Publicado el 2012-07-06 In Temas - Opiniones

Si no tengo amor, nada soy

Paulo Pinhero. El amor al prójimo como criterio de gestión: tratar a los colaboradores, clientes, proveedores, accionistas, competidores, a los accionistas y a las generaciones futuras como nos gustaría ser tratados si estuviéramos, con la información que tenemos sobre nosotros mismos, en su lugar. Con ese lema y en torno a ese concepto operativo, vivimos en el Congreso de la ACEGE (Asociación Cristiana de Empresarios y Gerentes) un tiempo extraordinario de reflexión, convivencia y motivación.

El tema del amor nos remite a la esencia misma del cristianismo. “Dios es amor” (1 Jo 4, 8), como recordó el papa Benedicto XVI en su primera Encíclica. El mensaje de Cristo está centrado en el amor: el llamado a amar al prójimo es el Mandamiento Nuevo, la guía y el criterio que debe regir nuestra interacción con la comunidad en la que operamos. Es el amor el que explica los Evangelios y les confiere unidad. También es sobre el amor el texto más conmovedor de San Pablo: “Puedo ser y tener todas las cosas del mundo, pero si no tengo amor, nada soy” (1 Cor 13). Se antoja añadir: puedo ser el empresario o gerente más exitoso, pero si no tengo amor, nada soy.

El amor es la síntesis más completa de nuestra visión del mundo y de la forma en la que debemos encarar nuestro paso por él, cada uno como un ser único e irrepetible, cada uno como un hijo amado por Dios y llamado por Él a la vocación de amar.

Volver al tema del amor para conjugarlo con nuestra vida profesional en las organizaciones en las que trabajamos es volver a Dios – Padre e Hijo.

Subrayo tres ideas fundamentales del Congreso que se me quedaron grabadas: (i) la importancia de tener presente la centralidad del amor en todas las realidades sociales y en todas las facetas de nuestra vida (ii) La armonía creadora entre el mensaje de Cristo y la vida profesional y empresarial, y (iii) el imperativo de, con esfuerzo y humildad, avanzar, con pasos pequeños, en el camino de la santificación de la vida profesional.

El amor en todas las facetas de nuestra vida

El amor, como concepto nuclear del cristianismo, debe estar presente en todas las realidades sociales, incluyendo a las empresas en un ambiente competitivo, y en todas las facetas de nuestra vida, incluyendo la vida profesional.

El mensaje de Cristo no se aplica “a la carta”: aquí sí, pero allá no; el domingo sí, pero entre semana no; en la familia sí, pero en la empresa no; en trabajo de voluntariado sí, pero en el trabajo profesional no; en la relación con los amigos sí, pero en la relación con los colaboradores no; en la afirmación teórica de los valores sí, pero en la gestión práctica de los intereses no.

No podemos dejar a Cristo en la puerta de nuestra oficina. No es necesario (ni se supone que lo hagamos, me parece) que en la organización empresarial en la que trabajamos evidenciemos ruidosamente nuestra fe. Más que pregonar con palabras nuestros valores, Dios nos pide que los vivamos. Nos pide que seamos ejemplo. Ejemplo convincente por la consistencia y atractivo por los resultados. No pretendemos tener el monopolio de la ética en los negocios ni la exclusividad de la protección de la dignidad del hombre en la gestión empresarial, pero la implementación práctica de esos ideales debe ser una marca de la comunidad de empresarios y gerentes cristianos. Sin la concretización de los ideales, no somos ejemplo. Sin ejemplo, no hay evangelización.

