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Publicado el 2023-10-11 In Temas - Opiniones

¿Un Schoenstatt “mesiánico”?

Por Eduardo Arnouil y Patricio Young, Chile •

Muchos documentos han sido citados en esta búsqueda real de los motivos y el sentido del exilio del fundador en Milwaukee. Este nos ha parecido de gran importancia por la relevancia de quién lo escribe. —

En 1955 hubo un intercambio epistolar entre don Manuel Larraín Errázuriz[1], entonces obispo de Talca y jóvenes universitarios de nuestra familia de entonces: Clemente Silva C., Hernán Krause V., Hernán Alessandri M. y Ricardo Claro Valdés.

Don Manuel Larraín fue encomendado en 1953 por la entonces Comisión Episcopal para estudiar los fundamentos de las objeciones, que esta institución había recibido sobre el Movimiento de Schoenstatt y entrega su informe el 30 de enero de 1954

A raíz de ese informe estos estudiantes le envían una carta haciéndole algunas consultas. En su carta de respuesta, presenta las objeciones que tiene en relación al Movimiento y su fundador. Por la naturaleza de este artículo, daremos preferencia a la visión de monseñor Larraín por encima nuestros comentarios.

1.-Un movimiento mesiánico

En el diálogo de respuesta a estos jóvenes les señala:

“La primera cosa que llama la atención es el conjunto de frases vagas e imprecisas usadas alrededor del Movimiento, que pueden dar lugar a interpretaciones gravemente peligrosas… En “Schoenstatt Iglesia en miniatura”, “Schoenstatt creación predilecta de Dios”, “tesoro de fe en Schoenstatt”, “hombre de Schoenstatt, nuevo tipo del hombre cristiano”. Les declaro francamente, que a mi juicio todas estas frases tienden a producir peligrosa desorientación espiritual”.

Con este texto, él confirma la crítica que ya había sido señalada en el decreto complementario del Santo Oficio para las Hermanas de María del 10.8.1951, y en el decreto del Santo Oficio dirigido al P Kentenich del 27.11.1951.

En ambos en el punto 2 señala a las hermanas y al fundador:

“Quedan totalmente prohibidas (al fundador abstenerse) expresiones que podrían dar pie a errores y que en efectivamente lo dan, tales como, por ejemplo, ‘Schoenstatt es una creación y ocupación predilectas de Dios’; ‘misterio de Schoenstatt’; ‘fe en Schoenstatt’ o bien ‘fe en el misterio de Schoenstatt’, ‘acervo de fe de Schoenstatt’ y otras de este tipo”. 

De igual manera, señala en las normas para los sacerdotes de Schoenstatt de parte del P. Tromp, decretada por el Santo Oficio el 7.9.1952 en su punto 10:

“Queda totalmente prohibido usar giros como ‘Schoenstatt es la obra predilecta o la creación predilecta de Dios; fe en Schoenstatt; misterio de Schoenstatt; fe en el misterio de Schoenstatt; creer en Schoenstatt; acervo de fe schoenstattiano; creer en la Iglesia como esta se revela en Schoenstatt’; se prohíbe asimismo transferir al así llamado misterio de Schoenstatt el credo tal como es pronunciado por los bautizandos o sus padrinos: y ciertamente porque todo lo mencionado se da pie a errores y a una falsa conciencia de misión”.

Esta crítica, de las prohibiciones de los decretos, y de otros documentos, fueron totalmente ignorados por el fundador, las hermanas, los padres y el movimiento.

Quienes nos incorporamos muy posteriormente seguimos escuchando estas frases, sin ningún reparo.

Es dable entender que este tipo de afirmaciones que presentaban a un movimiento mesiánico dentro de la Iglesia naturalmente generaría una crítica, una distancia, una consideración de gueto y natural animadversión por su falta de humildad.

Monseñor Larraín, continua en su carta:

“Schoenstatt tiene, a la luz de los escritos y declaraciones de sus dirigentes y miembros una misión universal y permanente en la Iglesia, “el (Schoenstatt) es la respuesta a las grandes necesidades de la Iglesia de hoy y de mañana”. Permítanme que les diga que yo no puedo aceptar ni para Schoenstatt ni para ningún otro Movimiento esa universalidad en el tiempo y en el espacio, que es privilegio único de la Iglesia. Por tanto, también encuentro esa afirmación gravemente peligrosa”.

