Publicado el 2020-04-16 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, Voces del tiempo

El boom de signos, profecías, visiones y advertencias en tiempos del miedo

ALIANZA DE AMOR EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS, P. Elmar Busse •

De alguna manera, todos son siempre vulnerables. Pero en tiempos de pánico, alimentados por una mezcla de desconocimiento y amenaza, las profecías, visiones, advertencias y señales en el cielo (o en el fondo de la taza de café, es igual) están en auge, junto con las teorías de conspiración y todo tipo de noticias falsas. De repente, incluso un schoenstattiano serio y realista de la Federación de Familias habla de Nostradamus. ¿Y quién, en tiempos de una pandemia con un resultado incierto, no desearía al menos un nuevo milagro del sol, una aparición de Cristo en las nubes, un milagrito o al menos una respuesta mágica del “teléfono del padre”? —

El pánico es a menudo un peligro mayor que su causa

Harald Martenstein escribió en su columna semanal de la revista Zeitmagazins (Nr. 12 del 12/3/2020):

“Que el pánico como tal puede ser un peligro mucho mayor que su causa, lo demuestra nada mejor que el incidente ocurrido en el Congo en 2010. Un pasajero había pasado de contrabando un cocodrilo en su equipaje de mano a bordo de un avión. El animal se liberó de su envoltorio, estaba muy malhumorado y no fue nada de simpático con sus compañeros de viaje. Todos ellos huyeron en dirección a la cabina del piloto y provocaron que el avión comenzar a descender y girar aceleradamente. Accidente aéreo, 20 muertos. Habría sido imposible que el cocodrilo de tamaño medio se haya comido a tanta gente. Pero admito que incluso yo en este caso habría actuado de forma poco razonable. Tiene mucho sentido una prohibición de vuelo para los cocodrilos».

Lo que el autor expresa aquí con un guiño de ojo criticando el pánico se convirtió en una sangrienta realidad en Alemania: El accidente de la 19ª Love Parade de 2010 fue una catástrofe que ocurrió el 24 de julio de 2010 en Duisburgo. Veintiuna personas murieron y otras 541 resultaron gravemente heridas. El pánico puede ser peligroso no sólo en los estadios o en los aviones, sino que el miedo también es un mal consejero.

Actualmente estamos experimentando un renacimiento de los profetas de la fatalidad y su número será aún mayor cuando el 23 de mayo de 2020 aparezca el cometa “Atlas» en el cielo nocturno y brille más que Venus.

Las catástrofes no son un castigo de Dios. Dice Jesús.

El mismo Jesús se opone a la interpretación de enfermedades o golpes del destino como castigo de Dios. En el evangelio de Juan leemos:

Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. (Jn 9,1-3)

 En el evangelio de San Lucas encontramos el siguiente pasaje:

En esa misma ocasión había allí algunos que le contaron acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque sufrieron esto? Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. ¿O pensáis que aquellos dieciocho, sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, eran más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. (Lucas 13,1-5)

Jesús ciertamente dirige la consternación emocional y la conmoción de los observadores a través de los infortunios a su propia conversión, pero rechaza la interpretación de los infortunios como un castigo.

La desconfianza frente a las advertencias espectaculares también se puede encontrar en la parábola del rico epulón y el pobre Lázaro:

Aquel respondió: “Padre, entonces te ruego que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos, para que les advierta, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.” Pero Abrahán le respondió: “Pero ellos tienen a Moisés y a los profetas. ¡Que los escuchen!” Y aquel contestó: “No lo harán, padre Abrahán. Pero si alguien de entre los muertos va a ellos, sí se arrepentirán.” Abrahán le dijo: “Si no han escuchado a Moisés y a los profetas, tampoco se van a convencer si alguien se levanta de entre los muertos. (Lucas 16,27-31)

El Viernes Santo esto se vuelve dramático cuando los sumos sacerdotes, escribas y fariseos se burlan de él:

—Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él. (Mateo, 27, 42)

En este pasaje se esconde una avidez de sensaciones, sí, una tendencia a ser manipulados: cuando sucede algo espectacular y extraordinario, recién entonces queremos creer.

Schoenstatt: renuncia consciente a los hechos extraordinarios de revelación

Con respecto a estas imágenes bíblicas y frente a la extraordinaria situación en la que nos encontramos, es interesante mirar una vez más la autolimitación metodológica que el padre Kentenich ancló en su espiritualidad: la renuncia consciente a los hechos extraordinarios de revelación (sin negar que éstas existen y que para algunas personas son importantes).

En un estudio, escrito en 1944 en el campo de concentración de Dachau, en el que compara el santuario de Fátima (que él apreciaba mucho) con el santuario de Schoenstatt, escribe:

Una comparación con Fátima nos infunde claridad sobre el asunto. En relación con nuestra convicción de que Schoenstatt es una obra de Dios, paso a enfocar las fuentes de conocimiento de uno y otro lugar [Fátima y Schoenstatt].

Vivimos en una era de irracionalismo y misticismo triunfantes, en una era de debilitamiento de la fe y de la vida de fe. Especialmente en tiempos como éstos, existen muchas personas que para su conversión esperan milagros y signos extraordinarios, visibles, palpables. Parece que Dios, en su bondad y sabiduría tuvo consideración con estas personas haciendo surgir el santuario de Fátima.

