Casa Madre de Tupãrenda: Un valiente más que llega a la meta

Casa Madre de Tupãrenda, Paraguay, Rossana Insfran •

Llegó el gran día: la graduación de José. En una tarde soleada, acompañado de la alegría de sus compañeros, las autoridades, los educadores y familiares, José Guadalupe vivió el día más importante de su vida, y no podemos dejar de contar un poquito la experiencia de vida que hace que este día sea más que especial. —

José es una persona con mucha historia en la calle, con sueños frustrados por un pasar familiar difícil y que, como todo joven sin rumbo, tomó una mala decisión, que cambiaría su vida y lo llevaría a durísima experiencia de ser privado de su libertad.

Con su mamá, sus hermanos, su pareja y sus 2 hijos: 3 años y 2 meses

Un encuentro en la cárcel cambió su vida

En una oportunidad, esa experiencia de cárcel lo condujo hacia una persona que tocó su corazón, un corazón de oro que hasta ese momento él no sabía que lo tenía. Decidió seguir los consejos del padre Pedro Kühlcke y aceptó seriamente cambiar su vida. Así empezó su camino hacia Casa Madre de Tupãrenda (CMT).

Sus primeros tiempos en el programa fueron muy difíciles, José se movía entre dudas y deseos de desistir, pues su entorno de consumo de drogas hacía más difícil su caminar.

Tres veces admirable. Sí, pues tres veces lo intentó

Tal es así que tuvo que intentarlo en tres oportunidades distintas; ingresó tres veces en el programa de Casa Madre, y recién en esta última él estaba más que decidido a terminarlo.

Cada día que pasaba en ese su nuevo hogar, que llama Casa Madre de Tupãrenda, era una batalla ganada. Aprendía y aplicaba en su vida diaria todo lo que nunca pensó que era una ayuda para lograr ese cambio que necesitaba, pues ya tenía una familia formada con un hijo. Se armó de valor y comenzó a soñar una calidad de vida diferente, donde la meta era superarse y ser el orgullo de su madre y un buen padre para sus hijos.

Ser un buen padre para sus hijos

Sí, hijos pues se sumó un nuevo integrante a la familia. Así comenzó a forjar su futuro adquiriendo valores fundamentales para alcanzar su objetivo. Con mucho esfuerzo, dedicación y responsabilidad logró lo que parecía imposible, levantar su propia habitación para ofrecer seguridad y un descanso digno para él y su familia.

Mes tras mes, fue acompañado por cada educador que lo guio hasta la meta. Su pasar por Casa Madre dejó muchas anécdotas, algunas de frustración, porque parecía que las cosas no iban a salir como las esperaba; otras de satisfacción, pues todo eso implica crecer como persona.

Su fortaleza espiritual y su devoción hacia Dios hicieron posible que se mantuviera firme y culminara el programa con éxito y orgullo, no solo para su familia sino para todos los que formamos el equipo de CMT.

Sus palabras diarias “Con la ayuda de Dios todo es posible, él es mi fortaleza” y “un día a la vez”, se las repetía una y otra vez, hasta lograr la meta soñada.

José, otro valiente que descubre que tiene un corazón de oro.