Kältetechniker

Publicado el 2022-03-20 In Vida en alianza

José Engling como técnico en refrigeración

ALEMANIA, Brigitte Muth-Oelschner •

Ya había visto a la anciana varias veces. Obviamente, ella visitó la capilla al mismo tiempo que yo. Cuando hacía buen tiempo, nos sentábamos en un banco y «charlábamos». Sé por ella que es una gran admiradora de José Engling. Una vez me dijo que le rezaba todos los días. A cambio, le facilitó la vida cotidiana. «Cuando no encuentro las llaves o las gafas o necesito una plaza de aparcamiento, me ayuda». Al ver mi mirada, presumiblemente algo escéptica, añadió: «No me responda nada, seguramente usted dirá: psicología». —

Josef Engling

José Engling

Cuando me la encontré ayer en la ciudad, me paró. «Tengo algo grande que contarle». Y luego se desahogó. «Mi heladera estaba rota. Cuando mis amigos expertos en tecnología no pudieron ayudarme, llamé por teléfono, pero ninguna de las empresas de servicios pudo arreglarla. Fue entonces cuando le dije a José Engling: ‘Oh, José, puedes hacer muchas cosas, pero no creo que puedas arreglar una heladera’.

«Finalmente, encontré una empresa en Cottbus a través de Internet que podía ayudarme. El presupuesto era de 178 euros, que acepté a pies juntillas, porque un frigorífico nuevo habría sido aún más caro. Pero entonces llegó el final, el repuesto necesario ya no estaba disponible. Durante unos días intenté congelar mi comida o guardarla en otro lugar fresco. Y ayer por la mañana abrí la nevera, ¡estaba fría y funcionando de nuevo!».

Abrió su bolso y me tendió cuatro billetes de 50 euros: «Este es el dinero ahorrado del presupuesto. Por favor, pásalo para los padres de Schoenstatt polacos que acogen a los refugiados ucranianos».

 

Original: alemán, 19.03.2022. Traducción: Juan Eduardo Villarraza, Argentina

 

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