Publicado el 2015-10-23 In Temas - Opiniones

La familia está en crisis

Sarah –Leah Pimentel – texto de una charla dada en una parroquia de Ciudad del Cabo •

La familia está en crisis. No son estas mis palabras. El Papa Francisco lo dijo una y otra vez.

Y podemos ver que es verdad. Solo tenemos que mirar a nuestro alrededor. Ni uno solo de nosotros se salva de tener una crisis en la familia.

Para algunos es el dolor de una relación interrumpida – un matrimonio fallido, los hijos que se fueron y no quieren saber nada con sus padres, hermanos que no se hablan.

Para otros es la confianza que se ha minado – a través de la infidelidad, el abuso o el abandono o incluso la incapacidad de amar.

Sufrimiento

Hay familias que están sufriendo debido a la distancia. Quizás la guerra y las dificultades económicas nos han traído aquí, y otros miembros de nuestras familias están dispersos por el mundo. No importa cuánto tiempo haya pasado, si un año o cuarenta años, jamás dejaremos de extrañar a los que están lejos. Y nada puede reemplazar la presencia física de aquellos que amamos.

Las dificultades económicas ejercen una enorme presión sobre las familias. Las discusiones sobre cómo administrar el dinero o el sufrimiento psicológico de los miembros de la familia que no pueden encontrar trabajo y que se ve acompañado por la ira y la pérdida de la autoestima de no poder contribuir a la economía familiar. Y a menudo la familia es la primera que sufre el desahogo de estas frustraciones.

Un llamado a la oración y a la acción

Sí, la familia está en crisis. Pero esto no debería ser motivo para desesperarse. Por el contrario, es un llamado a la oración y a la acción. Esa es la razón por la cual estamos reunidos esta tarde. Cuando elevemos nuestras oraciones ante el Sagrado Corazón de Jesús, oremos por las familias. Oremos por la vida familiar. Oremos también por el Sínodo sobre la Familia que se está realizando en Roma, cuando hablemos. Obispos del mundo entero están reunidos en el Vaticano para analizar, en un espíritu de oración, la vida familiar y encontrar la forma en la cual la Iglesia puede brindar apoyo a todas las familias. Las decisiones que tomen centrarán las acciones de cada parroquia de tal forma que las parroquias sean lugares de piedad y sanación para las familias que están sufriendo. También servirán de apoyo a tantas familias que, a pesar de muchos desafíos están en condiciones de amar hasta los ideales del amor y la vida familiar.

Los mensajes del Papa Francisco a las familias

Tal vez sea por ello que esta tarde es una buena oportunidad para reflexionar un poco sobre algunos de los mensajes del Papa Francisco a las familias. Todos los miércoles el Santo Padre tiene un encuentro con miles de peregrines que llegan a la Plaza San Pedro en Roma y ofrece una breve catequesis. Durante el año pasado esta catequesis se concentró en la familia.

Los invite a que visiten el sitio Web del Vaticano y lean las audiencias de los miércoles.[1] Son una fuente inagotable de luz y sabiduría para promover una buena vida familiar, y para tratar las dificultades con las cuales se enfrente hoy en día la familia.

Me referiré a algunos de estos mensajes esta tarde.

En la primera catequesis del año el Papa Francisco comenzó por analizar el papel de las madres. Elogia a las madres diciendo que son el “antídoto más fuerte para la propagación del individualismo egocéntrico” porque al elegir dar la vida, las madres se están concentrando en algo que va más allá de ellas mismas. Las mujeres que se convierten en madres deben renunciar a muchas cosas, pero lo hacen por puro amor incondicional a sus hijos. De hecho, dice el Papa Francisco, “sin las madres la sociedad está deshumanizada.” Oremos para que cada madre pueda ser realmente el centro de su hogar.

El Papa Francisco también expresó su preocupación respecto de que nos hemos convertido en una “sociedad sin padres”. Observó que muchos males sociales están directamente vinculados con padres ausentes que no están para transmitir ejemplos y valores a sus hijos. Hace solo un par de fines de semana escuché a los jóvenes en Schoenstatt hablando de sus padres y de lo agradecidos que estaban a sus papás presentes, que se tomaban tiempo para estar con ellos y compartir sus experiencias de vidas. Hoy oremos por los padres, que tengan el valor de estar presentes en sus familias y sean un ejemplo de Dios, el Padre amoroso.

