Advento

Publicado el 2023-12-06 In Columna - P. José María García Sepúlveda

Adviento: la esperanza se construye

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO – HOMILÍA DEL P. JOSÉ MARÍA GARCÍA, MADRID •

“El tiempo de Adviento es un tiempo de la esperanza como un proyecto de Dios, un proyecto de Dios en nosotros”, dijo el P. José María García, en la homilía del primer domingo de Adviento, en la misa en el santuario de Serrano, en Madrid, el 3 de diciembre de 2023. —

Nos anima a prepararnos, en el día a día, a una Navidad cada vez diferente, pues nuestra vida es diferente, mirando a María, que no se quedaba en una virginidad encerrada, sino que estaba dispuesta a “mancharse” siendo madre, madre de todos nosotros.

Adviento

Misa, 03.12.2023

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Compartimos aquí la homilía entera. Para reflexionar, contestar, comentar …

La lectura de este primer domingo de Adviento empieza con una palabra, con una pequeña frase, que de alguna manera marca nuestra fe cristiana y también, este próximo tiempo especial de preparación para la Navidad: “Tu Señor eres nuestro Padre”.

“Tú, Señor, eres nuestro Padre”

Es una profesión de fe lo que hacemos, el confesar que creemos en un Dios, que no solamente existe, sino en un Dios del que nos podemos fiar porque es nuestro Padre. Esa paternidad, que de alguna manera se muestra en la vida que tenemos, es porque somos hijos de nuestro Padre. Como dicen ahora las leyes que, aunque podamos divorciarnos, separarnos, no hay ninguna ley que nos separe de los hijos, que nos separen de nuestros padres. Nos podrán gustar más o menos, pero podríamos tener una actitud frente a ellos de reconocimiento, de gratitud por esa paternidad que recibimos. Y esa paternidad que de alguna manera se nos regala, es lo que nos da identidad, pero también nos brinda la confianza para mirar hacia adelante, en este tiempo que estamos empezando, que es la esperanza.

El ser humano es el único ser que tiene esperanza, todos los demás viven de acuerdo a su naturaleza, lógicamente condicionados a nuestras leyes de la naturaleza. Pero el ser humano, aparte de su naturaleza biológica, psicológica, emocional, tiene esperanza, es decir, es un proyecto de vida, es un proyecto que mira hacia adelante. Y este tiempo de Adviento es un tiempo en el que la Iglesia nos recuerda, justamente esto, que la esperanza es algo de identidad, es algo que es sustancial, pero también es una tarea, porque la esperanza se va construyendo.

La esperanza se construye día a día

La esperanza que tenemos, la esperanza que da sentido a nuestra existencia, esa esperanza que de alguna manera nos permite encuadrar, enmarcar todos los talentos, habilidades, relaciones personales, convivencia, etc. Esa esperanza se construye día a día, es responsabilidad, es don de Dios sin duda, pero también, “Nada sin ti, pero nada sin nosotros”. La esperanza la vamos consiguiendo nosotros a través de opciones, de nuestras grandes opciones de vida, por eso es que este tiempo de Adviento, es un tiempo de esperanza, se nos pide que construyamos, que nos purifiquemos en la esperanza. Pero una esperanza que bien sabemos tiene como fin, aquello para lo cual Dios nos creó, que no es otra cosa que la felicidad, para vivir con Él, en comunión, para que nuestra existencia de alguna manera llegue a esa plenitud, que transcienda a la alegría del corazón, le da sentido a todo.

La esperanza, no solamente la vivimos los cristianos para que nos vaya bien en la vida. A veces no nos va tan bien, experimentamos los achaques, de pronto te falla un músculo, te falla otro, se te cae un diente, todas esas cosas que de alguna manera uno diría: ¿y cómo puedo ser feliz con tanto achaque?, pues sí, porque todo tiene sentido. El sentido es aquello que hace que la esperanza realmente cristiana, sea realmente esperanza, todo tiene un sentido. Y el sentido se lo da nuestro Padre, por eso esa profesión de fe que hemos escuchado al comienzo es lo que sostiene nuestra esperanza.

El poder de Dios está al servicio

Dios es fiel, Dios es TODO PODEROSO, ese poder de Dios está al servicio, también porque Dios lo ha querido y porque es nuestro Padre, de ese proyecto que somos cada uno de nosotros.

