Publicado el 2013-08-15 In Francisco - iniciativas y gestos

Un Schoenstatt que sale a la calle

ARGENTINA, mca. Atentos a los reiterados pedidos del Papa Francisco, la Campaña de Argentina muestra cómo – siempre y cuando encarne el espíritu de Don Joao y sea fiel a su origen – da respuesta en todo sentido. De ahí el peligro de modificar o tergiversar este espíritu que le imprimió Don Joao, tal como está reflejado en el Documento de Consenso 1989 aprobado por el Consejo General: «La Campaña no es una metodología pastoral eficiente. Es un proceso de vida surgido de la irrupción de gracias del Santuario, una corriente arraigada en una historia concreta, anudada inseparablemente a la existencia de don João y a la semilla fecunda sembrada por el Padre Kentenich en esta tierra y en su corazón».

Les ofrecemos como inspiración a todos la carta del Padre Guillermo Carmona, Asesor Nacional de la Campaña, uno de los primeros documentos si no el primero, fuera de schoenstatt.org, en sintonizar claramente con el llamado y ejemplo de Francisco y la vocación misionera de Schoenstatt. O sea, el Schoenstatt con sello del 2014. Con sello de Francisco y en alianza solidaria con él.

Queridos Misioneros de la Campaña del Rosario,
En este mes, en que celebramos la fiesta de la Asunción de María, llego a ustedes para enviarles un cordial saludo y algunas líneas inspiradoras.

Quiero compartirles una inquietud que me ocupa la mente y el corazón en el último tiempo: “El aporte de la Campaña a los acentos pastorales y eclesiales del Papa Francisco”. Tengo la certeza interior que nuestra “esforzada Campaña” es una gran respuesta a los anhelos del Santo Padre. Partiré preguntándome: “¿Cuáles son los rasgos de la Iglesia que Francisco acentúa especialmente? Luego los pondré en relación con la Campaña.

En primer lugar: es una Iglesia que sale al mundo. Iglesia misionera.

Él afirma en una carta que envió a los obispos argentinos, en abril:

“Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma en la atmósfera viciada de su encierro. Es verdad también que a una Iglesia que sale le puede pasar lo que a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Ante esta alternativa, les quiero decir francamente que prefiero mil veces una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma. La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella mujer del Evangelio. Es una especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual y al clericalismo sofisticado, y luego nos impide experimentar “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”.

La Campaña es misionera por excelencia. Sus portadores son misioneros y su esencia es salir, como María, a visitar, a ir a los lugares donde se la necesita, para llevar a Jesús, la alegría, la redención y la gracia.

En segundo lugar: es una Iglesia que va a la periferia.

Esta línea pastoral la tenía ya Francisco como Arzobispo de Buenos Aires. La periferia debe entenderse en un sentido geográfico y anímico: aquellos que están lejos del centro. A los sacerdotes, lo mismo que a los Obispos, les preguntaba si tenían “olor a oveja”… Hay que ir a los lugares apartados de la fe y no quedarse en la sacristía o en los despachos parroquiales.

La Campaña va a la periferia en ese doble sentido: lugares apartados, donde el sacerdote y los agentes de pastoral no llegan. Pero también visita a aquellos que están alejados de la Iglesia, que están lejos de los sacramentos, pero que quieren a María y la reciben con amor de hijos.

Tercero: es una Iglesia que no discrimina y, por tanto, sirve a todos.

Me impactó la respuesta del Papa a uno de los periodistas, que en su viaje de regreso a Italia, le preguntó sobre los homosexuales: “¿Quién soy yo para juzgarlos?”. Su línea pastoral es celebrar el bautismo a quienes lo deseen, con acercar a los matrimonios en nueva unión, con buscar a las ovejas perdidas: hoy, más afuera que dentro del redil.

La Campaña cubre esta expectativa del Papa. No pregunta si los que la reciben están en situación “regular”, si llevan una vida sacramental o están casados legalmente. A todos los ama la Virgen. Me emociona la Campaña llegando a las cárceles, a las mujeres embarazadas, a los angustiados; incluso, a gente de otras religiones, que están abiertos a recibirla.

Cuarto: una Iglesia que testimonia a todos su fe.

Una Iglesia que no se calla, que no “balconea”, como les pidió a los jóvenes en Brasil. Una Iglesia que no se amedrenta ante las dificultades del mundo y el rechazo de algunos. Es servidora de la vida, del hombre y, por tanto, de Dios.

