Publicado el 2020-11-24 In schoenstattianos, Vida en alianza

En memoria del P. António Ribeiro Lobo

PORTUGAL, MANUEL BARATA •

Me llenó de tristeza la noticia de que Dios había llamado al padre António Lobo as su presencia. ¡Tantas vivencias a lo largo de 60 años! Desde hace algunas semanas había pensado en hablarle por teléfono, pero lo fui posponiendo y posponiendo hasta que me di cuenta de que ya no iba a poder hacerlo.

Me pidieron elaborar algunas notas sobre la vida del P. António, particularmente sobre su actuación en Portugal. Lamentablemente, somos muy pocos los que podemos dar un testimonio sobre él.  Lo hago con placer, pidiéndole que bendiga desde el cielo a la Familia de Schoenstatt en Portugal y en Brasil, que ha servido con tanto amor.

 Sobre la vida del P. António Lobo

El padre António Ribeiro Lobo nació en Carvalhosa (Paços de Ferreira) el 21 de diciembre de 1931. Era hijo de una familia numerosa [1] que vivía con serias dificultades. Una señora de la región (Silvia Cardoso [2]**, tía del P. Miguel Lencastre) se le acercó cuando todavía era muy pequeño, preguntando si quería ser sacerdote, y asumiendo la responsabilidad de financiar sus estudios. Obtuvo el permiso de sus padres y se fue a Évora, donde asistió a todo el seminario (menor y mayor). Terminó sus estudios de teología en 1957 y fue subdiácono. En esos tiempos el subdiaconado era muy importante: el diaconado no tenía la relevancia que tiene hoy día y se hizo justo antes de la ordenación sacerdotal.

Unos días antes de su ordenación, con todo preparado, incluyendo invitaciones y una estampa de recuerdo, recibió con gran asombro y dolor la noticia de que no había sido admitido en el sacerdocio. Sintió que sus pies le fallaban bajo el suelo. ¡Fue una impresión tremenda! Por un lado, desde muy joven su sueño era ser sacerdote y para ello se había preparado durante años. Su sueño desaparecía como por encanto.  Por otro, ¿qué hacer ahora que solo se había preparado para el sacerdocio? Además, estaba la perspectiva de tener, como subdiácono, la obligación de rezar el breviario todos los días hasta el final de su vida. La impresión era tan fuerte que quiso dejarlo todo.

Varias personas de bien intentaron apelar ante los responsables del seminario la decisión tomada, o que fuera aceptado en otra diócesis, todo ello sin éxito. La decepción fue tanta que ya no podía seguir el ritmo de los esfuerzos de las personas que querían ayudarlo. En ese momento no quería saber nada más, lo único que no había perdido era su amor por la Santísima Virgen.

Entre las personas que se interesaron por su caso y que tendrían una decisiva importancia en su futuro, destacan dos: Margarida Lencastre (hermana del P. Miguel Lencastre y sobrina de Silvia Cardoso, la señora que le había facilitado los estudios) y Rosinha Potes Cordovil de Évora, quienes no se conocían personalmente.  Dándose cuenta de que ambas luchaban por una causa común, una porque era de la misma tierra que la familia y por ayudarlo en sus estudios y la otra porque era de Évora y conocía a los seminaristas de Évora. Ambas se encontraron en Fátima, En el encuentro se sentían como una “rosa” y una “margarita” arrodilladas a los pies del Sagrado Corazón de Jesús pidiendo por el “lobo”. Más tarde contaron esta historia con mucho humor.  Como Rosinha Cordovil conocía un padre palotino suizo en Lisboa, el P. Ervino Helmle, resolvieron hablar con él para ver la posibilidad de enviar António Lobo a Suiza, lo que consiguieron.

Contacto con Schoenstatt

Ese hecho debería haber animado al joven seminarista, pero su estado anímico era tal que no mostró ningún entusiasmo. Solo por el mucho respeto que le merecían las dos señoras aceptó partir. En Friburgo se contactó con estudiantes palotinos chilenos que le mostraron Schoenstatt.

Al principio estuvo a la defensiva, pero poco a poco se fue entusiasmando y finalmente se decidió por Schoenstatt y solicitó la admisión a los padres palotinos. En Friburgo estudió filosofía en la universidad.

Finalmente fue ordenado presbítero en Gossau. Suiza, el 21 de diciembre de 1960, como el primer sacerdote schoenstattiano portugués.  De inmediato viajó a Portugal, donde celebró su primera misa el día de Navidad en la iglesia parroquial de Carvalhosa (Paços de Ferreira). Después de celebrar su primera misa, volvió a Suiza para terminar sus estudios y obtuvo el grado de licenciado en filosofía “Magna cum Laude”.

De regreso a Portugal, a principios de abril de 1962, se encontró con la naciente juventud masculina en un retiro en Azeitão. Celebró la misa con los ornamentos que le había sido ofrecido para su ordenación.