Más adelante explicita su crítica a este carácter mesiánico.

“Hallo en todas las declaraciones y actitudes de Schoenstatt, un mesianismo que puede dar lugar (la historia lo comprueba) a exaltaciones, a orgullos, y a creerse depositarios de una misión que no poseen. A este propósito, si bien es cierto que el Espíritu Santo promueve en la Iglesia diversos Movimientos llamados a desempeñar una misión particular, es también verdad, y esto no debe jamás olvidarse, que la misión estrictamente tal no existe, mientras la Iglesia jerárquica no la aprueba y ratifica”. 

2.-Un movimiento que parece sustituir a la Iglesia

La segunda crítica que hace monseñor Larraín consiste en la sustitución de la Iglesia por Schoenstatt.

“Así se da el nombre de ideales típicamente schoenstattianos a doctrinas que son patrimonio de todos los católicos sin necesidad de pasar por Schoenstatt para recibirlas y vivirlas. Se le atribuye a Schoenstatt misiones que son de la Iglesia universal y que ningún movimiento particular puede apropiárselos. Sirven como ejemplo frases como esta: “este es el contenido del misterio de Schoenstatt, el misterio de Cristo aplicado a impulso del Espíritu Santo, a nuestro tiempo y a sus problemas.” De modo que el misterio de Cristo, aplicado a nuestro tiempo y a sus problemas (sin ninguna restricción) no es la Iglesia sino Schoenstatt. ¿Cómo quieren mis estimados amigos, que un obispo no sienta temor ante afirmaciones como estas?”.

Posteriormente hace una reflexión sobre el carisma y les dice:

“Hay diversas espiritualidades en la Iglesia. El Espíritu Santo las inspira y son un signo de vitalidad. Cuando la Iglesia en una forma u otra las aprueba podemos mirarlas con confianza. Schoenstatt pretende ser una espiritualidad. No lo niego y encuentro en ella muchas características que me agradan. Pero, se puede alegar que porque esta espiritualidad está basada en la devoción a María su escuela ascética es superior a la de las escuelas tradicionales diversas. Acaso las otras escuelas tradicionales no están basadas en los grandes dogmas la paternidad de Dios, la incorporación a Cristo, etc. ¿No hay también otras escuelas espirituales de tipo mariano? Esa superioridad la encuentro sumamente peligrosa, entre otros motivos, porque engendra subconscientemente el orgullo espiritual que es el peor de todos los orgullos y, además, porque puede con facilidad dar origen a un espíritu de secta”.

Agrega monseñor Larraín en su misiva, un texto bastante fuerte para el grupo de jóvenes a quienes responde.

“Además, el presentar a una juventud una espiritualidad que aparece superior a las otras, con misión universal, que está creando un nuevo tipo de hombre y que va a remediar las necesidades de la Iglesia, de hoy y de mañana, es, por lo antes dicho, ilusionar. Y toda ilusión al apartar de la realidad, es peligrosa”.

Es hora de una revisión crítica de nuestro caminar como movimiento, sin caer ni en la autocomplacencia ni en la autoflagelación. Para ello nos parece de gran valor conocer la visión de monseñor Larraín, un obispo señero, de gran influencia en el continente y en Roma, que falleció en un accidente a los 65 años.

Conocerlo y analizarlo hoy nos parece de una gran claridad y nos muestra algunos importantes errores que nos han marcado hasta el presente y que se han agravado con la falta propia de la desobediencia a nuestra Iglesia.

lenguajeCartas originales

Cartas originales

¿Y ahora, qué?

Nos parece que es hora de que todo este lenguaje ampuloso y mesiánico sea erradicado de nuestro lenguaje, no sólo por nuestro compromiso de fe que se expresa en hechos y no en palabras, sino por la necesaria mayor cercanía y sintonía del movimiento con la Iglesia. Solo así tendremos una más alta empatía con su realidad y prestaremos un humilde servicio para su transformación, desarrollo y crecimiento.

Solo el tiempo y la historia dirá de sus frutos.


