ALEMANIA, Renate Siebenkäs •
Es Día de Alianza en tiempo de Pascua, y es Día de Alianza en tiempos de guerra y guerra civil. ¿Cuándo la lectura de los Hechos de los Apóstoles (Hch 8, 26-40) ha tenido una referencia tan directa a los tiempos?: «Un ángel del Señor dijo a Felipe: Levántate y ve hacia el sur por el camino que va de Jerusalén a Gaza». El P. Andreas Hornung recoge esto en la celebración de la Alianza en el Marienberg, Bamberg, y es muy conmovedor porque nombra destinos concretos en la Franja de Gaza. —
Gaza y la tierra que la rodea («Franja» es el nombre que se le da por encontrarse entre las fronteras de Israel y el Mediterráneo), una tierra poblada desde hace 3000 años. El párroco Hornung utilizó casos concretos para ilustrar toda la fuerza de la guerra. Con qué dramatismo experimentan sobre todo los niños el hecho de que les falte casi todo. Se palpaba una gran consternación. La región que llamamos Tierra Santa está profundamente desgarrada. Hay un sufrimiento indescriptible. ¿Y dónde está Jesús?
El Resucitado cura grietas de tristeza, muerte y culpa
Santuario durante el periodo de Pascua
El Resucitado cura la grieta de la tristeza: los discípulos, que estaban sumidos en una profunda tristeza, se alegran cuando ven y reconocen a Jesús, el Resucitado. La alegría los llena de todo corazón.
El Resucitado cura la herida de la muerte: En su resurrección, Jesús demuestra ser el Salvador del pecado y de la muerte. El miedo a la muerte queda superado, como dicen repetidamente los himnos pascuales.
El Resucitado sana la grieta de la culpa, del pecado: Jesús instruye a sus discípulos: «A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados». Desde la resurrección de Jesús, ya no hay culpa que no pueda ser perdonada.
Puertas cerradas que se abren
La mañana de Pascua fue tan diferente como podría haber sido según el juicio humano. El modo en que el Resucitado trató la injusticia de los días pasados y el fracaso de los discípulos fue tan liberador. Y cómo abrió puertas cerradas de palabra y obra, entonces y ahora.
El párroco Hornung dijo:
«En el texto bíblico del Evangelio de Pascua, tengo la impresión de que el Resucitado extiende no sólo un dedo hacia los discípulos, sino los cinco dedos, es decir, toda su mano, para ayudarles.
- Como promesa de paz: ¡La paz esté con vosotros!
- Como revelación de vulnerabilidad: aquí no hay nada que ocultar.
- Como signo de su misión y destino: Como el Padre me ha enviado, así os envío yo.
- Como orientación y fortalecimiento para todo lo que está por venir: Recibid el Espíritu Santo
- Como autoridad explícita para perdonar los pecados».
Jesús rompe así el ciclo de fantasías de venganza y acusaciones de culpabilidad. No se limita a señalar con el dedo a los discípulos y a nosotros. Les tiende la mano a ellos y a nosotros. Sus manos se extienden más allá del abismo de la traición y la muerte, hacia un futuro nuevo, diferente. Allí, lo que ha sucedido ya no necesita ser tenido en cuenta.
Las heridas del Resucitado ayudan a los discípulos a no reprimir el oscuro pasado de los últimos días y a no permanecer atados al fracaso y a la culpa durante el resto de sus vidas.
El milagro de la resurrección hace posible que las heridas dolorosas se conviertan en signo de reconciliación y fidelidad. Esto es lo que sucedió en la primera mañana de Pascua: de las heridas del amor al milagro del amor.
Si ha de haber paz, entre Israel y Palestina, entre China y Occidente, entre Rusia y Occidente, entonces sólo si se perdona la culpa, porque Cristo, la paz misma, viene a nosotros y fortalece la voluntad de paz, cuando ÉL mismo dice en medio de las guerras entre pueblos y entre vecinos, parientes, colegas, feligreses…: La paz esté con vosotros.
Original: alemán. Traducción: Roberto M. González, Bonn, Alemania
