Publicado el 2021-03-07 In Temas - Opiniones, Voces del tiempo

Elegir y defender la vida es una obligación, una ley dada por Dios a su pueblo

BRASIL, P. Matheus Bernardes •

Este sábado 6 de marzo, el grupo “Padres da Caminhada” (Padres del Camino) publicó una nota sobre la trágica situación que enfrenta Brasil por la pandemia de COVID-19. –

“Padres del Camino” es un grupo de sacerdotes diocesanos y religiosos, activos en diferentes diócesis de Brasil, que se guían por la visión de la Iglesia del papa Francisco: una iglesia misionera, de los pobres y para los pobres.

La nota fue enviada a la sala de redacción de schoenstatt.org por el P. Matheus Bernardes de la Arquidiócesis de Campinas / SP.


NOTA SOBRE LA MAYOR TRAGEDIA
DE LA HISTORIA RECIENTE DE BRASIL

Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra;
yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición.
Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes». (Deut 30,19)

Elegir y defender la vida, sobre todo la de las y los más vulnerables, no es una opción. ¡Es una obligación, una ley dada por Dios a su pueblo! Aquellas y aquellos que están a cargo del pueblo no pueden eludir esta tarea primordial.

Brasil vive días de luto y tristeza: desde el final del mes de febrero pasado, el número de muertes diarias por Covid-19 supera las 1000 e, infelizmente, la tendencia apunta a superar las 2000 muertes diarias en breve. Además, las habitaciones y pasillos de hospitales, centros de salud y salas de emergencia, públicas y privadas, están repletos de pacientes que luchan por la vida.

Los profesionales de la salud —médicas y médicos, enfermeras y enfermeros, todas las trabajadoras y los trabajadores de la administración, el mantenimiento y la limpieza de los hogares de salud— muestran coraje y afirman que Brasil no está perdiendo números; son mujeres y hombres, niños, ancianos y jóvenes, quienes por negligencia de las autoridades ven truncadas sus vidas.

El desdén mostrado por el presidente de la República y las autoridades, alineadas con él, es repugnante. ¡Esto genera indignación ética entre nosotros y debe ser castigado jurídicamente!

Mientras que la población mundial mostraba que el único camino de prevenir la tragedia era el respeto al uso de la mascarilla, la higiene de las manos y, sobre todo, la distancia social, el Sr. Jair Bolsonaro insistía en promover aglomeraciones populares, cuestionando la efectividad del uso de mascarilla y negando los datos de la ciencia.

Con el paso de los meses, la población, muy estimulada por la irresponsabilidad del gobierno, se relajó con los cuidados. Los números también indicarían que la primera ola de contagio estaría pasando. Eso fue motivo suficiente para aglomerarse a finales de año y en los meses de verano. Lamentablemente, Brasil vive hoy la triste repercusión de estas acciones y lo que se vio en Manaos, el pasado mes de enero, comienza a repetirse en otras ciudades: Brasil está sofocado.

El único camino viable para superar la tragedia es la vacuna que se ha utilizado vilmente para avivar la guerra política entre el gobierno federal y los gobiernos estatales y entre los poderes de la República. Como si no bastase la tragedia provocada por el virus, la población brasileña aún tiene que mirar, perpleja, la vergonzosa lucha de poder entre sus gobernantes y representantes.

Las élites políticas y económicas de Brasil no eligen ni defienden la vida; eligen y defienden el poder.

Inspirados en las palabras de la Sagrada Escritura, condenamos vehementemente las acciones que tienen como finalidad la manutención de los privilegios del poder, mientras se desprecia la vida, especialmente la de los más pobres y vulnerables. ¡Es hora de elegir la vida!

El Papa Francisco, en su magisterio pontificio, no se cansa de insistir en un cambio radical para los días de hoy: debemos cuidarnos los unos de los otros y de nuestra Casa Común. Es hora de escuchar el “grito de los pobres y de nuestro planeta”, como el mismo proclamó el 27 de marzo de 2020, luego del inicio de la pandemia.

Queremos solidarizarnos con todas las familias que aún lloran la muerte de sus abuelas y abuelos, madres y padres, hijas e hijos. Recordamos la frase esperanzadora del libro del Apocalipsis: «El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó». (Ap, 21,4)

Ya son 65 los sacerdotes diocesanos que han muerto desde el inicio de la pandemia. El número de padres muertos por el covid-19 aumenta aún más si sumamos a los religiosos. Expresamos nuestra solidaridad con las familias y comunidades que han perdido a estos hermanos nuestros. Acompañamos con la oración la recuperación de los infectados por el virus: sólo entre los padres diocesanos son más de 1400.

Nos solidarizamos con quienes luchan por su vida en los hospitales y centros de salud, también con todas y todos los profesionales de la salud que llevan trabajando, sin cesar, más de un año. Desde nuestras comunidades, sobre todo aquellas que están en las periferias de las grandes ciudades y en los campos de todo Brasil, extendemos la mano a quienes padecen falta de trabajo y de pan.

Unimos nuestras voces a las de los frentes y movimientos populares, de la pastoral social y de los diversos organismos de nuestras Iglesias, de las diversas instituciones de la sociedad civil, científicos e investigadores para denunciar y reivindicar la vida y la dignidad. Exigimos una vacuna urgente para todas y todos, auxilio de emergencia para trabajadoras y trabajadores desempleadas, respeto y cuidado por los pueblos originarios de esta tierra y por los pobres y el fin del odio y los muros que nos separan.

La esperanza viene de Dios y vive en su pueblo. Somos ese pueblo que, unido, camina y sueña con superar, pronto, la mayor tragedia de la historia reciente de Brasil. El momento es trágico, pero las palabras de Jesús a sus discípulos y discípulas resuenan en nuestros oídos y corazones:

“Bienaventurados ustedes los pobres, porque suyo es el Reino de Dios.
Bienaventurados ustedes, que ahora tienen hambre, porque serán saciados.
Bienaventurados ustedes, que ahora lloran, porque reirán”.
(Lc 6.20b-21)

Padres del Camino.

Fotos: Marcelo Morais

Original: portugués 07/03/2021. Traducción: P. Esteban Casquero, Argentina

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1 Responses

  1. Tita Ravera de Andras dice:

    Queridos hermanas y hermanos de Brasil: me uno totalmente a las sabias palabras – o grito- de nuestro Santo Padre Francisco: «debemos cuidarnos los unos de los otros y de nuestra Casa Común. Es hora de escuchar el “grito de los pobres y de nuestro planeta”». Me uno en oración por la situación horrible por la que están viviendo y rezo para que las autoridades y los miembros del gobierno actúen en favor del bien común. Que Nuestra Señora de Aparecida bendiga a su pueblo, lo proteja y conduzca a los responsables a tomar las desiciones correctas para el bien de todos.
    Un saludo con mucho cariño desde Viena, Austria
    Tita Ravera de Andras

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