Publicado el 2016-10-22 In schoenstattianos

Un gran corazón para los sacerdotes – Requiem por Monseñor Hermann Gebert

ALEMANIA, Claudia y Heinrich Brehm •

Más de 60 sacerdotes de las tres comunidades sacerdotales de Schoenstatt, los miembros del Consejo Internacional de la Familia de Schoenstatt y miembros de las distintas comunidades schoenstattianas, así como familiares de la Selva Negra llegaron el 10 de octubre de 2016 a la Iglesia de Adoración del Monte Schoenstatt en Vallendar, para estar presentes en el funeral de Monseñor Hermann Gebert. El antiguo superior general del Instituto de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt falleció el mismo día en que falleció José Engling, un 4 de octubre, luego de una larga enfermedad. El Arzobispo emérito Dr. Robert Zollitsch, de Friburgo, presidió la misa de exequias y predicó para su hermano de comunidad, “quien siempre se entendió a sí mismo como servidor de Jesucristo, dispuesto a servir en la Iglesia, como servidor de las personas”..

Nacido el 30 de agosto de 1929, en Schramberg, Hermann Gebert conoció y apreció Schoenstatt ya como estudiante secundario, explicó el Arzobispo Zollitsch. Especialmente lo fascinó la frase del P. Kentenich: “Bajo la protección de María queremos aprender a educarnos a nosotros mismos, para llegar a ser personalidades recias, libres y sacerdotales”. Desde su niñez estuvo vinculado a María, quien fue para él modelo y educadora, y quien lo condujo, como él mismo lo reconoció, por el camino de su vocación sacerdotal

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Dedicado y con sensibilidad

Su corazón acogía a cada persona concreta, dijo Zollitsch, junto a aquello que la conmovía.  Su corazón latía muy especialmente por los sacerdotes. La mayor parte del tiempo su servicio estuvo destinado a ellos. Ya un año después de su ordenación sacerdotal fue llamado al Seminario en Rottenburg como ayudante, y luego como docente y vicerrector. Al mismo tiempo trabajaba dirigiendo y animando un círculo interno de su comunidad en Schoenstatt: durante diez años fue el responsable de la comunidad joven. Posteriormente, y por 18 años, fue Rector general del Instituto de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt. Con sensibilidad y con mucho tacto, se puso la tarea de reunificar las distintas generaciones de su comunidad, buscando siempre orientar su actuar de acuerdo al fundador, el P. José Kentenich, a quien visitó en Milwaukee el año 1964, buscando comprenderlo a él y sus intenciones en forma directa, sin filtros. Zollitsch agregó: luego de esta visita, el P. Kentenich habló acerca de un “vicerrector” despierto, interesado, dedicado a las personas, y se mostró satisfecho por su elección como responsable del “joven instituto”:

Años de construcción interior y exterior.

Siguieron años de construcción interior y exterior de la comunidad de los sacerdotes diocesanos. A esta etapa pertenece también el compromiso con Belmonte, el Centro internacional schoenstattiano en Roma, y la construcción del santuario de los sacerdotes y de la casa de los sacerdotes en el Monte Moriah, en Schoenstatt. Sin embargo, según dijo el Arzobispo Zollitsch, “su corazón no le pertenecía ni a las estructuras ni a las construcciones. Su corazón le pertenecía a sus hermanos de comunidad”, al acompañamiento espiritual, a los sacerdotes que participaban en cursos y seminarios, así como también en incontables conversaciones individuales. En esto Hermann Gebert tenía siempre una mirada que abarcaba más allá de su propia comunidad, por ejemplo, los miembros de la Liga de sacerdotes, o los hermanos recién llegados de Sudamérica.

Rostro de la comunidad

Él se transformó en el rostro de la comunidad, sobre todo para los sacerdotes de Schoenstatt de Sudamérica. De igual forma, debido a su larga participación en el Consejo Internacional de la Familia de Schoenstatt, se convirtió sobre todo, en un rostro de Schoenstatt.

En su primera misa que celebró como neosacerdote en Schoenstatt, Hermann Gebert se encontró con jóvenes sacerdotes del grupo schoenstattiano de Karl Leisner. “No conozco otra persona que lo haya fascinado tanto y con quien se haya relacionado tan personalmente como Karl Leisner”, subrayó el Arzobispo Zollitsch. Su libro: “Historia de una vocación”, acerca de la vida y muerte de Karl Leisner pone de manifiesto que para él, Karl Leisner se había convertido no solo en un amigo, sino también en un luchador fascinante y en un modelo para su propio seguimiento de Jesucristo.  Una cuarta parte del libro sobre Karl Leisner lo dedica Gebert al tema “sacrificio e inmolación”. “El sacerdote no está solo para ofrecer el sacrificio, sino también para adentrarse en el sacrificio de Cristo, y convertirse él mismo en ofrenda”. Así describe Zollitsch la actitud de Leisner, que Hermann Gebert había hecho suya y que marcó especialmente sus últimos años de vida.

El misterio de la semilla

En el año 2010, un grave derrame cerebral lo deja sin poder hablar. Desde ese momento Gebert depende completamente de la ayuda y cuidados que se le presten, los que le fueron dados con mucho esmero en la unidad de cuidados especiales de las Señoras de Schoenstatt en el Monte Regina. Zollitsch agrega que así se manifiesta claramente en su vida el misterio de la semilla: el ser uno con Jesucristo en el sufrimiento y en la muerte, como camino hacia la vida. “Nos despedimos de Hermann Gebert con un corazón lleno de gratitud por todas las fuerzas y capacidades que puso a disposición de la comunidad, y que acuñaron marcadamente el rostro interior de nuestra comunidad”.

Ejemplo de amor y entrega sacerdotal.

El P. Catoggio, en su saludo que entregó “en nombre de la comunidad de los Padres de Schoenstatt y del Consejo Internacional de la Familia de Schoenstatt”, mencionó el modo sencillo, humilde, digno y amable de Hermann Gebert, con el que recibía y le daba la bienvenida a todos.   Añadió que él contribuyó mucho para que Schoenstatt se abriera ampliamente y se internacionalizara, convirtiéndose en un lugar a donde se llega con agrado”. Gebert irradiaba mucho amor al padre y fundador, el P. Kentenich. Al estar cerca de él uno se sentía también cerca del P. Kentenich. Y el P. Catoggio agrega que para él, Hermann Gebert es un ejemplo de amor y entrega sacerdotal, y el rostro amable y atrayente de Schoenstatt”.

La última conversación que tuvo con él giró en torno a Karl Leisner. Por eso ahora pide que la corta vida sacerdotal de Karl Leisner y la larga vida sacerdotal de Hermann Gebert atraigan a muchos jóvenes y que él, desde el cielo, continúe actuando en el sentido de su misión de vida.

Inhumación en el Monte Moriah

Hermann Gebert encontró el lugar de su último reposo en el pequeño cementerio de la comunidad en el Monte Moriah, más abajo que la casa paterna de su comunidad. En el encuentro que siguió a continuación, uno de sus sobrinos ofreció una presentación de diapositivas, con miradas en las estaciones de su rica y fecunda vida sacerdotal.

 

Texto completo de la homilía de Mons. Robert Zollitsch, arzobispo em. de Friburgo, Alemania

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Fuente: schoenstatt.de, con gentil autorización. Foto arriba: Brehm. Foto abajo: Neiser

Traducción: Ventura Torres, Santiago, Chile

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