Publicado el 2010-03-11 In schoenstattianos

Dos hijos regresan al Hogar del Padre

Eleanor and Raymond Yank with Fr. Kentenich in their Home ShrineMichael y Margaret Fenelon. ¡El Cielo se ha convertido en una realidad! Éste es el regalo que el Padre Kentenich nos dio a lo largo de ésta, nuestra vida, nuestra vida de Schoenstatt. Hace 45 años el Cielo tocó verdaderamente la Tierra una vez más. El 23 de febrero de 1964 nuestros padres, Raymond y Eleanor Yank, invitaron al Padre a su casa pidiéndole que la Santísima Madre pudiera ser traída a su Santuario Hogar para convertirlo en un lugar de gracia. El realismo de su presencia en ese lugar, como Madre y Maestra durante tantos años, ha resultado ser cierto en todos los aspectos de la vida, ya que el padre y la madre y los siete hijos, esposos y esposas y los 31 nietos que vendrían después, recibirían la gracia de esforzarse por crecer en candidez ante Dios. El crecimiento no cesa jamás y continúa.


Three generations in the Home Shrine: Raymond and Eleanor Yank, Margaret and Mike Fenelon, Sarah and Jason Fenelon

Fuimos bendecidos con la mudanza de mis padres a nuestra casa el 6 de junio de 2008. El don de tenerlos en nuestro hogar no se compara con nada. Ahora bien, la gracia de tener dos Santuarios Hogar, el nuestro y el de ellos, bendecidos por el Padre, haría rebosar de felicidad a nuestros corazones y a nuestro hogar. Cuando nos dimos cuenta de que su Santuario Hogar cumpliría 45 años, le pedimos al P. Langsch que viniera a casa el 23 de febrero de 2009 y renovara esta dedicación. La ceremonia fue simple y hermosa y no podíamos imaginar lo necesaria que podría ser para cada uno de nosotros esta «nueva irrupción de lo Divino», como llamaba el P. Kentenich a las renovaciones. En 6 meses más, tanto papá como mamá dejarían este hogar terrenal para internarse en la eternidad. Este preciado tiempo que pasamos juntos es un regalo por el cual estaremos eternamente agradecidos.

Las últimas semanas y meses compartidos fueron, mirando retrospectivamente, una «escuela de amor» con nuestra Madre como la más perfecta Maestra. Nos gustaría compartir con ustedes algunos de esos momentos para que se regocijen con nosotros en el abundante y misericordioso amor de nuestro Padre Celestial y la protección de nuestra Madre y de su amado Hijo.

Raymond Peter Yank

Nacido a la vida – 19 de febrero de 1919 Nacido a la vida eterna – 16 de junio de 2009

Raymond and Eleanor Yank with Fr. KentenichRaymond nació y se crió en Milwaukee, Wisconsin, como hijo único, cuyo padre falleció cuando tenía 7 años y su madre cuando tenía 9. Sus padres habían venido de Austria, de lo cual estaba muy orgulloso. Unos tíos se lo llevaron a vivir con ellos y lo criaron como a su propio hijo.

Raymond era un hombre humilde y retraído cuya fe y familia lo eran todo para él. Fue el primero en reconocer que el P. Kentenich era el responsable de esta atracción central y formación en su vida. En 1959, en el 12º aniversario de su matrimonio, Raymond y Eleanor conocieron al P. Kentenich y comenzaron a asistir a sus Charlas de Lunes a la Noche. Su inmenso amor por Schoenstatt y su deseo de crecer en santidad en la vida matrimonial y familiar los llevaron a convertirse en miembros fundadores del 1er. Curso – Filia Crucis Grata – de nuestro Instituto de Familias de Schoenstatt en la delegación de los EE.UU./Puerto Rico. Fueron los primeros superiores de la delegación.

El Instituto de Familias se convirtió en la sangre de la vida de Raymond, quien vivía y respiraba esta espiritualidad. Encontró consuelo y fuerza espiritual a través de las muchas cruces y sufrimientos en su vida. En 1994, cuando una apoplejía masiva paralizó su lado izquierdo y no podía hablar, se sometió a una intensa terapia de rehabilitación. Lo primero que pidió, varias semanas más tarde cuando pudo comenzar a escribir (ahora con su mano izquierda) y a hablar nuevamente, fue su horario espiritual. Su vida y su práctica espirituales eran lo más importante para él, independientemente de la condición física en la que se encontraba.

