Una graduación con espíritu de carnaval y en modo Covid

PARAGUAY, Casa Madre de Tupãrenda, Ricardo Acosta •

El martes 16 de febrero, tres jóvenes se graduaron después de terminar el programa del Centro postpenitenciario “Casa Madre de Tupãrenda”. Orgullosos, se presentaron para la foto del gran día: Cesar con su novia, Darío con su madre y su novia, y Enrique, con el P. Pedro, pues Enrique no tiene familia… —

 “Casa Madre de Tupãrenda sigue siempre ofreciendo posibilidades de aprender oficios, y sobre todo, encaminar a una vida mejor y más digna. Aquí aprenden habilidades sociales y laborales, y el oficio de panadería y confitería. Cuentan con apoyo psicológico, social, espiritual, ayuda para superar la drogadicción, etc. Reciben una beca, una bonificación económica, por participar del programa y cumplir sus objetivos. Muchos no logran cumplir el programa entero de siete meses – recaen en los vicios, reinciden en conductas dañinas, etc. –, pero con alegría podemos decir que, hasta el día de hoy, ya tenemos 36 egresados: cumplieron todo el programa, aprendieron a manejar sus conflictos y adicciones, y muchos de ellos están insertados en el mercado laboral formal. A los egresados les damos un seguimiento de un año, y podemos decir con mucha satisfacción que, al finalizar ese seguimiento, uno solo de ellos estuvo nuevamente privado de libertad”, explica el P. Pedro Kühlcke.

Los preparativos previos

Tal como el espíritu del carnaval, la fiesta de graduación de tres nuevos jóvenes del programa fue el corolario de un día memorable en la Casa Madre de Tupãrenda.

Era un día caluroso, con mucha humedad, y aunque es lo más típico del clima paraguayo, en el ambiente se sentía el aire festivo. Entre las 10 y las 13 horas del martes 16 iban llegando los protagonistas de esta celebración: los nuevos graduados Darío, Enrique y César. Ellos venían revestidos de sus mejores galas juntos a los familiares, quienes formaron parte también de este proceso tan importante para cada uno.

Los participantes juntos a sus educadores ponían todo a punto en el lugar, con decoraciones de banderines, globos, entre otros. El grupo de panadería y confitería terminaban de preparar unas riquísimas tortas y magdalenas para degustar al final del evento.

Números alentadores

Puntualmente a las 13:30 comenzó el evento, con las palabras de apertura de la directora, Ani Soüberlich, quien agradeció a los graduados por la perseverancia en el camino, los animó para seguir creciendo como personas y levantarse siempre ante cualquier caída. En ese mismo tenor, el padre Pedro comentó que se reunió con el obispo local para renovar su labor pastoral como capellán del Centro Educativo de Itauguá (Centro de reformatorio para menores de edad = cárcel de menores). Y con gran alegría le hizo saber al obispo que ya son 36 los adolescentes que han concluido el programa y están reinsertados socialmente con bajísima reincidencia. Agregó también que conoce a los tres egresados desde hace bastante tiempo, en otras circunstancias y su gran alegría es verlos concluir esta etapa en búsqueda de un mejor futuro, siendo ejemplo para otros adolescentes que están iniciando el programa.

Asegurar la apertura

Tras el golpe fuerte a la economía por la pandemia y la falta de apoyo estatal, los miembros del consejo de Fundaprova tuvieron que hacer “malabarismos” para no cerrar la Casa. Para asegurar la continuidad del programa, la Fundación hizo algunos ajustes tanto en el tiempo de duración para los participantes, como de su personal. El dilema de siempre: la falta de recursos económicos. Pero la Mater nunca se deja ganar en generosidad, y unos bienhechores tampoco, y hasta la fecha se pudo sobrellevar a puro pulmón y con la expectativa de que el Estado desembolse rubros para disminuir el déficit presupuestario que aún tiene la CMT.

Miercoles de Ceniza

El testimonio que vale la pena

Un momento emotivo se vivió cuando los graduados y sus familiares expresaron sus testimonios de los grandes desafíos atravesados y la importancia del apoyo incondicional que se brindaban mutuamente. Agradecieron la oportunidad que recibieron de parte de la Fundación y animaron a los presentes a no rendirse ante las dificultades de “afuera”, que siempre van a encontrar, pero que la única opción es levantarse y seguir.

Una cuaresma para transformar

Este tiempo de cuaresma tan propicio también lo celebramos en CMT, con todos los participantes y el personal. El programa que busca transformar vidas, también interpela a realizar una introspección de la propia vida, para fortalecer el aspecto espiritual que es fundamental en el individuo, en el proceso de animar y transparentar las bondades de Cristo, modelo del hombre nuevo.

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