Publicado el 2020-04-02 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, Santuario Original

Carta del Rector del Santuario Original para Semana Santa

SANTUARIO ORIGINAL, P. Pablo Pol•

Posiblemente nunca hayamos vivido -ni viviremos- una cuaresma y una Semana Santa tan especial y significativa como ésta que estamos transitando. —

Normalmente esta carta la enviábamos para la Pascua. Un motivo de alegría y gozo para todos los cristianos, que nos desbordaba al reconocer el amor de Dios en la resurrección de Jesús, para que todos tengamos la vida eterna.

Este año se nos han cambiado los papeles. Parecería que todo está teñido de un color gris y lleno de angustia, que el abandono, la tristeza y la angustia de Getsemaní se hubieran apropiado del mundo entero y fueran a estar con nosotros por largo tiempo. Cada uno de nosotros vive esta pandemia de acuerdo con su propia experiencia y receptividad personal. Sin embargo, las sombras parecen envolvernos a todos en algunos momentos. Buscamos caminos para darnos aliento y esperanza. Gracias a Dios, la tecnología nos ayuda y el aislamiento físico no nos impide mantener el acercamiento afectivo, incluso aumentarlo.

Orar, convertirse y confiar

También este tiempo llevó a muchos a volver los ojos al cielo. Imploramos el “milagro” y esperamos que éste ocurra pronto.

Cuando allá por febrero, comenzábamos la cuaresma en el miércoles de ceniza, rezábamos “conviértete y cree en el evangelio” y el sacerdote nos imponía las cenizas en nuestra frente. Todo lo que hoy estamos viviendo nos va llevando a una profundización de esta oración.

Esta pandemia, como cristianos, queremos vivirla con un corazón que se convierte, que vuelve a Dios. Parecería que el mismo Dios nos ha querido predicar en esta Semana Santa. Ahora bien, esto no significa que volverse a Dios sea para que nos solucione el problema y listo. Convertirnos y vivir con el rostro impregnado con el perfume de la alegría interior es saber que, pase lo que pase, estamos con Él.

Confiamos, no en las soluciones mágicas (incluso las atribuidas a Dios), sino que confiamos en que Dios está con nosotros, que la encarnación y la presencia de Jesús en el mundo es más real que nunca y que Él nos prometió que iba a estar con nosotros “todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28).

Por esto, el corazón convertido es un corazón que confía serenamente este camino difícil que hacemos, a Jesús. Él nos viene a dar fortaleza, a liberarnos de las angustias, a regalarnos paz interior en los momentos de zozobra personal o social. Así mismo, pedimos el don de la ciencia para aquellos que, con un corazón generoso y altruista, ponen todos sus conocimientos al servicio de los demás en la búsqueda de soluciones médicas para todos.

Transitar la Semana Santa de la mano de María

La Santísima Virgen vivió este camino de Getsemaní acompañando a Jesús. Su dolor de madre, intenso y profundo, no le fue ahorrado. No hubo para Ella milagro que la hiciese saltarse toda la pasión. Ella la vivió junto a su hijo con una “espada atravesando su corazón”. (cfr. Lucas 2, 35) pero con una fortaleza que venía de lo alto y una certeza de fe: La resurrección, la nueva vida, prometida por Jesús, “…pero al tercer día resucitará…” (Mt 20,19).

En el Santuario de la Virgen, cada día de esta pandemia rezamos y acompañamos a todos pidiendo este don. Caminar la Semana Santa junto con Jesús, sin achicarse, sin dejar que la angustia todo lo nuble pues tenemos la certeza absoluta de que la fuerza de la resurrección, esta “esperanza que no defrauda” (Rm 5,5ss.), nos sostendrá.

Hagamos con María el camino de una Semana Santa que nos ayude a convertirnos, a creer profundamente en el evangelio, la Buena Nueva: Jesús resucitó y está siempre con nosotros.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

 

 

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