Otras personas, en cambio, tienen la fuerza y la gracia de abrazar con seriedad las verdades de la fe y así asumir la vida incluso en sus situaciones más difíciles. En este sentido encuentran un sólido apoyo en Schoenstatt, porque Schoenstatt nunca se basó ni en visiones, ni en profecías, ni en milagros físicos: todo en Schoenstatt descansa en el deseo y la acción de Dios. Deseos y acción de Dios que todo cristiano que tenga fe en la Divina Providencia puede discernir en la vida diaria y en el acontecer mundial”. [1]

Lo formuló de manera similar en su carta de octubre de 1949:

En lo sucesivo Dios habló con más claridad a través de las circunstancias. Año tras año su luz ascendió más y más alto. Su rostro brilló más claro y radiante en medio de la historia de la Familia y del tiempo. Los acontecimientos en torno a Schoenstatt y en Schoenstatt se destacaron cada vez más de la oscuridad del tiempo en forma autónoma y propia, facilitando su interpretación providencialista. La voz de Dios penetró de manera más inteligible en nuestro oído aguzado y constantemente adiestrado. Ella exigió mayores riesgos que no adoptaran ni el rostro ni el peso cotidiano en los tiempos de guerra. Esa voz habló siempre en forma contenida y como desde una gran lejanía… Nunca se nos apareció una mano como en los tiempos del rey Baltasar en Nínive, que pintó misteriosos signos en la pared, revelando así plenamente el futuro; nunca Dios nos habló a través del repentino verdor y florecimiento de una vara defoliada como lo hizo en el pasado a través de la vara de Aarón [Números 17 y siguientes]. Nunca tuvimos visiones, como Cornelio y Pedro (cfr. Hech 10, 1-33), ni sueños a través de los cuales nos hablara como a Don Bosco. No obstante, nos atrevimos confiadamente, año a año, a repetir las palabras del mago egipcio: “Este es el dedo de Dios” (Ex 8, 15). Es Dios quien a través de los signos de los tiempos nos descubre su rostro y nos habla. Lo que faltaba a sus palabras en claridad inmediata exigía un salto mortal para la inteligencia, la voluntad y el corazón. Audazmente lo hemos realizado.” [2]

 

Aquí es donde Dios habla, en la vida cotidiana. En nuestra Galilea, dice el Papa Francisco.
Foto: iStock Getty Images ID:954356678

Terriblemente sobrio: las fuentes de conocimiento del ser, el tiempo y el alma.

Para el Padre Kentenich, además de las revelaciones en la Biblia, las fuentes preferidas de conocimiento para la voluntad concreta de Dios eran el ser, el tiempo y el alma.

  • Existe un “orden del ser”
  • Dios habla a través de las actuales circunstancias y nos deja filtrar su llamado que se encuentra en el tiempo
  • Dios habla a través de las “voces del alma”, es decir, dones, anhelos, alegrías. Dios habla a través de lo que se despierta en el alma propia, en el alma de los demás, en un “alma comunitaria», lo que mueve, lo que se convierte en deseos, alegría, preocupación, tema.

Estas tres fuentes de conocimiento están al alcance de todos los creyentes, pero su uso naturalmente necesita ser entrenado.

Con el énfasis en lo común y en lo que es generalmente accesible, se evitan las zonas de peligro, que se asocian fácilmente con los fenómenos visionarios: es decir, el anhelo, el autoengaño de lo extraordinario mientras simultáneamente se huye de una concepción seria del mundo y de los deberes de la vida cotidiana.”[3]

Esta actitud básica tuvo como consecuencia práctica, que el padre Kentenich se opuso a la entrada de la mística Bärbl Ruess a la comunidad de las Hermanas de María de Schoenstatt. En 1956, María se le apareció tres veces como la Virgen de Schoenstatt. Esta negativa del padre Kentenich la hirió profundamente. Sin embargo, permaneció fiel a Schoenstatt, se casó y más tarde tuvo cinco hijos. Ella siguió siendo una mujer realista, pero nunca dudó de la autenticidad de sus apariciones [4].

Aprender a apreciar de una manera completamente nueva la sobria fe en la Divina Providencia por parte de Kentenich

Al revisar la catástrofe de Duisburgo en 2010, se acusó a los organizadores y a los responsables de dar la autorización, de no haber tomado suficientes precauciones estructurales con respecto a posibles rutas de escape y zonas de almacenamiento.

Lo que sucedió en ese entonces en la vida real también puede suceder mentalmente. El posible pánico y la tendencia a abrir los oídos y los corazones a los apocalípticos “profetas del fin del tiempo» son escenarios de amenaza real. Es por eso que en estos tiempos extraordinarios, es bueno volver a apreciar la metódica autolimitación que el Padre Kentenich desarrolló para su espiritualidad como una barrera contra un excesivo irracionalismo.

[1] ] Kentenich Reader Tomo 2: Estudiar al Fundador; Peter Locher/Jonathan Niehaus/Hans-Werner Unkel/+Paul Vautier, Editorial Nueva Patris S.A. Chile
[2] José Kentenich, Tiempo de cambio, 2.a ed. 1974, págs. 13-15 y 22
[3] Hans Werner Unkel, Leben aus dem praktischen Vorsehungslauben, Patris-Verlag, Vallendar-Schönstatt 1981, p. 105.
[4] Lisl Gutwenger, Die Seherin von Marienfried, Sind Bärbls Leben und Botschaft glaubwürdig? Christiana, Stein a.Rh 1997

Nada fuera de lo común. Simplemente sólo muchos pasos en el claroscuro de la fe. Foto: iStock Getty Images ID:1216675259

Original: Alemán 15/4/2020. Traducción: Tita Andras, Viena, Austria

 

 

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