Publicado el 2010-05-28 In Año Sacerdotal

Un obispo con mirada y corazón abiertos al mundo

Jorgelina Jordá. El arzobispo de La Paz, Bolivia, Mons. Edmundo Abastoflor, estuvo en Schoenstatt. Se hospedó en la Casa Marienau con el objetivo de visitar a un integrante de la Federación de sacerdotes diocesanos de Schoenstatt, el P. Waldo Riveros, compatriota suyo. Tuvimos el agrado de recibirlo en la oficina de prensa y conversar con él sobre la situación actual de la Iglesia en Bolivia y su vinculación con el Movimiento de Schoenstatt.

 

 

Monseñor ¿cómo es su vinculación actual con el Movimiento de Schoenstatt?

Se podría decir que mi relación con Schoenstatt ha comenzado hace muchos años ya que la diócesis de Tréveris tiene una hermandad con la diócesis de Sucre, en Bolivia. Esta es la hermandad más antigua entre la Iglesia en Alemania y otra fuera del continente europeo: tiene más de 50 años. Por ello he venido varias veces a este lugar paran encontrarme con muchas personas que se hospedaban aquí, y con algunos de los obispos auxiliares en el Monte Moriah. Después ha sido escaso el contacto con el movimiento y la Familia de Schoenstatt aquí, en Alemania. Pero cuando estuve viviendo en el seminario, en Würzburg, había un grupo que pertenecía al Movimiento y hasta hoy tengo una gran amistad con ellos.

Pero la vinculación más concreta ha sido desde que soy  arzobispo en La Paz, ahí tenemos un Santuario (de Schoenstatt) y por supuesto que es una agradable obligación de un obispo ver toda la riqueza que Dios ha puesto en su Iglesia. Conozco a las familias de las diferentes ramas, trato de acompañarlos y apoyarlos en la medida de lo posible. Entre los miembros del Movimiento hay un grupo de sacerdotes que pertenecen a la Federación de sacerdotes diocesanos.

Ahora, desde una forma interna, ha sido el conocimiento de la Familia de Schoenstatt en Bolivia lo que me permitió notar cómo está el Señor presente en el Movimiento, de cómo esta espiritualidad propia es un carisma especial que el Señor ha suscitado en la Iglesia. Y que los pastores debemos saber descubrirlo, reconocerlo, apoyarlo y asumirlo como algo propio. No sólo ver «desde afuera» los diferentes carismas que el Señor suscita en la Iglesia, sino que (el obispo) se hace parte de ellos por su propio ministerio y la misión que recibe del Señor. No me siento ajeno a ninguno de los carismas que hay en la Iglesia, sino que más bien me siento espiritualmente parte del Movimiento de Schoenstatt. Aunque no pertenezco o haya pertenecido anteriormente, es una riqueza que Dios nos da, nada me es ajeno, yo soy parte de todo.

Alguna vez en Bolivia me ha pasado que le pedí a la Familia de Schoenstatt rezar por una necesidad concreta, y algunos miembros de la Familia me trajeron una capillita de alambre llena de cintitas. Les pregunté ¿qué son estas cintitas? Y me respondieron que «cada cintita simboliza una decena del rosario rezada por la intención que nos ha pedido». Eran más de tres mil ¡una cosa bonita pues, y la tengo siempre en la capilla! Esto me demuestra que la Virgen me acompaña y la gente también.

Tengo contactos con los jóvenes, familias, matrimonios… también hay un grupo de madrugadores: son varias decenas de hombres que se levantan a las 7 (los sábados, para rezar el rosario en el Santuario) y hay experiencias bonitas, sé que hay un gran contacto con (los madrugadores de) Chile.

También apoyo a los presbíteros, yo soy la cabeza, ellos los miembros, y tenemos en nuestro presbiterio diferentes carismas, diferentes espiritualidades. Como dije, hay entre ellos varios que pertenecen a la Federación de Schoenstatt. Entonces trato de mantener contacto, apoyarlos en el carisma y en el ministerio, que es más grande que el carisma, porque el ministerio debe preocuparse por todos los carismas y no hacer distinciones. Hay que estar al servicio y tener apertura ante toda la riqueza de la Iglesia universal.

¿Es la primera vez que celebra la Sta. Misa en el Santuario Original?

Cada vez que vengo celebro la Sta. Misa en el Santuario de Marienau, la casa de los sacerdotes de la Federación. La primera vez que lo hice en el Santuario Original fue cuando se hizo la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia. Pude visitarlo y celebrar por primera vez allí la Sta. Misa.

¿Cómo es actualmente la situación de la Iglesia en Bolivia?

La Iglesia está en una fase especial, en parte por la relación con el Estado, que ha empezado a tomar una cierta distancia de la Iglesia, pensando que ésta ha estado demasiado unida, o que tiene todavía las fuerzas idealistas de hace siglos. Eso ha provocado una cierta distancia respecto a la Iglesia. Pero vemos, sin embargo, que como Iglesia que estamos abiertos a todos, unos pueden decirque estamos con otros, otros que estamos con los suyos y la Iglesia está para todos. Aunque parezcan tiempos un poco más difíciles, creemos que los podemos afrontar con la ayuda del Señor y Él permite estos momentos de críticas, que son de purificación para nosotros y de nuevo impulso para seguir adelante con nuestro trabajo, esfuerzo y servicio a la gente.

¿Y cómo es hoy la situación de las vocaciones?

Vemos el futuro con una esperanza que va mas allá del optimismo humano, las vocaciones han disminuido, pero creemos que son esos vaivenes que suceden de vez en cuando. Hasta hace diez años teníamos un fuerte aumento de vocaciones. Ha disminuido, pero creemos que es un llamado del Señor para trabajar más, esforzarnos más en este campo, y cultivar las semillas de la vocación que el Señor pone. Para quitar las cenizas de las brasas, para que el fuego vuelva a arder con fuerza y la gente se dé cuenta de las llamadas que el Señor hace a unos o a otros a la vida consagrada.

A veces hablamos de la vida consagrada para referimos excluyentemente a los sacerdotes y a los religiosos, pero la mayoría (en la Iglesia) son los laicos y tienen la vocación laical en la vida cotidiana, en la familia, en la sociedad, en la política y la economía de los pueblos. Tenemos que tener un despertar de vocaciones cristianas. Esta es la vocación principal que el Señor nos da, ya sea en un campo o en otro del pueblo de Dios, eso es secundario. Ante todo «soy cristiano» como padre de familia, como laico, político… soy cristiano como persona consagrada, como ministro, como sacerdote, diácono, obispo. Por ahí va nuestro trabajo y nuestra vida.

¿Cómo vive la Iglesia en Bolivia este año sacerdotal?

Se ha tratado de intensificar más la reflexión y la vida sobre el sacerdocio entre la gente, con diferentes actividades, con oración especial, con días dedicados especialmente a la oración como son los jueves sacerdotales. Se ha crecido mucho en ese campo. Por otro lado se ha cultivado la espiritualidad de los sacerdotes en su propia vida mediante encuentros, retiros… Vamos a terminar con ellos el año sacerdotal con una peregrinación al santuario de Chirca. Esperamos que sea un buen cierre del año sacerdotal.

¿Qué les aconsejaría a los sacerdotes en este año?

Los consejos para los sacerdotes se los dejo al Señor. Sólo les digo que se abran al amor de Dios y al Espíritu Santo para que sean cada vez más fieles en la misión y en la vocación a la cual el Señor los ha llamado. Eso es lo central, el resto lo hace el Señor nosotros debemos ofrecer nuestra disposición.

También se unió a la entrevista el P. Waldo, y respecto a su persona comenta el Arzobispo:

A través de la Federación de sacerdotes diocesanos de Schoenstatt se dio la posibilidad de que el P. Waldo pueda venir a estudiar (en la facultad de teología) de los Padres Pallotinos y vivir en Marienau. Y como Schoenstatt está en un lugar de fácil comunicación, entonces es normal venir a visitarlo. He podido venir a ver cómo está, cómo se encuentra, y cómo se presenta el futuro.

Padre Waldo, ¿cómo está viviendo este tiempo en Schoenstatt?

Para mí es un regalo, una gracia, tener la posibilidad de estudiar en el extranjero y formarme como sacerdote y como persona. Pero también es un momento de gracias poder estudiar exactamente aquí. Para mí Schoenstatt es muy importante en mi camino vocacional y poder estudiar cerca de donde ha vivido y estudiado el Padre fundador, tener el Santuario a 5 minutos de mi cuarto, poder rezar ahí, es un verdadero privilegio.

En lo espiritual estoy aprendiendo mucho, y por añadidura, está la cuestión del idioma, del estudio de la historia de la Iglesia, pero creo que aprendo más desde el punto de vista espiritual.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *