Publicado el 2018-02-13 In Alianza solidaria con Francisco, schoenstattianos

Los segundos más emocionantes de mi vida para que el Papa hiciera «click»

MISIÓN ROMA, Ricardo Villalba •

A tres días de cerrar un año increíble entregado a la «Misión Roma», Ricardo «Riky» Villalba recibió el regalo que esperó durante 12 meses: frente a toda la Plaza San Pedro en el Ángelus, sostuvo la Tablet y ayudó al Papa a hacer «click» para iniciar las inscripciones a la Jornada Mundial de la Juventud, la JMJ Panamá 2019. Estuvo a su lado y luego pudo saludarlo. En su testimonio nos cuenta cómo vivió esta experiencia. —

Mi nombre es Ricardo Villalba tengo 22 años y formo parte desde hace cinco años de la Juventud Masculina de Schoenstatt en Asunción, Paraguay. En el año 2015 se inició nuestro proyecto apostólico llamado Misión Roma, que nació del corazón de un grupo de jóvenes y de dos sacerdotes paraguayos, con la finalidad de ser el brazo laico en la fundación de nuestro Movimiento en la ciudad de Roma, Italia.

Un año de nuestra vida para conquistar corazones

Formé parte del tercer grupo de misioneros llamado “Misión Roma 3”y durante los últimos 12 meses viví en Roma. La herramienta más grande de nuestra misión es nuestro testimonio de fe. Somos jóvenes que por un profundo amor a la Mater (como llamamos en Schoenstatt a la Virgen María) entregamos un año de nuestra vida para conquistar corazones.

Viví el mejor año de mi vida, regalándome a los demás, y recibí el afecto y el amor de una familia italiana que me sorprendió por su calidez, por su cercanía y su confianza. Un año de crecimiento en todas las columnas de nuestra misión: personal, cultural, comunitario y espiritual.

Desde el momento en que el Papa Francisco fue electo, sentí una conexión y admiración, seguramente porque al ser ex alumno del Colegio Cristo Rey, institución jesuita, compartimos la cercanía a San Ignacio de Loyola.

Yo quería saludar a Francisco

Al recibir la confirmación para ser parte de Misión Roma, me puse como objetivo tener la oportunidad de saludar al Santo Padre, de hacerle saber que los jóvenes paraguayos rezamos por él y acompañamos su labor. Durante todo este año asistí a misas, audiencias y a todos los acontecimientos posibles buscando el momento, siempre acompañando con una oración fiel y sencilla por el Papa.

A tres días de cerrar este increíble año de mi vida en Roma, recibí esta invitación única, la posibilidad de estar a su lado en un acontecimiento tan importante como la apertura de las inscripciones de la Jornada Mundial de la Juventud. Es difícil explicar la emoción, los sentimientos que se comenzaban a mover mi corazón, la Mater no se dejó ganar en generosidad, no le bastó regalarme un año lleno de frutos, quería también regalarme esto. Pero qué caprichosa es, lo dejó para el final, ¡es buena!

El domingo 11 me presenté un poco después de las 11 de la mañana en la Puerta Santa Ana, donde me recibió un sacerdote que me llevó al Palacio Apostólico. En una sala me entregaron el dispositivo que Francisco utilizaría para inscribirse, me explicaron el proceso y me dieron algunas instrucciones más. Me dijeron que el Papa llegaría un poco antes y que luego de todo el Ángelus recién iba a tener la posibilidad de saludarlo.

Una presencia de Dios que te desborda

Faltando 20 minutos para el mediodía, de improviso se abre una de las puertas del salón y ahí estaba él, con una sonrisa llamándonos con la mano. Agarro mi Virgen Peregrina, la bolsa con los regalos y la Tablet. Me acerco a él, lo saludo en italiano a lo que él me responde «¿De dónde sos?», del Paraguay, Santo Padre. Siempre sonriente, saluda a la joven italiana y nos invita a acompañarlo.

Entramos en la sala donde sería el Ángelus, nos presenta a sus colegas y nos acomodamos en una esquina. Ahí estaba, tan real, con una presencia de Dios que te desbordaba, con un sonrisa simple, con una serenidad que conmovía, fue uno de esos momentos donde el corazón no sabe cómo reaccionar.

Se nos acerca de nuevo y nos ofrece un chocolate, con una mano temblorosa lo acepto. Poco después nos invita a acompañar en silencio su oración.

Llega el mediodía con un sol radiante que pegaba de lleno en la ventana y con el grito de los peregrinos, el Papa se asoma y con su tradicional saludo da inicio al Ángelus.

Nos ubicamos detrás de él y acompañamos en silencio. Cuando llega el momento de la inscripción, con el corazón que late a millones de revoluciones, me ubico a su lado y miro sorprendido a la Plaza San Pedro y procedo a presentarle la inscripción.

Luego se dieron los segundos más largos y cargados de emociones de mi vida, ahí estaba, representando a mi país, a la juventud, a Misión Roma.

Luego del click, los regalos

Al terminar tuve la oportunidad de entregarle unos regalos, la chipa paraguaya (típico pancito de harina de mandioca y queso), un pequeño tríptico de madera de palo santo, un rosario y dos cartas. Tuve una conversación distendida con él, pude explicarle un poco de mi año en Roma, de nuestro proyecto, pude decirle que, para la juventud, él es un mensajero de paz, una luz de esperanza, que como misioneros creemos en su proyecto, creemos en una Iglesia de Dios que sale al encuentro  de sus peregrinos.

Le pedí una bendición para mi familia, los misioneros que pasaron por Roma, los que comienzan su año, para los sacerdotes que nos acompañan, sus familias, por el Paraguay y los jóvenes de Italia. Bendijo mi Mater Peregrina, mi medalla de Alianza de Amor y luego me abrazó. Nos sacamos una “selfie” y luego se despidió, deseándome un buen retorno a casa y me pidió que salude al Paraguay.

Quien tiene una misión ha de cumplirla

Difícil plasmar en palabras lo que significó para mí este encuentro. Como vuelvo a Paraguay este jueves 15, también estoy en un momento particular, saludando a todas las personas de aquí, agradeciendo, y viviendo al máximo cada día, se hace difícil parar las cosas para reflexionar y de alguna manera “digerir” los sentimientos y las emociones.

Agradezco a María que valientemente sigue conquistando corazones jóvenes, que elige a los paraguayos para tan gran y difícil tarea.

“Quien tiene una misión ha de cumplirla, aunque conduzca al abismo más profundo y oscuro, aunque un salto mortal siga a otro”, decía el Padre José Kentenich.

Hola Santo Padre, aquí está la Tablet para inscribirse…

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