Rara vez se quejó a lo largo de los 15 años posteriores a su ataque, aunque su vida cambió drásticamente. Podía vérselo ofrecer cada movimiento forzado, cada incapacidad para hacer todo lo que él solía y deseaba hacer. Se mantenía alegre y con sentido del humor.

Disfrutando de su compañía

Two fathers blessing...Fue una verdadera alegría que Raymond y Eleanor pudieran vivir en nuestra casa durante el último año de su vida. Nunca quisieron resultar una carga para nosotros, pero sentimos la bendición no solo de darles un hogar sino también de poder atender a los miembros de nuestro propio Instituto de Familias (pues también somos miembros de nuestro Instituto de Familias en el 2º curso). La vida en comunidad se convirtió en una realidad bendecida.

La semana anterior a la muerte de Raymond, tanto él como Eleanor estuvieron al mismo tiempo en estado crítico en el hospital. El personal de enfermería advertía lo difícil que era para Eleanor en la Unidad Cardíaca luchar con su silla de ruedas para visitar a Raymond en la Unidad de Terapia Intensiva, con los miembros de la familia entrando y saliendo de ambas unidades. Una vez que se supo con certeza que Raymond se estaba muriendo y que ya no había nada más que pudiéramos hacer por él, necesitaban sacarlo de la habitación que ocupaba. El personal veía la devoción que existía entre ambos y la de la familia, y se ofrecieron a ponerlos a los dos en la misma habitación. Esto fue una bendición para muchos. Todos los miembros del personal del hospital que venían a la habitación, primero se sorprendían de ver a un hombre y a una mujer juntos en el mismo cuarto, y luego quedaban conmovidos al enterarse de que se trataba de un matrimonio de 62 años. Veían a Eleanor tomando la mano de Raymond, hablándole y orando «con él» aun cuando estaba en coma. Muchos se iban con lágrimas en los ojos. Más tarde supimos que eran el tema de conversación del personal del hospital, desde los trabajadores del servicio de cafetería hasta los médicos y las enfermeras. El médico de cabecera de Raymond y Eleanor dijo más tarde que nunca habían venido tantas enfermeras a hablarle respecto de lo conmovidas y emocionadas que estaban con esta experiencia. Dijo que tanto ellos como la familia fueron hermosos testigos de los lazos de amor y unidad. Por supuesto nosotros sabemos que esto fue nuestro testigo de Schoenstatt del poder de la alianza de amor vivida juntos en nuestros Santuarios Hogar.

Trajimos a Raymond a nuestro hogar, a nuestros Santuarios Hogar, para que pasase sus días finales. Dios es tan misericordioso en estas circunstancias. La MTA se encargó de arbitrar los medios y el momento oportuno de todos los hechos. No teníamos de qué preocuparnos. La semana anterior a la muerte de Raymond pudo hablar con sus siete hijos, telefónica o personalmente, apenas horas antes de entrar en coma. Una vez en la casa, todos sus hijos y sus familias pudieron «visitarlo» en paz, darle un último adiós. Cuando lo trajeron a casa, ni siquiera los médicos sabían si iba a poder sobrevivir al traslado. No sólo sobrevivió al traslado, sino que se mantuvo con vida hasta la llegada de su último hijo, Ray, que vino a decirle «adiós» dos días después. Cuatro horas después de haberle dicho «adiós», Raymond falleció en paz con Eleanor y cinco de nosotros a su lado. Apenas una hora antes habíamos estado cantando la letanía de Schoenstatt y pudimos orar y bendecirlo cuando se estaba muriendo.

