Mauricio y Ximena

Publicado el 2021-07-24 In Vida en alianza

“No estamos solos y nos necesitamos mutuamente”

CHILE, Susy Jacob •

Ximena Farfán y Mauricio Toro ha estado en la primera línea de la pandemia desde sus inicios. Como seguro, cada mañana rezan juntos en su Santuario Hogar, donde piden “que la fuerza de la Alianza de Amor nos permita ser reales testigos de esperanza en este tiempo tan difícil”. —

Están casados hace 33 años, tienen 5 hijos y forman parte del Consejo de la Región de la Inmaculada de la Federación de Familias en Chile.

Ximena es enfermera, Magister en Cuidados Paliativos, Docente de la Universidad de Los Andes. Mauricio es médico internista, Magister en Bioética y Director del Hospital Padre Hurtado, establecimiento estatal de Alta Complejidad, con capacidad de 400 camas para una población de 500.000 habitantes de las comunas de La Pintana, La Granja y San Ramón, en Santiago.

Mauricio Toro 2En la última edición de la Revista Vínculo (junio de 2021) desarrollamos temas en torno a “una dignidad llamada a poner en el centro el reconocimiento de cada ser humano como único e irrepetible, como ciudadano de respeto, espacio, oportunidades y visibilidad”. ¿Cómo se ha vivido este reconocimiento de cada persona en el ámbito de la salud durante la pandemia?

– Mauricio: La situación causada por la irrupción del COVID-19 ha sido muy compleja, por el gran número de personas afectadas, la gravedad de muchos, el desconocimiento inicial de la enfermedad, y la gran incertidumbre del curso de la pandemia. Cada persona que ha sido afectada por la enfermedad ha debido ser atendida, cuidada, tanto en lo que corresponde a los aspectos técnico, propios de la enfermedad como en los aspectos de acogida, consuelo, asistencia espiritual, etc. Algo similar ha ocurrido en la campaña de vacunación, donde se ha realizado un esfuerzo en ser eficientes, pero al mismo tiempo cálidos y cercanos con cada persona que acude, acogiendo sus dudas y temores.

– Ximena: Quizás lo primero que podríamos decir es que esta enfermedad afectó de manera transversal a todo nuestro país. Sin embargo, la pandemia puso de manifiesto la precariedad y vulnerabilidad de muchos compatriotas, especialmente las personas mayores que viven en soledad.

Por la magnitud de esta pandemia generó, tanto a nivel del área de la salud y del ámbito social, un darnos cuenta de que vivimos en comunidad, rodeados de otros que viven y sufren como nosotros, que requieren al igual que yo, ese respeto y espacio propio que merece cualquier ser humano. Creo que, de verdad, hoy hemos empezado a mirarnos más.

Por otro lado, nos puso frente a la finitud de la existencia. Aquí aparece el tema de la dignidad de la muerte. A lo largo de este tiempo hemos aprendido, incluso a costa de errores, a dar pasos en cuanto a otorgarle la dignidad a ese momento único e individual.

Aún nos falta mucho que aprender, reflexionar de verdad en ese concepto, y así poder ofrecer las condiciones para que las personas mueran con la dignidad que merecen.

¿Ha sido esta una oportunidad para abrir perspectivas desde otras formas, maneras e iniciativas y tender puentes para dignificar al otro?

– Ximena: Desde mi perspectiva de enfermera y docente universitaria, me ha permitido reflexionar de manera muy profunda con mis estudiantes, especialmente en la forma en podemos responder a las necesidades de los pacientes en un ambiente tan presionado por las urgencias físicas/clínicas, que hace que se olvide muchas veces que estamos frente a una persona, no frente a una enfermedad. Estimular a cada estudiante a que se dé unos minutos, en medio de su quehacer, para sonreír con los ojos, tener una palabra de aliento, tomar la mano, acompañar en medio de la soledad y del miedo. Ofrecer formas de acercar a la familia, el acompañamiento espiritual que tanto se necesita. A preguntar ¿en qué lo puedo ayudar?, ¿qué necesita?

También desde nuestra Facultad de Enfermería y Obstetricia de la Universidad de Los Andes hemos impulsado iniciativas de reflexión en Establecimientos de Larga Estadía del Adulto Mayor y organizaciones de enfermería, impulsando la reflexión en relación con el tema de la dignidad de la persona, buscando estrategias de mejorar el cuidado y acompañamiento a los pacientes.

– Mauricio: La pandemia nos ha mostrado la fragilidad de nuestras vidas, pero al mismo tiempo nos ha vuelto a mostrar, de una forma muy evidente, lo importante que somos el uno para el otro, de lo responsables que somos de quienes nos rodean, de la necesidad de cuidarnos mutuamente.

Para el personal de salud ha sido una oportunidad de reencontrarnos con nuestra vocación, y que, además de ser competentes técnicamente, no debemos olvidar que cuidamos personas, que requieren una mirada cálida, una palabra de consuelo, información clara, en fin, un trato humano.

¿Como cuidamos realmente a los demás en un contexto nacional individualista en que se centra todo en la exigencia de derechos?

– Mauricio: Todos tenemos responsabilidades, deberes, para con los demás.

Lo más evidente, en el caso de la pandemia, es siendo honestos, respetando las medidas sanitarias, consultando en caso de síntomas, avisando en el caso de ser contactos estrechos y, por supuesto, vacunándonos. Con todo esto, además de cuidarnos a nosotros, cuidamos a los demás, a nuestros cercanos, pero también a toda la comunidad.

Existen muchas otras formas de ayudar y acompañar: llamando o realizando videollamadas a los que están solos, ofreciendo ayuda y apoyo a quien perdió su trabajo, al que no puede salir de su casa, rezando por los enfermos, por los que han fallecido y por sus familias, etc.

Para quienes han estado en la primera línea de la salud en estos meses, ¿tiene que ver la dignidad solamente con la atención, el acompañamiento, el servicio y cuidado del paciente en lo médico o también trasciende hacia lo espiritual?

– Mauricio: Uno de los aspectos más complejos que nos ha tocado afrontar en el Hospital ha sido el acompañamiento espiritual de nuestros pacientes. Más allá de lo que puede ofrecer el personal sanitario, se requiere acompañamiento de la familia y de sacerdotes o pastores. Esto ha sido dificultoso, dadas las restricciones de desplazamiento y de ingreso a los recintos hospitalarios. Hemos intentado avanzar en esta línea ofreciendo acceso a asistencia espiritual y sacramentos. Además, hemos utilizado videollamadas para ofrecer compañía, consejo y consuelo. En esto han trabajado, con gran entusiasmo y entrega, personal de salud, estudiantes, voluntarios y pastores. De todas formas, nos falta mucho por avanzar.

– Ximena: La dignidad del paciente abarca todos los puntos mencionados, no podemos olvidar ninguno de ellos, sino no entregaríamos un cuidado digno.

Desde la enfermería y, especialmente, desde el Cuidado Paliativo, que es mi especialidad, este tiene una centralidad que cruza el cuidado entregado. Resignificar el sufrimiento, reconocer la espiritualidad del otro, acompañarlo desde esa perspectiva, es parte de lo que se debe ofrecer en los Cuidados Paliativos. Lamentablemente, esta mirada del cuidado no siempre es reconocida en su valor e importancia en los distintos lugares donde se atiente a las personas.

La expresión de la religiosidad también se ha visto afectada, por la dificultad que ha habido para que los representantes de las distintas iglesias y credos puedan ingresar a los distintos centros hospitalarios. También ha sido complejo contar con sacerdotes y religiosos preparados en el manejo de las técnicas de prevención de contagios a nivel de salud y que además quieran ir a asistir, que no tengan miedo al contagio. Esto ha dejado a muchas personas sin asistencia espiritual/religiosa, sin sacramentos ni rituales, lo que también ha afectado fuertemente a sus familias.

Mauricio Toro 3¿Cómo se aplica el concepto de “muerte digna” en una situación donde muchos días a la semana se supera el centenar de fallecidos por COVID y ya ni nos sorprende?

