Publicado el 2009-09-21 In Temas - Opiniones

Constructores de una cultura de Alianza

Jornada social 2009P. Javier Arteaga. El 12 y 13 de septiembre se llevó a cabo en Nuevo Schoenstatt la 4ª Jornada Social de Schoenstatt, donde participaron hermanos de distintas partes del país comprometidos en emprendimientos sociales, políticos, asistenciales y pedagógicos. Como en cada Jornada Social hubo conferencias donde se expusieron temas de actualidad a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, se compartieron experiencias enriquecedoras en los talleres, se estrecharon vínculos fraternos y sirvió para encendernos más en la misión de ser «sal de la tierra y luz del mundo» (Mat. 5, 13-14).

Destaco cuatro momentos de la Jornada Social:

1- «¿Qué vas a hacer por tu Patria? Con esta pregunta buscamos movilizar a la gente para que comprenda que la Patria hoy nos necesita a todos». Esto lo expresaron los jóvenes de la Fundación 180 de Córdoba que el 25 de mayo pasado «invadieron» el centro de Córdoba y los medios de comunicación planteando esta pregunta y motivando a un cambio de actitudes en pro de una mejor calidad de vida comunitaria y responsabilidad ciudadana.

2- La cuestión social no es solo lo económico-político, es una cuestión antropológica, que abraca a todo el hombre; por eso urge una renovación y desarrollo integral del hombre, nos recordó el P. Ángel Strada en una magistral conferencia (grabada en Schoenstatt) sobre la encíclica Cartas in veritate y con aplicaciones a nuestra realidad argentina.

3- «El P. Kentenich tenía razón: debemos dar hogar aquí en la tierra para que el hombre comprenda que tiene un hogar en el cielo». Con estas palabras el P. Pablo Osow nos trasmitió su experiencia al frente de una parroquia en la diócesis de Avellaneda donde ha implementado un centro ambulatorio de rehabilitación para adictos a las drogas, con terapias para adictos y para sus familiares. Pero recordando al P. Kentenich se preguntaba dónde está el sentido de la vida y las verdaderas alegrías de estos jóvenes. A partir de esa pregunta implementó talleres donde poder desarrollar habilidades y que le sirvan para sustentarse en la vida. La parroquia se convirtió así en un hogar de vida, «y Vida en abundancia» (Juan 10, 10).

4- «En el panorama poco alentador de Argentina los cristianos tenemos dos posibilidades: el principismo puro o el compromiso que nos lleva a ensuciarnos con el barro de las situaciones humanas pero sin ensuciar el corazón». Gonzalo Santamarina, de la Fundación Contemporánea, nos recordó que el fin de la política es el bien común y alentó a buscar juntos caminos para sanear el quehacer político en el país, poniendo el acento en el diálogo y la reconciliación, la educación, la integración social como fuente de paz, la federalidad real y el amor a la Patria.

Podría seguir nombrando los testimonios del Hogar de María de Mar del Plata, de la Casa del Niño en Villa Ballester, de una empresa modelo en Paraná, y muchos más.

A lo largo de los años en el Movimiento han surgido, y siguen surgiendo, variadas iniciativas sociales bajo el impulso de la Alianza con María, quien nos invita y motiva a colaborar con Ella al servicio de los hermanos. Es que quien vive verdaderamente en Alianza de Amor con María no puede dejar de escuchar las necesidades de los hijos de María, sus hermanos; por esa unión profunda con María aprendemos de su actitud solidaria y generosa, que nos lleva a extender esa Alianza de Amor hacia los hermanos. Es así que la Alianza de Amor con María de una realidad religioso-espiritual se amplía a una realidad social de gran trascendencia y significación.

Decía el P. K en una conferencia de 1929, año de la gran crisis social y económica:

«Como Movimiento tenemos la tarea de ocuparnos de la renovación religioso-moral del mundo. (…) Hasta ahora hemos trabajado por la renovación religiosa. Esta debe desembocar ahora en la solución de la cuestión social.»

Dios nos habla e interpela en los acontecimientos de nuestra Patria:

  • la mentira y la corrupción que matan la verdad, la vida y la esperanza;
  • la confrontación y la intolerancia, contrarios al amor;
  • el rencor que obnubila la razón confundiendo la justicia con venganza.

Esas actitudes aún están allí, enquistadas en nuestras almas y llevan a la pobreza moral y material, escándalo de nuestra Patria. Urge una convivencia cívica y pacífica, respetuosa de la dignidad del hombre, las leyes y las instituciones. Para ello se necesitan hombres y mujeres constructores de dialogo y encuentro, fuertes en la fe y en la esperanza; se necesitan hombres y mujeres que siguiendo las huellas de Dios se animen a tender puentes y a derribar muros que separan; hombres y mujeres que encendidos en amor heroico sean constructores de una cultura de Alianza.

Sí, una cultura de Alianza. ¿Nos animamos?

 

De la Carta de Alianza, 18 de septiembre

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