Publicado el 2015-11-05 In Misiones

Amor desparramado por toda la Patria

PARAGUAY, Testimonios de las Misiones Familiares 2015, María Emilia Vidal de Zaván •

Como integrante de la Revista Tupãrenda y sabiendo que formo parte de las misiones familiares, me pidieron que me encargara del artículo sobre este tema. Mi primera reacción fue ¡Claro, qué fácil! Pero al sentarme a escribir, mil imágenes y sensaciones pasaron por mi mente y corazón… y la tarea ya no fue tan fácil… ¡hay tanto por decir! Tanto por expresar y trasmitir.

Preparando las Misiones…y la venida del Papa

Como siempre, las Misiones Familiares arrancaron semanas antes de viajar, durante el tiempo de preparación. La venida del Papa se transformó en prioridad, y en las primeras reuniones de los pueblos se dio énfasis y prioridad a esto, analizando con los jóvenes el mensaje y lo que el Papa nos venía a traer. Se instó a inscribirse como servidores, para vivir de cerca y con espíritu de cuerpo este primer gran e histórico evento. En un primer momento se sintieron ciertas tensiones sobre cómo manejar ambas tareas apostólicas al mismo tiempo, tensiones que definitivamente fueron creadoras en conclusión.

En la misa de envío el 2 de julio en el Santuario Joven, oficiada por el padre Pedro Kühlcke, se dieron cita todos los misioneros de los diez pueblos de las misiones familiares, y con la bendición de envío nos sentimos en primer lugar llamados a servir al Papa.

La semana de las Misiones arrancó con la venida de Francisco a nuestro país, lo que convirtió a la ciudad y a todo el país en una ¡gran fiesta! Todos queríamos ser partícipes, y el trabajo que seguiría unos días después en nuestros respectivos pueblos se iniciaba ya acá, regalando nuestras manos, pies y predisposición para que todos pudieran llegar al mensaje y a la bendición del Santo Padre, ¡qué gran regalo! Es inolvidable haber sido enviados por él a regalar hogar, a hospedar en nuestro corazón a nuestros hermanos. Sintiéndonos fuertemente interpelados por sus palabras en la costanera “No queremos jóvenes [….] que se cansen rápido, que vivan cansados” nos sentimos con pilas extra, a pesar del cansancio físico para salir a servir.

Diez pueblos, mil misioneros

Este año en particular, la conciencia de 10 pueblos, 1000 misioneros allanando los caminos de la Patria, latía al ritmo de nuestros corazones. El sentirnos tan acompañados, parte de algo tan grande, de algo que fue creciendo y que ¡continuará haciéndolo! no es poca cosa. Mi pensamiento se dejó llevar… ¿qué puede generar a nivel PAIS tanto amor desparramado?, ¿qué cambios genera no solo en cada pueblo, sino también en cada familia, el ser parte de esta locura de amor…?

Durante los días de misión, cada familia abre sus brazos para cobijar a cada uno de los hijos que les han sido confiados, y estas familias nunca vuelven a ser las mismas; cada joven queda marcado a fuego en el corazón de cada una de sus familias. Y es ese amor el que se siente en la escuela, el que se palpita en la capilla y se plenifica en la eucaristía, el que sale a repartirse.

Alegría, simplemente alegría

Me preguntaba en la matiné qué sentían mis hermanos en los demás pueblos en ese mismo momento, cuántos niños estarían sonriendo a kilómetros de allí, cuántos pueblos serían protagonistas de tanta alegría. Y pensaba que sí, que un Paraguay mejor es posible, una Patria familia está gestándose, esforzada y valientemente, de manos de instrumentos débiles, pero con la voluntad de regalar y regalarse. Familias llevando a cada rincón, las gracias que la Madre y Reina nos regala en sus Santuarios.

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