acabemos más aprisionados aún.
    Un abrazo

  2. EDUARDO ARNOUIL dice:

    Muchas gracias Luis Enrique por el excelente análisis crítico que nos compartes. No hay solamente un elefante en la habitación.

  3. José Manuel García Hervás dice:

    Luis Enrique.

    Estoy seguro que este texto final es la enésima versión y solo liberada tras un profundo y sincero «pesaje» de cada palabra y su transcendencia. Trasparenta tu profundo cariño a Schoenstatt, sin embelesamiento ni artificio, diciendo lo que quieres decir.

    Yendo ya a tu reflexión, empecé a leerla notando que había muchas horas de lectura de todas las fuentes a tu alcance. Cosa que te honra, pues muchos nos hemos dedicado, como bien apuntas, a tocar de oído. El uso de la imagen del elefante enmarca todo el tema de forma vital, visual, casi podemos tocar y oler al bicho, como dice Belen en su comentario.
    Al avanzar la lectura iba cayendo en una sensación, repito sensación, de estar volviendo a sitios ya visitados aunque ahora los visitabas tú con más luz, con más ganas de poner en claro temas que han sido pasados de puntillas, pero al final un volver a sitios conocidos: Que si el padre tal o la hermana cual habían dicho o hecho, que si antes se pensaba de una manera idealizada y había que aterrizar y humanizar al padre Kentenich, que si los buenos no eran tan buenos ni los malos tan malos… Más de lo mismo.

    Tengo que reconocer que en ese punto me desinfle un poco hasta que llegaron los dos últimos puntos de tu reflexión. ¡Amigo! Ahí todo da un giro de 180 grados, y no solo me saca de esa sensación previa, si no que me obliga a sentarme más erguido y releerlos varias veces. En ellos te dejas del pasado, ya sólo enfrentas el presente y el futuro, y para eso hay que tener mucha fuerza y mucho cariño a Schoenstatt, pues a diferencia de los actores en la época de la visitación, que ya no están entre nosotros, los del presente estamos todos vivos y coleando, y te puede granjear enérgicas criticas, murmullos a tu espalda y comentarios de mal schoenstattiano. Así que ahí va mi más sincera enhorabuena.

    Enfocar el presente desde la responsabilidad como tu dices, será lo único que nos ayudará a abrir la puerta de la habitación, y probablemente a tener que dar algunos martillazos a la pared para hacerla más grande. Esa responsabilidad, si se hace realmente desde el corazón, nos hará corresponsables de movimiento. Schoenstatt en 2023 ya no es una cosa de padres o hermanas y de algunos chalados. Si no nos convencemos que el movimiento es nuestro y nuestra es la responsabilidad, seguiremos siendo meros consumidores de Schoenstatt, y no seremos capaces de empujar al elefante fuera de la habitación, sólo así podremos ser una herramienta util en manos de Dios, saber dónde Él nos quiere y para qué. Gracias por poner ese reto en nuestras manos y recordarnos el corresponsabilizarnos por el movimiento.

    Y en el ultimo punto miras al futuro, en el que necesitamos saber soltar lastre y poder estar agarrando con una mano lo mejor de la espiritualidad recibida y con la otra los retos y anhelos del hombre de actual, que está más desvalido que nunca antes. A nuestro alrededor están apareciendo o reavivando iniciativas, carismas, espiritualidades, como nos dice el Papa Francisco, descentradas en Cristo, Hakuna, Alpha, Carismáticos, Emaús, vida en las parroquias, etc, etc, etc O cambiamos o nos convertiremos en un movimiento de consumo y no de renovación. Desapareceremos si no somos utiles… qué duro, pero qué real.

    Gracias de corazón.