Vigilia en el Santuario del Exilio

El funeral fue una vez más testigo de nuestra espiritualidad schoenstattiana y de nuestra vida del Instituto de Familias. Fue simple y digno. Raymond fue colocado en el Santuario del Exilio toda una noche de vigilia, visitado por la familia y la familia de Schoenstatt. El Santuario del Exilio fue lo principal de la formación de Raymond y Eleanor por parte de nuestro Padre y Fundador durante el tiempo que pasó en Milwaukee. Su ataúd fue una Hermosa y simple caja de madera hecho por Patrick Fenelon, el hermano de Mike, similar al de Juan Pablo II – un signo de «nuestra riqueza de la pobreza». En realidad, todo el período que abarcaron las semanas finales hasta su funeral fue una práctica de la «pobreza» – gratitud, abandono de la propia voluntad, análisis profundo, preocupaciones moderadas, entrega. La Misa fúnebre fue en la Iglesia de San Vicente Pallotti al lado del Santuario. El Padre también presidió Misa muchas veces en esta iglesia. Asistieron más de 200 personas. Nuestros Padres de Schoenstatt, el P. Gerold Langsch y el P. Peter Locher, presidieron la Misa con cánticos del coro de las Hermanas de Schoenstatt. Raymond fue luego sepultado en el Cementerio del Calvario, donde el Padre había pasado tantas horas caminando y conociendo gente durante los años de Exilio. Muchos destacaron la simplicidad, la belleza, la profundidad de la misa fúnebre, como una de las más hermosas a las cuales hayan asistido. Fue un gran testamento del poder de transformación de la Alianza de Amor y de la misión de nuestro Padre y Fundador y de nuestro Instituto de Familias.

Agradecemos a todos aquellos de nuestra Familia de Schoenstatt que nos acompañaron en nuestro viaje espiritual y enviaron mensajes de consuelo durante este tiempo, pues fueron los numerosos sacrificios y plegarias que nos ayudaron en este trance. Fue un hermoso testigo de que verdaderamente somos una Familia del Padre.

Eleanor Margaret Yank

Nació a la Vida ~ 28 de marzo de 1918 Nació a la Vida Eterna ~27 de agosto de 2009

Raymond and Eleanor Yank with Fr. Kentenich«¡La misión se ha cumplido!» Estas palabras, dichas por alguien que estaba muy cercano a los corazones de Eleanor y Raymond, lo dicen todo. Su jornada de vida en común como hijos fieles de nuestro Padre y Fundador, formados en su «Escuela de Milwaukee», y conducida a través de la realidad transformadora de nuestra comunidad del Instituto de Familias, finalmente llegó a su fin terrenal cuando Eleanor fue al encuentro de Raymond en nuestro Hogar Eterno.

El 16 de junio, cuando Raymond murió en casa en medio de la noche, Eleanor dormía a su lado. Cuando él exhaló el último suspiro la despertamos suavemente y le dijimos muy cuidadosamente que «Papá se ha ido al Hogar Celestial». Estábamos preocupados por su posible reacción, pero no hacía falta preocuparse ~ porque ella se quedó recostada y dijo, «¡Oh, qué maravilloso!». Entonces tomó su mano y empezó a rezar «con él». Aproximadamente un mes después ella se puso grave de nuevo y mientras estaba en el hospital se despertó una mañana y nos dijo a todos con una luz especial en sus ojos acerca del sueño que había tenido: Raymond le hacía señales con la mano y le decía, «¡Ven, Ellie!». Ella atesoraba este «mensaje» y no dejaba de anhelar estar con él. Después de que volvió a casa a nuestros Santuarios-Hogar mantenía ese sueño presente en su corazón y decidió que no quería volver más al hospital – estaba lista para partir a «Casa» cuando nuestro Padre Celestial la llamara.

En el éxito o en el fracaso anunciaremos siempre tu amor

Ella deseaba tanto estar en nuestro Hogar Celestial – Después de que nuestro padre murió, una vez dijo, un tanto molesta, «¡habíamos acordado que yo me iría primero!» Esto era lo más importante en su corazón – ella estaba lista – y se preocupaba de que tratáramos de retenerla en este mundo demasiado tiempo. Tuvimos que asegurarle que Dios encontraría una manera de llevarla a casa y que Él sabía el momento – nosotros no podíamos, ni debíamos, aferrarnos a ella una vez que Él la llamara. Fue difícil mantenerla realmente contenta en los siguientes dos meses y medio. Ella trataba de complacernos al máximo, pero sabíamos dónde estaba su corazón y no estaría contenta por completo hasta que descansara con su Raymond en Dios. La realidad de la Alianza se convirtió en nuestra realidad diaria, momento a momento. Ella se preguntaba por qué estaba aquí todavía, y hablamos juntas acerca de que Dios la quería y la necesitaba aquí todavía para cumplir su misión, y que eso significaba poner todas las dificultades, todos los momentos en las manos de nuestra Madre en el Santuario Hogar – viviendo el Poder en Blanco y el Inscriptio. Ella repetía frecuentemente dos palabras de la oración del Poder en Blanco, «proclamamos – profesamos»: «En el éxito o en el fracaso anunciaremos siempre tu amor». Esto resume la vida de mi madre – definitivamente con sus palabras, compartiendo sus pensamientos sobre la vida espiritual, pero más con su ser ella proclamaba y profesaba la realidad del amor de Dios en su vida. Hacia el fin de sus días se volvió más y más como una niña ~ completamente una hija del Padre, luchando en ocasiones, pero continuamente tratando de extender su mano, de decirle «Sí» a Su plan de amor. Sentimos la realidad de su vida, que el Cielo toca la tierra y se vuelve mucho más real. El Cielo ~ la meta de nuestra vida, en casa en el corazón de Dios, junto con Raymond y todos los otros miembros de la familia y de Schoenstatt ~ esto es lo que era real para Eleanor.

