BRASIL, Luciana Rosas.
Dadas las repercusiones del artículo Abusos en Schoenstatt: un asunto para debatir, me di cuenta de que era muy importante dar continuidad al tema y al debate, para generar así más conocimiento, conciencia y empatía. Este nuevo enfoque estará dividido en tres artículos que serán publicados semanalmente: Conversando sobre los comentarios, en el que podremos profundizar la discusión sobre los temas más recurrentes en los comentarios publicados en el sitio schoenstatt.org cuando se publicó el primer artículo; ¿Estamos preparados para recibir denuncias de abuso en Schoenstatt? en el que presentaremos algunas dificultades con las que las víctimas de abuso se encuentran al realizar denuncias en Schoenstatt y cómo la estructura del Movimiento de Schoenstatt puede contribuir a eso y, por último, Entendiendo más sobre el Abuso Espiritual, en el que abordaremos algunas características de sistemas abusivos para que podamos identificar situaciones de abuso y también ayudar e empatizar más con las víctimas. —
El objetivo es que, a través de un mayor conocimiento sobre el tema, podamos desarrollar más empatía y ofrecer un mayor acogimiento para las víctimas, así como trabajar de una forma más objetiva, como Familia de Schoenstatt, en el combate a los diversos abusos que ocurren en nuestro Movimiento, porque sí, ocurren abusos.
Conversando sobre los comentarios
Cuando decidí escribir el artículo Abusos en Schoenstatt: un asunto para debatir, esperaba realmente que la decisión de escribir de forma clara e directa sobre el asunto tuviese repercusiones y generase debate. Pero tengo que confesar que el alcance de este texto sobrepasó todas mis expectativas. Los comentarios sobre el texto fueron muchos, tanto los publicados en la página schoenstatt.org como los que recibí de forma personal, agradeciéndome por el valor y la claridad en la exposición de un asunto tan delicado.
Reflexionando sobre los comentarios que recibimos directamente en el texto – y me gustaría aprovechar la oportunidad de agradecer personalmente cada uno de ellos – percibí que efectivamente necesitamos hablar – cada vez más – sobre este asunto, con el objetivo de caminar en dirección a la toma de conciencia de lo que significan los abusos espirituales y ofrecer a las personas información para que reconozcan si están sometidas a una situación abusiva, cuáles son los caminos posibles (y muchas veces imposibles debido a las dificultades para hacer una denuncia) y servir de aclaración a quienes todavía piensan que una situación de abuso que se denuncia significa victimización o incluso falta de fe o vocación.
Aclaración sobre el texto anterior
Debido a la inmensa cantidad de comentarios sobre el texto anterior, me gustaría hacer una aclaración: en ningún momento el texto se refiere a las acusaciones que fueron publicadas en contra del P. José Kentenich, ya que el texto, inclusive, fue escrito y publicado antes de la publicación del libro de Alexandra von Teuffenbach.
En este texto tampoco se abordará la cuestión de las acusaciones contra el padre Kentenich. Lo que sí será tema de discusión es la forma en la que este asunto ha sido manejado, la poca empatía y respeto con las posibles víctimas que denunciaron los abusos sufridos y el poco profesionalismo en la conducción de asuntos tan delicados como este.
Asumir una realidad no es victimismo
Una de las experiencias más dolorosas para una víctima de abuso, de cualquier tipo, es que se le atribuya a ella – la víctima – la culpa del abuso sufrido. Me gustaría compartir uno de los puntos que más me llamaron la atención en los comentarios recibidos sobre el texto: los más agresivos fueron de personas que me conocen. En realidad, apenas saben quién soy, pero no me conocen ni conocen mi historia. Esto es apenas un indicador de las dificultades que tiene una víctima de abuso para encontrar un lugar seguro en el que pueda conversar, compartir su historia, ser acogida y recibir las indicaciones sobre cómo lidiar con el tema.
Debe estar claro que el reconocimiento de haber sido víctima de abuso no transforma el discurso en victimismo, sino todo lo contrario. El reconocimiento es parte del camino de replantear la historia personal, la historia comunitaria y la relación con la fe. Tengan la certeza de que una víctima acogida en amor y apertura de corazón tendrá muchas más oportunidades de poder replantearse y seguir con su fe.
