Publicado el 2011-12-22 In Temas - Opiniones

Dios quiere venir a visitarnos

P. Juan Pablo Catoggio. Hay muchos cuentos navideños, especialmente en el hemisferio norte, que dicen más o menos así: Había una vez una familia que se preparó y preparó su casa y su mesa para esperar la visita del niño Dios en Navidad…

 

 

 

 

En medio del trajín de tanta preparación, por tres veces golpearon a la puerta. Eran mendigos que buscaban alguna pequeña ayuda, alguna cosa, para pasar aquella noche. Con tantas corridas, idas y venidas para dejar listas todas las cosas para la fiesta, no atendieron a los mendigos y les dijeron de volver al otro día. Finalmente, se quedaron esperando la visita del Salvador, del Niño de Belén… esperaron y esperaron. No llegó… Al otro día, el mismo día de la Navidad, le preguntaron al buen Dios en la misa qué había pasado… “Tres veces llamé a tu puerta, pero estaban muy ocupados y no me recibieron”.

Cuentos así o parecidos hay muchos. Pero más que cuentos: esto ocurre de verdad muchas veces. Y este es el mensaje de Navidad:

Dios quiere venir a visitarnos, a acompañarnos, a estar con nosotros. No quiere estar solo ni quiere dejarnos solos. Jamás se olvida de vos. Y Él viene. Viene siempre. Esta Nochebuena, por cierto, también.

Se hace hombre, niño y mendigo

Pero Dios siempre nos sorprende, de algún modo se esconde, viene oculto, se “disfraza” de hombre, de niño, de mendigo (en verdad no se disfraza, ¡“se hace” hombre, niño y mendigo!), y por eso pasa desapercibido, pues se ve como uno de nosotros (¡“es” uno de nosotros!). Por eso viene de la manera a menudo menos esperada y nos descoloca. ¡Cuántas veces viene por la puerta de atrás o por la ventana!

Me parece un buen ejercicio prepararnos a la Navidad abriéndonos de par en par: rompiendo nuestros esquemas rígidos, nuestros bloqueos y nuestras defensas, nuestras cerraduras y candados, y abriendo nuestras puertas y ventanas, todas de par en par, abriendo nuestras mentes y nuestros corazones, nuestros ojos y nuestros oídos, para dejarnos sorprender y dejarnos visitar.

María, «puerta» ampliamente abierta

Pienso que así fue María, “puerta” ampliamente abierta, que con la llave de su “Sí” le abrió a Cristo las puertas al mundo. Ella es siempre, también hoy, esa puerta, ese “portal” como en Belén, por donde Dios viene e inter-viene en nuestra vida. En el Santuario de Schoenstatt experimentamos un nuevo Belén, “porque allí Cristo nace de nuevo, inundando los corazones fríos con torrentes de amor”.

Navidad nos acerca a todos y nos hace sentir hermanos en torno al pesebre. Por eso recordamos especialmente a nuestros seres queridos y nos mueve el anhelo de reconciliarnos y hacer las paces con todos aquellos que nos rodean. También a cada uno de ustedes, queridos amigos, que nos acompañan y ayudan a lo largo de todo el año y nos apoyan en nuestra tarea sacerdotal de múltiples maneras. A todos ustedes los tenemos muy presentes en esta Nochebuena y cuando nos acercamos a adorar al Niño y le traemos nuestros regalos, también los traemos a ustedes.

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