Queridos hermanos: el tiempo de adviento es el tiempo de la esperanza, como un proyecto de Dios, pero un proyecto de Dios en nosotros, que cuenta con nosotros.

Volvemos nuevamente, como todos los años, a este tiempo de adviento. Nuevamente las luces de Navidad, la decoración, etc., que alguna forma también nos produce cierta alegría, pero diríamos estamos en lo mismo: los regalos, las compras… todo aquello que nos consumen tanto tiempo. Pero, y esto es el sentido también, la Iglesia nos dice por favor vigilad, estad atentos, no con miedo, sino para que no se os pase este tiempo de esperanza. Vivir este tiempo de esperanza.

¿Cómo lo hacemos?

Miremos nuestra vida real. Antiguamente, creo que todavía se dice aquello de que estamos en un tiempo de buena esperanza, especialmente las madres lo saben, es el tiempo de la buena esperanza, el tiempo de espera de los hijos, es de buena esperanza. Todo embarazo es un tiempo de buena esperanza, y lo que se nos pide justamente en la Iglesia en esta regularidad diríamos, en este nuevo año, sea como un nuevo hijo de Dios. –“No, si ya sé lo que viene”, es una ventaja que tenemos frente a los pobres judíos, pues los judíos esperaban un mesías guerrero y nació un niño en un portal.

Nosotros sabemos qué es lo que nos viene, nos viene Jesús y nos viene en una situación que siempre es la misma, pero que siempre es diferente, ¿por qué?, porque en nuestra vida es diferente. Llegamos a Navidad de forma diferente, considerad cómo llegáis, no con miedo, sino para que este nuevo portal, nuevo Belén, este nuevo tiempo de Navidad, que lo viváis como cada hijo que nace, que siempre es una sorpresa, ¿verdad?, y cada uno diferente, seguro y cada uno viene y lo recibe igual, porque el embarazo es el mismo, el recipiente es el mismo, perdonen la expresión, pero las condiciones son diferentes. Pues te pillan a una edad, en otra situación familiar, etc. Y eso va haciendo que cada hijo, que siendo igual, es ¡diferente!

Pues lo mismo en estas Navidades, siendo igual es diferente. ¿Qué es lo que el Señor nos regala, como nos prepara para este tiempo? Pues esa es la tarea nuestra, preparar el Belén, preparar el portal, prepararnos para Navidad, viendo lo que el señor nos regala y por eso la Iglesia siempre nos dice, es un tiempo de escucha, es un tiempo de discernimiento, es un tiempo de conversar en oración con el Señor, sí, todo eso está muy bien, pero tenemos que darle un poquito de vida, si no, nos quedamos en puros conceptos, que vale a lo mejor para un retiro, muy concentrados, pero si no, la vida, el día a día nos consume.

Como la Iglesia, que es muy sabia, porque es madre, no solamente Dios es Padre, sino que además nos dio una madre que es la Iglesia, que además nos dice miren, miren, miren qué encontramos en el portal. Encontramos las actitudes que de alguna manera nos preparan para el nacimiento de Jesús, que siempre es diferente. Nosotros sabemos quién viene: el hijo de Dios, no viene el mesías que va a dar el golpe de espada, a dar el golpe de timón y que iremos a cambiar la historia. La va a cambiar desde la sencillez, la humildad, desde lo personal que se nos regala en el portal.

La Virgen se manchó, salió al encuentro

¿Qué es lo que se nos regala? Se nos regala, en primer lugar, cuando nos acercamos al portal, alguien que nos va a acompañar durante todo este tiempo, que es la Madre de Dios, que es María, la llena de gracia. Para entender esta esperanza que cada uno de nosotros necesitamos también de la gracia de Dios. Nosotros somos llenos de gracia, todos tenemos nuestra sombra.

La Inmaculada es Madre, es virgen para ser Madre. La Virgen no se quedó en la virginidad, llegó a ser Madre. ¿Para qué? Justamente porque hay una esperanza que se proyecta en la vida. De pronto el periodo de la virginidad es encerrarse, encapsularse, meterse en una costra y decir yo soy tan pura que no me mancho por nada. No, la Virgen se manchó, salió al encuentro de su prima Santa Isabel, dándole sentido a su virginidad.

