Publicado el 2011-02-27 In Temas - Opiniones

Herida Profunda

DaisyMargaret Steinhage Fenelon. El fin de semana pasado herí a nuestra perra. Digo, ¡literalmente la herí! Intentaba cortarle el pelo, pero en lugar de cortarle el pelo me lleve su piel, haciéndole una dolorosa y profunda herida en una de sus patitas de atrás. Mirándome, totalmente desconcertada con la cabeza dándole vueltas, aulló y brinco.

 

 

 

Se me llenaron los ojos de lágrimas, y rápidamente largué la maquinilla para cortar el pelo y la levanté entre mis brazos. «¡Lo siento mucho, Daisy, lo siento mucho!», le repetí innumerables veces.

Aun y cuando había sido solo un accidente, me sentía como la persona más malvada del mundo. Había estado intentando rasurar el pelo que tenía en su pancita lo mas cortito posible, súper pegadito a su piel y en mi determinación de lograr hacerlo de la manera que yo quería, se me olvido que la creatura a la cual le cortaba el pelo, respira y tiene vida, como resultado, le corte un surco de piel. Fue mi propia voluntad caprichosa y necia la que lastimó a Daisy, no la maquinilla para cortar el pelo.

Como ya había empezado a cortarle el pelo, sabía que tenía que terminar. Una vez que ambas dejamos de temblar, la volví a poner sobre la mesa. Me miro con sus grandes ojos cafés tan llenos de amor, que nuevamente se me llenaron los ojos de lágrimas.

«¡Ay Daisy!, ¿cómo puedes todavía amarme después de que te herí tan profundamente?», exclamé.

Mientras más trabajaba, ella más me miraba a los ojos de la misma forma amorosa y compasiva.

Le acaricie el pelillo suave y sedoso de la parte de arriba de su cabeza, le di unas palmadillas y continué con mi labor- esta vez mucho más consciente y con mucho más cuidado que la vez anterior. Mientras más trabajaba, ella más me miraba a los ojos de la misma forma amorosa y compasiva. Mientras más me miraba, me volvía más humilde. Parecía que ella trataba de consolarme, ¡aun y cuando era ella la que había sido herida! Se quedo a mi lado el resto del día, acariciándome con su nariz y meneaba su cola cada vez que le echaba un vistazo.

Cada que la veía me sentía mal de nuevo, cada vez que me sentía mal de nuevo, ella me acariciaba con su nariz y me meneaba su cola. Y así estuvimos el resto del día.

Al día siguiente, era la misma de siempre, nunca te hubieras imaginado que un día antes la había herido tan gravemente. La cicatriz estaba ya cubierta por una costra y a punto de curarse completamente. Por supuesto que yo aun me encontraba preocupada y continuamente checaba su herida para asegurarme de que realmente iba mejorando.

El Mensaje de nuestro Padre Celestial

«¡Ay Margaret!» Mark muy bondadosamente me regaño. «¡Ya basta!, Daisy ya se ha olvidado de todo el asunto, y tú, deberías de hacer lo mismo.» Tenía razón, Daisy estaba perfectamente bien – Yo era la que seguía sufriendo, deleitándome en mi propia culpa y continuamente castigándome por causarle daño a Daisy mientras trataba de imponer mi voluntad.

Esa misma tarde tuve la oportunidad de tener un momento de soledad y en silencio, con el Rosario en la mano empecé a preguntarme que me quería decir mi padre celestial con toda esta situación.

Me parece que de alguna manera los seres humanos nos hacemos esto unos a otros más continuamente de lo que quisiéramos. Estamos tan decididos a lograr que las cosas se hagan a nuestra manera, que, nos olvidamos que estamos tratando con personas y nos rompemos el corazón unos a los otros solo porque queremos imponer nuestra voluntad. Estar continuamente asegurándonos de que las cosas vayan de acuerdo a nuestros parámetros y deseos, se vuelve una tarea tan desgastante que no podemos evitar herir profundamente a los demás, queremos hacer las cosas tan correctas que no nos damos cuenta de lo profundo que lastimamos. La intención original tal vez sea buena, pero el daño que causamos podría tardar mucho, mucho tiempo en sanar.

Puerta Abierta

Nuestro Padre y Fundador tiene la solución. Tengo colgada sobre mi escritorio apenas arriba de la pantalla de mi computadora una cita del Padre, la cual leo de vez en cuando, especialmente cuando me siento confundida o decepcionada, dice lo siguiente:

«Las personalidades que crean la historia, utilizan sus mentes para participar en el proceso creativo de la mente divina; reflexionan pensamientos divinos y están al pendiente de descubrir que es lo que Dios quiere y que características Le gustaría ver impresas en nuestra época; siguen la ley de «la puerta abierta». Una y otra vez Dios quiere revelarnos sus pensamientos a través de las circunstancias, para decirnos de que forma moldear los tiempos actuales, la vida de hoy en día, a través de nosotros también.»

¿Qué significa esto? Significa que estamos obligados a hacer la voluntad de Dios, y a tratar de descubrir cuál es su voluntad, escuchando y observando lo que sucede a nuestro alrededor. Tenemos que estar atentos a las oportunidades que nos pone en el camino, y abrirnos a su creatividad desde el interior y a través de nosotros mismos. Estamos llamados a participar en la actividad creadora de su mente divina, de la misma manera que estamos obligados a permitir que los demás hagan lo mismo. Tenemos que estar atentos a las oportunidades que Dios les pone en el camino y darles la libertad de abrirse a su creatividad desde su interior y a través de ellos. Estamos llamados a facilitarles su participación en la actividad creadora de su mente divina, porque la voluntad de Dios no es solo para mí, es para todos.

Inevitablemente habrá momentos en nuestra vida que -a pesar de tener las mejores intenciones- lastimemos profundamente a los demás. Es inevitable que haya momentos en los que -a pesar de tener las mejores intenciones- los demás nos lastimen profundamente.

En estos casos podemos tomar el ejemplo de Daisy. Por más que ella estaba sufriendo, sabía que yo estaba sufriendo más.

Traducción: María Esther Aragón, Monterrey, México/mev

 

 

 

 

 

4 Responses

  1. Myriam A. dice:

    Me encantó la reflexión. Daisy nos da una lección de nobleza y amor que tenemos un poco olvidados.

  2. Juan Carlos dice:

    Asi es, los animales parecen entender mas que nosotros, que aunque tengamos el poder de la razon, no podemos dar un simple :"Disculpa. veremos como curarte o ayudarte!"

    Lo que esta escrito, deberia ser leido por todo el mundo, ya que se ha olvidado los valores y los principios de las personas. Y un simple perro (o gato), nos recuerda que debemos recuperar la humanidad que hemos perdido.

    Saludos y Gracias por el Post.

    Juan Carlos, Chile.

  3. Juanita dice:

    Gracias por compartir con los demás la reflexión. Tus palabras me llegaron muy profundo.

  4. HMA - Argentina dice:

    Muchas gracias por un testimonio tan humano y tan tierno… Todo lo que sucede a diario es un mensaje de Dios, y el arte es saber leerlo. Gracias, Margaret, por compartir su experiencia

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