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Publicado el 2021-07-24 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, Schoenstatt en salida

Experiencia, necesidades y desafíos durante y después de la pandemia de Covid-19

CHILE, Verónica Del Fierro G. •

La pandemia nos mostró la debilidad, miedos y temores, capacidad de adaptación y de resiliencia frente al más duro rostro del fracaso terapéutico con nuestros pacientes, la dolorosa pérdida de compañeros de trabajo y familiares, poniendo a prueba la capacidad de levantarnos y confiar en nuestros conocimientos, improvisar espacios para atender y multiplicar las terapias, estudiar y actualizarse en todos los cursos online de las nuevas terapias ventilatorias y farmacológicas. ¿Cuándo? En el poco y escaso tiempo libre que quedaba, postergando un poco más el anhelado descanso. —

¿Cómo se sostiene al equipo de trabajo que lideras como su jefatura (un poco más de 300 personas), al que tienes que guiar en una experiencia desconocida y peligrosa, a un salto al vacío… dónde la vida puesta en la acción es tan radical y mucho, pero mucho más que aplicar los conocimientos de medicina de cuidado críticos? ¡Entregar la vida!, renunciar a la familia para no exponerlos, a los amigos, al mundo…

Con el paso de los días, comenzamos a experimentar las necesidades más apremiantes. Equipos aterrados y paralizados al comienzo, cada persona con su propio discernimiento, sin mucho tiempo para entender, el hospital absolutamente aislado, sin familiares, sin capellanes ni sacerdotes, sin voluntariado, sólo los enfermos y el personal sanitario….

Surge la respuesta: ¡Buscaremos juntos el significado de esta experiencia! (con énfasis personalizado). Nos despertamos unos a otros humanizándonos e identificándonos con frases motivadoras:

  • Porque donde hay oscuridad, llevaremos la luz.
  • Los enfermos tocan y transforman vida.
  • Cuidar es amar.
  • Es el desafío de nuestra generación, la que quedará en la historia de la humanidad.
  • La Muerte es parte de la Vida.
  • Cuidar el cuerpo, la mente el alma y el espíritu de las personas que lo necesiten.

Para los creyentes, la Palabra y el testimonio a todos es:

  • “Vivir y morir en el Evangelio”.
  • “Yo he venido a dar vida y vida en abundancia”.
  • “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.
  • “El Sí de María y mi propio Sí junto a ella a vivir en la Voluntad de Dios.”
  • “El que quiera salvar su vida la perderá y el que la pierda la ganará”.

Para quienes creen en una vocación de servicio con espíritu altruista:

  • Por el héroe o heroína que hay en cada uno de nuestros corazones.
  • Por la alegría de cada paciente que se recupera.
  • Por el duelo y las lágrimas en la oración por cada persona que falleció en nuestros brazos y por cada video llamada con nuestros celulares que llevó consuelo y alegría del Enfermo y su familia.

Fuimos sus padres, madres y hermanos, sus asistentes espirituales y hasta recibimos “confesiones” antes de morir que guardamos con respeto y sigilo.

Hemos acompañado en el morir a muchas personas … según los religiosos, con el espíritu camiliano o “Padres de la Buena Muerte”, como lo denominan aquí en Latinoamérica, hemos intentado transformar tragedias en “pascuas”, pero, también compartimos sus curaciones en el tránsito por la enfermedad, para recuperarse y regresar a la vida y a una sanación integral, con muchas hermosas conversiones a la fe.

Desafíos durante la Pandemia: Acoger y Fortalecer

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Santuario de Trabajo

Fortalecer la fe, estableciendo un lugar especial, un santuario del trabajo mariano, pequeño y sencillo, en mi oficina donde están las imágenes de Cristo en la cruz y de San Camilo, el pan de la palabra, una vela que se enciende cuando cualquier funcionario sentía que debe hacerlo, donde pueden desahogar el dolor y preocupación en alianza con María, donde compartir llorar y fortalecerse, con libertad.

