Publicado el 2021-02-28 In Casa Madre de Tuparenda, Obras de la misericordia, Pastoral carcelaria, Proyectos, Schoenstatt en salida

Mirando a los ojos de los jóvenes en la cárcel y ver a Jesús… y a nosotros mismos

PARAGUAY, Roberto M. González y Maria Fischer •

El motín en la cárcel de Tacumbú, la más grande de Paraguay, terminó con siete fallecidos por heridas de arma blanca, algunos de ellos degollados, de los que sólo dos contaban con condena. No es una noticia mas. Estoy pensando que nuestros chicos, aquellos chicos que conocí en la cárcel de menores, aquellos chicos que me ofrecieron el primer tereré de mi vida, que me hablaron de sus sueños por una familia, por una vida digna, al cumplir 18 años pueden terminar en estas cárceles de adultos… “Muchos de los que conozco ahora están ahí, metidos en esas mafias, algunos ya muertos…”, me contesta el P. Pedro Kühlcke. “Casa Madre Tuparenda (CMT) los salva de ese destino, por lo menos a algunos”. —

CMT

Casa Madre de Tuparenda

Las víctimas tienen nombres. Son Francisco Vargas Leiva, Alexis Davis Miranda Candia, Carlos Raúl Casco Rojas, Fernando Ortiz Echeverría, Julio César González Cáceres, Julio César Shaeramm Barrios y Roberto Ríos. De esta lista, González Cáceres y Ríos estaban condenados, los demás estaban procesados. ¿Tienen familia? ¿Tienen a alguien que llora por su muerte? “Siempre se muestra en las noticias la deplorable condición en la que se encuentra la cárcel. A nadie le calienta porque todos consideran que se merecen vivir como animales los delincuentes. Y así nadie levanta un dedo para que estén mejor”, se lee en un comentario. Pienso en el Papa Francisco, en su visita a Lampedusa, en su pregunta: ¿Quién ha llorado por los migrantes muertos en el Mediterraneo? Ahora… ¿Quién ha llorado por estos siete hombres?

La sublevación entre los presos de Tacumbú volvió a poner de manifiesto el problema de hacinamiento que sufren las cárceles del país, consecuencia del abuso de la prisión preventiva. Las autoridades penitenciarias reconocen que muchos presos sin condena terminan reclutados como miembros de organizaciones criminales que operan en las cárceles.

El periodista británico Rowe que en 2019 (Ver Documental en Netflix, capitulo paraguay. 4ta Temporada) antes visitó la Penitenciaría Nacional de Tacumbú comenta: “Nunca antes vi nada como Tacumbú”. Describió que ver a gente que cometió crímenes durmiendo en el piso, al aire libre, con otras personas con delitos menores, es inusual. También creyó sorprendente que hay emprendedores internos, presos que aparte de vender drogas, venden sándwiches, mermeladas y otros productos, todo con el aval de los guardias. Otro detalle increíble para Rowe fue que la gente anda con cuchillos “como si nada”, dentro de la penitenciaría.

El abogado y docente Jorge Rolón Luna explica que la situación penitenciaria que se vive actualmente es una consecuencia de años de una misma visión de las cárceles desde el Estado.

“Desde su aparición, la cárcel empieza a develar sus características, una de ellas es la cuestión del contagio criminal: es un ámbito donde uno se va y se convierte en más delincuente de lo que ya es, y si no era, se convierte en delincuente”, afirmó.

Pastoral carcelaria

Pastoral carcelaria

El sistema penitenciario debe curar las llagas, sanar las heridas y generar nuevas oportunidades

La Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) lamentó la pésima condición en la que se encuentra todo el sistema penitenciario del país, como también manifestó su preocupación por la extrema violencia, tras el último motín registrado en el penal de Tacumbú.

Ante los últimos acontecimientos ocurridos en la Penitenciaría Nacional de Tacumbú manifestamos nuestras condolencias y cercanía espiritual a los familiares que perdieron a sus seres queridos de forma trágica.

El violento motín en dicha Penitenciaría, que segó la vida de siete personas y dejó varios heridos, nos muestra, una vez más, la pésima condición en la que se encuentran nuestros reclusorios y todo el sistema penitenciario paraguayo.

Los hechos evidencian que de nada sirve una superestructura para recluir a las personas que tienen cuenta pendiente con la justicia si sigue imperando la alta corrupción en las cárceles y si no se realiza una profunda reforma penitenciaria.

Lamentamos la falta de una acción – gestión eficaz y acertada para disminuir la población penal sin condena y evitar el hacinamiento que va en detrimento de los derechos básicos de toda persona humana.

Nos preocupa también la extrema violencia con las que actúan grupos criminales que condicionan con chantajes a las autoridades nacionales y tienen control sobre la población carcelaria. Son cada vez más numerosos y violentos.

Muchos de los que son privados de su libertad y se encuentran cumpliendo con una condena o esperan que la justicia obre acorde a la ley tienen sueños y esperanzas, tienen familias que los esperan y quieren verdaderamente reinsertarse a la sociedad.

Al recordar el recorrido del Santo Padre, como Pastor de rebaños, notamos que siempre visitó las cárceles y a las personas privadas de libertad. En una oportunidad cuando visitó la cárcel Curran-Fromhold de Filadelfia (EE. UU.) dijo: “Es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades” e hizo un ejercicio de analogía recordado el lavado de pies, que, desde el punto de vista cristiano, significa el servicio hacia los demás y que todos somos hijos de Dios con igualdad de condiciones.

