Publicado el 2016-08-28 In Francisco - Mensaje

Todo trato que no sea misericordioso, por más justo que parezca, termina por convertirse en maltrato

FRANCISCO EN ROMA, Maria Fischer von material de AICA •

El papa Francisco envió un videomensaje a los participantes del Jubileo Continental de la Misericordia, unos 15 cardenales, más de 120 obispos y dirigentes de todos los niveles de instituciones religiosas y laicas católicas de 22 países de América Latina, del Caribe, además de los Estados Unidos y Canadá. El Papa celebró que hayan podido participar a este acto todos los países de América, “ante los intentos de fragmentación y de enfrentar a nuestros pueblos”.

“Pastores que sepan tratar y no maltratar”, “el Alzheimer espiritual” o el hecho de ser “misericordiado”, fueron algunos de los términos que utilizó el papa Francisco en el videomensaje dirigido a los participantes del Jubileo extraordinario de la Misericordia en el continente americano que se lleva a cabo en Bogotá del 27 al 30 de agosto. Se trata de uno de los videomensajes más largos que hizo el papa Francisco durante su pontificado y en el que insiste en varias ideas siempre relacionadas con la misericordia.

En su videomensaje el Santo Padre pregunta a los participantes del Jubileo del continente americano si en nuestras catequesis, en nuestros seminarios “enseñamos a los seminaristas el camino de tratar con misericordia”. “En esto se juega nuestra acción misionera, nuestros planes pastorales. En esto se juegan nuestras reuniones de presbiterios e inclusive nuestra forma de hacer teología: en aprender a tener un trato de misericordia, una forma de vincularnos que día a día tenemos que pedir —porque es una gracia—, que día a día somos invitados a aprender”.

Al escuchar el mensaje, no solo queda claro el rol de Aparecida en el pontificado de Francisco, tal como lo revela autenticamente el P. Alexandre Awi en su libro «Ella es mi mamá», redactado al raíz de una larga entrevista con el Santo Padre. Queda cada vez más claro que el Año de la Misericordia no es algo aislado, que termina en noviembre para despues volver a lo de siempre. Al contrario, es un comienzo, es el comienzo del cambio del lenguaje de la iglesia, desde un lenguaje de «inclusión/exclusión» a un lenguaje de misericordia; un cambio de lenguaje que es herramienta para un cambio de sistema. Es el cambio que vino a llevar Jesús.

Pablo nos da una clave interesante: el trato de misericordia. Nos recuerda que lo que lo convirtió a él en apóstol fue ese trato, esa forma cómo Dios se acercó a su vida: «Fui tratado con misericordia». Lo que lo hizo discípulo fue la confianza que Dios le dio a pesar de sus muchos pecados. Y eso nos recuerda que podemos tener los mejores planes, los mejores proyectos y teorías pensando nuestra realidad, pero si nos falta ese «trato de misericordia», nuestra pastoral quedará truncada a medio camino.

En esto se juega nuestra catequesis, nuestros seminarios – ¿enseñamos a nuestros seminaristas este camino de tratar con misericordia? –, nuestra organización parroquial y nuestra pastoral. En esto se juega nuestra acción misionera, nuestros planes pastorales. En esto se juegan nuestras reuniones de presbiterios e inclusive nuestra forma de hacer teología: en aprender a tener un trato de misericordia, una forma de vincularnos que día a día tenemos que pedir – porque es una gracia –, que día a día somos invitados a aprender. Un trato de misericordia entre nosotros obispos, presbíteros, laicos. Somos en teoría «misioneros de la misericordia» y muchas veces sabemos más de «maltratos» que de un buen trato. Cuantas veces nos hemos olvidado en nuestros seminarios de impulsar, acompañar, estimular, una pedagogía de la misericordia, y que el corazón de la pastoral es el trato de misericordia. Pastores que sepan tratar y no maltratar. Por favor, se lo pido: Pastores que sepan tratar y no maltratar.

Hoy somos invitados especialmente a un trato de misericordia con el santo Pueblo fiel de Dios –que mucho sabe de ser misericordioso porque es memorioso –, con las personas que se acercan a nuestras comunidades, con sus heridas, dolores, llagas. A su vez, con la gente que no se acerca a nuestras comunidades y que anda herida por los caminos de la historia esperando recibir ese trato de misericordia. La misericordia se aprende en base a la experiencia – en nosotros primero –, como en Pablo: él ha mostrado toda su misericordia, él ha mostrado toda su misericordiosa paciencia. En base a sentir que Dios sigue confiando y nos sigue invitando a ser sus misioneros, que nos sigue enviando para que tratemos a nuestros hermanos de la misma forma con la que él nos trata, con la que él nos trató, y cada uno de nosotros conoce su historia, puede ir allí y hacer memoria. La misericordia se aprende, porque nuestro Padre nos sigue perdonando. Existe ya mucho sufrimiento en la vida de nuestros pueblos para que todavía le sumemos uno más o algunos más. Aprender a tratar con misericordia es aprender del Maestro a hacernos prójimos, sin miedo de aquellos que han sido descartados y que están «manchados» y marcados por el pecado. Aprender a dar la mano a aquel que está caído sin miedo a los comentarios. Todo trato que no sea misericordioso, por más justo que parezca, termina por convertirse en maltrato. El ingenio estará en potenciar los caminos de la esperanza, los que privilegian el buen trato y hacen brillar la misericordia.

Texto completo del videomensaje

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