Publicado el 2020-05-10 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, José Kentenich

Salir de la pandemia

Paz Leiva, España •

Actualmente hay libros de aventuras o de asuntos policiacos en los que uno puede modificar la historia, según va leyendo. Incluso, llegado el final, existe la opción de retroceder en busca de otro desenlace. Yo no tengo esos libros, pero mis nietos los leen. Yo leo novelas. Y lo que me gusta de una buena novela es que el final es fruto de la historia, la vida, las decisiones, las heridas y las caídas de sus personajes. Es arte del escritor que todo encaje y que todo justifique el final. El final es el que es, porque no puede ser de otra manera. —

Conozco personas que están contentas de lo que viven durante el confinamiento. Encerrados en casa hemos descubierto que rezamos más, que nos llevamos de maravilla, que la familia es lo mejor y que tenemos un rincón, con un cuadro de la Virgen, que nos da todas las seguridades. ¿Y después del confinamiento? – Exportaremos nuestro rincón al mundo entero.

Panorama 1

Este es un final posible para cuando termine la pandemia, si pensamos que hubo un hombre que un 20 de enero de 1942, buscó todas las excusas posibles, para librarse de la cárcel y para no ir al campo de concentración. Ese hombre se refugió en un valle, en una capillita y se quedó rezando. Y allí permaneció el resto de su vida.

Todo cuadra. El final corresponde a la vida del protagonista. Pero es que la historia se pudo haber desarrollado de otra manera.

Panorama 2

Retrocedemos a la página indicada. Para cambiar el final, debemos cambiar una decisión del protagonista.

Veamos: un hombre que un 20 de enero de 1942, no se somete a un reconocimiento, para librarse de la cárcel y no ir al campo de concentración. Decide que lo lleven al campo de concentración. Sabe que lo que Dios le pide a él es renunciar a su libertad. Para que Dios regale la libertad interior a sus amigos. Y cambió la vida de un barracón en el campo de concentración. Y escribió un libro a escondidas, donde invita a sus amigos a permanecer unidos y luchar, a escuchar la voz de Dios y obrar en consecuencia para codecidir los destinos de la Iglesia y el mundo. Creyó en la misión salvífica de Occidente y se la jugó. Fue por delante del Concilio Vaticano II, habló de apóstoles laicos, de las nuevas playas. Mantuvo su manera de amar, de pensar y de vivir hasta frente al Santo Oficio. Aguantó también un destierro.

¿Tras las huellas del protagonista, panorama 2?

Y sus amigos, que, en 2020, salieron de una pandemia, lo hicieron como unos jóvenes que nuestro protagonista conoció en 1914. Fueron a las trincheras, a la guerra que se venía encima con la crisis sanitaria, política, económica, social y existencial. Y salieron a servir.

Y también tenían un rincón con un cuadro de la Virgen, que les otorgaba alegría en la esperanza y seguridad en la victoria. Y rezaban, pero como los apóstoles.

Somos hijos de un padre que se la jugó por nosotros. Somos hijos de la guerra. No podemos quedarnos solamente en nuestro rincón rezando. Hay muchas necesidades a nuestro alrededor y éstas no esperan ni se solucionan con una oración.

 

 

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5 Responses

  1. Tita Ravera de Andras dice:

    Querida Paz,
    He tenido una enorme alegría al leer tu artículo, tan concreto y dando el clavo al unir nuestra realidad actual y la historia de Schoenstatt. Son tiempos raros, muy difíciles los que estamos viviendo por esta pandemia que azota al mundo entero, es un juego de dominó: una pieza cae y hace caer todas las otras. Y cómo actúo yo en esta situación? Me quedo rezando guardadita en casa o actúo sirviendo a mis hermanos? Gracias por tu artículo que me remece del letargo…Que Dios y la fiel Matercita te bendigan a ti y a los tuyos y te protejan de la pandemia. Unidas en alianza solidaria.
    Tita

  2. Claudia Echenique dice:

    ¡Gracias, querida Paz, por este artículo! Realmente tienes la mano en el pulso del tiempo (los libros de tus nietos) y el oído en el corazón de Dios, como decía nuestro fundador. Es maravilloso todo lo que has escrito en esta cuarentena y seguirás escribiendo, sin dudas.
    Tu artículo me recordó cuando celebramos los 100 años de la Alianza de Amor en el 2014 y nos preguntábamos «Y en este segundo siglo, ¿qué pasará, qué será de Schoenstatt, cómo vivirlo?
    A aquellos primeros congregantes les tocó ir a la guerra, a nuestro fundador el P. Kentenich, ir a Dachau. A nosotros a causa de la pandemia, nos pidieron que nos quedáramos en casa. Y ahora llega nuestra «postguerra» y nuestro «post Dachau». Tu artículo ilumina este camino…
    Y esto me llevó a releer una serie de notas que fueron publicadas aquí en schoenstatt.org en el año 2015, tituladas «Tres preguntas… sobre el Schoenstatt del segundo siglo de la Alianza de Amor». Hay muchas propuestas interesantes en esas respuestas que ofrecieron casi 50 personas. Les dejo aqui el link para que las lean https://www.schoenstatt.org/es/category/vida/segundo-siglo/

  3. María José Martín Lloret ( España) dice:

    Estupendo artículo. Bien claro nos lo dijo el Papá, dejen ya de peinar ovejas…
    El P. Kentenich se la jugó y nosotros debemos hacer lo mismo, debemos salir a la periferia, que probablemente tenemos a la vuelta de la esquina.
    El Santuario hogar es demasiado valioso para que lo dejemos encerrado en casa. Nuestra misión es regalarlo y regalarnos.
    En mi humilde opinión, Paz Leiva ha dado en el clavo.

  4. José Argüello dice:

    Gracias Paz y sch.org por recordarnos que seguimos siendo una iglesia en salida, pese el confinamiento. Mirar más allá, de nuestra sala, nuestra casa. Tan solo al salir a la calle, ya podemos encontrar al prójimo, que necesite de nuestra ayuda.

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