Publicado el 2016-08-28 In Obras de la misericordia, Schoenstatt en salida

Porque a veces me da la sensación que Jesús me viene a visitar personalmente

ALEMANIA, Irmgard Mölder •

Irmgard Mölder de Münstertal, Alemania, hace más de un año que trabaja activamente con un equipo de ayuda para refugiados. Se reúne una vez al mes con un grupo de Schoenstatt y participa activamente en la Campaña de la Virgen Peregrina. Hace algunos años, hizo un voluntariado en Haití. Ante un pedido de la redacción de schoenstatt.org, ella nos contó sobre su trabajo con los refugiados, en forma sincera y realista.

Hace dos años, en el verano del 2014, me jubilé. En octubre, visité mi antiguo colegio en Münstertal y casualmente observé cómo mi ex colega le explicaba, en inglés, las tareas a una madre africana de Gambia. Su hijo Obinna había entrado a la segunda preparatoria. También me enteré que ambos vivían en un centro comunitario muy cerca de mi casa, junto a otras dos mujeres de Nigeria. De repente, se me ocurrió la idea de ayudarle al niño a hacer las tareas y al mismo tiempo, repetir con él las palabras en alemán. Su tarea consistía en asignar a las imágenes los nombres respectivos como padre, madre, hija, etc. Y así fue que los recogí a las 15 hs. y los llevé a mi casa. Al principio, Obinna sólo quería escribir los nombres sin repetirlos en voz alta, pero después de un rato, superó su timidez y pudo articular las nuevas palabras casi sin acento extranjero. Dos días más tarde, llegaron Obinna y su madre A. nuevamente a aprender. Después de las vacaciones de otoño, Obinna vino regularmente todos los lunes, martes y jueves a hacer sus tareas escolares y a jugar.

Primeros pasos con Obinna

Él llegó a entender y a hablar el idioma alemán rápidamente y sin problemas, apoyado también por libros con muchas imágenes. La lectura le dio más problemas, porque Obinna había aprendido, en la primera preparatoria en África, la fonética inglesa, lo que le dificultó leer las palabras alemanas correctamente. Al principio, también tenía problemas con el método de enseñanza libre, en el cual los alumnos se ocupan en forma independiente de sus horarios semanales y aprenden a organizarse. A Obinna le costó manejar esta libertad, lo que originó una y otra vez conflictos durante la clase. En el comienzo, yo estaba en estrecho contacto con su profesora y también su esposo apoyaba a la pequeña familia con pequeños trabajos, ya que la madre de Obinna, viuda y con su hijo, había llegado a Italia en un bote de goma y de allí a Alemania. Ella se ocupa casi exageradamente por la comida, vestuario y limpieza, pero jugar, pasear o revisar las tareas escolares, eso le es totalmente desconocido. Obinna es un chico muy deportivo con una fuerte necesidad de movimiento y por suerte, fue aceptado inmediatamente en el club de fútbol local. Su madre es muy, muy estricta con él y muchas veces lo castigó sin darle permiso para salir de la casa, al enterarse que había problemas en el colegio. Por este motivo, no podía asistir siempre a sus entrenamientos y, según a las costumbres africanas, también su madre a veces lo golpeaba.

Apadrinamiento

A finales de enero del 2015, se formó en Münstertal un equipo de ayuda para refugiados y el modelo de apadrinamiento, tal como el señor G. y yo, como persona de contacto para la señora A. lo habíamos practicado hasta ese momento, fue adoptado para las otras mujeres africanas; luego, para una familia compuesta por seis personas venidas del Kosovo y más tarde también para familias sirias y afganas que fueron asignadas a nuestro valle. Además, me puse a disposición para ayudar a aquellos refugiados, cuyos niños necesitaban ser matriculados en el Kindergarten o en la escuela.

En la primavera del 2015, la señora A. pudo comenzar a ayudar en la guardería del colegio y a partir de abril, ella asistió a un curso de alemán durante tres meses. Allí aprendió muchas veces conmigo y comenzó a hablar en alemán. Antes de eso, nos entendíamos en inglés, aunque Obinna y yo desde un comienzo hablábamos casi sólo alemán. Hasta ese punto, mi trabajo voluntario era una actividad bastante agradable, aparte de los conflictos en el colegio, que sucedían de vez en cuando, y las frecuentes contradicciones educacionales de la madre de Obinna. Ella nunca lo alababa y nunca lo abrazaba, a pesar de nuestros consejos.