Sacar de cada uno lo mejor, acoger el dolor de enfrentar el sufrimiento y la muerte diariamente, ayudar a despertar en la persona ese lugar de ESPERANZA, que da alegría y gozo en el alma de estar entregando el cuidado humanizado, que hace resonancia con la vocación en los dones entregados por Dios y reconocerlos en uno mismo, en la CARIDAD.

Recibir los cuidados de otros. Muy importante, la medicina natural de la tierra, de los Pueblos Originarios, conocer y recibir la medicina natural, Mapuche (una medicina ancestral) con las oraciones de una Machi, que nos ayudó y acompañó en este proceso. Tengo funcionarios mapuches, lo que permitió una sintonía y una corriente de amor e integración, de ayuda mutua, al compartir la riqueza de las espiritualidades, en un diálogo interreligioso siempre acompañado por el anuncio de Cristo, único mediador y salvador.

El anclaje en las comunidades de Iglesia que con su permanente oración me han sostenido hasta la fecha, la Familia Camiliana Laica de Chile, La Federación Apostólica de Señoras de Schoenstatt.

El cuidado de personas civiles, empresas que nos enviaban mensajes de aliento, acompañados de regalos, comidas, desayunos, cremas para el cuidado de las manos y rostros.

Desafíos post pandemia

Acompañar al personal de la salud con instancias como estas, con programas renovados de participación, sin importar sus creencias, con el lenguaje universal de amor, donde se comparta la experiencia de vida, no sólo lo psicológico, donde se pueda iluminar la vida, desde ese núcleo santo y profundo de cada ser humano que le permite la sanación interior y con facilitadores que comprendan que en esta pandemia, Cristo y María caminaron verdaderamente junto a nosotros, se hicieron presentes, despertando distintas respuestas personales, pero sembraron en todos los corazones…

La pandemia en el hospital ha sido tierra fértil que la Iglesia debe saber interpretar como signo de nuestros tiempos y salir a conquistar los corazones sembrados y tocados por Dios, con distintos grados de fertilidad, en el que sin duda la Imagen de Cristo y María madre están latentes.

Creo que el desafío de la situación actual post covid y los cambios culturales, nos obligan, como Iglesia a realizar una lectura sensible y detallista, que logre generar nuevos escenarios de cambio e innovación en la evangelización, para el cuidado de la humanidad, después del contexto de dolor y sufrimiento, entendiendo que la importancia del verdadero Amor, está en lo sencillo, como San Francisco, que entrega la vida por el cuidado del otro; como San Camilo, que lo cuida con espíritu materno como si fuera su único hijo enfermo. Son muchas las personas anónimas que realizaron este cuidado.

Debemos entender después de la pandemia, que un cuidado integral de sanación-salvación es lo importante.

El cuidado de la salud va también unido con la medicina de la tierra en una “ecología integral” como dice el Papa Francisco en su encíclica Laudato sí. Cuidar nuestro cuerpo es cuidar también nuestro territorio en todas sus aristas, reconocer el valor de la medicina natural y la sabiduría de nuestros Pueblos Originarios.

Muchas personas resultaron heridas, pero la “Salud no es la Ausencia de Enfermedad, sino es el equilibrio que permite convivir con ella para crecer en el Amor”.

Sin duda una experiencia que interpela fuertemente la vocación, valores, creencia, temores y el propio conocimiento de uno mismo. Cuidar a las personas como si fuera tu propia vida, es un camino de supervivencia mutua con los enfermos, sin entender aún el significado y que obliga a la persona a un discernimiento diario para actuar. ¿Cuál es el límite de entrega y la exposición de la propia vida por la vida de muchos otros?

¡Una experiencia de verdadero Amor!

 


Verónica Del Fierro es miembro de la Rama de Familias de Bellavista, de la Federación de Señoras y de los Colaboradores de la Orden Cameliana, que acompaña el dolor y la muerte de los enfermos. Enfermera Jefe en la Unidad de Emergencia Hospitalaria del Hospital Padre Alberto Hurtado.

Fuente: Revista Vínculo, Chile, julio de 2021. Con permiso

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