Publicado el 2017-09-27 In Temas - Opiniones

Nada sin Ti, nada sin nosotros. Origen y significado

Michael Okpala I., Nigeria •

Al entrar en el Santuario de Schoenstatt, hay una inscripción en el frontal del altar. Se puede leer “Nada sin Ti, nada sin nosotros. Esta leyenda es legítimamente el fundamento de la espiritualidad de Schoenstatt (e incluso de la espiritualidad cristiana). Ello es porque el centro de la espiritualidad de Schoenstatt es la Alianza de Amor que se funda en esa sentencia. Indica una espiritualidad bilateral, una espiritualidad en la que necesitamos a la Santísima Virgen y en la que se exige nuestra cooperación. Esta leyenda –“Nada sin Ti, nada sin nosotros” – es una expresión de la Alianza de Amor. Por un lado, y principalmente, indica la decidida dependencia de Schoenstatt de la presencia y acción de María en el Santuario. Por otro lado, indica la necesidad de nuestra cooperación y esfuerzo para que se cumplan las condiciones por las cuales María fue persuadida a instalarse en Schoenstatt.

El origen de la frase

Aunque la frase se usó desde 1933, puede remontarse a la Primera Acta de Fundación en 1914. En ella, el Padre Kentenich presentó a los jóvenes congregantes un desafío extraordinario: extraordinario porque el mundo se ha visto atormentado por una mediocridad cancerosa que sofoca todo intento de superar la enfermedad y porque la prevalencia feroz de la carne hace heroica la santidad; extraordinario porque el desafío es desinteresado y el egoísmo parece ser tan abundante como el aire que respiramos; extraordinario al fin, porque vivimos en un mundo donde (especialmente en Nigeria) las evasiones pagan más que la franqueza. El Padre presentó este desafío extraordinario en la forma de un modesto deseo y dijo: “Cada uno de nosotros debe alcanzar el más alto grado concebible de perfección y santidad según su estado de vida. No sólo lo grande y lo más grande, sino que la máxima altura deben ser el objeto de nuestros esfuerzos”.

¿Porqué presentó el padre Kentenich este desafío extraordinario? Leyendo la primera Acta de Fundación, vemos que este desafío extraordinario fue presentado con el objetivo de hacer que la Santísima Virgen erigiera su trono en el Santuario de Schoenstatt y que éste, por el establecimiento de María, se convirtiese en lugar de peregrinación, cuna de santidad y lugar de gracia donde la Santísima distribuiría sus tesoros y haría milagros de gracia. Es en base a este punto, que la frase se remonta a la primera Acta de Fundación, porque vemos el reconocimiento del Padre de nuestra dependencia de María y la exigencia de María de nuestra propia cooperación.

El significado

El Padre Kentenich fue muy cuidadoso al elegir la palabra “milagro”. En la espiritualidad de Schoenstatt, la Santísima Virgen realiza milagros, no hace magia. Si bien dependemos de la presencia de la Mater en el Santuario, Ella misma quiere ser parte de nuestra historia; ayudarnos al salvataje del reino de Dios de sus terribles enemigos; erigir su trono entre nosotros, y obrar milagros de gracia distribuyendo milagrosamente sus tesoros.

El punto fundamental que hace que el actuar de la Santísima Virgen sea milagroso pero no mágico, es el deseo de Ella de obrar con nuestra cooperación. Se vuelve “mágico” cuando nos refugiamos en nuestra comodidad y no hacemos nada para que las cosas sucedan. Ella quiere colaborar con nosotros para cumplir su misión, distribuir sus tesoros y obrar milagros de gracia a través de nuestras contribuciones al capital de gracia, y hacer de Schoenstatt un lugar de peregrinación, un lugar de gracia y cuna de santidad. Ella quiere obrar todo esto y mucho más, pero con nosotros – con nuestra cooperación.

La Santísima Virgen nos pide a los schoenstattianos sólo seis (6) cosas:

  • Pruébenme primero con hechos que me aman.
  • Eleven sus exigencias al máximo: Sean magnánimos
  • Esta es la santificación que les pido.
  • Tráiganme diligentemente contribuciones al capital de gracia.
  • Cumplan fielmente su deber.
  • Recen con fervor.

Esta espiritualidad de esfuerzo cooperativo me recuerda un sermón de San Agustín; “el Dios que te creó sin tu ayuda, no te salvará sin ella”.

Sólo en virtud de lo anterior se nos aseguran también seis (6) promesas:

  • Con gusto me estableceré entre ustedes
  • Y distribuiré abundantes dones y gracias
  • Desde aquí atraeré hacia mí los corazones juveniles
  • Los educaré
  • Para convertirlos en instrumentos aptos
  • En mis manos

Esto no significa, sin embargo, que nuestras contribuciones sean iguales a los dones comprometidos. La Alianza de Amor es un convenio mutuo entre dos contrayentes desiguales. La Alianza de Amor es más el deseo de la Santísima Virgen que el nuestro. Ella es la contrayente principal cuando sellamos la Alianza. Es por esto que cuando caemos por nuestra fragilidad humana, Ella permanece fiel. Ella sólo quiere probar nuestro amor a Ella y que tomamos seriamente nuestra resolución.

