Publicado el 2020-03-31 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, Iglesia - Francisco - Movimientos

“Mi corazón quedó en paz”

EL PAPA FRANCISCO EN TIEMPOS DE PANDEMIA, Redacción Schoenstatt.org •

 «Los millones de telespectadores de todo el mundo que siguieron esta ceremonia, seguramente se sintieron confortados y esperanzados, con menos miedo y más esperanza. Porque la cuestión fundamental es elegir entre el miedo o la fe», escribe el jesuita español Víctor Codina SJ, refiriéndose a la vivencia compartido por millones el viernes 27 de marzo, para seguir: “La impactante figura blanca de Francisco, avanzando solo y en silencio, en una tarde romana oscura y lluviosa, desde la basílica de San Pedro a su sede en la Plaza totalmente vacía, para dirigirse desde allí a todo el mundo, no la podremos olvidar fácilmente.” —

En las actuales circunstancias de pandemia, afirma el sacerdote jesuita, los medios de comunicación se mueven entre dos polos: los terroríficos y casi morbosos noticiarios televisivos y, las voces más positivas y esperanzadoras. No solo los medios de comunicación, sin embargo, sino cada uno de los que tiene WhatsApp, Facebook, Twitter o mail y tiempo, parece a veces demasiado tiempo. Miles de mensajes, videos, audios enviados vía cientos de canales más o menos confiables, reenviados hasta el colapso de las conexiones, de que lo peor está todavía por llegar, que aumentan los infectados y los muertos, que los hospitales y unidades de cuidados intensivos están al borde del colapso, que faltan respiradores, mascarillas e instrumentos para el test, falta personal, que la crisis económica será muy grave, que faltarán harina y papel higiénico, en una palabra, producen pánico y miedo.

Por el contrario, dice Codina, Francisco nos recuerda las palabras de Jesús a sus discípulos atemorizados en la barca agitada por las olas del lago de Genesaret: “¿Por qué estáis con tanto miedo?” (Mc 4,40).

“Momentos que jamás imaginamos vivir así”

A una hora después de lo vivido sola frente de la pantalla y unida profundamente con el Papa y con millones de personas, entre ellos casi todos mis familiares y amigos en todo el mundo, incluso unos que hace años no quisieron saber nada del Papa Francisco, tuve que salir urgentemente para aún hacer unas compras. Busqué mi paragua y mi campera, y salí bajo un cielo estrellado sin ni una gotita de lluvia. Mi alma aún estaba en la plaza de San Pedro bajo esta lluvia inclemente, como si el cielo llorase.

Hubo grandes expectativas en ese momento extraordinario de oración y hubo desilusiones. Cierto: desilusiones porque hubo quienes no quisieron participar; desilusiones porque unos esperaron que el Papa usase su poder para finalmente eliminar el celibato, permitir la ordenación de mujeres, excomulgar a Maduro, dar a los matrimonios el poder de celebrar misa en casa, canonizar al padre Kentenich, donar todos los tesoros del Vaticano a Cáritas, cambiar la fecha de Pascua,  transformar el pan y vino en manos de los espectadores en cuerpo y sangre de Cristo… La lista se puede prolongar eternamente. Todo eso y mucho mas no hizo.

Nos unió, nos consoló, nos fortaleció en la fe, nos hizo rezar y nos hizo entender que el milagro del cese de la pandemia esta en manos de Dios y en los nuestros también. En nuestra fe, en nuestra solidaridad, en nuestro trabajo, en nuestra confianza, en nuestra victoria contra el miedo.

“Momentos que jamás imaginamos vivir así”, dice Charlene Ramírez, de Costa Rica, y Catalina Cabezas lo resume en palabras que resuenan todavía hoy: “Mi corazón quedó en paz”.