Otro punto notable en los comentarios y que pienso que es de extrema importancia que se aborde es la cuestión de la edad de la persona que fue abusada. “¿Cuántos años tenía cuando abusaron de usted?”, como si el hecho de tener determinada edad disminuyese el impacto del abuso espiritual sufrido.
Claro, hasta el momento se discuten los casos de abusos contra menores de edad, principalmente por las consecuencias civiles que implican determinados actos. Estos abusos deben ser combatidos exhaustivamente, hasta que ningún niño o joven sea víctima de algún tipo de abuso.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que muchas de las personas que son abusadas espiritualmente están en el ámbito religioso desde muy pequeñas, y por eso sus personalidades fueron educadas y moldeadas para entender y aceptar que los que ‘guían’ el camino son presencia de Dios, o incluso se les inculca que estos guías son infalibles o la incuestionable voz de Dios. Partiendo de este supuesto, una persona que ya cumplió 18 años y alcanzó la mayoría de edad, es susceptible de ser víctima de abuso espiritual y tardarse mucho tiempo para entender de lo que se trata, y más aún cuando el tema no se discute ni aclara en los ambientes en los que se desenvuelve.
En noviembre de 2020, la autora Barbara Haslbeck lanzó el libro “Erzählen als Widerstand” (disponible solo en alemán, la traducción libre del título sería: “La narración como forma de resistencia”). En una entrevista republicada por el sitio web jesuitas.lat en el Dia Internacional de Combate a la Violencia Contra la Mujer, ella aborda justamente las dificultades que las mujeres adultas tienen para realizar denuncias sobre los abusos sufridos, el prejuzgamiento que reciben de la comunidad a la que pertenecen y de la sociedad, y cómo el abuso espiritual es la puerta de entrada para los abusos sexuales:
Ante la pregunta: “¿Las mujeres adultas escuchan a menudo el argumento de que podrían haber dicho ‘No’?”, responde:
“Muchos tienen mucho miedo de que se les culpe por el abuso. Te preguntas innumerables veces por qué no pude decir que no, por qué no salí de allí de inmediato. Pero como dije: el abuso está surgiendo lentamente, no ocurre de inmediato. Los perpetradores construyen una relación de confianza y se vuelven indispensables. Le dices a la víctima que es la persona más importante en la vida y comienza a creer eso y se vuelve dependiente. Solo entonces ocurren los ataques. Los afectados ya sienten que esto no es bueno para ellos, pero su percepción está tan anulada que ya no pueden clasificarla. En comunidades los miembros se enfrentan entre sí, el que recoge es intimidado y aislado. Y de repente no queda nadie a quien la persona afectada pueda contarle lo que le está pasando”.
Anonimato: triste consecuencia de abusos sufridos
Continuando con la reflexión sobre los comentarios recibidos en el texto, era de esperarse que algunas personas manifestaran que también habían sido víctimas de situaciones abusivas en Schoenstatt y que, en muchos casos, no se quisieran identificar. Hablar sobre abuso espiritual (o sobre cualquier tipo de abuso) todavía es un tabú y es comprensible que en ese momento la persona no haya querido decir su nombre. Tal vez era la primera vez que la persona leía sobre el tema en Schoenstatt y, por eso, se sintió con el valor de compartir un poco de su historia. Esa es una decisión interior importante, pues expresarse es el primer paso para reconocer una situación dolorosa y replantearla. Por eso dejo aquí mi agradecimiento y mi orgullo por el valor que mostraron al compartir un poco de sus historias. Gracias por la confianza y por la fuerza que cada uno de ustedes tiene para salir adelante. Ninguno de ustedes está solo en este camino y hablar es esencial en un proceso de sanación interior y exterior.
Por otro lado, debo mencionar aquí mi sorpresa al leer también comentarios agresivos en relación con el anonimato de estas personas, partiendo exactamente de donde debería haber mayor comprensión, acogimiento y disposición para escuchar y orientar. Eso me demostró – una vez más – que estamos muy lejos de donde deberíamos estar. En vez de desanimarme, tomar conciencia de esto me da más fuerza para seguir luchando para que este asunto sea cada vez más conocido, comprendido y las víctimas sean acogidas y respetadas en su integridad y dignidad.
