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Publicado el 2024-01-19 In Reflexiones sobre Schoenstatt, Temas - Opiniones

Misión: Transformarse

Por Claudio Ardissone, España/Paraguay •

Hace un tiempo, trabajo en la transformación cultural de empresas y organizaciones. Es un trabajo que me vincula directamente con las personas que trabajan en esas empresas u organizaciones y me permite ver y escuchar lo que sienten y piensan sobre su trabajo, su presente y su futuro. —

Cuando hablamos de transformación, hablamos de cambio, la única constante de nuestras vidas, desde que el universo fue creado por Dios. Pero, no sé por qué, los seres humanos naturalmente nos resistimos al cambio, procuramos siempre optar por el statu quo o quedarnos en nuestra “zona de confort”.

Lavoisier, en el siglo XVIII, nos enseñó que la materia no se pierde o destruye, sino que se transforma. Esta premisa también se aplica a la vida misma, nuestra vida de seres humanos y la vida de las organizaciones que nosotros mismos creamos y de las que formamos parte.

¿Estamos evolucionando al ritmo que nos exigen los nuevos tiempos?

Esto me lleva a reflexionar sobre nuestro Schoenstatt. ¿Estamos evolucionando al ritmo que nos exigen los nuevos tiempos? ¿Acompañamos la transformación del mundo al que queremos llegar? ¿Estamos dando respuestas actuales a las nuevas generaciones? ¿Mantenemos vigente y actual el propósito que llevó al P. Kentenich a fundar el Movimiento? ¿Qué y cómo hacemos para atraer vocaciones jóvenes?

Educar a Líderes a través de los tiempos nos obliga a mantenernos frescos y en línea con la evolución social, política, económica y demográfica, por eso, el P. Fundador nos enseñó que cada generación, fiel a la fuerza de su origen, está llamada a refundar Schoenstatt en diálogo con las voces del tiempo.

El riesgo de quedarse en lo devocional

Viendo el panorama desde esta perspectiva, creo que no lo estamos haciendo muy bien. Hay comunidades muy prósperas en las que el Movimiento tiene un gran crecimiento y muchas obras apostólicas, llevadas adelante principalmente por esos líderes educados en Schoenstatt y sus asesores que dan el alma para lograrlo, pero hay otras comunidades, tal vez la mayoría, que se están quedando en el tiempo, con miedo a afrontar los cambios y sin una visión estratégica de futuro.

¿Qué podría pasar si esas comunidades, que se están quedando en el tiempo, no se transforman? Corren el riesgo de quedarse enfrascadas en lo devocional y/o piadoso, con la figura del P. Kentenich visto como intercesor y olvidar el carisma actualizado que él mismo nos planteó para asegurar la vigencia y vitalidad de su obra.

No debemos tener miedo a los cambios, debemos transformarnos. Por supuesto que el proceso puede ser incómodo y hasta doloroso, pero tomemos ejemplo de otras congregaciones, como los Jesuitas, los Cisterciences, Los Carmelitas Descalzos, los Benedictinos, que ya llevan entre 500 y 900 años existiendo con el mismo propósito, pero supieron ir transformándose conforme los tiempos se lo pedían. Pasaron guerras, expulsiones, cismas de la Iglesia, papas con diferentes pensamientos, política clerical, injerencia de gobiernos, adaptación a las ciudades, etc., etc.

¿Qué pasaría en el mundo si Schoenstatt desapareciera?

Nuestro Schoenstatt va a cumplir 110 años, somos muy jóvenes, miremos hacia el futuro, pensemos qué queremos hacer y dónde queremos estar dentro de 500 años, no dentro de 5 años. Y pensemos si podemos responder a la siguiente pregunta: ¿Qué pasaría en el mundo si Schoenstatt desapareciera? Si la respuesta fuera “nada”, es porque no tenemos un propósito o por lo menos, no estamos conscientes de él.

Transformándose

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3 Responses

  1. Laura Toves dice:

    Querido Claudio. Muchas gracias por tu artículo. De nosotros depende estancarnos o seguir hacia adelante. Seamos ambiciosos; la espiritualidad de Schoenstatt es muy rica y muy aplicable a la vida real. Somos los protagonistas de un Schoenstatt en salida. Que no se nos olvide. Un abrazo.

  2. Manuel de la Barreda dice:

    Gracias Claudio por tus palabras. Auténticamente actuales y desafiantes. Yo me atrevería a completar una cosa en tu último párrafo. Puede que tengamos propósito e incluso seamos conscientes de el. Pero puede también que lo estemos haciendo mal. Ya nos lo han dicho los últimos Papás. Que dejemos de mirarnos a nosotros mismos y salgamos hacia afuera. Dejemos de peinar ovejas y pasemos a oler como ellas. Desgraciadamente también veo que algunas de las comunidades más ancladas en el tiempo, no les gusta leer las opiniones que en Schoenstatt.org se transmiten quedándose más en lo devocional.

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