Por Sarah-Leah Pimentel, Sudáfrica •
Ya han pasado diez meses desde que aproximadamente 5.000 miembros (y miles más que lo estuvieron viendo desde sus casas) de la Familia Internacional de Schoenstatt, se reunieron en el Aula Pablo VI en el Vaticano para tener un encuentro inolvidable con el Papa Francisco.
La audiencia fue más que el gran evento final de las dos semanas de celebraciones por los 100 años del Movimiento de Schoenstatt y de la Alianza de Amor sellada en un pequeño Santuario de Alemania. El Padre José María García, en el prólogo del libro que contiene el mensaje del Papa Francisco al Movimiento Apostólico de Schoenstatt, describió el encuentro entre el Papa Francisco y la Familia de Schoenstatt como un «un ambiente familiar» en el que el Papa es un «padre cercano que nos hablaba con franqueza meridiana de los temas que nos mueven y conmueven». El Padre José María añadió que el Santo Padre nos dio un «mensaje fuerte y desafiante» que nos debe inspirar a seguir en las huellas del P. Kentenich viviendo nuestra Alianza de Amor a través del «servicio de una Iglesia que tiene vocación de Familia».
Después de estos grandes eventos – que requieren años de preparativos espirituales y prácticos – existe el peligro de volver a hacer las mismas cosas de antes y no nos tomamos el tiempo para reflexionar sobre los dones que hemos recibido. Por consiguiente, la transformación interior, que esos momentos de gracia nos ofrecen, a menudo permanece estéril. Es bueno, por tanto – en las semanas previas a celebrar el primer aniversario del segundo siglo de Schoenstatt – detenerse y reflexionar sobre nuestra continua misión en Schoenstatt, desentrañando y analizando el mensaje del Santo Padre a la Familia de Schoenstatt en el inicio de su segundo siglo.
Durante las próximas semanas vamos a analizar cada una de las cinco áreas (la familia, la pedagogía, la juventud, la Iglesia y el nuevo orden social) sobre las que habló el Papa Francisco, el 25 de octubre de 2014.
Los proyectos de la carpa de la Familia son solo un punto de partida
Comenzamos esta serie de breves reflexiones desde la perspectiva de la familia. Esta es una de las áreas donde Schoenstatt, tal vez ha hecho la mayor contribución en el siglo pasado. Tenemos tantas iniciativas de gran alcance en el mundo entero que defienden y fortalecen a las familias. Pensando solamente en las Misiones Familiares de América del Sur, cursos para matrimonios en Alemania o en programas para evangelizar a las familias en Brasil, y la pastoral para divorciados y vueltos a casar en Paraguay, por nombrar tan solo algunas.
El trabajo que estamos haciendo para sanar y mejorar a las familias se relaciona directamente con la preocupación del Papa Francisco de que la «familia cristiana, la familia, el matrimonio, nunca fue tan atacado como ahora». En la audiencia, nos dijo que parte del problema es que el matrimonio ha perdido su significado sacramental. El Santo Padre advierte que, cada vez más, el concepto de matrimonio se reduce a nada más que «una asociación».
Educándonos en el matrimonio
Probablemente esta es una llamada a reflexionar sobre lo que significa el matrimonio para nosotros. Tal vez ya estamos casados o estamos pensando en casarnos. ¿Cómo estamos viviendo nuestros votos matrimoniales? ¿Nos aferramos plenamente al significado de la dimensión sacramental del matrimonio, y como cocreadores con Dios, estamos totalmente abiertos a una nueva vida? Se nos alienta a educarnos en las enseñanzas de la Iglesia, con respecto al matrimonio y el papel fundamental que desempeña en la familia humana; permaneciendo fieles a los votos matrimoniales a la luz de las dificultades y el sufrimiento; temas como la sexualidad, la planificación familiar natural, el uso de anticonceptivos, el hacer frente a la infertilidad, y la crianza de los hijos. Un buen punto de partida podría ser el de leer y orar con la Teología del Cuerpo, la serie de catequesis dadas por San Juan Pablo II.
