Publicado el 2016-10-01 In Vida en alianza

La Juventud Apostólica de Atibaia lleva a la Madre al punto más alto de la ciudad

BRASIL, JUMAS Atibaia través de JUMASBRASIL.com.br

Una locura de amor por la Madre de Dios. Esa puede ser una buena definición de lo que llevó a más de 20 jóvenes entre Apóstoles, Pioneros, Jufem (Juventud Femenina) y Jumas (Juventud Masculina) de Atibaia / SP a encontrarse a las 7 de la mañana de un domingo para subir al punto más alto de la ciudad: la Gran Piedra, que está a 1.450 metros de altitud.

Tradicionalmente conocida como la Conquista de la Montaña, la actividad se llevó a cabo con la presencia del P. Alexandre, asesor de Jumas y también con el apoyo de los miembros de las familias de los jóvenes de Atibaia.

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Con un cuadro de la Madre siempre por delante

Con un cuadro de la Madre siempre por delante, llevando sus banderas, con canciones y gran entusiasmo, los jóvenes cumplieron con alegría el reto. Y para aquellos que piensan que el camino era fácil, basta con ver el itinerario: el calentamiento fue un paseo de unos 6 km de la Parroquia San Juan Bautista (Matriz) al comienzo del sendero, terminando con 3,3 kilómetros de ascenso. Seguido, por supuesto, del descenso.

«La conquista era un evento muy esperado, un gran desafío realizado después de más de cinco años sin que sucediera. Pero más difícil que realizarlo después de tanto tiempo, fue subir la piedra y allá en lo alto celebrar una misa «, dice Guerrero Matheus, de la JM de Atibaia. La Conquista de la Montaña tuvo como objetivo fortalecer los vínculos entre las ramas, celebrar los 85 años de la Juventud Femenina Internacional, los 60 años de Jumas (Juventud Masculina) Brasil y también poner en práctica lo que se aprende en Schoenstatt sobre las vinculaciones.

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La vinculación, uno de los puntos fuertes de la caminata

Beatriz Cezar, de las apóstoles, dice:»Fue un momento para conocer nuestros límites, superarnos a nosotras mismas y ser muy fuertes. Nos las arreglamos para aprovechar bastante, fortaleciendo nuestros lazos con María y entre nosotros.

Siempre estábamos ayudando a otros, y también teníamos un montón de chistes y risas en el camino (incluyendo muuuuchas caídas)».

La vinculación realmente fue uno de los puntos fuertes de la caminata, no sólo entre los jóvenes. Como se recuerda en la oración inicial, la Conquista proporciona contacto con muchos aspectos de nuestras vidas.

En primer lugar, la vinculación con los hermanos, con el apoyo mutuo y respeto a quienes tenían mayor dificultad en la realización de la actividad, más allá de la alegría y la distensión entre los participantes. También la vinculación consigo mismo, porque después de todo, cada paso era necesario para superarse a sí mismo, entregando siempre al Capital de Gracias aquello que fuera más difícil. La vinculación con la naturaleza era otro punto fuerte. Observar el hermoso paisaje, sentir la brisa en el rostro, caminar por los senderos y encontrarse con un chorro de agua fría, cuando la sed ya era grande, fueron algunas de las experiencias en este sentido.

Llegar a la cima también fue un momento para vincularse aún más con Dios. En esta edición de la Conquista, hubo una novedad: la celebración de la misa en lo alto de la Piedra. Allí, los jóvenes pudieron experimentar el encuentro con el Dios vivo, en la Eucaristía, y contemplar una vivencia de Tabor, como lo señaló el P. Alexandre durante su homilía.

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Más de cinco horas de caminata

Y para aquellos que piensan que el desafío era sólo para los jóvenes, ahí sí que está el engaño. Muchos padres participaron en la actividad bien de cerca. Hubo apoyo de automóviles de apoyo que acompañaban la caminata desde la Iglesia Matriz hasta la pista y después en lo alto de la piedra ofrecieron agua y comida, además de un padre que subió con la juventud.

La emoción fue tal que algunas madres también decidieron enfrentar el desafío y descendieron con sus hijos.

«Fueron más de cinco horas caminando en total. Sin embargo, cada paso, cada esfuerzo, cada sacrificio valió la pena porque lo que Dios tenía reservado para nosotros fue maravilloso. La Gran Piedra es como nuestro Monte Tabor, donde nos acercamos más a Dios, donde entramos en contacto con la naturaleza y con nosotros mismos, contemplando las maravillas que Dios ha creado. Lugar este donde encontramos la paz y el silencio de nuestros corazones, para recargarnos y re-llenarnos por dentro», dice Guerrero acerca de la experiencia.

14068181_1151319951592486_677141912312331226_nFuente: www.jumasbrasil.com.br

Original: portugués. Traducción: Kikito Vázquez, Asunción, Paraguay/ce

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