Y esto vale también para nosotros, por eso se nos invita, mirando a la Santísima Virgen, a que en este tiempo de Adviento nos acerquemos a la gracia, a la gracia del perdón; nos confesemos, no para el portal sino para lo que viene después del portal. La gracia siempre es proyección, no es para un borrón y cuenta nueva, nos ponemos en 0 km, para quedarnos ahí instalados. No, es gracia, es fuerza de Dios para seguir adelante, para salir con el Niño, sea a Egipto o sea a visitarla a su prima adonde sea.

Gracia es siempre proyección, es esperanza

Gracia es siempre proyección, es esperanza. La esperanza siempre va para adelante, nunca mira para atrás. Agradecemos por la vida que tuvimos, pero siempre mirando para adelante.

Por eso, mirad siempre a la Santísima Virgen, mirad a San José que fue un hombre de palabra. Hoy día tenemos que hacer mucho discernimiento, este tiempo de Adviento nos dice siempre que tenemos que discernir, por supuesto porque hoy día se ha caído en la palabrería y ya no nos podemos fiar de las palabras, porque cambiamos de opinión. Por eso mirad los hechos: San José, no dijo palabra, pero actuó en la palabra, es decir hagamos un discernimiento: ¿Qué hechos me han acompañado en este tiempo en el cual me preparo? Veamos qué hechos voy haciendo yo, también para el nacimiento en el Belén, el nacimiento de Jesús, como San José me muestra, que más que palabras valen los hechos.

Las palabras que se creen son las que se demuestran con hechos. Recuerden en Schoenstatt, la Santísima Virgen nos dijo -no en una aparición sino en nuestra espiritualidad- demuéstrenme con hechos que me aman. Es muy fácil decir te quiero, pero que es hasta que no pones el plato de comida ahí delante del hijo, no le hemos demostrado que lo quieres de verdad, con hechos, y San José hombre de palabra.

Miremos a los pastores que traen su humildad, escucharon y se pusieron en camino a servir. ¿A quién? A un niño pobre, a una madre pobre, en un portal. No dijeron: a ver, explícame, mándenme el certificado de que esta es la Madre de Dios. No, simplemente escucharon y se pusieron en camino.

Queridos hermanos el tiempo de Adviento es tiempo de esperanza. Es un tiempo de esperanza encarnado, es un tiempo que siendo el mismo, siempre es diferente, porque es un tiempo de nueva esperanza y eso es lo que nos permite mirar, no solamente con una esperanza confiada en que Dios es nuestro Padre, sino mirar el futuro como el espacio de esa esperanza, donde la felicidad para la cual hemos sido creados, a través de la vida real, se va a concretando.

Por eso es que es un tiempo de conversión, es un tiempo también de alegría. ¿Cómo se entiende esto?: miren a las mujeres embarazadas, están en estado de buena esperanza, con dolores, molestias todas o bastantes y sin embargo la alegría no se la quita nadie.

Por eso, este es un tiempo en que la Iglesia se mira a sí misma, especialmente en esa vocación de ser madre, de ser gestora de una esperanza, que no es un concepto, sino que es vida.

Esa vida está en cada uno de nosotros, una vida que es un don de Dios, nuestro Padre.

Pequeña tarea

Tomar la actitud de la Santísima Virgen, a confesarnos al comienzo de este tiempo de Adviento, para que la gracia de alguna manera nos renueve y nos permita mirar hacia delante con confianza, sobre todo con esperanza que nos permita también involucrarnos, actuar, aunque nos manchemos en el camino, porque para eso están los confesionarios listos.

Queridos hermanos, bendecido tiempo de adviento y a disfrutar la maternidad a la cual Dios nos hace participes, que así sea.

Reproducción de la palabra hablada. Transcripción: Vicky Ramírez Jou, Claudio Ardissone. Colaboración: Miguel Ángel Rubio

 

Audio – P. José María García, en la homilía del primer Domingo de Adviento

 

 

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1 Responses

  1. Luis dice:

    Gracias, Señor, por habernos regalado a tu Madre, la Virgen María, la Inmaculada, la Tota Pulchra, que nos limpia. Donde Ella va no hay mácula, todo es pureza, limpieza. !Gracias, Señor!

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