Después de las vacaciones de verano, la señora A. hizo una práctica en un Kindergarten, ya que en su país, ella había trabajado como cuidadora de niños, aunque bajo condiciones muy diferentes. Aquí surgieron los problemas por conceptos erróneos y por expectativas irreales de ganar dinero en Alemania: su contrato no fue prolongado al final del año.

Obinna fue a la tercera preparatoria aquí en Münstertal. Esto se sumó a un cambio de profesora y tuvo gran dificultad para concentrarse en el aprendizaje, debido a las demandas más altas y a que él no estaba dispuesto a hacer un esfuerzo. Venía sólo los lunes a mi casa con sus tareas, podíamos trabajar por dos días. El resto de la semana, él las hacía más mal que bien en la guardería y el fin de semana con frecuencia yo tenía que ayudarle a corregirlas.

El fracaso con la boda

A finales de septiembre, apareció un guapo hombre de Nigeria, quien quería casarse con la señora A. Ella ya lo conocía a través de la familia de su prima y hablaba maravillas de él. Supuestamente, ambas familias ya se habían encontrado en África y habían organizado todo para la boda. Por falta de dinero y documentos, no fue posible organizar aquí un matrimonio civil. Por eso, rechacé ofrecer mi casa para que se realizara una ceremonia. Luego de varias conversaciones, los dos no se dejaron disuadir de su proyecto y el 9 de octubre celebraron solos y estuvieron unidos a su patria a través de skype.

Esta extraña “acción matrimonial” demostró ser un fracaso después de un corto tiempo, ya que la señora A. lo mandó de paseo, sin dar motivos exactos. De repente el hombre «¡no era nada bueno!».

La convivencia en un espacio pequeño

La convivencia de las tres mujeres africanas con sus hijos se hizo cada vez más difícil compartiendo la cocina y el baño en el apartamento de tres dormitorios. En algunas oportunidades, las discusiones fueron tan violentas, que hubo que llamar a la policía. Para poder aliviar de alguna manera a la señora A, Obinna pasó dos largos fines de semana conmigo.

Desgraciadamente, las discusiones siguieron y al fin del año hubo un cambio de casa. La señora A. tuvo que cambiarse con su hijo Obinna a una habitación menos céntrica, pero algo más grande que la anterior. Después de una breve etapa de descontento y de queja, la señora A. volvió a tener la habitación ordenada y acogedora y se acostumbró a la nueva distancia a la estación, una caminata de media hora. Del equipo de ayuda, ella recibe regularmente un ticket mensual para la movilización colectiva y puede tomar el bus frente a su casa, el que tiene una mayor frecuencia durante el tiempo de colegio. La madre le compra a Obinna el ticket para escolares, a pesar de que le hemos insinuado muy delicadamente, que a Obinna le haría muy bien caminar hasta su escuela.

Poco después, dos familias afganas ocuparon las otras habitaciones del espacioso apartamento y ahora la señora A. nuevamente tiene que compartir el cuarto de baño y la cocina. Además, hay un cuarto de aseo que ocupa exclusivamente ella. Al comienzo se quejaba a menudo del ruido, especialmente en la noche, porque la señora A. se va a la cama muy temprano. Después de un par de conversaciones, la vida en común se ha ido normalizando.

¡Embarazada!

A mediados de febrero me enteré, a través del responsable de los refugiados de nuestra comunidad, que la señora A. estaba embarazada. Ella estaba avergonzada y por eso no me lo había contado personalmente. Me pidió que ocultara este hecho y que no se lo contara a nadie. Por supuesto que me sorprendió al principio, pero luego pude entender mejor sus sensibilidades en los últimos meses. Por eso la abracé cuando me encontré con ella la próxima vez y traté de animarla. A pesar de todos los temores del futuro, apareció una sonrisa en su cara cuando le deseé que fuese una niña y ella me lo confirmó. Mi alegría fue grande porque estaba segura que ella podría ser feliz al tener en sus brazos a una pequeña hermosa niña. Me permitió que le contara a Obinna tres semanas más tarde sobre su hermanita, la que nacería a mediados de junio. Él reaccionó con cautela y se limitó a mover la cabeza, cuando le pregunté si estaba contento. ¡Es que no se lo podía imaginar!