– Mauricio: En nuestro hospital hemos intentado que cada paciente que fallece sea atendido y cuidado de la manera más humana y digna posible, en un lugar apropiado, con cuidados paliativos y evitando que esté solo. En un comienzo realizábamos videollamadas de despedida. Posteriormente hemos tratado de que al menos un familiar pueda estar con cada paciente al momento de fallecer. Lamentablemente, no siempre se puede, ya que no es inhabitual que la familia completa esté enferma o en cuarentena.

En cuanto ha sido posible, hemos favorecido el traslado del paciente a su casa, con el apoyo de hospitalización domiciliaria, para que fallezca rodeado de su familia. Cuando esto se ha logrado, ha sido muy sanador.

– Ximena: Desde mi perspectiva prefiero hablar de la dignidad de la muerte, ya que la “muerte digna” hoy se asocia a la eutanasia.

La muerte, al igual que el nacimiento, siempre nos sorprende, a pesar de que es nuestra única certeza. Ver morir a las personas por COVID es muy duro. Son personas que ya no están, que tenían una biografía, sueños, familias… muchos mueren sin alcanzar a despedirse, a pedir perdón, a abrazar, a decir el último te quiero, sin asistencia espiritual y sin recibir el sacramento de la unción de los enfermos. Esto duele de manera particular. Y es por ellos que, quienes trabajamos en el área de salud, debemos esforzarnos por permitir que la muerte ocurra, en cada persona, sin padecimientos físicos, con cuidado clínico de la mejor calidad, acompañado por sus seres queridos, permitiéndole expresar sus deseos y valores, y con asistencia espiritual/religiosa si así lo desea.

De ahí la invitación a que podamos conversar el cómo queremos morir, que no tengamos miedo a que nuestras familias sepan qué deseamos, y que luego puedan ayudar a que aquello se cumpla.

¿Cómo se ha llevado a cabo la relación, reconocimiento y confianza entre los mismos integrantes de los servicios de salud, considerando que cada uno es una persona distinta y que enfrenta de distinto modo el nivel de estrés y cansancio al que han estado sometidos el último año y medio?

– Mauricio: Hemos fomentado el diálogo, la posibilidad de expresar los sentimientos, las dudas, los miedos y la incertidumbre que hemos sufrido. Tratamos de favorecer fuertemente el trabajo en equipo, con reuniones diarias para ver la marcha de la situación en nuestro hospital y así buscar soluciones de acuerdo con lo conversado. En estas reuniones no participan sólo jefaturas, sino que también personal de turno, de la primera línea de atención.

Desde el comienzo de la pandemia, hemos realizado visitas diarias al Servicio de Urgencia, junto con integrantes del comité de ética, para evaluar los casos complejos y ayudar a tomas las mejores decisiones. Este apoyo se hace a otras unidades en la medida que se solicite.

También hemos realizado cursos y talleres de autocuidado, además de ofrecer apoyo psicológico a quién lo requiera. Esto ha sido muy valorado y utilizado. Debo reconocer que siempre se necesita más, ya que la carga emocional y laboral ha sido muy intensa.

Esta pandemia nos ha mostrado cómo la responsabilidad de cada uno por mantener las medidas de autocuidado, incluyendo la vacunación, es claramente un acto de amor al prójimo, no solamente a uno mismo. ¿Qué cambios destacables han visto o experimentado en nuestra sociedad a raíz de esta crisis sanitaria, que debiéramos mantener en el tiempo para profundizar esta conducta de responsabilidad por otros?

– Ximena: Creo que es muy destacable como a nivel mundial, los países han trabajado fuertemente desde el ámbito científico para buscar la mejor vacuna, encontrar tratamientos que ayuden a tratar mejor a los pacientes, se ha compartido el conocimiento de una forma que no se había visto antes. Esto, que es nuevo, nos habla que todos nos sentimos vulnerables y nos necesitamos mutuamente.

Desde lo local, creo que puso de manifiesto la soledad de las personas mayores, y allí han surgido muchas iniciativas para poder ayudar. También esta pandemia, con la cantidad de muertes que ha generado, ha permitido que los cuidados paliativos hayan tomado un protagonismo muy importante. Las salas de fin de vida que se han habilitado en los distintos hospitales han requerido de los equipos de cuidados paliativos para apoyar a los demás profesionales con esta disciplina que era hasta hace poco casi desconocida. Esto pone de manifiesto la necesidad de la formación en esta área del conocimiento, que va tras la humanización del cuidado, especialmente en esta etapa, cuando la muerte se hace presente de manera tan tangible.

También es destacable que los jóvenes, hoy al igual que los adultos, se están sintiendo vulnerables, y muchos han asumido responsablemente el llamado a vacunarse por ellos y por los otros.

– Mauricio: Se ha hecho más patente lo que debiera ser siempre evidente. No estamos solos, y nos necesitamos mutuamente. Tanto en los hogares, como en las distintas comunidades, en el trabajo, en la ciudad, todos estamos interrelacionados. Lo que hagamos o dejemos de hacer no nos afecta sólo a nosotros o a nuestro entorno más cercano, sino a todos, incluyendo a personas muy lejanas. Esta conciencia debiera mantenerse.

Específicamente en la atención de salud, debiéramos mantener la relación de apoyo e integración entre el sector privado y el público, además de una mayor relación de los hospitales con la atención primaria. Sobre todo, debemos mantener la conciencia de la urgencia de mejorar las condiciones de vida, de los cuidados y de la atención de salud de nuestra población, en especial de los más vulnerables.

¿La pandemia ha conllevado que también haya una mayor preocupación por los familiares que están lejos del paciente? ¿Se ha revalorizado la importancia del vínculo entre el paciente y sus familias ante una situación crítica en la UCI?

– Mauricio: Así es, pero no ha sido fácil, dadas las restricciones comentadas y conocidas. Claramente el apoyo de la familia es fundamental, incluyendo sus palabras de aliento y oración, además de ser parte vital en la toma de decisiones, en especial cuando el paciente no está en condiciones de hacerlo. Por esta razón hemos realizado un gran esfuerzo de comunicación e información diaria con los familiares de nuestros pacientes, que esperamos que se mantenga y fortalezca con el tiempo. Evidentemente se puede crecer mucho en este aspecto, a partir de la experiencia vivida con esta pandemia.

Ustedes son schoenstattianos insertos en la realidad con una tremenda oportunidad de dignificar esa realidad del ámbito de la salud, que es tan dura para muchas de las personas más postergadas en nuestro país, ¿cómo asumen esta misión desde los recursos limitados que entrega el Estado?

– Mauricio: Esta pandemia ha mostrado también las difíciles condiciones en las que viven muchas personas. Las comunas que atiende el Hospital Padre Hurtado están entre las más vulnerables del país y eso se ha notado en la forma como afectó esta enfermedad a nuestra población. Dentro de eso, hemos realizado un esfuerzo por entregar la mejor atención posible, con la mayor seriedad y profesionalismo, entendiendo la gran responsabilidad dar una atención de salud digna, oportuna y eficiente. De todas formas, debemos reconocer que se ha hecho un gran esfuerzo por parte del Estado para poder cumplir esta misión. Hemos tenido recursos para implementar camas críticas (a modo de ejemplo nuestras camas UCI adulto subieron de 6 a 54), con respiradores, monitores, bombas de infusión, medicamentos, insumos, contratación de personal extra y capacitación.

– Ximena: Por las características de mi trabajo, me muevo en realidades distintas, una con mucha precariedad y otra con muchos recursos. Creo que lo fundamental es mirar al paciente como persona, independiente de donde se encuentre, con su historia, sus necesidades, con su familia. Otorgar el mejor cuidado, con lo poco o con lo mucho. Mirarlo como un hermano que sufre, que tiene miedo. Ahí debe sentir que estamos para ayudarlo, que se hará todo para su bien.

También creo que es muy destacable como el MINSAL ha trabajado para la integración del sistema, permitiendo que las clínicas privadas puedan recibir pacientes de distintas realidades, y cuando están ahí se les atienda con la misma dedicación los mismos recursos, independiente de su situación económica.

¿Han visto a la Iglesia y a los católicos participar en forma protagónica y valiente en esta crisis, como un apostolado y una oportunidad para descubrir la Cruz y acompañar a otros cristos en esta situación? ¿Dónde y cómo lo pueden destacar?

– Mauricio: Básicamente en el trabajo silencioso de muchos trabajadores de la salud que se entregan a su labor diaria con conciencia de misión, de ser los buenos samaritanos de nuestro tiempo, atendiendo, curando y acompañando al caído en el camino.

Nuestro capellán ha entregado la comunión en forma regular al personal de salud, además de ofrecer acompañamiento espiritual a los pacientes o funcionarios que lo necesiten. Esto también lo han realizado, a lo largo de Chile, muchos sacerdotes y consagrados en forma silenciosa, aún en situaciones bastante adversas.

– Ximena: han surgido múltiples apostolados, como dice Mauricio, de manera anónima, que van desde ayuda económica para entregar mercaderías, ollas comunes, apoyar emprendimientos de quienes han quedado sin trabajo. También la oración permanente del pueblo creyente. La responsabilidad social de quienes no han sufrido de manera tan directa la pandemia propició iniciativas de mantención de empleos, ayuda monetaria. Ha habido empresas que han colaborado en la implementación de insumos a los hospitales con más necesidades. Destaco especialmente a los capellanes de algunos centros asistenciales, que, a pesar de las dificultades y restricciones, se mantuvieron fieles a su misión de asistir a quienes los necesitaban, de acudir a acompañar en la muerte.

¿Qué herramientas de nuestro carisma han sido fundamentales para cuidarse ustedes, como matrimonio y familia, tanto física, emocional y espiritualmente en este tiempo?

– Ximena: Como ambos tenemos profesiones de la misma área, compartimos conversaciones largas, vamos “tomándole el pulso” al curso de la pandemia, como afecta a los pacientes, las familias, nuestros estudiantes. Reflexionamos juntos como lo podemos hacer mejor, también cuando nos equivocamos. Nos hemos apoyado mutuamente. Es Mauricio quien ha tenido mayor responsabilidad y presión desde lo laboral. Como familia, lo esperamos con una casa acogedora, comida rica, buenas sobremesas y en lo posible, aprovechamos la franja deportiva para salir a caminar, subir cerros, conversar.

Ha sido un tiempo de mucho diálogo, de discernimiento, de buscar la voluntad de Dios en cada situación que nos ha tocado vivir. Hemos mantenido nuestro trabajo de curso de Federación de Familias, trabajando especialmente la Carta Samaritanus Bonus de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida, y la Encíclica Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, lo que nos ha ayudado a darle la mirada de fe a este tiempo, en que a veces nos sentimos huérfanos, y volvemos sentir que Dios y la Mater nos cogen de la mano, y nos recuerdan que tenemos una misión que debemos cumplir.

También ha sido muy importante ser parte del Consejo de la Región de la Inmaculada de nuestra Federación. Es una comunidad muy cohesionada, con un gran motor. Juntos hemos impulsado iniciativas que ha permitido a la región reflexionar, rezar, apoyar distintas iniciativas, tener nuestras eucaristías por Zoom, en fin, tantos momentos que nos ayudan a sostenernos y saber que somos y pertenecemos a una gran comunidad.

Desde lo espiritual, hemos rezado mucho y hemos sido fieles a la eucaristía, donde a pesar de que no podemos comulgar físicamente en la misa, lo hacemos espiritualmente. Cada mañana, al partir el día, rezamos juntos en el Santuario Hogar, encomendamos a nuestras familias, especialmente a nuestros hijos, dos de los cuales trabajan también en salud, a nuestros amigos, a los enfermos (siempre hay alguien nuevo a quien encomendar), por los que mueren, rezamos por nuestro país y por el mundo. Ha sido fundamental la consagración diaria, donde pedimos que la fuerza de la Alianza de Amor nos permita ser reales testigos de esperanza en este tiempo tan difícil.

Mauricio ToroFuente: Revista Vínculo, Chile, julio de 2021. Con permiso

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