Con la plaza vacía pero más almas bendecidas que nunca

“Nunca antes en la historia bimilenaria de la Iglesia se vieron imágenes tan sobrecogedoras como las de hoy. Con un papa que, en solitario, en una plaza de San Pedro totalmente vacía, imploró a Dios liberar a la humanidad de las «densas tinieblas» causadas por la pandemia del coronavirus y que con una «bendición urbi et orbi » otorgó la indulgencia plenaria, es decir, el perdón de los pecados a los más de 1300 millones de católicos del mundo”, escribe Elisabetta Piqué en el diario La Nación, Argentina. “La oración del Papa, que comenzó a las 18 (hora local) de una jornada gris y lluviosa, fue extraordinaria y única. Por primera vez en la historia un pontífice dio una «bendición urbi et orbi «, a la ciudad y al mundo, fuera de las fechas normales, que son la Navidad, la Pascua de Resurrección y cuando un nuevo papa es electo. Se trata de un acto que ningún otro obispo puede realizar y que puede tener lugar de manera eficaz a través de los medios de comunicación para el bien del alma de los fieles.”

“Una gracia inmensa. Un hecho memorable. Con la plaza vacía pero más almas bendecidas que nunca”, comenta Mercedes Bonorino, de Buenos Aires.

“Acompañamos, ofreciendo las familias de nuestro país, de Dequeni y sobre todo por los niños que están sufriendo hambre, violencia y enfermedades… Ofrecemos al Señor nuestro humilde trabajo como aporte al capital de gracias. Madre de la salud, ruega por nosotros. Madre de la salud, cuenta con nosotros”, escribe Andrea Ortigoza, gerente ejecutiva de Dequeni en Paraguay.

“Un momento tan único que no lo voy a olvidar nunca, me pareció hasta sentirme más liviana, renovada, plena, con muchas fuerzas para hacer cosas y con mucha alegría y paz en el alma. Creo que muchos habrán sentido algo parecido…”, dice Rosita Ciola, de Morón, Argentina.

“Fue un momento de reflexión y de dar gracias por todo y pedir por todos. A otro nivel: fue algo que cada uno tuvo que haber sentido de manera especial”, dice Ligia, de Panamá, y Carmen Franco, del mismo país: “Fue tener un pedacito del Cielo aquí en el corazón. Qué momento más emocionante y esperanzador.”

Juan Barbosa, de Córdoba, Argentina: “Lo puse con mi esposa en el TV. ¡Fue una experiencia única! ¡»e-Estuvimos» allí y con ustedes y todas nuestras comunidades! ¡Sin lugar a duda hemos llegado al buen Padre Dios como su rebaño que somos! ¿No sienten más ganas de rezar y por ende más ganas de llegar a los demás para contagiar la maravilla que es la fe?”

Señor bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no tengamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas Tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repite de nuevo “No tengáis miedo” (Mt 28,5) y nosotros, junto con Pedro “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas (1ª epístola de S. Pedro 5,7).

Urbi et Orbi 2020 – Texto completo de la meditación del Papa Francisco, 27.03.2020


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3 Responses

  1. María Piedad Medina M. dice:

    Si, sentimos nuestro corazón palpitando con el del Santo Padre, unidos en el corazón bondadoso de nuestro Salvador. Qué impotencia, pero al mismo tiempo qué abandono en las manos de nuestro Padre Dios Misericordioso!
    Jesús está a nuestro lado!. Y su Madre también. Un solo corazón y una sola alma!

  2. Alberto María Ramallo dice:

    Esta iniciativa es muy buena! Podrían – dadas mis dificultades a leer- poner los textos en negrita y un tipo mayor que el actual?
    De igual forma los textos en color dorado son muy difícil de leer (al contrpario de lo deseado). Gracias y Felicitaciones

    • Se puede cambiar el tamaño de las letras en el browser. Los colores no cambiaremos pues forman parte del Corporate Design. Pero se puede cambiar tambien en el browser. Hay varias herramientas en los diferentes browsers para ajustar. Gracias.

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