Ella trataba, a través de los momentos difíciles, de vivir el ideal de su Santuario Hogar ~ Confianza Heroica – en el espíritu del Magnificat. No siempre le fue fácil. En nuestro Santuario Viviente el símbolo del Santuario Viviente de nuestra madre es la cruz. Ella dijo varias veces en el pasado reciente mientras batallaba con el significado del sufrimiento, «¿En qué estaba pensando cuando elegí este símbolo?», pero al mismo tiempo le daba consuelo compartir la cruz con Jesús. Él le ayudó a cargar su cruz.

Si dependemos de nosotros mismos perdemos toda esperanza y confianza, así que extendemos nuestras manos hacia ti, Madre y Reina

Mamá recordaba estas palabras algunas veces durante sus últimas semanas y meses: «Si dependemos de nosotros mismos perdemos toda esperanza y confianza, así que extendemos nuestras manos hacia ti, Madre y Reina». Ella dijo que recordaba que esas fueron las palabras que el P. Kentenich le dijo en una de las conversaciones personales que tuvo con él y que habían sido una luz en su camino. Eleanor tenía una veta melancólica en su alma y sabía que frecuentemente caía en la trampa de la primera parte de ese consejo espiritual, así que más y más frecuentemente trataba de vivir la segunda parte. Se preocupaba, pero entonces extendía su mano a su Madre y encontraba paz ahí – especialmente en las gracias del Santuario-Hogar.

Family of the Father

Ya que yo me había convertido en su principal cuidadora (apoyada afortunadamente por un maravilloso marido y por generosos miembros de la familia) recé una simple oración pidiendo solamente que no estuviera sola cuando llegara el momento de que ella nos dejara. Nuestro Padre Amoroso tenía un plan diferente. El día antes de que Eleanor falleciera nos dijo que pensaba que estaba muriendo. No sabíamos si ella sólo lo deseaba o era una realidad, porque ya lo había dicho antes. A la mañana siguiente era claro que empezaba a tener problemas para respirar. Pidió un sacerdote. Yo iba a esperar a llamar al párroco hasta que la enfermera, que debía llegar muy pronto, pudiera revisarla, pero debió haber sido mi ángel guardián quien me impulsó a llamar inmediatamente. Cuando llamé me dijeron que el pastor estaba fuera de la ciudad por 4 días, y uno de los otros sacerdotes no volvería sino hasta el siguiente día. El único sacerdote restante, el P. Simon, tenía menos de una hora disponible antes de una tarde totalmente ocupada y después un viaje fuera de la ciudad. Si no hubiera llamado justo en ese momento no podría haber conseguido un sacerdote, ya que todos hubieran estado fuera. El P. Simon llegó inmediatamente y le administró los Santos Óleos, «Comida para el camino». Mi madre y él tuvieron una hermosa conversación. Ella le dijo que tenía miedo. Él le dijo que no se preocupara, ella era humana y eso es parte de lo que somos. Ella miró hacia el Cielo y dijo, «Ayúdame con mi falta de fe». El sacerdote tuvo que retirarse después de que hablaron un poco más. Ella sonrió y, aunque estaba muy débil, levantó la mano y tocó la del sacerdote, le agradeció y lo bendijo. Él salió de su cuarto henchido con la experiencia y maravillado con la profundidad de su fe.