En aquel tiempo, setiembre del año 2015, año en que visitó también nuestro país, el Papa manifestó su deseo a los recluidos y expresó que “quiere que volvamos a los caminos, a la vida, sintiendo que tenemos una misión; que este tiempo de reclusión no ha sido nunca un sinónimo de expulsión”.

Exhortamos al Gobierno Nacional, el Poder Judicial y al Legislativo a redoblar esfuerzo y desafiarnos a una mirada mucho más humana y humanizante a favor de las personas privadas de libertad que verdaderamente merecen una segunda oportunidad, al fin y al cabo, es un beneficio para toda la población.”

cárcel

Pastoral carcelaria

“Estuve en la cárcel, y me visitaron” (Mt 25,36)

En la actualidad el Gobierno se encuentra construyendo 3 cárceles nuevas, donde una de ellas será la primera de “maxima seguridad” para los “delicentes más peligrosos”.

Podemos hablar horas sobre los trabajos de las pastorales penitenciarias dentro de Paraguay y el mundo, pero esto no sirve de nada si no trabajamos en un cambio de paradigma, de visión hacia nuestros hermanos y hermanas que se encuentran dentro del sistema penitenciario.

Cuando descubrimos en los ojos de los jóvenes, que se encuentran dentro del Centro Educativo Itaugua, el afán de vivir dignamente, de sentirse amados por sus familias, no solamente podemos ver a Jesús en ellos, sino a nosotros mismos.

Son jóvenes que no han tenido las mismas posibilidades que otros y fueron estirados a la delincuencia por necesidad o por las malas amistades, terminando finalmente dentro del duro sistema penitenciario, la diferencia entre un „centro educativo“(que de educativo tiene solo el nombre) y una cárcel de adultos es muy poca.

Las „segundas oportunidades“ no se presentan muchas las veces, pero para la mayoría de estos jóvenes, más que una segunda es la primera vez que reciben una formación estable y dentro de un ambiente sano, que se encuentra a disposición de ellos para acompañarlos en su crecimiento personal a ser las personas que Dios pensó que serían, es este el rol de la Casa Madre Tuparenda.

Un centro de rehabilitación postpenitenciario, es un nombre muy fuerte, muy fuerte porque a los ojos de muchos los „delincuentes“ dejan de ser personas ante la sociedad y solo tienen derecho a una vida de cárcel, si es perpetua mucho mejor, y hasta la muerte en algunos casos.

¿Pero es acaso este el ideal de cristianos que nosotros deseamos vivir en nuestro tiempo? Uno en el que un „error“, por más pequeño o grande que sea, ¿ya es un predestinamiento a una vida de errores?

No es fácil trabajar con personas en ayudarlos a mejorar cada día, pensemos en otro ambiente fuera de la cárcel, ¿cuánto tiempo necesita un nuevo empleado en conocer el funcionamiento de la empresa? ¿Son sus errores castigados con la pena capital? Entonces, a un adolescente, que se encuentra creciendo en una sociedad, que de por sí es violenta, ¿lo único que merece es la cárcel desde los 14 años en adelante, ¿por haber cometido un error?

No hablamos de dejar impune este „error“, no. Pero si el de trabajar con y a favor la persona, para así evitar que esta conducta se sigua desarrollando y escalando en intensidad.

Hoy el sistema penitenciario clásico, se encuentra desfazado en el tiempo, perpetuando un ciclo de violencia muy dificil de romper, pero no imposible y de esto es ejemplo el trabajo de la Casa Madre, procurando que menos jóvenes vayan a la universidad del crimen organizado, que hoy es un flagelo para toda la sociedad paraguaya.

El primer tereré

No puedo terminar este primer articulo de una serie que estamos preparando con Roberto, sin la historia de mi primer tereré. Fue en marzo de 2015, en mi primera visita a la CEI en Itauguá, con el P. Pedro Kühlcke – aunque no mi primera visita a una cárcel, pero esto es otro tema. Estábamos dentro de la cárcel, en patio, un día caluroso, rodeado por muchos jóvenes, con abrazos fuertes, con fotos, con intercambios largos con el Pa’i y tímidas con esta señora alemana que había venido de tan lejos para visitarles. En un momento cuando el P. Pedro estaba con un joven que quiso confesarse, se me acercaron tres jóvenes con un termo y un mate con terere… Manos sucios, caras sucias, termo de color indefinido, una sonrisa entre dientes rotas, una bombilla para todos … Toman, uno tras el otro, y con una mirada que nunca puedo olvidar uno de ellos me pregunta: “¿Quieres un tereré?” Estaba ya una semana en Paraguay, pero aun nadie me había ofrecido un tereré. Es un momento que parece una eternidad. Miradas expectantes, un «¿quieres, tía?, lo he hecho para ti, ¿tomamos juntos?», un momentito de susto en los ojos del Padre Pedro Kuehlcke que se transforma en plena satisfacción en el momento de mi primer sorbo. Es mi primer tereré, y nunca más he tomado un tereré tan bueno, un tereré con sabor de pobreza, de miseria, de esperanza, de solidaridad, de amistad y de compromiso con estos niños y ganas de pedir el premio Nobel de la Paz para el Padre Pedro. Es el momento de una amistad con estos tres chicos y con todos que están en esta cárcel. Es uno de los regalos más grandes de mi vida. Tengo amigos entre los pobres.

Si, Roberto, tienes razón. Tenemos que cambiar la visión. Vi a Jesús en los ojos de estos tres chicos que me ofrecieron compartir el tereré. Mis amigos.

Marzo de 2015, con mis amigos

Marzo de 2015, con mis amigos

 

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Uso previsto: P. Pedro Kühlcke, Casa Madre de Tupãrenda

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