A fines de mayo obtuvimos a través de SOS futuras madres, una cuna, un coche y un cambiador y la señora A. me mostró llena de orgullo los nuevos vestidos que ya había comprado. ¡Para ello había preferido ahorrar en la comida!

Amina

Mientras tanto, la niña nació con parto normal el 18 de junio en el Hospital de la Universidad de Friburgo y al tercer día, pude recoger a la madre y a la niña. Ella no quiso darle el apellido del padre, o sea, sólo ella tiene la custodia y no quiere que se mencione al padre, a pesar que de la sorprendente similitud que tiene la hija con él. Al parecer, él se enteró del nacimiento de su hija a través de contactos en África, y sin embargo no le prestó mayor atención. Eso es lo que llegó a los oídos de la señora A., también a través de contactos desde su patria.

Amina es una beba muy tranquila y feliz, toma la leche materna, duerme bastante y llora muy pocas veces. La señora A. se siente orgullosa cuando todos admiran a la pequeña niña, la que siempre está vestida muy hermosamente. Obinna besa y abraza a la pequeña, eso le hace muy bien a él. La señora A. está ahora mucho más abierta y contenta.

Familia en África

Al fin del año escolar, el chico no pasó de curso debido a sus malas notas, pero el Servicio Social de las Mujeres Católicas se preocupó en las últimas semanas de buscar un colegio apto para él: con un grupo más pequeño y con guardería durante la tarde. Espero que Obinna vuelva a encontrar alegría en el aprender, ya que él es suficientemente inteligente como para manejar las nuevas materias y la señora A. estaría más aliviada. Estoy muy curiosa por el futuro desarrollo de ambos niños.

En un futuro próximo se decidirá sobre la solicitud de asilo, ya que hasta ahora, la señora A. sólo ha sido tolerada. Después de todas mis experiencias, creo que la señora A. quiso venir a Alemania por razones económicas.

Cuando le pregunto por el motivo, siempre me contesta: “It’s too difficult in Gambia and too much corruption!“ (N.d.T.: “es muy difícil en Gambia y hay mucha corrupción”).

Ella mantiene contacto a través del teléfono y a través de skype con su madre y sus siete hermanos, pero por el momento no habla de volver a su país.

Con este tema, muchas veces tengo sentimientos ambivalentes. A pesar de que llevo a los tres en mi corazón, a veces pienso que Obinna estaría mejor con su familia en África. Desgraciadamente, él ha adoptado la comodidad de su madre, la que prefiere tener las persianas cerradas y la luz prendida. La señora A. es reacia a salir de la casa y por ese motivo, Obinna también tiene que quedarse en casa y mira la televisión durante horas.

Frente a mí, se encuentra simplemente la persona

Y después de haber leído esta presentación, me di cuenta que el acompañamiento me ha costado, hasta ahora, bastante tiempo y energía y que me seguirá costando. El traslado a un pequeño apartamento será seguramente la próxima acción.

Sin embargo, me siento feliz cuando los tres me visitan o yo los visito, me olvido cómo pasa el tiempo y disfruto el estar juntos, ya que yo también soy viuda y vivo sola en esta gran casa, después que mis cuatro hijos se fueron. Frente a mí, se encuentra simplemente la persona y a ella le doy mi atención, porque a veces me parece que es el propio Jesús el que me visita o a quién encuentro.

En este espíritu, recibo la fuerza y la motivación para la tarea con los refugiados. También veo el brillo en los ojos de las familias afganas, a las que necesariamente tengo que saludar y a veces me quedo un rato con ellos. ¡Y entonces siento una profunda alegría en mi corazón!

Original: alemán. Traducción: Tita Andras, Viena, Austria/ce

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