    • luis enrique zamarro mendez dice:

      Muchas gracias Jose Manuel. Gracias por advertirme de que la parte inicial del artículo es un poco larga. pero necesitaba dar contexto. Espero que nadie se haya quedado a medias. No obstante, muchas gracias por confiar y seguir hasta el final.
      Qué bueno que podamos trabajar juntos por nuestra Federación y por Schoenstatt.
      Un fuerte abrazo. Nos vemos pronto.
      Luis Enrique

  4. Patricio Young Moreau dice:

    Estimado Luis Enrique, con el gran amor a Schoenstatt que le tengo por más de 57 años, debo señalarte que es el mejor trabajo que he leído sobre el tema. He estudiado todos los documento que has citado, he escrito columnas al respecto, pero sin duda tu magistral relato y explicación deja muy en claro laque para mi es una verdad del porte de una catedral y que solo se hace tratar de tapar. Más allá de la responsabilidad de los padres y las hermanas, quienes somos miembros del movimiento debemos también asumir nuestra responsabilidad porque no hemos sido fieles a lo que la Iglesia nos demandó y seguimos hasta hoy incumpliendo.
    Es imperioso construir una verdad también desde el laicado, porque por su naturaleza es más objetiva de quienes de una u otra manera han estado implicados en el tema. No para cuestionar, enjuiciar o destruir, sino justamente para salir del empantanamiento en que estamos y centrarnos más y con fuerza en el futuro que nos exige cambios y respuestas nuevas para nuevos y grandes desafíos.
    Te reitero de corazón miss agradecimiento por tan clarificador mensaje. Un abrazo

    • Luis Enrique Zamarro dice:

      muchas gracias por tan cariñoso comentario. Creo que los laicos y los matrimonios de la Obra Familiar tienen la gran responsabilidad de tomar las riendas de sí mismos y del Movimiento en su conjunto, porque somos los que estamos más aterrizados en la vida. En este punto concreto podemos tomar más distancia del PK y ayudar a las Hnas y padres a un camino de sanción. Como digo en el artículo sin vencedores ni vencidos, gestionando como una familia, en la que el amor debe ser la principal medida.
      Un abrazo
      Luis Enrique

  5. Alejandro Mendoza dice:

    Interesante y fundada reflexión.
    Y sí, puede y debe existir un Schoenstatt con un único centro: Cristo el Señor. De la mano de María.
    Y asumir, progresivamente, no sólo los errores sino los horrores del fundador (hoy cada vez más claros) , alejarse de ese modelo y abrazar al del evangelio.

    • Luis Enrique Zamarro dice:

      Gracias Alejandro. como indicas, mi tesis es que lo que quiere la Iglesia es que nuestro centro sea Cristo y a través de El, Dios Padre. El PK nos acompaña como fundador, y a él nos tenemos que remitir cuando queramos profundizar en nuestro carisma, pero en muchas ocasiones parece que lo colocásemos entre nosotros y Cristo, o lo que es peor, por delante. Ese era el temor De la Iglesia entonces y ahora sigue habiendo rescoldos de eso.
      Un saludo.
      Luis Enrique

  6. Belén Pérez dice:

    La metafora del elefante en la habitación ¡es tan gráfica! Puedo imaginar su peso, su volumen, su olor, su respiración, como va reduciendo mi espacio, como me tengo que hacer a un lado, si decide moverse… Voy tomando consciencia de que ambos no cabemos. Al final solo quedan 2 opciones, o sacarlo o salir. Y lo cierto es que esa habitación ¡merece la pena cuidarla!

  7. Barbara dice:

    Valiente, Luis Enrique!!! Te has tomado el tiempo de estudiar y leer parte del entramado de esta historia. Y yo te lo agradezco. Schoenstatt es importante tanto en cuanto es parte de una Iglesia que como en tiempo de San Francisco hay que reconstruir :»ve Francesco, y reconstruye mi Iglesia que como ves está en ruinas…» Y a nosotros nos toca reconstruir , eso de nuestro carisma que en el camino se ha torcido o quebrado, aquello que dejó de ser transparente a nuestro entendimiento porque la mentira lo disfrazó. No se ama de verdad al que no se conoce. Y a veces con todo esto nos empeñamos en adorar a kentenich como si de un ídolo se tratara. Y no lo es: es un padre que a veces se equivoca y sufre. Pareciera que la vida sigue …como si nada hubiera ocurrido. Y tenemos la gran oportunidad , aquí y ahora, de dejar libre al elefante, devolverle al lugar de donde viene, y limpiar la casa, limpiarla a fondo recuperando aquello que está escondido y sucio y hacerlo brillar poniéndolo sobre la mesa de la verdad. Entonces seremos nosotros mismos, responsables frente a las tareas que requiere el mundo de evangelizar, misionar, convertirnos en auténticas comunidades alegres, generosas, aliadas de Maria, solidarias con los más necesitados, valientes porque estamos en la verdad. Yo, como tú Luis Enrique, amo a Schoenstatt, pero sin olvidarme de que Schoenstatt, en su plenitud, nos ayudará a alcanzar a Cristo! Y nosotros, a su vez, ayudaremos a otros a que también lo alcancen!