La Campaña es “la pastoral del futuro”, decía el Padre Kentenich a los sacerdotes alemanes cuando le preguntaron sobre el tema. Los misioneros testimonian su fe, no se callan, saben que María es la gran misionera y que por tanto obrará milagros. Sirve a la vida dentro de las parroquias (las mil avemarías, por ejemplo), como fuera de ellas.

Quinto: es una Iglesia pobre y que vive la pobreza.

No es necesario abundar en explicaciones. Los muchos gestos del Papa y sus palabras indican un giro sustancial en este aspecto de la Iglesia. Dentro de los misioneros de la Campaña, encontramos gente de todas las condiciones sociales, por lo general, gente humilde pero con enorme fe. El pobre es aquél que depende de Dios porque sabe que sólo Él tiene verdadera riqueza.

Sexto: una Iglesia comprometida con los hombres.

Nuevamente, el Papa a los obispos argentinos:

“La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella mujer del Evangelio… Les deseo a todos Ustedes esta alegría, que tantas veces va unida a la Cruz, pero que nos salva del resentimiento, de la tristeza y de la soltenoría clerical. Esta alegría nos ayuda a ser cada día más fecundos, gastándonos y deshilachándonos en el servicio al santo pueblo fiel de Dios”.

La Campaña va tomando muy en serio este compromiso con todos los hombres, de todas las condiciones y en todas sus circunstancias. Vean a esta luz las modalidades, en especial las que sirven a los que están solos y más necesitados.

Séptima: es una Iglesia mariana y por eso muy respetuosa de todos.

La prédica del Papa en Aparecida es de una densidad mariana y una ternura filial que conmueve. María tiene que estar en la nueva evangelización, llevando alegría, bondad, confianza, dedicación, estímulo, fidelidad generosa y humilde. “La Virgen nos enseñará el camino de la humildad y ese trabajo silencioso y valiente que lleva adelante el celo apostólico(de la misma carta a los obispos).

La Campaña de la Virgen peregrina la lleva a Ella, actualizando la Visitación, Caná de Galilea, Nazaret y el Cenáculo. ¡Ella es la gran protagonista!

Enormes coincidencias, por cierto. ¡Cómo no ponernos manos a la obra y sentirnos especialmente motivados cada día! Hago mío el final de la carta de Francisco, que mencioné en varios pasajes, para decirles desde el Santuario: “Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”.

Unidos a ustedes, siempre,

P. Guillermo Carmona

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Publicado el In Francisco - iniciativas y gestos

Un Schoenstatt que sale a la calle

ARGENTINA, mca. Atentos a los reiterados pedidos del Papa Francisco, la Campaña de Argentina muestra cómo – siempre y cuando encarne el espíritu de Don Joao y sea fiel a su origen – da respuesta en todo sentido. De ahí el peligro de modificar o tergiversar este espíritu que le imprimió Don Joao, tal como está reflejado en el Documento de Consenso 1989 aprobado por el Consejo General: «La Campaña no es una metodología pastoral eficiente. Es un proceso de vida surgido de la irrupción de gracias del Santuario, una corriente arraigada en una historia concreta, anudada inseparablemente a la existencia de don João y a la semilla fecunda sembrada por el Padre Kentenich en esta tierra y en su corazón».

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1 Responses

  1. Silvia Sibay dice:

    Excelente carta del P, Carmona, encarnando la esencia misma de la Campaña del Rosario.
    Plasmaría mi experiencia personal en lo siguiente:
    Ser misionero es salir cada día con la imagen peregrina, sin pensar que hace frío o calor. Sabemos que la están esperando,
    Ser misionero es llegar a cada hogar con el corazón en la mano y una sonrisa en los labios.
    Ser misionero es conocer las miserias humanas y tratar de aliviarlas, es llegar a hogares acomodados y también a los más precarios.
    Es marchar por los caminos con un rosario en la mano cuando las fuerzas parecen abandonarnos.
    Es darnos sin esperar nada a cambio, sólo la alegría de haber acercado alguien a Dios.
    Ser misionero es llevar consuelo a un enfermo, rezar con él y con su familia.
    Ser misionero es testimoniar con la vida lo que queremos predicar. Regalar ese tesoro incalculable que el P. Kentenich nos dejó de herencia y que Joao Pozzobon supo atesorar y compartir, en alianza solidaria.
    Por eso, con enorme alegría escuché las palabras de nuestro Papa Francisco. ¡Es hora que todos nos pongamos en camino!

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