Mons. Francisco Javier Pistilli Scorzara, obispo de Encarnación, padre de Schoenstatt •
El modo cristiano apocalíptico de vivir no usa a Dios o al mal para infundir miedo y sugestionar a las masas ni seduce ofreciendo arcas de preservación o castillos inexpugnables frente al mal.—
No organiza ejércitos de elegidos para derrotar al maligno, tampoco vive obsesionado con teorías conspirativas que intentan destruir a la Iglesia o socavar sus cimientos.
No se alista fanáticamente en una guerra apologética, menos se obsesiona con la presencia del diablo ni se consagra a una vida de rituales de exorcismo.
El modo apocalíptico es el amanecer de aquellos cristianos que conocen que Cristo es el comienzo y el final de su peregrinación
El modo apocalíptico es el amanecer de aquellos cristianos que conocen que Cristo es el comienzo y el final de su peregrinación, y atraviesan con Él los avatares de su historia.
Pertenece a aquellas comunidades que, en la conversión permanente, perseveran unidas y fieles.
Se manifiesta en la luz y en la fe de aquellos que no temen poderes ocultos ni arcanos mistéricos y viven en la certeza de que los males de este tiempo son pasajeros, y que el fin del mundo ya ocurrió para los que siguen a Cristo y solo aguardan su manifestación plena. Todo ha sido revelado.
Es la modalidad de los santos y mártires que ven germinar las semillas del Reino de Dios y la riegan con sus vidas y su sangre, despreocupados de la cizaña y serenos ante el golpe de la hoz, porque han permanecido en el amor de su Señor.
Es el modo de estar presente en este tiempo atentos a Cristo que se revela en los más pequeños, siempre dispuestos a abrazarlos en la misericordia, nuestro pase seguro a la gloria eterna.
El cristiano apocalíptico sabe que su mejor antidiabólico es el simple «Hágase según tu palabra» de María, hacerse niños ante Dios, vivir y morir cada día con Cristo que vence al mal en la humildad, en la mansedumbre, en la bondad y en la valentía de los que nunca renuncian al mayor amor.
Querido Mnsr. Pistilli. Gracias por este artículo, que me ha «obligado» a centrarme. Me ha permitido volver a la Verdad. Me ha permitido serenarme en este tiempo en el que tan fácil es ponerse triste. Nos faltan muchos abrazos y eso nos hace vulnerables. Por aquí hay muchas teorías conspirativas, que intentan destruir a la Iglesia.Lo malo es que muchas veces no son sólo teorías. Son realidades. No hay nada que debilite más que sentirse víctima, porque perdemos la perspectiva. Porque nos envenenamos y descentramos lo importante. Por eso me ha servido tanto recordar que, para vencer al mal, necesitamos «la humildad, la mansedumbre, la bondad y la valentia de los que no renuncian al mayor amor» junto a Cristo.