Publicado el 2011-02-15 In schoenstattianos

Su misión: preparar el nido para Schoenstatt en Austria

Schw. M. Elmengard PimplAUSTRIA, mkf. «Ella fue, sencillamente, nuestra madre». Esta es la respuesta espontánea que se recibe a la pregunta de lo que significó esta Hermana de María, que en 1972 llegó a Austria junto con otras dos Hermanas, para realizar la misión de su vida: preparar el nido para Schoenstatt en Austria. Son palabras dichas por el Padre Kentenich y que mostraron su eficacia. En la Familia de Schoenstatt austríaca se recuerda todavía, después de casi cuarenta años: «el 29 de agosto de 1972, a las 11 hs. arribo a St. Georg Kagran». El 15 de enero de 2011 falleció en Kösching, a la edad de 87 años, la Hna. M. Elmengard Pimpl. Fue una de estas pioneras que han escrito la historia de Schoenstatt desde la alianza de amor.

 

Mit Vertretern der ersten Generation

Casi quince años después de su despedida de Austria, muchos schoenstattianos de ese país hicieron el largo camino hasta Kösching para estar presentes en su entierro. ¿Por qué? Ella fue quien dio a conocer Schoenstatt a toda la primera generación de la actual Familia de Schoenstatt austríaca, la condujo, la conquistó para la fundación del Movimiento, así dijo una austríaca durante el entierro el pasado 19 de enero. «La primera generación, aquella generación que dijo ‘sí, nosotros construimos Schoenstatt en Austria’, surgió en contacto con ella».

El P. Tilmann Beller, que por largos años trabajó con ella en la formación del Movimiento de Schoenstatt en Austria, predicó en la Misa de entierro de esta Hermana, que «contó con la intervención de Dios. Uno se quedaba sin aliento. Ella estaba convencida de que Dios actuaba a través de ella, con ella, en ella». Es la fe que necesitan los pioneros. Y ella fue una pionera.

¿Quién fue la Hna. M. Elmengard? ¿Quién fue (y aún es) para la Obra de Schoenstatt en Austria?

«Se me reveló un nuevo mundo»

Requiem, 19. 01. 2011La Hna. M. Elmengard nació el 5 de diciembre de 1923 en Royau, Marienbad (hoy territorio de la República Checa). Cuando terminó la escuela, fue por un tiempo con el P. Kulmus (pariente de ella y quizás uno de los primeros sacerdotes schoenstattianos) a Ennabeuren en el sur de Alemania. Allí conoció Schoenstatt. Ella misma lo cuenta:

«Ha comenzado una nueva época para mi. Conocí un nuevo ideal de santidad, ‘Schoenstatt’. Me reveló un nuevo mundo y me ha colmado tan profundamente que desde ese momento supe que tenía que entregarme y regalarme a esta Obra».

En el año 1946 ella y su familia – como todos los alemanes – fueron expulsados de la República Checa. Encontró un nuevo hogar en Ennabeuren, donde trabajó al principio en la municipalidad. En noviembre de 1948 ingresó en la comunidad de las Hermanas de María de Schoenstatt. Durante muchos años trabajó en el sur de Alemania y en Baviera como catequista y asistente parroquial, hasta que en 1972 encontró la misión que llenó su vida: Schoenstatt en Austria.

Por Schoenstatt en Austria

Ein Bild, das für sie steht: beim Bau des HeiligtumsEn 1972 fueron enviadas tres Hermanas a Austria desde Liebfrauenhöhe (casa provincial de las Hermanas en el sur de Alemania) con la expresa misión de abrir allí una casa filial para fundar el Movimiento. Un símbolo precioso para el naciente Movimiento de Schoenstatt fue «el rostro del Padre» (la máscara mortuoria hecha en bronce) que las Hermanas llevaron a Austria para que el Movimiento naciera acuñado en el espíritu del Padre y fundador.

La Hna. M. Elmengard y las otras dos Hermanas de María que se radicaron en Viena a fines de 1972 e iniciaron una nueva fundación – aunque ya antes de su llegada existía Schoenstatt en Austria. De hecho ya en 1929 habían llegado algunas Hermanas de María a Viena (en 1936 se cerró esa casa filial) y fueron los Padres Pallottinos en Viena quienes esparcieron las primeras semillas. Dos Hermanas de María provenientes de Batschka (actualmente territorio de Serbia y Hungría), trabajaron ya desde los años cincuenta en Viena entre sus compatriotas. En el Pazmaneum (seminario húngaro en Viena) surgieron los primeros contactos que más tarde fueron esenciales para el comienzo del Movimiento de Schoenstatt en Hungría.

No obstante, en la década de los ’70 en Austria no existía un Movimiento de Schoenstatt perceptible.

«Tuvimos la sensación de ser la generación fundadora», dice alguien de la juventud de ese entonces. «Hubo aún una pequeña rama de madres mayores, y aquí y allá algunas familias, individuos… pero unos pocos nomás. También de vez en cuando los visitaron algunos Padres de Schoenstatt, pero no había un Movimiento en crecimiento. Hubo intentos de conectarse entre sí cuando se encontraron con otros schoenstattianos, pero eran círculos muy pequeños. En Viena en realidad nadie conocía a Schoenstatt ni sabía lo que era. Fue una nueva fundación». Y entonces llegó la Hna. M. Elmengard y comenzó a trabajar sistemática y constantemente, con radicalidad y llena de entusiasmo. «Ella fue pionera en un nuevo país. Schoenstatt en Austria no hubiera nacido sin esta mujer», dice un testimonio. Y esta es la palabra clave: Schoenstatt en Austria.

