Publicado el 2020-07-26 In Alianza de Amor Solidaria en tiempos de Coronavirus, Obras de la misericordia, Proyectos, Schoenstatt en salida

Vecinos de la ermita de Tres Ríos, emprendedores en la pandemia

COSTA RICA, Tatiana López de Donato •

La hermosa tierra que algún día fuera regalo, ¡se transformó en ermita! Llegó unida a su gente y hace eco del nombre de su comunidad: “La Unión de Tres Ríos”, como si fuesen “tres ríos” de agua viva en la Santísima Trinidad. Como si fuera poco, está en la comunidad de Villa Hermosa, otra diosidencia, hoy tierra para “Schoen-statt” = “tierra-hermosa” en castellano. Los vecinos de la ermita han sido colaboradores activos con las muchas actividades que se han organizado allí.  En cada evento, no podían faltar las delicias de la cocina de doña Blanquita, las artesanías de don Carmelo, el “chilero” de doña Lorena, las historias de don Rigo y, sobre todo, el gozar y compartir con estos miembros muy importantes para nuestra familia de Schoenstatt. —

No sabíamos que sería la última fecha

La última vez que estuvimos todos juntos, el 8 de marzo, inaugurábamos la primera de las muchas actividades que teníamos agendadas para el 2020. Las tierras exuberantes y verdes de la ermita se adornaron con las coloridas banderas de la familia, la alegría entre los presentes se expresaba entre abrazos, risas y sonrisas de complicidad por el amor a la Mater. El aire fresco de las montañas pasaba entre sus árboles, y nos invitaba a escuchar como el cántico de ángeles dando gloria a Dios… y de repente, dos días después, todo cambió. Llegó la pandemia y, con ella, las restricciones por el Covid-19.

Viven al día y no hay quien compre sus productos

Nuestros vecinos se enfrentan a una dura realidad para la cual no se está preparado. En su gran mayoría viven al día con escasos recursos y no tienen ahorros. La economía del país se mantiene cerrada y no hay quien compre sus productos o contrate sus servicios.  El pan, las artesanías, el chilero, quedaron en los estantes.

El taller de mecánica de Alejandro no tiene clientes; Arturo no tiene trabajos de albañilería; don Juan no tiene adónde repartir sus almuerzos. Nuestros vecinos adoptivos están sufriendo, su creatividad, anhelos y sueños se estaban truncando y pronto podría estar tocando el hambre a sus puertas.

Colaboramos con la entrega mensual de “diarios de comida” (NR: raciones o viandas de comida), pero la magnanimidad no se dejó vencer en generosidad y dimos un paso más allá: apoyarlos como pequeños emprendedores.

Con los dones, a trabajar y multiplicar

Doña Lorena nos hace las bolsas donde empacamos los diarios de comida que repartimos a otras comunidades; sus costuras de amor resultan de gran utilidad para aquellas que las reciben.  Doña Blanquita nos confecciona, con todas las instrucciones sanitarias, los cubre-bocas que introducimos en los diarios. Las retribuciones económicas de estas pequeñas ventas les han permitido hacer frente al pago de servicios públicos y otras obligaciones; pero especialmente, les han dado alivio a su salud.  Con dolores y malestares muy fuertes, pero que no clasificaban como emergencia para la admisión en hospital público, el dinero de estas ventas le permitió a doña Lorena acudir a servicios privados de medicina y lograr alivio. Señor, nos parece verte sonreír, y ante tu afirmación insonora, te preguntamos: «¿Cuándo te vimos enfermo y fuimos a verte?».

Don Carmelo, artesano de 85 años, de la noche a la mañana, por el cierre de las reuniones para personas de la tercera edad que organizaba la Parroquia, perdió la principal clientela para sus creaciones y ya no tenía más compradores.  Nos cuestionamos, ¿cómo incorporamos a don Carmelo en este proyecto de emprendedores?  La respuesta la encontramos en su mismo jardín, al ver allí sembrados orégano, hierba buena, perejil y culantro. Don Carmelo prepararía cajitas para huertas caseras con hierbas aromáticas.

Descubrimos nuevas habilidades en cada vecino

Miguel nos cuenta que le habían comunicado la suspensión de su trabajo; pero sus responsabilidades y obligaciones no quedaban suspendidas. Conversando con él, nos reveló su facilidad para trabajos en madera, por lo que juntos decidimos iniciar un proyecto para confeccionar un concepto novedoso de tablas para cortar pan.

De igual manera, cada uno de nuestros hermanos de Villa Hermosa, extranjeros y nacionales, ha sido un pensamiento constante para este proyecto. Hemos puesto el foco en buscar ideas y alternativas que les permitieran ocupar su tiempo, sentirse útiles y generarles ingresos para cubrir las muchas necesidades que tienen. Parece que no terminamos de entender este misterio de amor y al ver nuevamente tu rostro lleno de luz, Señor, en nuestra pequeñez te preguntamos: «¿Cuándo te vimos forastero y te acogimos; o desnudo y te vestimos?».

En cada objeto que compramos, hay un rostro y una historia

Todos estos objetos, que son producto del esfuerzo de los miembros de Villa Hermosa, tienen el rostro de cada uno de ellos.  Al adquirirlos, extendemos nuestras manos espirituales para ayudar a la comunidad y, a la vez, al mantenimiento de la ermita.  Cada hierba de la huerta de don Carmelo con la que condimentemos nuestros platillos o el pan que cortemos en la panera de Miguel, nos darán la certeza de que los ángeles siguen cantando en aquellas tierras de la ermita de La Unión, porque Jesús, el Emmanuel, el Dios con nosotros, nos permite llevar esperanza a la comunidad de Villa Hermosa. “Gracias porque elegiste a Schoenstatt y porque allí Cristo nace de nuevo”(Hacia el Padre, 6).

 

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1 Responses

  1. Erika dice:

    Cómo podemos comprar?
    Yo había comprado una escalerita muy bonita pequeña para adornar en navidad y me gustaría conseguir más.

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