La experiencia positiva no invalida la negativa y viceversa
Un discurso bastante nocivo para una víctima de abuso (nuevamente para cualquier tipo de abuso, pero aquí me refiero específicamente al abuso espiritual) es intentar invalidar la experiencia abusiva a través de experiencias positivas. “Yo nunca vi que eso pasara”. “Eso nunca me pasó a mí”.
¡Qué bueno! Eso no significa que el abuso no haya ocurrido con la persona que denuncia. Tampoco la existencia de una experiencia abusiva invalida una experiencia positiva que una o muchas otras personas puedan haber tenido.
Es sabido que en los sistemas abusivos ni todas las personas son abusadas, ni tampoco se abusa de ellas de la misma manera. Esto nos debe quedar claro a todos. El abuso es objetivo y personal y no permite generalizaciones.
No todo lo que ocurre – en la vida y en el mundo – lo ve o lo experimenta toda la gente, y no por eso no existe. Cuidémonos de no caer en esa falacia y continuar así provocando todavía más dolor para quien intenta levantar su mano y su voz contra una situación de abuso sufrido.
La próxima semana seguiremos discutiendo el tema con el segundo artículo de la serie:
¿Estamos preparados para recibir denuncias de abuso en Schoenstatt?
Luciana Rosas tiene 39 años y vive en Curitiba, Brasil. Es economista, estudiante de psicologia y teología. Es traductora y Social Media Manager de schoenstatt.org.
Es miembro del Movimiento de Schoenstatt desde 1994. Trabaja en temas relacionados con la defensa de la mujer, la inclusión de las minorías y los derechos humanos. Actualmente está investigando el impacto de las cuestiones de frontera en la Iglesia, especialmente las cuestiones de abuso de poder, moral, sexual y conciencia.
Es soñadora y luchadora. Apasionada por Schoenstatt y la libertad.
Original: Portugués, 14.01.2021. Traducción: Eduardo Shelley, Monterrey, México
La actualidad del tema:
Comillas lanza un curso para prevenir, y abordar, los abusos en la Iglesia
«Desde hace años, en la Iglesia se ha ido desarrollando una especial sensibilidad hacia la necesidad de abordar la cuestión de los abusos en instituciones que de ella dependen, con una mirada tanto a los abusos de poder como de conciencia y abusos sexuales». Esta es una tarea primordial, que el Papa Francisco ha querido destacar como central para garantizar, con mirada evangélica, la protección de los más vulnerables y de los menores, así como de cualquier persona que pudiera quedar atrapada en formas de abuso por su posición de sumisión a figuras de poder.
Luciana, gracias por poner el tema para iluminarlo, conversar sobre este, sumar miradas para ampliar la visión y comprometer mi acción ¿Qué me dice la Mater y Jesús y cómo les respondo desde mis posibilidades?, evitando el “hay que” para pasar a, un transformador, “voy a”.
Soy chileno, schoenstattiano de toda la vida. En Chile hemos vivido crudamente todo este proceso en la Iglesia y en Schoenstatt. Me parece de la mayor importancia y actualidad todo el tema del abuso, sea sexual, económico, de poder, posición y/o conciencia. El Papa Francisco en su carta del 31 de mayo de 2019, “Al pueblo de Dios que peregrina en Chile” contribuye de manera decisiva y coherente con las acciones en la Iglesia chilena y es un gran aporte a este tema de tanta actualidad: EL ABUSO; que, además tiene patas para arriba a todo Chile con su proceso de Nueva Constitución, “de hoja en blanco” solicitada por el 80% en el plebiscito reciente, a propósito del “despertar de Chile” post estallido social del 18Oct19.
Es un tema muy difícil porque junto con condenar el abuso, todo y cualquiera, hay que proponer no sólo verdad y justicia, reparación del abusado y del abusador, resilencia (longanimidad) para aprender a vivir feliz con una cicatriz que avergüenza. La cuestión no es sólo platicar del cielo que soñamos, de suyo esencial, sino que proponer soluciones pedagógicas que nos ayuden a ser más ssntos y mejores.