  8. Juan Zaforas dice:

    Gracias Luis Enrique por tu artículo y el análisis que realizas. Hay demasiadas dudas e incertidumbres sobre el relato existente como bien pones de manifiesto y es importante y urgente despejarlas desde la verdad, sin miedos y sin condiciones. En mi opinión hay demasiados intereses creados, implicaciones y por supuesto miedo al futuro que impiden ver y sacar el elefante. Hay que mirar desde fuera de la caja para que desde la objetividad pueda imponerse la verdad y a partir de ahí poder mirar el futuro con esperanza. No es tarea fácil y la mayoría silenciosa que mira hacia otro lado no ayuda a la tarea. Ojalá se puede resolver de una vez y pasar la página de manera correcta, sin dobleces, ni alfombras.

  9. Pilar Andrade dice:

    Magnífico resumen de la situación actual; gracias por abrir esta ventana y hagamos lo que dices. Una gran alegría leer tu artículo, y también una gran esperanza. Invitación a leer el libro del Padre Patricio aceptada, además.

  10. Ambrosio Arizu dice:

    Muchas gracias por este artículo Luis Enrique, es valiente, documentado, busca abrir el debate y lo hace transmitiendo amor por Schoenstatt, con mucha libertad.
    El título del artículo es muy gráfico para describir la situación, aunque también podría haber sido: «No tengáis miedo».
    No tengáis miedo a la tensión enriquecedora de las distintas miradas, el pensamiento único nunca ha sido fuente de creación.
    No tengáis miedo por la santidad de nuestro Padre fundador, el propio Papa Francisco nos recordaba citando al gran Agustín que «No hay santo sin pasado…» (Roma, audiencia general, 13/4/16).
    No tengáis miedo a abrir las ventanas y dejar entrar el aire fresco, el objetivo final es el Cielo, Schoenstatt solo un medio.
    Un abrazo

  11. Juan Oliveros dice:

    Realmente es un artículo de autocrítica del movimiento de Schoenstatt con mucho sentido común.
    Entiendo no ha tenido que ser fácil desligarse de ciertas ideas para intentar tener una perspectiva más amplia y neutral de los eventos.
    En Schoenstatt tenemos entre otras asignaturas pendientes, el que muchos “tocamos de oído” sin haber consultado las fuentes, y más con el P. K. que fue tan prolífico.
    Quizás si hiciésemos todos como Luis Enrique estaríamos más “afinados” con nuestras ideas.
    Felicidades por el ejercicio de análisis Luis Enrique

  12. Conchita Rodriguez Santos dice:

    Querido Luis Enrique
    Tu artículo es «coger el toro por los cuernos» en el argot taurino. Haces un recorrido serio y crítico por la historia. Y lo haces porque «amas Schoenstatt. Gracias por esa fuerza.» La verdad nos hará libres» . Es hora de asumir nuestra responsabilidad en Schoenstatt. Por que: estamos enamorados de la misión que tiene para la Iglesia. Ya vale de seguir barriendo y dejarlo debajo de la alfombra. Quién te conozca, sabe tu amor y fidelidad. Gracias por esta reflexión seria profunda y documentada, con la verdad por delante. Es tiempo de asumir, para construir hacia las *nuevas playas*.

  13. Laura Toves dice:

    Una valiente e instruida exposición de los hechos. Completamente de acuerdo. La espiritualidad de Schoenstatt es un regalazo, y los hechos en torno a la Visitación del Vaticano al movimiento no han movido un ápice todo lo recibido y todo lo que entrego. Pero indudablemente, tenemos un enorme elefante asentado en la habitación. Un elefante pegado a nuestra piel y pocas ganas de sacarlo. ¡Hagámoslo!

    Muchas gracias por el artículo.

  14. Rodolfo Monedero dice:

    Luis Enrique, gracias por esta excelente síntesis de los hechos junto con una seria autocrítica que tanta falta nos hace. Solo reconociendo nuestros errores seremos capaces de aportar lo mejor de Schoenstatt a la Iglesia y al mundo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *