BRASIL, Ruy Kaercher/mf •
Un domingo en mayo, 7 de mayo, en Santa Cruz do Sul, Brasil. Schoenstattianos y peregrinos del barrio se dirigieron, alegres, a la “Capela”, a este pequeño, torturado santuario privado de todo salvo sus muros, techo, terreno… y los laicos que en Alianza de Amor siguen aportando a visitar la Madre de Dios allí, aportando a su capital de gracias para que pueda obrar – desde aquí, para este barrio (tildado de demasiado inseguro para tener un santuario) y sus familias, para los niños del colegio que ahora pueblan los edificios del terreno. —
P. Leão Gomes da Silva
Con entusiasmo y entrega, los laicos schoenstattianos del lugar hicieron todo para devolverle al santuario su dignidad, para hacer hermoso el lugar donde hace mas de 40 años de había instalada la Madre tres veces de Schoenstatt para quedar para siempre. Ella lo ha tomado en serio. Hubo la idea de las Hermanas de “transferir” el santuario con todas las promesas, gracias, y símbolos a otro lugar mas conveniente. Algo tipo “Scotty, beam me up”. Una idea que, a pesar de repetirla mil veces, no agarró en los corazones.
Este 7 de mayo, el asistente eclesiástico de Schoenstatt de la Capela, el padre Leão Gomes da Silva, celebró la Misa en una capilla adornada con flores y una tela celeste en el fondo del altar. La Cruz de la Unidad, la Virgen Peregrina, la tinaja para los aportes al capital de gracias – todo estaba. Y estaban los fieles, rezando, cantando, ofreciendo, recordando el aniversario de la visita del P. José Kentenich a su ciudad.
A unos kilómetros, en la misma ciudad, este mismo día se bendijo el segundo santuario de Santa Cruz. Una alegría amarga para muchos.
Pero esta ciudad de Santa Cruz do Sul ahora tiene dos santuarios, uno en un barrio central y próspero, otro en un barrio humilde y periférico. Ambos en el mapa mundi de los santuarios de Schoenstatt. Que desde ambos lugares la Madre tres veces admirable de Schoenstatt bendiga a esta ciudad y su gente.
En este lugar humilde y periférico, aquel lugar de la promesa de ofrecerle a la MTA una morada para siempre, los laicos schoenstattianos se ponen al servicio concreto de la gente del barrio, construyendo una iglesia sinodal, samaritana y misionera.
El santuario vive
