Publicado el 2020-02-28 In Schoenstatt en salida

La Mater acompañando novios en San Pedro Sula

HONDURAS, José A. Martínez y Anelena Hueda •

Durante este recién terminado mes de febrero, tuvimos la dicha de apoyar los esfuerzos que desde el santuario Familia de Esperanza se han ido gestando a fin de buscar llevar Schoenstatt al resto de la región centroamericana. En esta oportunidad, ha sido Honduras y en especial la ciudad de San Pedro Sula, la que abrió sus puertas y corazones al llamado de la MTA. —

Viaje a Honduras

Así pues, atendiendo a la invitación de parte del P. José Luis Correa para participar en esa “Misión Centroamérica” que con mucho empeño ha coordinado y comandado desde Costa Rica, partimos a tierras catrachas bajo el espíritu de itinerancia que el Papa Francisco siempre proclama, con el propósito claro de llevar las gracias que brotan del santuario a un grupo de parejas de novios que están comprometidos para casarse en pocos meses.

Armados entonces con el ímpetu propio que conlleva todo envío misionero que parte desde Schoenstatt y con la experiencia acumulada en el último año acompañando novios en su preparación para el matrimonio -de la mano del programa que desarrolló el P. Horacio Rivas a través del libro “Yo te elijo a ti para siempre”-, nos lanzamos a la aventura hondureña.

Pocas horas después arribamos a San Pedro Sula, ciudad ubicada en el Valle de Sula y que como su nombre indica, ¡tiene a San Pedro Apóstol como su santo patrón! ¡Qué providencial! Ese mismo San Pedro que vemos siempre en el retablo del santuario con su llave, esa piedra sobre la cual Cristo decidió edificar su Iglesia, ese primer papa cuyo sucesor contemporáneo nos exhortó en el 2014 como movimiento a “no tener miedo de salir en misión” y así evitemos a toda costa convertirnos en “peluqueros espirituales que se dedican a peinar ovejas”.

Ya nos habían advertido del calor extremo que existe en San Pedro, y debemos confesar que no se equivocaron aquellos que nos habían alertado de ello. Sin embargo, donde sí se quedaron cortas las palabras y el mismo clima que impera en esta ciudad, es con relación al calor humano. Fuimos acogidos y recibidos con un cariño y una disposición total por el matrimonio Pino Rodríguez, quienes nos abrieron las puertas de su casa de par en par. De este modo, no nos queda duda alguna que el calor humano supera al calor abrasador del sol sampedrano, y las 4 parejas de novios que formaron el grupo al cual acompañamos también así nos lo demostraron en todo momento.

Taller “Yo te elijo a ti para siempre”

Llegamos pues a la fecha en la que debíamos iniciar esta jornada intensiva de dos días, con la charla y los talleres que comprendían. Con ello buscaríamos ser instrumentos de la Mater que ayudaran a preparar y a motivar a estas parejas para ese paso tan importante que están por tomar. Un paso que, en estas épocas, cada vez cuesta más ver a los jóvenes tener la audacia y la confianza de dar.

Gracias a Dios, íbamos muy seguros y tranquilos al sabernos escudados por estos talleres diseñados por el P. Horacio, los cuales tienen una riqueza pedagógica y práctica que solo el Espíritu Santo pudo haber inspirado. Por ello, para nosotros como matrimonio, es un gozo inmenso trabajar con novios bajo la luz de este material.

Así entonces, fuimos avanzando con éxito a través de propiciar el diálogo en pareja; de crear esos espacios que les permitan a los chicos meditar sobre aquellos hitos que han marcado sus vidas tanto individualmente como juntos; de compartir algunas de nuestras experiencias, aciertos, limitaciones, etapas de felicidad y de tristeza vividas en matrimonio; así como conversar con ellos sobre algunos temas de fondo, propios de la vocación matrimonial vista desde la óptica de los valores católicos. Todo ello, gracias sobre todo al nivel de compromiso y capacidad de trabajo de estos muchachos. Con una disposición y una avidez impresionantes, fueron poco a poco conquistando ese lema, esa oración, ese símbolo y ese decálogo matrimonial que en conjunto conformarán ese proyecto de matrimonio que cada una de estas parejas descubrirá. Ese querer de nuestro Señor en sus vidas como esposos les posibilitará develar de antemano los designios y propósitos de Dios para unirlos en matrimonio y así lograrán alcanzar una mayor claridad que les permita cumplir su voluntad.

Durante esos dos días de arduo trabajo, se regalaron todo ese tiempo para compartir como pareja, se vivieron momentos de reflexión muy especiales conjuntamente y pudieron encontrar el tesoro que significa ser un matrimonio donde estarán el uno en el otro, con el otro y para el otro. Sin embargo intuimos que este es solo el principio, ya que la Mater ha sembrado una semilla. ¡Estos chicos se han propuesto fundar un grupo de matrimonios jóvenes que iniciaría una eventual Rama de Familias en San Pedro Sula! Por lo tanto esta historia sin duda continuará.

Y así regresamos a Costa Rica cargados con la ilusión que derraman las gracias del anhelo de fundación. Revitalizados y más convencidos que nunca de cuán importante es que los jóvenes que están por casarse, tengan claro que la vida conyugal sólo alcanza la plenitud cuando tenemos a Dios en el centro; cuando tomamos conjuntamente nuestras cruces con alegría; cuando aprendemos a encontrar nuestra felicidad matrimonial en la actitud o propósito de hacer feliz al otro…y cuando decidimos convertirnos en el camino de santidad del cónyuge.

 

 

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