El mensaje de Cristo y la vida en una organización empresarial: una armonía creadora

Integrar el amor cristiano como un elemento de evaluación y de toma de decisiones empresariales es un reto viable – e incluso un factor de éxito. No un amor cursi, que redunda en una gestión complaciente o en una disminución del espíritu competitivo que produce innovación y riqueza. No se pretende una laxitud en la ejecución de los procesos o una indiferencia en la asignación de las recompensas en función del mérito o del esfuerzo. Nada de eso. El mensaje de Cristo convive muy bien con la exigencia y el rigor propios de la gestión empresarial. Así lo probaron en el Congreso numerosos testimonios que se centraron en la aplicación práctica de estos temas en la vida cotidiana de la gestión y el liderazgo, tanto en los temas delicados de la relación con proveedores o competidores, como en el incluso más sensible tema de la gestión de los recursos humanos. Hay muchas maneras de enfrentar una decisión de despido y muchas formas de conducir el proceso respectivo e interactuar con las personas que serán afectados por tal decisión. Hay muchas formas de manejar una situación con un trabajador que enfrenta una etapa de adversidad personal o cuya familia requiere de una dedicación especial.

Por otra parte, una gestión comprometida con las enseñanzas de Cristo y enfocada en el respeto a la dignidad de la persona constituye factor crítico de éxito para las empresas en el ámbito económico en el que operan. “El amor como criterio de gestión hace personas felices. Personas felices hacen empresas productivas. Empresas productivas hacen una economía competitiva y una economía competitiva es la base de una sociedad justa”. Esta es una de las conclusiones compartidas por António Pinto Leite en su intervención inicial en el Congreso – un texto bellísimo, que vale a pena leer y releer.

Empezar hoy

El mensaje de la ACEGE constituye un llamado esencial y urgente. Quien tuvo la oportunidad de asistir quedó profundamente conmovido. Ahora es tiempo de incorporar todo eso en nuestra vida empresarial y profesional y es tiempo también de traer más caminantes a este andar.

Debemos también saber involucrar a nuestra Iglesia en este esfuerzo, vencer resistencias, traer a los obispos, a los padres, a las congregaciones y movimientos católicos para la comprensión de las realidades de la vida económica y de la vida de las empresas, para la comprensión de las dificultades y de los dilemas de quien invierte y de quien administra a las empresas. Las instituciones de nuestra Iglesia tienen que saber hablar con nosotros en nuestra calidad de miembros del mundo empresarial (en los tiempos actuales, tal vez tenga más sentido tener un obispo de las empresas y del trabajo que un obispo de los militares…).

A propósito de la necesidad de actuar, recordé una conversación que tuve no hace mucho tiempo con un amigo (y padre de Schoenstatt) a quien, con descarada falta de humildad, le explicaba que aún no iniciaba cierta tarea porque me parecía muy grande y no sabía por dónde empezar. Me escuchó y, al final de mi falso lamento, me espetó: “Déjate de excusas, empieza el camino”.

Ese es el punto. Es necesario que cada uno de nosotros empiece el camino. ¿Habrá un camino más promisorio que el del amor?

Paulo Pinheiro es socio de Vieira de Almeida & Associados y schoenstattiano.

Fuente: http://www.ver.pt – Publicado el 14 de junio de 2012

La iniciativa «Cristo en la empresa» da ACEGE (Asociación Cristiana de Empresarios y Gerentes) está constituida por grupos de gestores que, en comunidad, buscan la aplicación concreta de la Doctrina Social de la Iglesia en la vida práctica de las empresas, especialmente siguiendo el principio del amor al prójimo como criterio de gestión.

Cristo en la empresa y el amor al prójimo como criterio de gestión

 

Traducción: Eduardo Shelley, Monterrey, México

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Si no tengo amor, nada soy

Paulo Pinhero. El amor al prójimo como criterio de gestión: tratar a los colaboradores, clientes, proveedores, accionistas, competidores, a los accionistas y a las generaciones futuras como nos gustaría ser tratados si estuviéramos, con la información que tenemos sobre nosotros mismos, en su lugar. Con ese lema y en torno a ese concepto operativo, vivimos en el Congreso de la ACEGE (Asociación Cristiana de Empresarios y Gerentes) un tiempo extraordinario de reflexión, convivencia y motivación.

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