El Papa Francisco dedicó una parte importante de tiempo a los hijos, diciendo que siempre son un don. Llevan consigo nuestras memorias del pasado y nuestra esperanza para el futuro. ¿No es una bella imagen? En la sociedad estéril en la que vivimos, con frecuencia oímos hablar de los niños como una carga, pero el Papa Francisco los describe como un don. En muchas de nuestras culturas africanas aún tenemos ese sentido de que toda vida es una bendición. Trabajemos para conservar esto. La verdadera bendición es que los niños nos revelan un amor que se da gratuitamente. Los niños no hacen nada para “merecer” amos, sino que simplemente su presencia nos invita a amarlos y cuidarlos.

Los niños son los primeros en recibir y dar amor, pero también son las “primeras víctimas” cuando un matrimonio se separa. El Papa Francisco anima a los padres que se encuentran en esa situación a no usar a sus hijos como marionetas en la batalla de voluntades entre ambos padres, sino que cada padre hable bien del otro en frente de sus hijos. Esto es difícil de lograr, pero es un consejo práctico muy bueno para intentar seguir, así nuestros hijos no se conviertan en seres resentidos.

Es difícil crecer en el entorno actual, así que oremos para que cada niño que nazca, crezca con una buena estructura en el hogar que le permita navegar por el confuso mundo de la escuela y la adolescencia.

Cuando hablamos de vida familiar con frecuencia nos olvidamos de las personas mayores. Muchas veces son vistos como una carga para la sociedad ya que no son productivos. Una vez más el Papa Francisco nos pide que cambiemos nuestra visión hacia la tercera edad, diciendo que “las personas mayores son una riqueza que no debe ser ignorada.” Ellos son nuestro banco de memoria común porque llevan nuestras historias familiares y nos ayudan a construir nuestra identidad. También tienen una capacidad especial para la oración. Tienen tiempo para orar en forma muy personal por cada persona que les pide que los incluyan en sus oraciones.

Muchas de nuestras comunidades parroquiales están constituidas en su gran mayoría por personas mayores. Demos gracias de que estén tan dispuestos a interceder por nosotros. Y oremos para que Dios escuche sus oraciones y sus sueños secretos.

Y además de todo eso, ¿qué es lo que sostiene a la familia? ¿Qué es lo que da vida al amor recíproco entre los esposos, entre los padres y los hijos, entre las distintas generaciones? El sacramento del matrimonio. El Papa Francisco dice que necesitamos “devolverle al matrimonio y a la familia un lugar de honor.” Esto significa que en una cultura en la cual el matrimonio está visto como algo irrelevante y no permanente, los matrimonios cristianos deben ser cada vez más testimonio de “devoción radical” entre ambos consortes, porque en el sacramento del santo matrimonio la pareja se convierte en un “medio de la bendición de Dios y de la gracia de Dios a todos.”

Nosotros, como Iglesia ¿qué apoyo les damos a las familias sólidas?

Esto me lleva a cuestionarme algo que ha estado ocupando mi mente en los últimos tiempos, y que es el foco de atención del Sínodo que se está llevando a cabo en Roma. Nosotros, como Iglesia ¿qué apoyo le damos a los matrimonios sólidos? ¿Cómo podemos respaldar la vida familiar? Los desafíos que las parejas y las familias experimentan hoy en día son inmensos. ¿Podrán encontrar en la Iglesia un oasis, un lugar para reafirmar el valor de continuar con su vida matrimonial, de continuar esforzándose en ser Familias Santas? ¿Tenemos programas para familias? Las parejas jóvenes ¿son acompañadas en esta decisión por el cambio de vida elegido? No hablo solamente de las clases de preparación para el matrimonio. Las parejas mayores que han experimentado los gozos y sufrimientos del matrimonio son la compañía perfecta de las jóvenes parejas que emprenden este viaje. La sabiduría de aquellos que han estado casados durante 30 y 40 años constituye una enorme riqueza a la cual las parroquias pueden acceder.