«Perder el tiempo» en el acompañamiento de parejas
El Papa Francisco no se centra solamente en el problema que enfrentan los matrimonios de hoy, sino que también proporciona el antídoto. Puede parecer extraño que su solución sea proporcionar ayuda pastoral que «tiene que ser cuerpo a cuerpo» y nos pida «perder el tiempo». Él explica que solo tomándose el tiempo para acompañar a las personas, es que podemos «hacer madurar las conciencias, para curar heridas, para enseñar».
Con demasiada frecuencia, preparamos novios para el matrimonio de manera muy breve, antes de la boda, y luego los dejamos solos. Nuestro párroco recientemente estableció un paralelo diciendo que un sacerdote recién ordenado tiene que estar acompañado de cerca en los primeros cinco años de su sacerdocio, para asegurar que su vocación perdure toda la vida. Del mismo modo, las parejas casadas también necesitan orientación, ya que se encuentran con nuevas realidades en su convivencia. Como Iglesia, si queremos construir buenos matrimonios, tenemos que acompañar a las parejas casadas, sobre todo en los primeros años de su matrimonio. Como el Santo Padre nos dijo: «No se puede preparar novios al matrimonio con dos encuentros, con dos conferencias. Eso es un pecado de omisión de nosotros, los pastores y los laicos que realmente estamos interesados en salvar a la familia».
Esto nos propone realizar una seria reflexión. ¿Qué estamos haciendo para salvar a la familia? Al principio dije que tenemos algunas iniciativas maravillosas para asistir a familias y parejas. Pero creo que el Papa Francisco nos está desafiando aún más. Él nos está llamando a cada uno de nosotros para acompañar a las parejas. Los que mejor pueden acompañar a matrimonios jóvenes son otros matrimonios que tienen toda una vida de experiencias compartidas sobre cómo construir un matrimonio en los buenos tiempos, herramientas para superar las dificultades en la fe y el amor, buenos consejos sobre cómo criar a los niños, y la experiencia práctica en todos los aspectos de la vida matrimonial.
Me parece tan hermoso cuando, de tanto en tanto, en misa, un matrimonio que ha estado casado durante 30, 40, o 50 años, se acerca para pedir una bendición especial. Eso es un testimonio maravilloso de la permanencia del matrimonio y un verdadero antídoto para lo que el Papa Francisco describe como una «cultura de lo provisorio». Pero quizás esas parejas tienen algo más para ofrecer: ¿qué tal si acompañan a jóvenes esposos que todavía están en el inicio de su viaje matrimonial?
La familia es nuestro mayor tesoro… pero podemos hacer más
La familia es nuestro mayor tesoro en Schoenstatt. Pero podemos hacer más. Y no necesitamos programas o estructuras para hacerlo. El mejor testimonio para el matrimonio es casarse; permanecer fieles al sacramento del matrimonio en los buenos y malos momentos; compartir nuestras experiencias con los demás y animar a las jóvenes parejas casadas o los que viven fuera de los votos matrimoniales, a una unión cada vez más profunda entre sí y con Dios, que a través de su amor, hace manifiesto su amor por toda la creación.
Tomándose tiempo – «perdiendo el tiempo» – y caminando con ellos en un acompañamiento personal «cuerpo a cuerpo», retomando las últimas palabras del Santo Padre a la Familia de Schoenstatt sobre el matrimonio y la familia: «Paciencia, paciencia. Una palabra hoy, una actitud mañana».
Todas las fotos: ©Fotografie Felici, con autorización para ser utilizadas solamente en www.schoenstatt.org
gracias Sarah y al grupo de Colaboradores / Voluntarios por este excelente idea: refrescar aquellos mensajes de Francisco a nuestro Movimiento en sus 100 años !
Nos alimentan en el dia a dia … ojala podamos recibir la Gracia de hacer un 10% de tanto que Uds hacen !