Hola Luciana. Muchas gracias por tus artículos. La sinceridad, detalle y profesionalismo con que tratas el tema es excelente. Comparto plenamente la visión que propones. Tengo 29 años y literalmente desde que nací pertenezco a Schoenstatt. Amo profundamente al Movimiento y me cuesta pensar en mi vida separada de él, pero esto no quita que Schoenstatt como cualquier institución de cualquier sufra de este tipo de abusos y como bien dices, que existan casos no implica en si mismo que toda la Institución sea asi o que sea algo generalizado, pero no por ello, no se le debe dar importancia o tratar de raíz el tema. Hay varios puntos que tocas que veo de forma muy clara. Recuerdo en los años 90 y principios del 2000, que el acceso a la Epístola Perlonga estaba limitado a ciertas personas en particular porque no todos estabamos «los suficientemente formados para entenderla» y su lectura podía «ser mal entendida». Otro punto que comparto mucho es el de la transparencia y las épocas. Quizás, el «ocultar» ciertos temas sensibles, en otra época era factible. La realidad del mundo actual no da lugar a eso y, personalmente, no considero que sea la forma. La prudencia, mal utilizada, es dañina y evidencia de ello son los casos de abuso en Chile y USA, que la Iglesia deliberadamente oculto y que tanto daño provocó. Otro punto en el que estoy de acuerdo tiene que ver con el hecho de la voz que difiero del resto, me ha pasado muchas veces de opinar distinto a la mayoría (dentro de Schoenstatt) y recibir la premisa falaz de «No piensas que si todos creean algo y tu opinas distinto el equivocado eres tu?. Me ha tocado vivir y experimentar situaciones (seguramente Luciana sabrás mejor identificar si se trata de abuso o solo errores pedagógicos) que considera malas por parte de miembros del Movimiento y que son bastante comunes o frecuentes, formadores de cursos (tanto Hermanas, Padres o laicos) que exceden su rol de formador siendo parte, por ejemplo, de los momentos privados y de apertura personal de los cursos, a mi personalmente y frente a mi grupo de dirigidos, una Hermana de Maria intentó increparme y darme indicaciones de como debía dirigir un grupo de vida, he visto como Hermanas o Padres exceden su rol pastoral, pasando por encima de la autoridad diocesana de una familia que son precisamente los Coordinadores Diocesanos. Como bien decís en el artículo anterior, lejos está Schoenstatt de funcionar como una verdadera Familia, funciona más como una institución jerárquica. En particular, creo que esto es algo que arrastra la Iglesia desde hace cientos de años, vivimos una fe extremadamente clericalizada y Schoensatatt no escapa a eso. Los laicos tenemos un temor casi reverencial a Padres y Hermanas, nos cuesta enfrentarlos, discrepar con ellos o entender que los laicos somos tan responsables de la Familia y de la Iglesia en general como lo son los sacerdotes y las religiosas. En muchas charlas escuché a Padres y Hermanas decir que en la dinámica de una familia tradicional, es normal que cada tanto «vuelen platos» pero cuando dentro de la estructura Schoenstattiana surgen discusiones o discrepancias respecto de algún tema, en lugar de manejarlo con la dinámica propia de una familia, se reprimen esas actitudes y se fomenta el silencio y la corrección política.
Como dije, amo profundamente Schoenstatt, pero hoy, más de 100 años después de su fundación, llegamos al momento de un Concilio Vaticano II interno, de tomar esos principios iniciales y adaptar a los tiempos actuales, su aplicación pedagógica.
Luciana: gracias nuevamente por la claridad y el cuidado con que escribes y muestras esta realidad tan dolorosa para las víctimas y para todos/as. Donde se necesita, como indicas, aún mucha formación profesional y espiritual (muchos ataques son muestra de ignorancia y de ceguera) para prevenir y reparar tanto dolor.
Un abrazo y bendiciones por abrir este tema que debe ser enfrentado.