riqueza wealth

Publicado el 2021-02-27 In Columna - Carlos Barrio y Lipperheide

El valor ético de generar riquezas

Por Carlos Barrio y Lipperheide, Argentina •

Pareciera que hoy no se valora lo suficiente la importancia ética que tiene la generación de riquezas. Es más, diría que las riquezas han sido vistas con un tinte negativo y materialista en vastos sectores de la Argentina, incluyendo al magisterio de la Iglesia. Resultan escasas en las encíclicas papales menciones positivas que nos alienten a generarlas. Se remarca la importancia de distribuirlas para hacer justicia, pero no se enfatiza el valor ético de producirlas. —

Es probable que el peronismo haya colaborado a que, en el inconsciente colectivo de vastos sectores argentinos, exista un cierto desprestigio hacia quien posee riquezas, lo cual se puede observar en la popular marcha partidaria, al expresarse como parte de su ideario la expresión “… combatiendo al capital”.

Este tenso prejuicio de causa-efecto entre riqueza y pobreza, identifica a quien posee bienes (el rico) como aquel que es egoísta y explotador, frente al pobre que padece su falta de acceso y es explotado por el rico. Esto es y ha sido muchas veces así, pero no necesariamente. La teoría de la plusvalía de Karl Marx ha desnudado la explotación capitalista en muchas situaciones, pero también ha llevado a simplificar el análisis, condenando al mundo empresario (los supuestos ricos egoístas), sin las necesarias distinciones que hay que hacer, lo cual ha provocado otra injusticia. Tenemos que salir de este “lecho de Procrustes”, de esta estrecha sábana, que nos impide alcanzar una mirada superadora del conflicto.

¿Cómo se gesta la riqueza?

Sin duda que la apropiación de riquezas es cuestionable, si las obtenemos como consecuencia de la explotación del prójimo y su empobrecimiento. Y en este sentido tienen un pecado de originación, que las hace inaceptables. Pero si ellas fueran el fruto de la creatividad colectiva y de una justa retribución de quienes colaboran para obtenerlas, serían perfectamente válidas loables y éticas.

Es imprescindible que repensemos el concepto de riqueza. ¿Qué es ser rico? ¿Cómo se gesta la riqueza? ¿Quiénes intervienen en su producción? ¿Cómo se distribuye? ¿Es ético perseguirlas y obtenerlas?

La riqueza es abundancia y plenitud, tanto de dones como de bienes. Implica un esfuerzo individual y colectivo, que requiere de nuestro trabajo e ingenio. Nace de los sueños más creativos y sublimes.

Requiere que tengamos

“… sed de aromas y de risas
sed de cantares nuevos”[1]

Y me atrevería a agregar, que también involucra

“…un cantar de mañana que estremezca
a los remansos quietos
del porvenir. Y llene de esperanza
sus ondas y sus cienos.”[2]

Sin esta capacidad de soñar y crear, difícilmente lleguemos a producirla.

Esa fuerza para generar riqueza requiere –según nos dice José Kentenich- que nuestro trabajo sea “… una participación de corazón en la actividad creadora y en la voluntad de donación de sí mismo… que debe despertar y satisfacer la voluntad de forjar y crear…”[3]A través de esta dinámica se multiplicará.

No podremos realizar una actividad creadora si no entregamos nuestro corazón

En esta mirada, el trabajo necesario para producirla debe asociarse y contar con la participación de todo nuestro ser afectivo y vinculativo. No podremos realizar una actividad creadora si no entregamos nuestro corazón, nuestra pasión y nos donamos a nosotros mismos en la obra que emprendemos, a pesar de las dificultades que surjan en el camino. Y para poner el corazón en el trabajo, tenemos que sentirnos plenos con la tarea, vibrar interiormente con la actividad que realizamos, encontrar nuestra vocación y originalidad y convocar a otros para emprender este sueño, trabajando en equipo.

Como decía el empresario Enrique Shaw, “la productividad no es otra cosa que una puerta que se abre, que se abre a todo trabajador, cualquiera que él sea; que le abre o que le permite el acceso a un mejor desarrollo de su personalidad, a la realización de su concepción de la vida, al fin para el cual ha sido creado”.[5]

Sin una actividad que vaya al alma de las personas, es difícil vivir con alegría y esperanzas el trabajo y gestar un mundo de riquezas y logros.

