Sínodo de la Juventud, entrevista a Lucas Galhardo •
A un mes del Sínodo de la Juventud, conversamos con Lucas Galhardo, de la Juventud Masculina de Schoenstatt de Brasil, participante en el Sínodo y de varios encuentros de preparación para el mismo. Le preguntamos qué significaron y cuáles fueron para él los momentos más importantes y lo que debe hacerse ahora para que el Sínodo no se quede en papel mojado. —
En tu video-mensaje a la Familia de Schoenstatt al final del Sínodo, hablaste de cómo provocó una fuerte impresión en ti el “Dilexit Ecclesiam” al participar muy estrechamente en un evento de la Iglesia. ¿Cómo llegaste a tener esta impresión?
R.: Primero, porque la divulgación oficial de la lista de los participantes del Sínodo salió el día 15 de septiembre, en que celebramos la partida del padre Kentenich. Pero en general, en todo lo que vengo participando, siempre salgo con un sentimiento de gratitud a Dios por haber puesto a Schoenstatt en mi camino, pues nuestra espiritualidad contiene muchos elementos que ayudan a dar muchas respuestas al mundo. Y lo que siempre me impresionó, fue que, pese a que el P. Kentenich supiera la grandeza de la obra a la que Dios lo había conducido, él siempre tuvo plena conciencia de que somos sólo una pequeña parte de un maravilloso organismo que se llama Iglesia. Y, además de todo lo que el sufrió especialmente el exilio promovido por la propia Iglesia, pidió que el “Dilexit Ecclesiam” (Amó a la Iglesia) fuese grabado en su tumba, y que yo particularmente creo que es un gran mensaje para que nosotros tomemos en serio esa misión, tal como él la vivió.
¿Cómo puedes vivir, enseñar y motivar a vivir el Dilexit Ecclesiam a la Juventud de Schoenstatt?
R.: Schoenstatt tiene mucho que hacer y ofrecer. A veces necesitamos adaptar un poco el lenguaje para un contexto específico, pero la espiritualidad Schoenstatt tiene mucho que entregar y ofrecer. Pero la espiritualidad, la pedagogía y todas las enseñanzas de estos años de historia, en especial las enseñanzas del fundador, poseen una gran riqueza, profundidad y aplicabilidad. Creo que el espíritu de “Schoenstatt en salida”, nos motiva a vivir en la práctica este amor a la Iglesia. La experiencia del Sínodo reforzó en mí que todos somos Iglesia, y si queremos una Iglesia más abierta, más acogedora, humilde, auténtica, creativa…, nos debemos sentir corresponsables de esta misión. Por eso invito a todos a ponerse con humildad a la disposición de las iglesias locales para colaborar. Eso exige inicialmente un proceso de conversión personal, de estar abierto a la escucha, al diálogo, a las diferencias y de un corazón abierto para servir con alegría de la mejor forma posible.
¿Cuál fue para ti el momento más emocionante del Sínodo?
R.: No fue un único momento el más emocionante. Fueron varios, desde los pequeños detalles a los grandes eventos. El Sínodo en si me marcó mucho como un ejemplo de proceso de encuentro, escucha, diálogo, discernimiento y verdaderamente de un caminar juntos. Creo que sería muy positivo llevarlo a la práctica en las realidades locales de cada uno.
¿Cuál fue para ti el tema más importante debatido en el Sínodo?
R.: Para mi el tema más importante fue “Los jóvenes, la fe, y el discernimiento vocacional” y el acompañamiento, porque es fundamental para un buen trabajo pastoral con los jóvenes, para la transmisión de la fe y el discernimiento vocacional. Ese fue el tema central de mi intervención de cuatro minutos en la sala del Sínodo… Pedí que en las realidades locales existan personas con dedicación exclusiva para estos trabajos, libres de tareas administrativas. Creo fuertemente que de esta manera, conseguiremos continuar viviendo este sinodal, caminar juntos verdaderamente y así encontrar caminos cada vez más eficaces para enfrentar los desafíos de cada realidad.
Hubo una preparación intensa para el Sínodo, tanto en la Iglesia como en muchas partes de Schoenstatt. Ahora que terminó ¿Cómo continúa? ¿Qué hacemos para que el impulso no se pierda?
R.: El documento final está solamente en italiano por el momento. En cuanto salgan las traducciones los invito a trabajarlo en sus realidades. Es un documento muy rico. Pero yo creo que, más allá del documento, una de las grandes riquezas de este Sínodo fue el espíritu de “sinodalidad” (caminar juntos) el que marcó el proceso, tanto que en el propio documento final la “sinodalidad” se destacó en la tercera parte. Por más que en mi opinión debiera ser algo intrínseco de todos los sínodos, en este sínodo apareció con un brillo especial por todo lo que se vivió en él y también durante todo el proceso preparatorio.
“Sinodalidad” es este espíritu de caminar juntos y creo que es eso lo que debemos intentar vivir en nuestras realidades. Caminar juntos con obispos, sacerdotes, laicos, religiosos, jóvenes, adultos, etc. Discernamos juntos con otras creencias y religiones, culturas, realidades, clases sociales, etc.
Y promover una vivencia de unidad, que es diferente de la uniformidad como ya citó el Papa Francisco. Es lo que creo que debemos intentar vivir; las formas concretas van a depender de cada realidad, pero hay algunas sugerencias: realizar asambleas/sínodos locales; involucrar a todos, especialmente a los jóvenes, en las actividades pastorales, administrativas y consultivas; promover el diálogo con los diferentes grupos y carismas presentes en su realidad; ejercitar la escucha, escuchar más que hablar; ejercitar el discernimiento como una aventura para toda la vida: trabajar para encontrar su proyecto de vida, o ideal personal -en lenguaje schoenstattiano- y ayudar a otros a encontrarlo, etc.
Celebramos el Sínodo de la Juventud, ¿y ahora qué?
R: Ahora vivamos el Sínodo en las realidades locales a través del trabajo con el documento final y principalmente procurando vivir este espíritu de caminar juntos. En la homilía de la misa final del Sínodo, el Papa Francisco pidió tres cosas para seguir caminando juntos: 1) escuchar antes de hablar; 2) acercarse, estar al lado de los otros; y 3) testimoniar, ir a las personas no llevándonos a nosotros mismos sino a Cristo.
Entrevista: Maria Fischer, Schoenstatt.org
Original: portugués; traducción: Carmen M. Rogers, Santiago de Chile/Miguel Angel Rubio