Publicado el 2019-11-25 In Vida en alianza

Guatemala y el capital de gracias

GUATEMALA, Cori Verdugo •

La semana pasada, el grupo de la rama de madres de Guatemala disfrutó de una charla que vino a darles el matrimonio de Costa Rica Antonio y Gaby sobre el Capital de Gracias. —

Aunque en Guatemala aún no hay santuario, la realidad del mismo está muy presente en esta familia de Schoenstatt en fundación. La Virgen María quiere manifestarse en Schoenstatt, de modo especial, como educadora, formando en Cristo, un «hombre nuevo» y una «nueva comunidad». Este alto objetivo será fruto, en primer lugar, de las gracias recibidas en el santuario. Pero se requiere, a su vez, nuestra decidida cooperación. «La gracia de Dios no fue en mí estéril» -dice el apóstol Pablo- «sino que yo he trabajado más que todos ellos; aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo» (1 Cor. 15.10).

Desde los orígenes de Schoenstatt, el esfuerzo por la propia santificación encontró su expresión concreta en las contribuciones al capital de gracias: «Tráiganme con frecuencia contribuciones al capital de gracias… Adquieran muchos méritos y pónganlos a mi disposición«, leemos en el documento de fundación del 18 de octubre de 1914.

Esto fue vivido por muchos hijos de Schoenstatt. Así fue en la vida de José Engling, en la del padre Kentenich, en la de muchos héroes de nuestra Familia. La corriente de gracias, con el correr del tiempo, fue haciéndose cada vez más grande, profunda y vigorosa.

“Desde el momento en que comencé a aportar al capital de gracias, capté realmente lo que era Schoenstatt”.

De ahí que, al contactar con el santuario, nos sumergimos -por decirlo así- en un fuerte movimiento de gracias que nos eleva, nos sostiene y nos impulsa hacia adelante y hacia arriba. ¿Cómo corresponder a todo esto? Aportando -nosotros también- al capital de gracias.

No sólo lo que nos cuesta (sacrificios) puede ser ofrecido como capital de gracias, sino simplemente todo: también lo que soporto, lo que pienso y lo que amo… lo que me hace sufrir y lo que me alegra.

Hay un aspecto, sin embargo, que no debemos olvidar. Si bien es un compromiso contribuir al capital de gracias, también puedo y debo recurrir al mismo cuando, por cualquier circunstancia, me halle en apremios.

Es como si una familia tuviera una cuenta conjunta en un banco, sobre la cual sus miembros pueden disponer, aun sin fondos, en caso de necesidad.

A la luz de estas reflexiones, es más fácil comprender la siguiente afirmación: “desde el momento en que comencé a aportar al capital de gracias, capté realmente lo que era Schoenstatt”.

Esta es, por otra parte, la exigencia y el compromiso de la Santísima Virgen María desde el santuario: “No os preocupéis por la realización de vuestro deseo. Ego diligentes me diligo. Amo a los que me aman. Demostradme primero que me amáis, que tomáis en serio vuestro propósito...” (Documento de fundación).

 

Nuestra respuesta: Capital de gracias

 

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