Este proceso creativo, llevado a cabo en equipo, desembocará en la producción de riqueza espiritual y material, que se reflejará en la obtención de bienes y capital.

Así, la verdadera motivación para que participemos de corazón en la actividad creadora de los bienes y servicios, será que no seamos considerados “… como un instrumento de producción”[6] sino “… como sujetos eficientes y sus verdaderos artífices y creadores”.[7] Y esto será posible solamente si construimos una empresa en la que basemos la distribución de la riqueza en la preeminencia del factor trabajo sobre el capital. Como nos dice Juan Pablo II “… el trabajo es siempre una causa eficiente primaria, mientras el “capital” … es sólo un instrumento o la causa instrumental”.[8]

 Los inicios de Apple y Amazon

Vienen a mi memoria los inicios de dos de las más importantes empresas mundiales de nuestros días: Apple y Amazon. Ambas comenzaron desde la nada misma, sin capital, con la única riqueza del talento creativo de sus fundadores.

En el año 1976, en el garaje de su casa, Steve Jobs, funda la empresa Apple, junto a sus amigos Steve Wozniak y Ronald Wayne.

En el año 1994, Jeff Bezos funda desde el garaje de su casa en Seattle, la empresa Amazon, comenzando por el negocio de una librería. Nace con 5 empleados, estando a cargo de su esposa la contabilidad y el sector administrativo. Tuvo pérdidas durante sus primeros 8 años.

¡Qué interesantes cosas ocurren en los garajes!

Hoy, Apple es la empresa más valiosa del mundo, valuada en 2 billones de dólares. Amazon vende diez mil dólares por segundo, se acerca al millón de empleados y está valuada en 1,3 billones de dólares.

El mundo de la abundancia nace en nuestro corazón, en la mirada viva de nuestro interior y en lo que proyectamos e imaginamos hacia el futuro. Por ello, “la auténtica exploración no es la búsqueda de nuevos territorios, sino la que aprende a ver con nuevos ojos”.[9]

Cuidémonos de no guardar la riqueza en graneros

Sin duda que hay mucho que mejorar y corregir para construir un mundo más justo, pero no dejemos de alentar la creatividad, la libertad y los caminos para soñar y llevar adelante nuevas posibilidades de crecimiento.

Tengamos en cuenta que son justamente las riquezas las que van a poder terminar con la pobreza y el hambre, en un mundo que se ha empobrecido dramáticamente como consecuencia del COVID-19.

Cuidémonos de no guardar la riqueza en graneros (Lc 12, 13-21) o desalentar su crecimiento con presiones impositivas asfixiantes como en la Argentina de hoy, ya que un día seremos cuestionados por los dones recibidos para producirlas, “… porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron …” (Mt. 25, 35).

Donación para Dequeni, Paraguay

Donación para Dequeni, Paraguay

[1]Federico García Lorca. Cantos Nuevos. Obras Completas. Ed. Aguilar (1957), pág. 139.
[2]Federico García Lorca. Cantos Nuevos. Obras Completas. Ed. Aguilar (1957), pág. 139.
[3]José Kentenich. “Desafíos de Nuestro Tiempo”. Editorial Patris. 1985. (Textos escogidos del padre Kentenich, “Análisis de nuestro Tiempo”, pág. 15)
[5] Enrique Shaw “… y dominad la tierra”. Editorial ACDE (2010), pág. 27
[6] San Juan Pablo II. “LaboremExercens”, 7
[7]San Juan Pablo II. “LaboremExercens”, 7
[8]San Juan Pablo II. “LaboremExercens”, 12
[9] Marcel Proust. Citado por Ángel Castiñeira y Josep M. Lozano. “El Poliedro del liderazgo”. Ed. Libros de Cabecera (2012), pág. 83

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1 Responses

  1. Sabemos que este es un espacio de intercambio, además de fraterno, de ideas fundamentadas, sobre todo en la Palabra y en la Enseñanza de la Madre Iglesia, a la que debemos amar filialmente:

    Aunque el texto es interesante tengo las siguientes inquietudes:

    -Los planos económicos están dentro de un conjunto de enseñanzas magisteriales llamada «Doctrina Social de la Iglesia»(DSI) , que nació con León XIII (ver lo que en la encíclica Rerum Novarum se indica sobre el capitalismo, ésta es de 1891! Décadas antes del citado peronismo), continuó con todos los Papas hasta hoy. Esta idea de DSI creo no está en el texto explícita ni implícitamente.