¿Tenemos programas para niños y adolescentes además del catecismo semanal que les permita conocer a otros jóvenes con valores similares? ¿Existe un programa en el cual puedan discutir lo que les preocupa y así recibir un consejo piadoso? ¿Tenemos sesiones de formación práctica para ayudar a los padres a educar a sus hijos en un ambiente cristiano? Damos por sentado que los padres saben qué deben hacer, pero años de enseñar catecismo me han demostrado que los padres no están para nada seguros de su papel en la formación religiosa de sus hijos.

De manera que, tal vez, cuando nos vayamos de aquí hoy, sigamos orando diariamente por las familias, y por nuestras propias familias. Necesitan nuestras oraciones. Pero también es importante crear estructuras en nuestras propias familias y en nuestras comunidades parroquiales que nos permitan brindar apoyo a las familias y acoger a aquellas que sufren y se disuelven, para que ellas también reciban la sanación de Cristo.

La Sagrada Familia

Los invito a que nos unamos en una breve reflexión sobre la Sagrada Familia, que también experimentó las dificultades de la vida familiar.

¿Soy como María, que le dijo “sí” al plan de Dios y se abrió a la vida, aun cuando ello significó el fin de su reputación y posiblemente su futuro matrimonio con José? ¿Estoy abierta a la posibilidad de una nueva vida? ¿Estoy lista para decir “sí” a la llegada de un nuevo hijo, aun cuando las circunstancias no sean siempre las ideales?

¿Soy como José, que en todo momento caminó junto a María? Pudo haberla abandonado cuando se enteró de su embarazo, pero aun así tuvo el coraje de caminar junto a ella por la vida, incluyendo el exilio en Egipto y la pobreza de un pueblo polvoriento en Galilea? ¿Tengo el coraje de asumir la responsabilidad por aquellos que han sido puestos a mi cargo? ¿Camino junto a mi esposa y la apoyo en todo lo que sea necesario?

¿Somos padres como lo fueron José y María? A menudo no comprendemos las elecciones que hacen nuestros hijos y a veces los perdemos por el camino a casa desde el templo. ¿Confiamos en que les hemos dado la mejor educación que pudimos y dejamos el resto en manos de Dios? Podemos llegar a sufrir como María al pie de la Cruz y ver morir a su único hijo. Algunos de nosotros hemos perdido a nuestros hijos. ¿Estamos en condiciones de permanecer fieles como María?

Nuestra familia ¿vive en la incertidumbre y el temor? Recordemos que la Sagrada Familia oyó la voz del ángel en un sueño y huyó a Egipto para salvar a su hijo. No podemos controlar el mundo que nos rodea, pero ¿es nuestro hogar un refugio seguro y un lugar estimulante? ¿Oímos la voz de Dios en los hechos que ocurren en nuestras propias familias y, al igual que la Sagrada Familia, respondemos con fe en que Dios se ocupará, aun en las peores circunstancias?

¿Soy como el niño Jesús? La Biblia nos dice que, aunque Jesús era el Hijo de Dios, se entregó a sus padres en todo. ¿Escucho el consejo de mis padres? ¿Hago lo mejor que puedo para no provocarles angustia? Cuando envejecen, ¿paso tiempo con ellos y me ocupo de ellos en su ancianidad?

Sagrada Familia, viviste en tiempos muy diferentes, pero reconocemos que tu vida familiar no fue perfecta. Aun así confiaste en que Dios te guiaría a cada paso del camino. Muéstranos cómo confiar en el plan de Dios para nuestras familias y enséñanos a parecernos a ti. Enséñanos cómo amar incondicionalmente. Enséñanos cómo cuidar de nuestros hijos. Ayúdanos a discernir cómo podemos convertir nuestras familias en sagradas familias que sean modelo y faro para un mundo que ha olvidado el valor de la familia. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

[1] La mayoría de las audiencias están también disponibles en schoenstatt.org y en un libro de reciente publicación por el Vaticano
Foto: Cuadro de la Sagrada Familia en la Iglesia Santa Maria de la Trindidad en Tuparenda, Paraguay – Santuario de Tuparenda – Equipo Comunicaciones
Original: español – Traducción: Cecilia Mata, Buenos Aires, Argentina

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