[1] Don Manuel Larraín Errazuriz, fue un egresado de derecho que hace sus estudios teológicos en la Universidad Gregoriana en Roma, donde es ordenado en 1927. Fue durante muchos años secretario de la Comisión Permanente del Episcopado Chileno y presidente de la Comisión del Episcopado para el Apostolado Laico. Tuvo destacada participación en la fundación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), siendo elegido primer Vicepresidente en su primera directiva y en 1964 designado Presidente, hasta su muerte. Fue miembro de la Comisión del Apostolado Laico, con importantes trabajos y ponencias, en el Concilio Ecuménico Vaticano II.

 

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11 Responses

  1. José María Fuentes dice:

    No dispongo de las cartas a y de Monseñor Manuel Larraín como para dar una opinión sobre su contenido. El tener un lenguaje propio con el cual identificarse es algo natural en todo grupo humano y, en particular, en los grupos religiosos. Que Schoenstatt tenga un lenguaje que refleje la conciencia de la elección de Dios y el carisma propio de su servicio a la Iglesia y al mundo no es algo negativo; es algo positivo y refleja su deseo y voluntad de ser fiel a ese regalo y al llamado de Dios asociado. La alternativa nos recuerda la cita «si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres» (Mt 5,13).

    • El solitario Deodato dice:

      Primero católicos, luego schoenstattianos. Y en todo caso, el lenguaje empleado en cada familia religiosa o movimiento apostólico debe ser claro y que no preste lugar a confusiones que pueden desorientar espiritualmente. Y su postura de querer tapar el sol con un dedo, normalizando un lenguaje ambiguo y que hace parecer a Schoenstatt como «la gran solución» es un juicio temerario, y que como decía el ilustre obispo monseñor Larraín en sus propias palabras: «el orgullo espiritual que es el peor de todos los orgullos y, además, porque puede con facilidad dar origen a un espíritu de secta”.

      Que Dios y la MTA limpien de la necedad espiritual y de la soberbia al movimiento.

  2. PRS dice:

    Gracias a los autores. Se entrega una importante fuente de información y sobre todo de reflexión. Pienso que probablemente todos alguna vez escuchamos este tipo de expresiones a las que se refiere tan certeramente Mons Manuel Larraín Errázuriz.

    Los años, el tiempo, la madurez intelectual y sobre todo espiritual, nos lleva a poder entender que estas expresiones no conducen a nada bueno. Roguemos para que Dios y nuestra señora lleven a muchos a la claridad.

  3. El solitatorio Deodato dice:

    HMA = Usted justamente encarna esa superioridad de la que monseñor Larraín dio advertencias en su época. Más le valdría pedir perdón y reconocer su espíritu poco cristiano de ponerse de ejemplo para los demás. Una actitud muy schoenstattiana.

  4. HMA dice:

    A los autores y editores: por favor ¡evolucionen! Es lamentable comprobar reiteradamente la ignorancia del desarrollo histórico de Schoenstatt. Podrían informarse con el P. Aguirre y el P. Strada… Que el Espíritu Santo los Ilumine.

    • Rafael Mascayano Medo dice:

      Estimada HMA, en concreto ¿a qué te refieres?

    • Patricio Young Moreau dice:

      Nos gustaría saber cuáles son sus objeciones. Solo así podremos reflexionar y dialogar al respecto. Emitir juicios en el aire no sirve de mucho

    • Manuel de la Barreda dice:

      Me parece una falta de educación que en un medio como este, donde todos nos identificamos, se critique un artículo desde el anonimato.

  5. Juan Zaforas dice:

    Gracias Eduardo y Patricio por esta nueva y valiosa información. Es fundamental que todos tomemos buena nota de todo ello y cómo bien proponen, erradicar ese lenguaje de nuestras conversaciones, textos, oraciones,…
    Es un tema que ya se viene cuidando desde hace tiempo en schoenstatt.org y que sería muy deseable se extendiera este cuidado.

  6. Rafael Mascayano Medo dice:

    Monseñor Manuel Larraín ordenó como sacerdotes al primer grupo de sacerdotes chilenos schoenstattianos, el 16 de julio de 1961 en Friburgo, ya que en ese momento no eran Pallotinos ni aun estaba creado el Instituto de los Padres de Schoenstatt.

    • Rafael Mascayano Medo dice:

      Debo rectificar algunos errores: Don Manuel Larraín ordenó al tercer curso de padres chilenos, y en ese tiempo eran seminaristas Palotinos y continuaron como tales hasta la formación del Instituto de los Padres de Schoenstatt.

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