    -Es sorprendente y muy curioso que se omita la enseñanza social del Santo Padre Francisco, al que todos debemos obediencia (más que el autor por lo que indicado también sería argentino), sobre el tema de las riquezas y el capital en sus últimas encíclicas «Laudato si» del 2015 y «Fratelli tutti» del 2020: todas disponibles en http://www.vatican.va), donde hay una crítica clara y fundamentada a la acumulación excesiva, a la desigualdad y a la injusticia social, todas desde la Escritura y el Magisterio precedente (no desde concepciones políticas, aunque algunos indiquen eso de forma errónea por desconocimiento o peor: por maldad). El Romano Pontífice, Padre y Pastor Universal del Pueblo de Dios, así puede y debe pronunciarse sobre temas actuales de urgencia, como éste, en consonancia con sus predecesores y sobre todo desde la Escritura y la Tradición.

    -Criticar el sistema económico actual (el «capitalismo salvaje» en palabras de San Juan Pablo II) no es adherir de forma inmediata, maniquea y grotesca a concepciones de «izquierdas», de «socialismos» y menos aún de «comunismos», pues es evidente y dramático que algunos de esos modelos han violado gravísima y sistemáticamente la dignidad humana de millones de personas y de diversas formas como la Unión Soviética u hoy Corea del Norte.
    Así el sistema de mercado puede ser una modalidad positiva no sólo para el crecimiento económico sino también para el desarrollo integral de nuestros pueblos, pero no en su cara neoliberal extrema que los mismos documentos magisteriales denuncian (y múltiples obras de economistas como el Nobel J. Stiglitz), sino en un modelo social de mercado (e insisto que está en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia de Juan Pablo II del 2006, no en autores «marxistas»). Es decir donde hay libertad de mercado y un rol de un Estado presente, transparente y que contribuye a la distribución equitativa de las riquezas: como el modelo escandinavo. Es casi un eco de la idea tomista (retomado por Kentenich en la pedagogía de las vinculaciones y en la organicidad!) en que la concepción católica no puede estar en «ut» (o) sino en «et» (y): es decir no es mercado «o» estado, sino mercado y estado. Ninguno divinizado pues siempre puede caerse ahí en extremismos, violencias y tiranías.

    -A nivel de América Latina no olvidemos la Opción Preferencial y evangélica por los pobres (curiosamente idea también omitida) , iniciada en Puebla (1979) , recordada en Aparecida (2007) y consagrada en el mismo Compendio de la DSI (2004) como elemento magisterial universal. Pero no en una lógica asistencialista, paternalista o de caridad malsana, sino de búsqueda conjunta de las estructuras sociales de la inequidad para soluciones reales y factibles…lo que San Juan Pablo II llamaría «pecado social». Sino parece que los pobres deben vivir de las dádivas, de la migajas de una economía del derrame: Inaceptable para cualquier cristiano. Toda persona que trabaja tiene derechos fundamentales (salud, jubilación, prevención de accidentes, capacitación, descanso- el dominical que es sagrado!-) consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en la Constitución Argentina (de donde es el autor). Concepción de derechos, elemento clave! Y éstos nacen no sólo por estas necesarias concepciones legales universales o nacionales, sino de la dignidad intrínseca de cada persona que es hijo/a de Dios, por tanto nuestro hermano/a!

    Esto no es «izquierda» es el corazón del cristianismo! Somos Hermanos todos! (Fratelli tutti!)

    -En mi personal y humilde concepción nuestra única riqueza debe ser el amor compartido, no el dinero, el que en sí no es malo ni bueno, sino depende del uso que se le de.. Una economía debe tener en el centro a las personas y comunidades, más una que dice seguir el Evangelio de Jesús, el que hizo, nació y murió pobre.
    Así la acumulación excesiva es inmoral y pecaminosa como se ha indicado y el mismo autor señala al inicio si no ha sido desarrollado por el Magisterio es por los motivos ya descritos no desde impresiones subjetivas, emotivas o ideológicas, sino desde el Evangelio y la Doctrina de la Madre Iglesia.

    -Por último se me vienen a la mente y al corazón dos frases, de ningún Papa, ni economista, ni pensador sino:

    «(…) El Señor eleva a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y despide a los RICOS con las manos vacías». (María Santísima en el Magníficat: Lc. 1, 52-53).

    «Nadie puede servir a Dios y al dinero» (Jesucristo: Lc. 16, 13).

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