Publicado el 2019-04-13 In Alianza solidaria con Francisco, Iglesia - Francisco - Movimientos

Vivir la solidaridad en el Mediterráneo … y más allá

ALEMANIA, redacción •

En la actualidad, Europa se ocupa principalmente del Brexit. ¿Los británicos se van, cuándo se van, cómo se van….? Y uno se pregunta cómo es posible que la idea europea, aquella idea de una Europa unida y libre, haya perdido de tal manera su luminosidad y que se haya reducido a algo meramente  de interés económico.  Mientras tanto, miles de migrantes y refugiados están muriendo en el Mediterráneo. El Cardenal Marx, Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, hizo una clara declaración el último fin de semana con motivo de la entrega del Premio Lew Kopelew para la Paz y los Derechos Humanos a la iniciativa privada de rescate marítimo «Mission Lifeline». Cristiano,  y en la línea del Papa Francisco, que siempre recuerda a los Estados y a los pueblos de Europa más solidaridad y simplemente, humanidad.—

Publicamos el saludo del Cardenal Marx en el texto  siguiente. Y sus palabras y las del Papa Francisco se aplican mutatis mutandi a todas las fronteras donde los migrantes y refugiados se ahogan, mueren de hambre, mueren de sed y desesperación. Al mismo tiempo, las palabras del Cardenal Marx hacen recordar a la tensión creadora entre el espacio oficial y el espacio libre, y el rol de lo oficial – institucional en al menos dejar existir y actuar las iniciativas libres que le complementan y en muchas ocasiones hacen lo que lo institucional nunca podría concretizar. No solo en el Mediterráneo. Nj.

 

En los últimos cinco años, que sepamos, unos 18 000 refugiados e inmigrantes se han ahogado en el Mediterráneo: hombres, mujeres y niños que buscaban una vida de libertad, seguridad y dignidad y que, en cambio, murieron en esta frontera exterior europea. En la antigüedad, el Mediterráneo era una zona de conexión entre Europa, África y Oriente Medio. Hoy en día parece ser sobre todo una habitación de aislamiento. Como declaró el año pasado la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, el Mediterráneo se ha convertido en la vía marítima más mortífera del mundo para quienes buscan protección.

El Papa Francisco recuerda una y otra vez a los países de Europa su responsabilidad humanitaria. En julio de 2013 hizo conscientemente su primer viaje como Papa a Lampedusa, donde conmemoró con palabras contundentes a los muchos ahogados: «¿Quién lloró por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién lloró por la gente que estaba en el bote? … Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar, de sufrir con los demás’: ¡La globalización de la indiferencia nos ha privado de la capacidad de llorar!»

Como cristianos no debemos resignarnos simplemente a la miseria y a la necesidad de la gente. La diferenciación y el bloqueo contradicen el mensaje de Jesucristo. Más bien, estamos llamados a vivir la caridad y la solidaridad activa. Los salvadores del mar muestran lo que esto puede significar en términos concretos: Con un gran compromiso personal, ayudan allí donde la mayoría de nosotros preferimos mirar hacia otro lado.

Los Estados de Europa no deben eludir la obligación ética y jurídica internacional de rescatar en el mar. Si ellos mismos no garantizan suficientemente el rescate marítimo, deben al menos dejar que los rescatadores de la sociedad civil actúen. Por el momento, parece que ocurre lo contrario: Se reduce el rescate estatal y se bloquea el rescate no estatal. Ciertamente, el rescate marítimo de la sociedad civil no es una solución política a los principales problemas de huida y migración en el Mediterráneo. Pero precisamente porque los Estados de Europa aún no han encontrado una solución, el compromiso de los socorristas marítimos sigue siendo indispensable: en primer lugar, para salvar vidas humanas, pero también para desafiar la acción política.

La iniciativa de rescate marítimo de Dresden «Mission Lifeline» y su capitán Claus-Peter Reisch reciben hoy el Premio Lew Kopelew para la Paz y los Derechos Humanos. Usted, querido capitán Reisch y queridos camaradas de «Mission Lifeline», no ha sido disuadido por las dificultades. Más bien, la máxima de que las personas que se ahogan deben ser rescatadas era y es válida para usted – ¡sin ningún pero! Especialmente en tiempos en los que el viento es más fuerte, defiendes a la humanidad.

Los derechos humanos carecerían prácticamente de sentido sin el derecho a la vida. Por eso es justo y apropiado honrar el compromiso incansable de salvar vidas humanas con un premio de derechos humanos. Les felicito calurosamente por este premio. Le deseo la rica bendición de Dios para su futuro compromiso.

 

Original: alemán, 08.04.2019. Traducción: Maria Fischer, Alxandra Kempff, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia

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