Monterrey Santuario

Publicado el 2021-03-09 In Vida en alianza

Lejos de mi segundo hogar

MEXICO, Gabriela de la Garza •

En plena pandemia, con todo el miedo, el sufrimiento y la necesidad de poder “correr” a buscar consuelo y guía en los brazos de María, nuestra Madre, nos encontramos que el acceso al santuario María Camino al Cielo, en Monterrey, está cerrado al libre tránsito peatonal y vehicular, desde hace casi un año. No es espacio para ahondar en los porqués, pero sí quiero compartir cómo Ella toma perfecto cuidado de sus hijitos y aprovecha cualquier ocasión para seguir educando, transformando y enviándonos en la fidelidad a su Alianza. —

Hace más de 20 años empezó la conquista del lugar en donde se establecería el santuario en lo alto de una montaña, cuando los jóvenes hicieron una vereda para poder subir ayudados de cuerdas. Después subieron ladrillos en mochilas para hacer una ermita… y el resto es historia. Ese santo lugar ha albergado muchas Alianzas de Amor, ha acogido a peregrinos, ha sido testigo de transformación de corazones, envío de apostolados… pero sobre todo, para mí, ha sido un segundo hogar, donde tomo contacto con Dios a través de su Madre, de la hermosa naturaleza que lo rodea y también, de las personas que congrega y que han llegado a ser una extensión de mi familia.

Nuevos caminos, nueva conquista

Hace unos pocos meses, una familia perteneciente al Movimiento que disfruta haciendo senderismo, logró abrir una nueva vereda para poder subir al santuario. Pero esta nueva ruta es un poco complicada, sobre todo para los que tenemos problemas de rodilla, como yo.

Cada vez más y más personas, tanto de Schoenstatt como deportistas, peregrinan -muchas sin saberlo- a este lugar de gracias donde los espera con los brazos abiertos María en su santuario. Veo con alegría y nostalgia -hasta con un poco de envidia “de la buena”, si es que existe- fotos en redes sociales de estas visitas y me remonto a cuando no teníamos santuario en Monterrey. Cuando sabíamos que alguien iba al de Querétaro, mandábamos cartitas con nuestras intenciones y agradecimientos para que las depositaran en el “capitalario” a los pies de la Mater.

 

Que pronto podamos volver a su casita en la montaña

¡Nunca pensé que extrañaría tanto el poder ir al santuario! Empatizo con tantos migrantes que veo de paso por mi ciudad, quienes seguramente extrañan y anhelan su terruño. No era consciente de cuánto de mi historia, de mis vínculos, de mi fortaleza está anclada y emana de él.

Tengo una linda foto del santuario en un librero en mi habitación, y es lo primero que veo al despertar. Me uno espiritualmente a la corriente de gracias y le pido a la Mater que pronto podamos volver a casa, a su casita en la montaña.

Estoy segura que no soy la única con este sentimiento. Somos muchos los que así lo hemos experimentado, y aunque sólo algunos pueden subir por la nueva vereda, todos estamos llamados a reconquistarlo, a volver “al primer amor” que movió tantos corazones y a soñar con la locura de un lugar de gracias en lo alto de una montaña.

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