Publicado el 2020-05-19 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus

La coronación de la Mater en Chile: una ceremonia muy especial por tantas razones

CHILE, P. Juan Pablo Rovegno Michell, director del Movimiento de Schoenstatt en Chile •

Desde hace algunos años, hemos venido experimentando como país un tiempo de cambios y crisis profundos. Las causas son diversas y en el centro ha estado la Iglesia, la sociedad organizada y la cultura.  Como Familia de Schoenstatt Nacional, estas circunstancias también nos han afectado e interpelado a recorrer un proceso de revisión y renovación. Este fue el gran objetivo de la Jornada Nacional de Dirigentes 2019, en la que reflexionamos, dialogamos y confrontamos tres temas centrales: el ejercicio de la autoridad, el diálogo con la realidad y nuestra forma de trabajo como familia. —

Nuestra misión encuentra una oportunidad privilegiada e insoslayable para actualizarse en el contexto actual, lo que implica la humildad necesaria para reconocer lo que no hemos sabido plasmar y trasmitir, así como toda la vida que se ha despertado y desarrollado.

En este contexto de crisis y cambios se produjo, en forma sorpresiva y violenta, el robo de la corona de la misión y del tercer hito de la familia en nuestro santuario de Bellavista. Un hecho incomprensible, que ha acompañado en el trasfondo los momentos más dolorosos de nuestra crisis eclesial de 2018 (que también nos ha afectado directamente) y la crisis social, que se detonó el 18 de octubre de 2019.

Este último acontecimiento, por su envergadura y proyección futuras, por las fracturas sociales y políticas que ha mostrado, unido a la esperanza de un Chile más justo, digno, fraterno y solidario, despertó en forma bastante generalizada la necesidad de devolverle la corona de la misión a la Mater en Bellavista, iluminando un proceso de familia que nos permita renovarnos en nuestra misión, con toda la urgencia y actualidad del hoy.

A esto se sumó la dolorosa pandemia del coronavirus, lo que muestra la fragilidad de toda la humanidad y la necesidad de reconocer nuestro desvalimiento y, a su vez, nuestra irrenunciable colaboración, no solo para ser corresponsables y solidarios como pueblos y comunidad internacional, sino también como la posibilidad de reflexionar y revisar el tipo de sociedades y relaciones que hemos construido.

Ante este escenario mundial, la corriente de coronación se desbordó y surgió la urgencia de coronar, en el contexto de la incertidumbre y la petición por salud y protección. Así fue como el 15 de abril se vivió como una experiencia generalizada de coronación.  La carta de nuestra Presidencia Nacional en el Domingo de la Misericordia también unió la corriente de coronación a los desafíos de la pandemia.

Percibimos que estamos viviendo un tiempo de conversión personal, comunitaria y social, que necesita y exige nuestra colaboración. Es una oportunidad para que, en el contexto de un cambio profundo en el mundo, renovemos nuestra conciencia de misión al servicio de un mundo nuevo que necesariamente tiene que surgir. Anhelamos y necesitamos que sea un mundo más integrado e integrador, más humano y humanizador, más de Cristo como fundamento y de María como actitud, más una “casa común” que un mundo fragmentado.

El desvalimiento ante un tiempo de profundos cambios, la confianza en la victoriosidad de Jesús y de María, y nuestra necesaria colaboración, son las condiciones que nos llevan a devolverle la corona a la Mater.

Este último acento, nuestra colaboración por el nuevo mundo que necesita surgir desde toda crisis, es lo más propio de nuestra corona de la misión y lo que estamos trasmitiendo a la familia internacional. Este punto (que para nosotros es central), lo expresó el P. Juan Pablo Catoggio en su carta invitación a la Familia Internacional (1), como eco a la invitación que hicimos nosotros, como Presidencia Nacional, a sumarse a un acontecimiento profundamente unido al tercer hito de Schoenstatt.

Todo este proceso ha sido un camino vital y de mutuo enriquecimiento, a través de las coordinaciones y las diversas expresiones de vida de la familia (pastorales, asesorías, ramas, comunidades, iniciativas espontáneas), así como con los representantes de todas sus instancias oficiales, a través de una comisión transversal que convocamos desde fines del año 2019 para reflexionar, acompañar y animar esta corriente de vida.

Siempre ha estado en nuestra conciencia como equipo de trabajo lo propio de la corona de la misión, que es la colaboración por un mundo nuevo, y el contexto social de crisis dentro del cual este proceso se ha desarrollado. Por eso, las palabras y experiencias de conversión y colaboración se han ido plasmando de diversas formas:

La invitación al proceso con un tríptico que contiene una frase inspiradora (“en tu corona, nuestra conversión por la misión”), un elemento nuevo que contextualiza la coronación (la estrella), cinco elementos centrales (esperanza, conversión, compromiso, encuentro y familia), fichas de trabajo que tocan las diversas dimensiones personales, comunitarias, sociales y religiosas, que este proceso de crisis nos interpela a reflexionar, revisar y proyectar a la luz de nuestro carisma. A las 12 fichas elaboradas por los miembros de la comisión, agregamos las cartas de la Presidencia Nacional y la carta de la Conferencia Episcopal chilena, con preguntas para el trabajo personal y comunitario.

Este material ha sido transversalmente valorado y se está trabajando en muchas instancias.

Un material que no agota el desafío, sino que nos estimula a descubrir y profundizar el signo de la corona dentro de un tiempo de profundos cambios, que exigen nuestra conversión, compromiso y colaboración cara al futuro, superando así cualquier peligro de pietismo o reduccionismo, abriéndonos a la actualidad de la misión de restaurar y recomponer el organismo de vinculaciones en todas sus dimensiones (personales, familiares, comunitarias, eclesiales, religiosas, sociales, culturales, ecológicas, económicas, laborales, etc.).

La frase y experiencia que resume este proceso, cara al futuro, y que ha surgido de estas reflexiones y trabajo es:

 

“Con nuestro Padre, queremos ser un signo de esperanza en la conducción de Dios,

asumiendo el desafío de conversión personal, comunitaria y social que el tiempo actual

nos exige, comprometiéndonos con el proceso país y del mundo que vivimos,

saliendo al encuentro de los demás y siendo familia en medio de nuestro pueblo”.

Juan Pablo Rovegno Michell

Dirección Nacional del Movimiento en Chile

 

 

(1) “Este próximo 31 de mayo de 2020, fiesta de Pentecostés, la familia chilena quiere coronar nuevamente a María, como el P. Kentenich en aquel entonces, como Reina de la Misión. Por ser un hecho tan unido al tercer hito y por eso a toda la Familia de Schoenstatt en el mundo entero, nos invitan a unirnos a ellos. La pandemia del coronavirus hace esta coronación más significativa y actual que nunca para todos: todos queremos reconocer nuestro desvalimiento y renovar nuestra confianza en nuestra Reina.
Esta pandemia ha cambiado el mundo, ha puesto de manifiesto que un modelo antiguo se agotó. No sabemos cómo será el mundo y nuestra vida después del coronavirus – pero serán distintos. Y creemos que María tiene una tarea en la gestación de este nuevo mundo. Una nueva mentalidad y un nuevo estilo de vida orgánico y solidario han de marcar una “nueva normalidad”. Por ello la coronamos a María, Reina de la Misión, y nos entregamos a ella como aliados e instrumentos para su misión”.
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