En Lisboa trabajó durante casi cinco años, sobre todo con la juventud femenina, pero también con matrimonios y ayudando en la parroquia de S. Mamede.

Su estrategia con el fundador

En 1967 ingresó al Instituto de los Padres de Schoenstatt, donde fue incorporado a la Región Brasilera, y tuvo la oportunidad de ir a Schoenstatt y encontrarse con el fundador.  Contaba que, como eran muchas las personas que querían hablar con el P. Kentenich y el tiempo era limitado, usaba una estratagema: dejaba para el final los temas más difíciles y cuando el tiempo estaba por terminar, colocaba la pregunta. El P. Kentenich le decía entonces que esa cuestión requería más tiempo y le agendaba otro encuentro.  Fue de esta manera como consiguió tener varias reuniones con el fundador, lo que provocaba la natural envidia de quienes solo podían hablar durante el tiempo acordado. También contaba que el P. Kentenich no se tomaba fotos con otras personas, pero él se lo pidió y el padre aceptó.

Enviado a Brasil

En febrero de 1967, partió para Brasil, donde trabajó en la Pontificia Universidad Católica como profesor y capellán, ayudando también en el Movimiento de Schoenstatt

En 1972 regresó a Portugal, a Gafanha da Nazaré en Aveiro. Allí dio clases en el colegio de las Hermanas del Sagrado Corazón de María, en el liceo y en el seminario, colaborando también en la parroquia de Gafanha da Nazaré.

En Coimbra hizo una pasantía en filosofía y psicología durante dos años para poder ejercer formalmente su práctica docente y estuvo otros dos años en Beja como docente. En 1979 compitió para ejercer en la escuela secundaria Marquês de Pombal de Lisboa, donde se ubicó oficialmente, aunque nunca asumió el cargo, ya que su comunidad lo envió de regreso a Brasil. En los últimos 40 años nunca ha trabajado en Portugal, aunque nos ha visitado varias veces.

Mi experiencia con el P. António Lobo

Conocí al P. António como seminarista en Friburgo, donde llegué a los 18 años con la intención de pasar unas vacaciones tranquilas en las diferentes casas de los palotinos en Suiza y de las que volví schoenstattiano.

Debo confesar que, a pesar de haber pasado unos días en Friburgo, el contacto con el P. António no me marcó particularmente. En cambio, su historia sí me dejó huellas profundas.

Volví a Lisboa en septiembre de 1960, muy entusiasmado por Schoenstatt y con la intención de formar un grupo de jóvenes. Sabiendo que António Lobo sería ordenado sacerdote en diciembre y a pesar de ser el primer padre de Schoenstatt portugués, no fui a su ordenación por motivos económicos y porque era muy lejos (350 km). ¡Después sentí unos remordimientos que nunca me abandonaron!

De ese gran acontecimiento tengo la invitación y la página de su ordenación.

Recuerdo perfectamente su llegada a Portugal a principios de abril de 1962. Los pocos jóvenes que había en ese momento estaban reunidos en un retiro en Azeitão, predicado por el padre Jaime Fernández, que había sido ordenado unos meses antes. El padre António apareció en los últimos días irradiando alegría y celebrando una misa para los jóvenes de la época.

Luego comenzó su trabajo pastoral, primero ayudando al padre Jaime Fernández y apoyando a la parroquia de S. Mamede en Lisboa, y más tarde encargado de apoyar a la naciente juventud femenina.

Poco a poco fui descubriendo facetas del padre António de las que no me había dado cuenta antes. Su amor incondicional a María, su profundo sentido sacerdotal, su humildad y su espontaneidad, a veces desconcertante, donde aprendí a escuchar la voz de Dios.

A lo largo de la vida, compartí muchas alegrías y tristezas del padre António. Hubo momentos difíciles, algunos dificilísimos, pero siempre me impresionó y no puedo evitar testimoniar que, en ningún momento vi flaquear su espíritu sacerdotal y su amor a María.

En las últimas visitas que hizo a Portugal, mi esposa y yo recordamos el entusiasmo y alegría con que agradecía la vocación de nuestro hijo Diogo a la comunidad de los Padres de Schoenstatt.

Dios probó al padre António hasta el límite, pero desde el cielo él puede decir con fuerza: “Servus Mariae nunquam peribit”, un siervo de María nunca muere.

¡Ahí está el padre António! Bendíganos desde el cielo con la Santísima Trinidad y la Virgen María.

 

Pe. Lobo

Fotografía reciente del P. António rezando el rosario por los hermanos de curso de Pedro Braz

[1] Su padre, Claudino Ribeiro da Costa, era ayudante carpintero y tocaba el clarinete en la banda, donde presentó a su hijo António muy pequeño. Su madre era Maria da Silva Lobo.

[2] Sílvia Cardoso ya está en proceso de beatificación en Roma

 

Original: Portugués; traducción: Carmen M. Rogers/ES, Santiago Chile

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