Nada sin Ti, nada sin nosotros: ¿Qué nos dice como schoenstattianos?

La misión no es nuestra: En la frase “Nada sin Ti, nada sin nosotros” reconocemos que la misión es de la Santísima Virgen. No se trata de nuestra misión. Y, por esto, debemos depender y siempre recurrir a Ella, la propietaria de la misión. Somos sólo instrumentos de la Mater. Este hecho debe hacernos más humildes, la misión no puede cumplirse si no hacemos nuestras contribuciones al capital de gracias en la oración, el sacrificio y la santidad diaria.

El desinterés es una virtud: En el documento fundacional de 1914, el extraordinario desafío del Padre Kentenich a los jóvenes congregantes, no fue simplemente para su propia glorificación o ganancia personal, sino para que la Santísima Virgen erigiera su trono en medio de ellos y, por lo tanto, hiciera de Schoenstatt un lugar de peregrinación y gracia para todos los pueblos. Vemos aquí el énfasis en “todos los pueblos” y no en ellos como tales. En la Alianza de Amor nuestras contribuciones no son únicamente para nosotros, sino para otros. Y ¿quiénes son esos otros? Ellos son los que visitan el Santuario, los corazones juveniles y el mundo en general.

Debemos hacer nuestro aporte: La economía de nuestra salvación no deja solo a Dios. Aunque Dios desea salvarnos de la basura del pecado, Él pide nuestra cooperación a cada momento. Incluso el deseo sincero de cooperar con el plan de Dios puede recorrer un largo camino. En el mismo sentido, la misión de la Santísima Virgen requiere que nosotros también contribuyamos con nuestra parte. Imperfectas y mínimas como son nuestras contribuciones, lo importante es el deseo sincero y el esfuerzo, y eso es lo que aprecia y ama la Santísima Virgen. Si debemos ser colaboradores de su misión, debemos contribuir con nuestra propia parte.

Debemos evitar la mediocridad: La mediocridad es una vida a medias; es una vida que se conforma con el minimalismo; es una vida que se conforma con una mentalidad colectivista. Debemos evitar esta vida si queremos estar aliados con la Santísima Virgen. El Padre Kentenich dice que debemos aspirar al grado más alto de perfección (no alto ni muy alto) de acuerdo a nuestro estado de vida. No debemos satisfacernos con la mentalidad de la multitud. Debemos estar resueltos a ser los mejores; resueltos a buscar la justicia en un mundo atormentado por la injusticia; resueltos hacia la santidad, incluso en la prevalencia de la mala conducta sexual en Nigeria; resueltos a decir la verdad incluso cundo la gente trata de aferrarse a la mentira y nos anima para hacer lo mismo.

Ser los mejores en lo que hacemos: No tienes que ser sacerdote para ser santo. Casado o soltero, deja que la santidad envuelva tu ser. El Padre Kentenich quiere que respetemos nuestra individualidad original y nuestra originalidad individual… No necesitamos ser como los demás para alcanzar la grandeza. En tu particular estado de vida, SÉ EL MEJOR. Si eres un médico, elimina cualquier forma de engaño; si eres un abogado, aférrate al amor por la verdad y la justicia; si eres un albañil, haz tu trabajo como si fuera para la Mater. Sencillamente, sé el mejor en lo que haces.

La mejor socia

La Santísima Virgen ha demostrado brillantemente que es la mejor socia que podríamos encontrar. Por eso, quiere estar cerca de nosotros. Nos quiere como sus amados hijos. Pero no puede hacerlo si nosotros no la queremos como nuestra Madre. Es por eso que en Juan 19:26, cuando Jesús dice a María “Mujer, he ahí a tu hijo”, le dice también al discípulo; “Hijo, he ahí a tu Madre”. Reconoce que como María nos quiere como hijos, Ella quiere que tomemos la iniciativa y la queramos como nuestra Madre.

La Santísima Virgen quiere estar junto a nosotros y por eso nos atrae al Dios Uno y Trino. Nos quiere como sus instrumentos, quiere ser parte de nuestras vidas y nuestra historia, y quiere atraernos hacia Ella.

¿Estamos dispuestos a cooperar con Ella? ¿Estamos preparados para dar una respuesta positiva? ¿Y por el cultivo de un profundo espíritu de sacrificio, infundidos de un carácter de alianza?
Si es así, entonces sigámosla y amémosla intensamente.

 

Original: inglés, 23 Sept. 2017; Traducción: Carmen M. Rogers, Santiago Chile, 25 Sept. 2017

 

 

 

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