El Padre Kentenich construye Schoenstatt aquí

Cuando se escucha a los schoenstattianos de la primera hora, surge un panorama: Fue un verdadero, auténtico nuevo comienzo en Austria. Esto que ahora existe – esta es la convicción de todos – Austria se lo agradece a ella y al P. Beller, al quien ella llamó muy pronto para las primeras jornadas. En un país que habla el mismo idioma que su vecino mayor, Alemania, con su larga historia de Schoenstatt, surgió «no un Schoenstatt importado, sino nuestro Schoenstatt». Fue frecuentemente incomprendida por sus compatriotas porque nunca quiso usar material de Alemania, sino que quiso siempre producir material nuevo austriaco para guardar así la identidad nacional de la Familia de Schoenstatt de Austria.

Alguien la recuerda: «La Hna. M. Elmengard y el P. Beller reflexionaron mucho sobre la mentalidad austríaca. Fue interesante que alguien de afuera nos dijera como somos. Mucho después comprendí lo que había detrás: según palabras de nuestro Fundador, para que Schoenstatt sea auténtico, debe pasar por las mentes y los corazones de los nativos de un país. Ella quería comprender que era lo típico de nosotros, los austríacos. Y con ello nos dio una enorme autoestima: el Padre Kentenich construye Schoenstatt de nuevo en Austria, construye aquí su Movimiento. Esta fue nuestra fe como primera generación: el Padre Kentenich construye Schoenstatt de nuevo aquí, en Austria, y lo hace a través de nosotros».

La Hna. M. Elmengard y el P. Beller, dos personalidades carismáticas que se complementaron genialmente. Este fue el comienzo del Movimiento de Schoenstatt en Austria como hoy en día existe. «Ella trabajó por Schoenstatt como un leñador en la helada, siempre inyectando fuerza, jamás fue cómoda. Fue un genio para atraer a personalidades altamente calificadas, a naturalezas luchadoras que congeniaban con ella», dijo el P. Beller al describirla.

Madre de la primera generación

Sr. M. ElmengardLa «madre de la primera generación» buscó cumplir su misión y darle un nido al Movimiento: un Santuario. Los fines de semana viajaba con las Hermanas mirando por todas partes los terrenos y las casas. Demasiado húmeda, demasiado chica, demasiado grande, demasiado calurosa: ella era exigente. El nido debía ser bueno. Y recién después de diez años de su llegada se bendijo el Santuario en el Kahlenberg.

Entra en contacto con quienes solo podía hacerlo, sobre todo a través del trabajo en la parroquia. El actual presidente de la Presidencia Nacional de Austria participó de su primer grupo de monaguillos. Ella supo entusiasmar por los ideales de Schoenstatt tanto a los jóvenes como a las familias. Organizó las primeras jornadas para las ramas. También dependió de ella que el ideal de la Ciudad Santa captara lentamente los corazones, este ideal lo «importó» de Stuttgart. ¡Porque era el preciso! Despertó vocaciones, vocaciones para Schoenstatt. En contacto con ella surgieron vocaciones para todas las comunidades familiares de Schoenstatt, para la Federación de mujeres, para las Hermanas de María…

Y ella misma fue como el nido fuerte de la naciente Familia de Schoenstatt. Acompañó a todo y a todos. «Justamente esto fue importante para nosotros. Siempre teníamos la sensación de que NOSOTROS construíamos Schoenstatt. Pero en el medio estaba ELLA y nos daba apoyo. Ella simbolizaba a Schoenstatt».

«Todo lo que sucedió en Schoenstatt en Austria, pasó por el corazón de esta mujer». Un testimonio que lo dice todo. Y el símbolo de ello fue «la oficina de la Hermana» junto al Santuario en el Kahlenberg. «Allí estaba ella, el cuadro de la MTA en la pared, al lado el Padre Kentenich, delante un enorme escritorio, detrás ella y frecuentemente también el P. Beller», así dice una descripción. En la oficina se tomaron las decisiones sobre lo que había que hacer, y también se aclararon cuestiones vocacionales.

Unas palabras de ella abren una rendija en su alma. Las recuerda una de las jóvenes de entonces. Ella admiraba mucho a José Engling. «Él murió tan joven y cuántos se orientan aún en él». La radicalidad de Engling la conmovía. Quizás nunca fue consciente de que ella misma fue como un José Engling para Austria. No hace falta morir joven para esto.

En el año 1993 sufrió un accidente cerebro vascular, tres años después fue trasladada a la casa provincial, en Kösching. Continuamente la visitaban allí «sus» austríacos. Rezaba y ofrecía sus sacrificios por todas las personas con las que había trabajado en Austria. Recibía innumerables llamadas de teléfono y cartas con pedidos de oración. Hasta el final estuvo muy bien informada sobre la Familia de Schoenstatt en Austria.

«Sí, muy impresionante. Total y enteramente para Dios y para su gran misión», dijo una joven de 22 años, de la juventud femenina de Schoenstatt austríaca. No la conoció personalmente. Pero sí a aquellos que fueron educados por ella.

Mit Vertretern der ersten Generation am Grab Pater Kentenichs

Traducción: aat, Argentina/mev

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