Cantaba con los ojos radiantes de alegría

Al quedarme sola con mi madre las siguientes 4 horas estuve muy ocupada. Yo acudía, le ayudaba tanto como podía y rezaba con ella. Después salía para llamar a alguno de mis 6 hermanos e informarles de su estado de salud. Aproximadamente a las 4:45 PM canté la canción/lema de los Matrimonios Pioneros de Schoenstatt en Milwaukee que era muy querida por el Padre, que tenía un lugar especial en los corazones de mi padre y de mi madre, y que está grabada en sus tumbas. ~ Patris atque Matris sum nunc et in perpetuum – Vivat Santuarium! «Pertenezco al Padre y a la Madre, hoy y por toda la eternidad ~ ¡Viva el Santuario!». Mi madre ya no podía hacerse entender, así que miré cómo movía los labios, pero cantaba con los ojos llenos de alegría. Esta es la última imagen que tengo de mi amorosa madre, luchando por respirar, pero alegre y llena de paz. Salí entonces de la habitación por un par de minutos para llamar a nuestra hija Sarah. En esos pocos momentos Eleanor, como una madre que no quiere que su hijo sufra, silenciosa y pacíficamente se fue a casa con Ray.

Más de doscientas personas estuvieron presentes para su funeral. Igual que con Ray, hubo una vigilia toda la noche con ella en el Santuario del Exilio. Muchos de los miembros de la familia y nietos pasaron una hora con ella esa noche. Podíamos sentir la presencia real del Padre ahí con nosotros. Fue una hermosa celebración de la entrada de Eleanor en la Vida Eterna. El P. Gerold Langsch una vez más ofreció la Misa funeral y dio mucho de sí mismo en las bellas palabras de su homilía; el también es verdaderamente una «parte de nuestra familia». De nuevo las Hermanas de Schoenstatt cantaron tan bellamente y se entregaron por completo para dar apoyo a su «familia» espiritual. La directora del funeral se acercó a Mike después de colocar a Eleanor en su lugar de descanso junto a Ray y dijo que estaba muy impresionada con ese funeral. Había trabajado por muchos años en ese tipo de servicios y nunca había sido testigo de una ceremonia tan reverente, bella y dignificada. Dijo también que probablemente no volvería a ver una igual.

En la escuela de Milwaukee

In the Exile ShrineEl día después del funeral nos reunimos de nuevo con el P. Simon después de Misa. Estaba radiante al pensar en la experiencia que había tenido con Eleanor. Dijo que pensaba que ella no tenía temor en el sentido humano, sino que tenía un «temblor sagrado» al saber que iba a encontrarse con Dios, el creador del Cielo y de la Tierra. Ella estaba lista, con un pie en la tierra y otro ya en la Eternidad. Le agradeció a Marge por el honor de estar con su madre en sus últimas horas. Otro matrimonio en nuestra parroquia dijo que en la Misa del lunes por la mañana, el P. Simon dedicó toda su homilía a su experiencia con Eleanor y al significado de una vida verdadera, cristiana, llena de fe y sagrada en unión con la Madre Bendita.

Este es un gran testamento de quienes fueron hijos fieles de nuestro Padre y Fundador y estuvieron abiertos a la formación en la «Escuela de Milwaukee.» Tenemos en verdad un legado precioso y nunca podremos subestimar el regalo que nuestro Padre nos dio, el poder transformador de la Alianza de Amor y de nuestro Instituto de Familias de Schoenstatt. Somos los testigos vivientes del Padre, ya sea que seamos jóvenes y llenos de vida o en una cama con sólo la energía suficiente para levantar nuestra mano en los momentos finales de la vida. La misión de ser confiados como niños continúa.

Traducción: Cecilia Mata, Buenos Aires, Argentina/Eduardo Shelley, Monterrey, México

2 Responses

  1. Irene de Ríos dice:

    Michael y Margaret
    gracias por compartir con esta familia grande que es Schoenstatt,nada han guardado para si,haciendonos participe,del regalo de vuestros padres,modelos para muchos!!
    Sin duda que podremos invocarlos en nuestras necesidades como matrimonio!!
    Raymond y Eleanor,invitan al Padre a continuar su obra en nosotros ,sus hijos!!y no nos faltaran las fuerzas para continuar el camino señalado!!
    Gracias,querida familia, en uds sean bendecidos sus hermanos y nietos!!
    Desde Paraná,Argentina-Santuario de la Providencia-

  2. Fam. Infante-Martínez dice:

    ¡Hermoso testimonio de amor! Lo que el buen Dios ha unido nadie puede separarlo.
    Es nuestro deseo que la santidad cotidiana de esta familia se refleje a todas las familias que formamos parte de la gran familia del Padre, en especial a aquellas que han sido llamadas a seguirle más de cerca.

    ¡Mater, a Ti extendemos las manos e imploramos abundantes dones de tu amor!

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